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Vol. 21. Núm. 11.
Páginas 72-80 (Diciembre 2002)
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Etiología, diagnóstico, profilaxis y tratamiento del resfriado común
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El resfriado común (o catarro común) es una infección viral muy frecuente del tracto respiratorio superior, de manifestación brusca, que evoluciona con inflamación de la mucosa nasal y faríngea. Los virus causantes son muy variados aunque unos predominan sobre los otros. Afecta a todos los sectores de la población, pero con mayor frecuencia a niños, pero se debe tener en cuenta que la inmunidad sólo dura 2 meses y sólo protege el organismo humano frente al mismo tipo de germen.

Los adultos presentan un resfriado común una media de dos veces al año y los niños una media ligeramente superior al doble. Si tenemos en cuenta la incidencia según el sexo, en los adolescentes la tasa de infección es mayor en los varones que en las hembras y entre los adultos sucede al revés.

El ser humano es el único reservorio de esta infección, sobre todo los niños, por no poseer inmunidad frente a los distintos tipos de virus que lo provocan. Entre el sector de población infantil, se facilita el contagio, ya que al encontrarse en edad escolar, permanecen en grupos muchas horas. De este modo, la infección se introduce en las familias y afecta a la población adulta.

Se puede presentar en forma de pequeños brotes localizados o como grandes epidemias.

En cuanto a su incidencia estacional, depende del tipo de virus que lo produzca. En invierno es más frecuente que se produzca el resfriado por coronavirus y en otoño y primavera por rinovirus.

Se aprecia una falta de rendimiento en la actividad diaria de los afectados, tanto en la fase de incubación como en la fase clínica de la enfermedad.

Es una enfermedad que, a pesar de tener un cuadro clínico banal, no presentar complicaciones y remitir de forma espontánea al cabo de unos 5-7 días, es una importante causa de absentismo escolar y laboral al ser un padecimiento molesto. Este hecho conlleva grandes consecuencias económicas y sociales.

Su elevada incidencia se debe a diversos factores: al gran número de virus responsables, a su fácil contagiosidad, a la existencia de reinfecciones por un mismo serotipo (se debilita la inmunidad homóloga) y a la escasa protección que proporciona la inmunidad de un serotipo frente a otro (poco papel de la inmunidad heteróloga).

Combinaciones

Al revisar los múltiples preparados que incluyen en su formulación diversos tipos de principios activos como tratamiento inespecífico para aliviar los síntomas del resfriado, encontramos combinaciones de ácido acetilsalicílico con clorfenamina (antihistamínico H1), fenilpropanolamina (descongestionante nasofaríngeo sistémico), estimulantes del sistema nervioso central (frecuentemente cafeína y ocasionalmente se puede combinar con extracto de nuez de cola nítida), con ácido ascórbico (vitamina C), con tiamina (vitamina B1) o con fenilefrina. También se combina a veces con paracetamol o guaifenesina y cíneol (broncodilatador y descongestionante nasofaríngeo) y en alguna marca registrada con codeína. El paracetamol se puede formular a su vez con las moléculas anteriormente citadas, además de asociarse con dextrometorfano, pseudoefedrina y propifenazona (analgésico, antipirético). Esta última se asocia con hidroxicina, codeína, clorfenamina, cafeína y con paracetamol.

Etiología

Como ya se ha citado anteriormente, existen muchos tipos de virus implicados en su aparición. Los que predominan son los rinovirus (con más de 100 serotipos que provocan entre el 30-40% de los episodios) y los coranovirus (229E, B814, OC43 en un porcentaje entre el 10-15%), seguidos a mucha distancia por los enterovirus (Coxsakie A21, B2-5 con incidencia < 5%), virus parainfluenza (< 5%), virus influenza A y B (< 5%), adenovirus serotipos 4,5 y 7 (< 5%) y virus respiratorio sincitial (< 5%).

El resto de los agentes virales, que producen esta afección respiratoria en un 30-40%, son desconocidos.

Contagio

La fuente de infección son las secreciones respiratorias de las personas infectadas que, al toser, estornudar o simplemente al hablar, expulsan pequeñas gotas contaminadas que permanecen en el aire. El contagio se produce de forma muy fácil, ya que es directo, a través del aire de persona a persona por aspiración de estas gotas o por contacto físico con pañuelos u objetos contaminados utilizados para comer. Por esta razón, es importante que la persona resfriada adopte unas medidas higiénicas de prevención de contagio como taparse la boca al estornudar o toser o lavarse las manos frecuentemente.

El período de contagio se inicia a las pocas horas de ser infectado (ya que se puede contagiar antes de que hayan empezado los síntomas) y finaliza cuando éstos remiten, como máximo a los 2­3 días de haber empezado el cuadro clínico.

