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Vol. 25. Núm. 2.
Páginas 92-95 (Febrero 2006)
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Enfermedades cardiovasculares
Sandra Torrades y Pol Pérez-Sust
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Sandra Torradesa, Pol Pérez-Susta
a Biólogos.
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Factores genéticos de riesgo

Las enfermedades cardiovasculares son la epidemia del siglo xxi en las sociedades desarrolladas. El conocimiento de los riesgos ambientales y el perfil genético de cada uno son claves para saber si un individuo está más o menos predispuesto a presentar alguna enfermedad cardiovascular en el futuro. Los autores analizan en la presente revisión los principales factores de riesgo genético de las enfermedades cardiovasculares, los genes relacionados y la influencia en este campo del conocido como síndrome metabólico.

Las enfermedades del sistema circulatorio más comunes son la enfermedad isquémica del corazón y la enfermedad cerebrovascular o ictus (AVC). En conjunto producen algo más del 60% de la mortalidad cardiovascular, aunque la enfermedad isquémica del corazón es la que ocasiona, en España, un mayor número de muertes.

En cada sociedad hay grupos de individuos que tienen más probabilidades que otros de presentar determinadas enfermedades cardiovasculares. Esta vulnerabilidad de algunos colectivos se debe a la presencia de determinadas características de tipo genético y ambiental, que actúan individualmente o entre sí, con lo que desencadenan la presencia de un proceso cardiovascular. Surge entonces el termino «riesgo», que implica la presencia de una característica o factor que aumentan la probabilidad de presentar alguna enfermedad cardiovascular.

Los expertos definen el «factor de riesgo cardiovascular» como cualquier característica o circunstancias detectables de una persona o grupo de personas que se relacionan con un aumento de la probabilidad de presentar o desarrollar una enfermedad cardiovascular.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo cardiovascular son «predictores», puesto que su presencia está fuertemente relacionada con la aparición posterior de daño vascular.

Hay un grupo de factores de riesgo que forman parte de las características personales del individuo sobre los que no se puede intervenir, como son el sexo, la edad y el perfil genético.

Sin embargo, otros factores, denominados «factores de riesgo ambientales», pueden ser objeto de intervención o control; como son la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la diabetes o altos valores de colesterol en sangre, entre otros.

Factores ambientales

Los factores de riesgo ambiental se caracterizan porque son los que puede modificar el propio individuo. Además, si se controlan, pueden hacer disminuir el riesgo de presentar una enfermedad cardiovascular de forma muy significativa.

Como todos sabemos, el tabaquismo es uno de los factores de riesgo más significativo. Los individuos que fuman tienen el doble de riesgo de presentar enfermedad cardiovascular con respecto a los no fumadores. Es importante destacar que la exposición crónica a ambientes con humo de tabaco (fumadores pasivos) también aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Valores elevados de colesterol en sangre, que pueden controlarse mediante la dieta, aumentan considerablemente el riesgo de enfermedad coronaria. Si además están presentes otros factores, como tabaquismo e hipertensión, el riesgo crece aún más.

Puesto que la hipertensión arterial incrementa el trabajo al que se expone al corazón, también aumenta el riesgo de accidente vascular encefálico, ataque cardíaco o fallo renal. Cuando la hipertensión se acompaña de obesidad, tabaquismo, hipercolesterolemia o diabetes, el riesgo aumenta notoriamente.

El sedentarismo es otro factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular. La actividad aeróbica regular desempeña un papel significativo en la prevención. Valores moderados de actividad son beneficiosos a largo plazo si se realizan regularmente.

La obesidad o sobrepeso también predispone a desarrollar enfermedades cardiovasculares. Es perjudicial porque también incrementa el esfuerzo al que se expone al corazón y se vincula con la enfermedad coronaria por su influencia negativa sobre el colesterol y la diabetes.

Se sabe que hay una estrecha relación entre la enfermedad coronaria y el estrés, probablemente en su interrelación con los demás factores de riesgo.

Factores personales

Los factores personales, como la edad, el sexo y el perfil genético son factores de riesgo que no se pueden modificar. Los varones tienen mayor riesgo de enfermedad cardiovascular que las mujeres y la presentan en edades más tempranas. Después de la menopausia, el riesgo de las mujeres aumenta, pero aún es menor que en el sexo masculino.

La edad es otro factor condicionante. Cuatro de cada cinco pacientes que fallecen por enfermedad cardiovascular son mayores de 65 años.

Factores genéticos

Dentro de los factores de riesgo personales se encuentran los denominados «factores genéticos de riesgo» y, tal como hemos comentado, son factores de riesgo no modificables. En otras palabras, en nuestros genes está escrita la predisposición a presentar determinadas enfermedades, entre ellas las enfermedades cardiovasculares.

Aún así, que esté escrito en nuestros genes no implica que desarrollemos la enfermedad, sino que en determinadas circunstancias, dependiendo de los factores ambientales a los que nos exponemos, el riesgo de presentar una enfermedad cardiovascular es más elevado que en otros individuos que no lo lleven escrito en sus genes.

