La farmacia es hija del deseo, de la utopía y de la ambición. Su objetivo es liberar al hombre del dolor y del malestar, contribuir a que la estancia en el mundo sea agradable en vez de una pesadilla y un calvario. El malestar es el cáncer que corroe la civilización, lanza a los hombres unos contra otros y enfrenta a las colectividades, culturas y civilizaciones en contiendas en las que la humanidad muestra su peor faz, aquella que la farmacia contribuye a maquillar gracias al bienestar y la riqueza que producen los fármacos. Esas contiendas son hijas de la intolerancia y conducen a la desesperación y al dolor.
Raúl Guerra Garrido, novelista y farmacéutico, miembro de una dinastía de farmacéuticos formada por varias generaciones, ha publicado un libro, Cuaderno secreto (El Aleph, 2003), en el que explica el final de esa dinastía, consecuencia de la voladura de su farmacia por quienes han hecho mérito de la intolerancia y alardean de cuanto en un ambiente culto y civilizado debiera avergonzarles. El Cuaderno secreto es un manuscrito de su abuelo, José Garrido Ojeda, un farmacéutico que ejerció en El Bierzo, un territorio que tiene algo de mágico y encantado. También los dos Cuadernos Secretos, el del abuelo y el de su nieto, tienen encanto y magia, la de un bien preciado, la inteligencia, un don siempre escaso.
En el cuaderno del abuelo se lee una frase que pudiera servir de lema a la farmacia: «Oponerse a la tortura abyecta del dolor, ésa es la tarea del farmacéutico». Acaso no haya mejor definición de los farmacéuticos y de la farmacia. Una lucha contra el dolor, y en este caso contra el fanatismo y la intolerancia. En la suerte seguida por el Cuaderno de José Garrido y recuperado por su nieto, Raúl Guerra, se resume el riesgo que corren la libertad, la inteligencia y la tolerancia en manos de quienes se proclaman libertadores y corren a secuestrar la libertad de cuantos discrepan de sus opiniones. Alguien puso la farmacia Guerra Garrido en una lista, otro dio la orden y la farmacia fue incendiada y se quemó, con ella, un cuaderno lleno de inteligencia y tolerancia, que ardió junto con una oficina de farmacia. Frente al dolor y la intolerancia se impone enfrentar el bienestar y la razón. El farmacéutico, una profesión en guerra abierta contra el dolor.