El período de incubación oscila entre las 24 y las 72 horas después del contagio, siendo lo habitual un período de 48 horas.

La posibilidad de ser contagiado se incrementa por el enfriamiento de la superficie corporal, aunque este hecho aislado no cause la enfermedad. El frío provoca una vasoconstricción que hace disminuir la temperatura en la mucosa nasal modificándola, hecho que puede favorecer la entrada de virus.

El estado de salud y/o nutricional de la persona tampoco es un factor determinante a la hora de contraer la enfermedad. Las enfermedades que modifican las mucosas respiratorias y disminuyen las defensas frente a la entrada de los agentes virales sí que aumentan la posibilidad de ser infectado (las alteraciones sinusales o nasales, asma, bronquitis crónica o enfisema pulmonar), así como trastornos emocionales, fatiga en exceso o por encontrarse en la fase intermedia del ciclo menstrual (en el caso de las mujeres).

Síntomas

Los síntomas que caracterizan al resfriado común son la intensa secreción y la congestión nasal con obstrucción nasal uni o bilateral (la membrana mucosa que tapiza la cavidad nasal se inflama produciendo las mucosidades), malestar general, disminución del olfato y del gusto, estornudos, tos, ojos llorosos (la inflamación obstruye los canales de drenaje de los conductos lagrimales), alteración del timbre nasal de la voz, pérdida de hambre, frecuentemente dolor de garganta y a veces dolor de cabeza que se localiza en la frente y alrededor de los ojos, dolor muscular y fiebre leve. En los niños es más fácil que aparezca la fiebre más elevada (38-39 ºC), además de producirse estos síntomas de forma más intensa y tener dificultad para coger el sueño, ya que al no saber eliminar las mucosidades y tener las fosas nasales relativamente pequeñas, se les obstruye la nariz más fácilmente.

Fisiopatología

La invasión vírica provoca la liberación de los mediadores bioquímicos de la inflamación, provocando un aumento de la permeabilidad vascular que produce rinorrea y obstrucción nasal, irritación e inflamación faríngea, vasodilatación local (que origina también obstrucción nasal) y aumento de la producción de mucosidad que provoca tos y rinorrea. Se sensibilizan los receptores del árbol respiratorio originando estornudos y tos, aparte de producirse estimulación de tipo colinérgico que origina rinorrea, aumento de la producción de moco y tos, y broncoconstricción que también provoca tos.

Toda esta sintomatología puede durar 2-7 días, aunque puede prolongarse hasta una segunda semana. Es más intensa entre el segundo y tercer día del resfriado. En personas fumadoras es más grave y duradera. El período de inicio se caracteriza por unos leves pinchazos o sensación de escozor en la mucosa nasal y/o faríngea, escalofríos, malestar general, sensación de cansancio, estornudos y expulsión de secreciones nasales al principio acuosas y blanquecinas tornándose más espesas y de color amarillento o verdoso conforme evoluciona la enfermedad. La remisión se produce cuando las defensas naturales del organismo restauran la normalidad.

La creencia popular sobre el efecto profiláctico de la vitamina C ha sido estudiada, dando como resultado que sólo actúa disminuyendo la duración de los síntomas

De manera poco frecuente existen una serie de complicaciones poco graves, como son la otitis y la sinusitis media, por sobreinfección bacteriana que afecta más a niños, a personas de edad avanzada y a enfermos pulmonares. La sinusitis se produce cuando la inflamación obstruye los canales de drenaje de los senos paranasales y la otitis cuando se propaga la inflamación por la trompa de Eustaquio hasta el yodo medio. La laringitis, la traqueítis y la bronquítis aguda son otras complicaciones más graves.

Diagnóstico

El diagnóstico etiológico es difícil de realizar y no está indicado por ser un cuadro clínico de carácter banal, no existir un tratamiento etiológico eficaz y porque los resultados se obtendrían cuando el paciente ya habría evolucionado de forma favorable. El diagnóstico sólo se efectúa en determinados casos particulares. El médico lo realiza basándose en los datos clínicos, aunque muchos pacientes no acuden a la consulta y se tiende al autodiagnóstico.

Profilaxis

Se han experimentado distintos tipos de vacunas: unos contra rinovirus y coronavirus (que han resultado ineficaces debido a la amplitud de tipos y cepas diferentes existentes) y otros basados en suspensiones crudas de bacterias que tampoco producen una respuesta inmunitaria beneficiosa. Una vacuna posible sería incluir las cepas para prevenir brotes epidémicos concretos, sería de espectro limitado, pero la selección de las cepas que causaron el brote epidémico anterior serán diferentes de las que causarán el brote siguiente.

La aplicación de un estimulante químico del interferón aplicado de forma tópica intranasal es una prevención que ha demostrado efecto protector, pero irrita la mucosa nasal, además de existir impedimentos para su suministro por limitaciones biológicas.