Es por esto que los hijos de pacientes con enfermedad cardiovascular tienen una predisposición genética más elevada a presentar riesgos relacionados con las cardiopatías.

Genes relacionados

Actualmente se están estudiando varios genes relacionados con las distintas enfermedades cardiovasculares.

Hay 7 genes que tiene una clara implicación con el riesgo cardiovascular.

Gen de la apoliproteína E (ApoE)

La apoliproteína E (ApoE) desempeña un papel crucial en el transporte de lípidos a través del sistema circulatorio. Actualmente, se conocen tres formas (denominadas isoformas) de esta proteína, denominadas e2, e3 y e4.

Si se tiene en cuenta que heredamos un gen del padre y otro de la madre, un individuo en particular puede ser homocigoto (e2;e2 o bien e3;e3 o bien e4;e4) para cualquiera de estas formas o heterocigoto para cualquier posible combinación de ellas (e2;e3, e2;e4, e3;e4 o bien e2;e4).

Hay una correlación clara entre los valores de colesterol en plasma y la presencia de una o dos isoformas de apo e4. Los individuos con dos formas de apo e4 (e4;e4) presentan mayores valores de colesterol en sangre, mientras que los individuos con dos copias de apo e2 (e2;e2) muestran menores valores de colesterol.

Por otro lado, es importante destacar que también hay una correlación estadística en cuanto al riesgo de presentar enfermedad de Alzheimer; la probabilidad de presentarla será más alta en función de la tenencia de una o dos copias de apo e4.

De este modo, la determinación del perfil de alelos de ApoE de un individuo permite predecir la predisposición de este individuo a desarrollar altos valores de colesterol y, por lo tanto, la predisposición a presentar enfermedad cardiovascular, así como la enfermedad de Alzheimer.

Gen de la angitensina convertidota de enzima (ACE)

El sistema denominado renina-angiotensina estimula la secreción de aldosterona (que actúa sobre el riñón, retiene sodio (Na+) y lo intercambia por potasio (K+) e hidrógeno (H+) en las células), con lo que controla el volumen de los fluidos corporales y del tono vascular.

La enzima ACE transforma la proteína angiotensina I en angiotensina II, que es un potente vasoconstrictor. Ésta, a su vez, puede convertirse en angiotensina III y angiotensina IV, que tienen efectos similares a la angiotensina II.

En la población general hay una importante variabilidad en cuanto a la actividad de la enzima ACE, que se detecta en el plasma de individuos, así como su relación con los valores de presión arterial. Esta variabilidad se debe a un polimorfismo (una forma distinta al gen original) en el gen de la ACE.

La presencia de este polimorfismo en el gen de la ACE predispone a desarrollar alta presión arterial en caso de sedentarismo u otros factores ambientales perjudiciales, lo que aumenta la predisposición a presentar una enfermedad cardiovascular.

En nuestros genes está escrita la predisposición a presentar determinadas enfermedades, entre ellas las enfermedades cardiovasculares

Gen de la angiotensina I (AGT)

La angiotensina se forma a partir de un precursor: el angiotensinógeno. La proteína renina rompe el angiotensinógeno y forma la angiotensina I, que puede convertirse en angitoensina II (mediante la enzima ACE). La renina se produce como consecuencia de una disminución de la presión sanguínea, lo que aumenta la presión sanguínea.

La mutación conocida como T235 aumenta dos veces el riesgo de enfermedad cardíaca debido a un aumento de la secreción de la angiotensina en plasma. De este modo, esta mutación interviene en el desarrollo de la hipertensión.

Plasminógeno activador inhibidor (PAI-1)

PAI-1 se conoció inicialmente como inhibidor fisiológico del activador de plasminógeno específico de tejido (t-PA), la fuente principal de fibrinólisis intravascular. La deficiencia de PAI-1 causa una lisis prematura de los coágulos hemostáticos que puede conducir a un síndrome hemorrágico. Es raro observar sangrado espontáneo en individuos homocigotos, aunque pequeños traumas pueden desencadenar hemorragias moderadas. Las hemorragias son menos frecuentes y menos graves en los individuos heterocigotos (deficiencia parcial). Los individuos afectados portan un alelo (heterocigotos) o los dos (homocigotos) con la mutación, lo que origina una deficiencia antigénica de PAI-1 parcial o total.

Por otro lado, también se ha observado que valores elevados de PAI-1 conducen a un mayor riesgo de infarto coronario.

Factor V de Leiden y factores de coagulación II y XIII

Errores en la regulación del proceso de coagulación conducen a una excesiva formación de trombos, lo que aumenta el riesgo de accidentes cardiovasculares fatales o hemorragias.

La regulación tiene lugar a través de una cascada de proteínas que presentan proteólisis en su activación y que al mismo tiempo proteolizan a nuevas moléculas que convergen finalmente en la conversión de fibrinógeno en fibrina y que origina el coágulo.