La creencia popular sobre el efecto profiláctico de la vitamina C ha sido estudiada, dando como resultado que sólo actúa disminuyendo la duración de los síntomas y el tiempo de eliminación del virus es el mismo.

El lavado regular de manos con agua y jabón, el uso de pañuelos desechables y el taparse la boca al toser o estornudar son medidas higiénicas preventivas. Asimismo, debemos protegernos del frío y de los cambios climáticos bruscos y no permanecer mucho tiempo en lugares cerrados con mucha gente o con ambiente cargado.

Tratamiento

No existe un tratamiento específico, sino que la pauta de tratamiento farmacológico es para remitir la molesta sintomatología. Debido a que es una enfermedad muy «popular» se tiende a la automedicación, con consecuencias negativas como el uso de antibióticos que, además de ser totalmente ineficaces por ser de causa viral y no bacteriana, crean las temidas cepas bacterianas resistentes. Los antibióticos sólo se deben administrar en el caso de sobreinfección bacteriana, siendo las bacterias más frecuentes los estreptococos y los neumococos.

Se debe recomendar reposo, sobre todo en niños, ancianos, personas con enfermedades pulmonares crónicas y cuando exista fiebre. También es recomendable una dieta blanda que sea más fácil de deglutir y digerir, ingestión abundante de líquidos para facilitar la fluidificación de las mucosidades y administración de fármacos que alivien la sintomatología como analgésicos-antitérmicos-antiinflamatorios, descongestionantes nasales, antihistamínicos, antitusivos, mucolíticos, demulcentes, anestésicos locales y expectorantes.

Se deberá averiguar cuáles son los síntomas predominantes en cada individuo para aconsejar el tipo de medicamento más adecuado para aliviarlos. En el mercado farmacéutico encontramos formulaciones con distintas clases de principios activos, por lo que es mejor saber cómo actúa cada uno y seleccionar el más adecuado.

El uso de humidificadores en la habitación con adición de mezclas balsámicas como mentol, eucaliptol o gomenol puede tener efectos beneficiosos sobre el resfriado, ya que al proporcionar humedad la tos disminuye.

Analgésicos, antiinflamatorios, antitérmicos

Los más utilizados son el ácido acetilsalicílico, el ibuprofeno, la propifenazona y el paracetamol. Se utilizan para aliviar el dolor de cabeza, el malestar general y la posible fiebre que se pueda presentar. Para tratar de forma inespecífica el resfriado común no se utilizan solos, sino que se encuentran formulados en medicamentos policomponentes. El ácido acetilsalicílico está desaconsejado en niños menores de 12 años con problemas de varicela o gripales por el riesgo de presentar el síndrome de Reye y se debe administrar con precaución debido a la irritación gástrica que produce. El paracetamol se ha convertido en el analgésico no opiáceo de referencia. Se debe administrar con precaución, ya que su sobredosificación en neonatos y lactantes puede causar hepatotoxicidad aguda, y no se debe administrar en caso de insuficiencia hepática y/o renal en adultos. La propifenazona es muy eficaz como antitérmico. El ibuprofeno está protagonizando un redescubrimiento y es ampliamente dispensado sobre todo en pediatría por tener muy buena relación eficacia/tolerancia, poseer una duración del efecto más larga y, por tanto, dosificarse de modo más espaciado, con lo que disminuye el riesgo de toxicidad gastrointestinal. A veces se encuentra formulado con arginina para acelerar su absorción.

Antihistamínicos H1

Su empleo mejora los síntomas disminuyendo la congestión y secreción nasal, el lloriqueo de los ojos y los estornudos. También se encuentran incluidos en formulaciones junto con otro tipo de principios activos. El más utilizado es clorfenamina y, en menos ocasiones, hidroxizina. Tienen efecto depresor del sistema nervioso central, por lo que pueden producir somnolencia y disminución de los reflejos.

Mucolíticos y expectorantes

Los mucolíticos disminuyen la viscosidad de la secreción mucosa bronquial para que sea más fácilmente eliminable por medios físicos, disminuyendo la retención de mucosidad y aumentando el aclarado mucociliar. Se dividen en tres grupos. Uno de ellos son los derivados tiólicos con grupos ­SH capaces de reaccionar, por medio de puentes disulfuro, con la cistina que forma parte de la estructura proteica del mucus desestructurándolo: carbocisteína, acetilcisteína, mesna y citiolona. El otro grupo son los derivados de la vasicina, alcaloide de la planta Adhatoda básica: bromhexina, ambroxol (metabolito de la bromhexina) y adamexina (derivado del primero). El tercer grupo incluye el tiloxapol, que reduce la tensión superficial de las secreciones mucosas.

Los expectorantes estimulan los mecanismos de eliminación del moco, como el movimiento ciliar, que impulsa la secreción hacia la faringe. Tienen acción irritante bronquial para facilitar la expulsión del esputo, que puede aumentar la actividad de las glándulas secretoras, incremetando la cantidad y la fluidez del mucus bronquial. Por este motivo, la diferencia entre mucolíticos y expectorantes no es tan evidente. El más utilizado es la guaifenesina, que modifica la tos improductiva y seca transfigurándola en tos productiva y menos frecuente.

Antitusivos

El uso de antitusivos sólo se justifica cuando la tos que acompaña al resfriado es seca e improductiva, no deja conciliar el sueño y perturba el descanso, produce una irritación bronquial que induce posteriores ataques de tos o que, por otros motivos, resulta muy molesta o peligrosa para el paciente. Los antitusivos se deben emplear con precaución, porque la tos productiva, acompañada de expectoración, ayuda a eliminar el esputo y favorece la resolución del resfriado, y por tanto no debe ser eliminada.

Los antitusivos actúan a nivel central deprimiendo el centro bulbar que controla el reflejo de la tos. Un representante de este grupo es la codeína, opiáceo que se elige como antitusivo porque tiene las dosis terapéuticas muy alejadas de las dosis que puedan provocar dependencia. No obstante, la codeína produce estreñimiento y su sobredosificación provoca depresión respiratoria. Está contraindicada en personas asmáticas, ya que puede producir broncospasmo debido a una potencial liberación de histamina.

El dextrometorfano también actúa a nivel central y se lo considera tan eficaz como la codeína, con la ventaja de no tener efectos adictivos y no producir depresión del sistema nervioso central.

Los antitusivos se deben emplear con precaución porque la tos productiva, acompañada de expectoración, ayuda a eliminar el esputo y favorece la resolución del resfriado, por tanto, no debe ser eliminada

Descongestionantes nasales tópicos

Los vasos venosos sinusoides están situados en el interior de la nariz, entre la capa glandular y el hueso, rodeados irregularmente por músculo liso. Si están llenos de contenido sanguíneo, la nariz está congestionada, y si están vacíos, está descongestionada. Su estado está regulado por mecanismos de tipo adrenérgico. En ellos se encuentran receptores alfa adrenérgicos (alfa1 y alfa2) que, al activarse, provocan la contracción de las células vasculares musculares, reduciendo la cantidad de sangre en la mucosa, descongestionando la nariz y aumentando el flujo aéreo. Su acción es rápida y enérgica. Los principios activos descongestionantes son agonistas alfaadrenérgicos (simpaticomiméticos) y se diferencian por la duración de acción: la fenilefrina, metoxamina y tramazolina duran de 4 a 6 horas y la oximetazolina, xilometazolina y nafazolina duran de 8 a 12 horas. Se administran en forma de nebulizadores y gotas. Su administración de forma abusiva produce como efecto secundario la congestión una vez haya disminuido el efecto vasoconstrictor inicial. Se cree que es debido a un mecanismo de compensación frente a un proceso de vasoconstricción prolongado o también, por estímulo simultáneo de receptores betaadrenérgicos de acción vasodilatadora. No se deben utilizar más de 5 días seguidos y tampoco en menores de 5 años. Para la descongestión en bebés y niños pequeños se utilizan las soluciones de agua de mar isotónicas en nebulizador e instilaciones de suero fisiológico.

Descongestionantes nasales sistémicos

Son aminas simpaticomiméticas. Respecto a los descongestionantes tópicos, producen una mayor duración de acción, menor irritación local y no provocan efecto secundario al suspender el tratamiento, pero la vasoconstricción es menos intensa, su acción es más lenta y poseen efectos secundarios generales más importantes, ya que producen vasoconstricción periférica generalizada. Están contraindicados en personas hipertensas (pueden aumentar la presión sanguínea), en diabéticos (pueden aumentar las concentraciones de glucemia), en enfermos del corazón y en hipertiroideos. Las más usadas en preparados multicomponentes, para el alivio de los síntomas del resfriado, son la fenilpropanolamina y la pseudoefedrina.

Demulcentes, anestésicos locales

Para aliviar el cosquilleo de la garganta que provoca la tos es recomendable la administración de pastillas, tabletas y comprimidos con demulcentes y agentes balsámicos que suavizan la mucosa faríngea (clorofila, mentol, gomenol, esencia de pino, eucalipto). Los anestésicos locales reducen la sensibilidad de los receptores locales situados en la musculatura lisa respiratoria (lidocaína, benzocaína, procaína, tetracaína).

Dentro y fuera del canal de distribución farmacéutico existen caramelos que tienen el registro de productos dietéticos compuestos de sustancias de origen natural como limón, eucalipto, miel, malvavisco o regaliz que se deben desleír lentamente en la boca para aliviar el dolor y la sequedad de garganta.

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