Los factores II, XIII y V de Leiden desempeñan papeles cruciales en el proceso de coagulación. El factor II de coagulación es la molécula que convierte fibrinógeno en fibrina. A su vez, la protrombina la transforman en trombina el factor X y también el factor V de Leiden. Además, el factor XIII actúa sobre fibrina, con lo que estabiliza el trombo. El factor XIII es activado también por el factor II (trombina) y por calcio.

La mutación G1691A del factor de Leiden está presente en aproximadamente el 7% de la población, lo que confiere una mayor tendencia a la formación de trombosis.

La mutación G20210A del factor II también está asociada con una mayor tendencia a presentar trombosis e infarto. Esta mutación está representada en el 2% de la población (3% en poblaciones mediterráneas) y conduce a un aumento de 5 veces de presentar infarto en mujeres y de 1,5 en varones.

La mutación V34L del factor XIII también está fuertemente asociada a una mayor incidencia de trombosis, pues se estima una incidencia del 3,7%.

Gracias al descubrimiento de estos genes y su relación directa con el riesgo cardiovascular, algunas empresas ofrecen la posibilidad de conocer la predisposición genética de cada individuo. Determinan un índice global que permite conocer el estado de riesgo a presentar una enfermedad cardiovascular antes de que aparezca. La finalidad es dar recomendaciones para controlar los factores ambientales y reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad.

Síndrome metabólico

Finalmente, es importante hablar del síndrome metabólico, un complejo desorden que afecta a varios sistemas, como el endocrino y el vascular, y que conlleva un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular y especialmente de enfermedad coronaria.

Recientemente, el tercer Report of the Nacional Colesterol Education Program-Adult Treatment Panel (ATP-III) lo ha definido como la asociación de múltiples factores de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular y se observa asociado en la mayoría de los pacientes a resistencia a la insulina. Su progresivo aumento hace prever una nueva epidemia mundial de enfermedades cardiovasculares, por lo que en la actualidad se considera un importante problema de salud pública.

Como decíamos, no se trata de una única enfermedad, sino de una asociación de problemas de salud que pueden aparecer de forma simultánea o secuencial en un mismo individuo, causados por la combinación de factores genéticos y ambientales asociados al estilo de vida, en los que la resistencia a la insulina se considera el componente patogénico fundamental.

La presencia de síndrome metabólico se relaciona con un incremento significativo de riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular, con disminución en la supervivencia, en particular, por el incremento de unas 5 veces en la mortalidad cardiovascular.

De este modo, es importante destacar que con el conocimiento previo de la predisposición genética, de los genes que por ahora conocemos, junto a un mayor control de los factores ambientales, se puede disminuir considerablemente el riesgo de presentar alguna enfermedad cardiovascular.

Síndrome metabólico

Es importante hablar del síndrome metabólico, un complejo desorden que afecta a varios sistemas, como el endocrino y el vascular, y que conlleva un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular y especialmente de enfermedad coronaria.

Recientemente, el tercer Report of the Nacional Colesterol Education Program-Adult Treatment Panel (ATP-III) lo ha definido como la asociación de múltiples factores de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular y se observa asociado en la mayoría de los pacientes a resistencia a la insulina. Su progresivo aumento hace prever una nueva epidemia mundial de enfermedades cardiovasculares, por lo que en la actualidad se considera un importante problema de salud pública.

Como decíamos, no se trata de una única enfermedad, sino de una asociación de problemas de salud que pueden aparecer de forma simultánea o secuencial en un mismo individuo, causados por la combinación de factores genéticos y ambientales asociados al estilo de vida, en los que la resistencia a la insulina se considera el componente patogénico fundamental.

La presencia de síndrome metabólico se relaciona con un incremento significativo de riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular, con disminución en la supervivencia, en particular, por el incremento de unas 5 veces en la mortalidad cardiovascular.

De este modo, es importante destacar que con el conocimiento previo de la predisposición genética, de los genes que por ahora conocemos, junto a un mayor control de los factores ambientales, se puede disminuir considerablemente el riesgo de presentar alguna enfermedad cardiovascular.


Bibliografía general

Day INM, Wilson DI. Science, medicine, and the future: Genetics and cardiovascular risk. BMJ. 2001;323:1409-12.

Elosua R, Demissie S, Cupples LA, Meigs JB, Wilson PWF, Shaefer EJ, et al. Obesity modulates the association among APOE genotype, insulin, and glucose in men. Obesity Research. 2003;11:1502-8.

Lusis JA, Fogelman AM, Gregg C, Fonarow MD. Genetic basis of artheriosclerosis: Part I. Circulation. 2004;110:1868-72.

Lusis JA, Fogelman AM, Gregg C, Fonarow MD. Genetic basis of artheriosclerosis: Part II. Circulation. 2004;110:2066-70.

Maiz A. El síndrome metabólico y riesgo cardiovascular. Boletín de la Escuela de Medicina. 2005;3:25-30.

Moller D, Kaufman KD. Metabolic syndrome: a clinical and molecular perspective. Annu Rev Med. 2005;56:45-62.

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