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Vol. 24. Núm. 2.
Páginas 64-69 (Febrero 2005)
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Desodorantes y antitranspirantes
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Antonieta Garrote, Ramón Bonet
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Propiedades, composición y formas farmacéuticas

Desde los tiempos más remotos, el olfato ha ocupado un lugar destacado en la vida social. Hasta mediados del siglo xix, los olores han sido investidos de extraordinarios poderes con un fuerte significado simbólico. Esta visión de los olores ha variado en el actual mundo industrializado, adoptando un matiz estético e higiénico. Es por ello que la industria dermocosmética dedicada a combatir problemas como la transpiración y la sudación ha alcanzado hoy día gran importancia.

Durante el siglo xx la obsesión por suprimir los olores corporales asociados a la falta de higiene personal ha sido considerada como signo de civilización, acusándose este sentimiento especialmente en las últimas décadas. Es precisamente en este cometido y desempeñando un papel fundamental en el que entran en juego los desodorantes y los antitranspirantes.

El desodorante como tal es fabricado por primera vez a fines del siglo pasado en Estados Unidos a partir de una mezcla de sulfato de potasio y aluminio. Su uso se generalizó tras la segunda guerra mundial en casi todos los países occidentales, llegando a abarcar una amplia gama de variedades: desodorantes para las axilas, para los pies, para la higiene íntima, para el aliento, para el cabello, antitabaco, etc. Actualmente, están considerados cosméticos y, aunque forman parte de un segmento de productos no demasiado publicitados, su uso cada día es más elevado, siendo considerado su empleo necesario para mantener los actuales cánones higiénicos.

Este grupo de cosméticos destinados fundamentalmente a resolver los problemas derivados de la sudación deben intentar con seguridad y eficacia minimizar física y estéticamente los signos de una excesiva transpiración, que podría llegar incluso a generar problemas sociales.

Sudación y olor corporal

El olor corporal es una propiedad individual del ser humano, en el que confluyen el olor natural y el adquirido. Esta característica es tan específica de cada persona como lo pueden ser sus huellas dactilares y podría llegar a ser un elemento diferenciador, si el sentido del olfato estuviera tan desarrollado en el hombre como lo está en otras especies animales. La intensidad del olor corporal dependerá de circunstancias personales, medio y estados social y fisiológico.

La transpiración es un fenómeno fisiológico imprescindible cuyas principales funciones radican en ser una vía de eliminación de sustancias de desecho y toxinas, mantener el pH de la superficie corporal, hidratar la capa córnea y mantener la temperatura corporal dentro de un rango determinado, es decir, enfriando el cuerpo en todas las situaciones en las que el organismo produce o acumula calor: al aumentar la humedad y la temperatura ambiental, si existe hipertermia, estrés, tensión, nerviosismo o si se realiza ejercicio físico. La evaporación del sudor en la superficie corporal consume gran cantidad de energía y reduce, de esta forma, la temperatura corporal, siendo un efectivo mecanismo de termorregulación.

Se estima que un adulto sano elimina a través de la sudoración corporal entre 250 y 1.250 ml diarios mediante dos mecanismos: perspiratio insensibilis, evaporación de agua a través de la piel no observable ópticamente y la «sudación observable», secreción de líquido acuoso derivado de la glándula sudoral. La cantidad de sudor secretada presenta una variabilidad muy elevada y está sometida, como ya se ha visto, a múltiples factores. Cuando la sudación excede los valores considerados normales, se habla entonces de hiperhidrosis y requiere tratamiento médico.

El sudor es una secreción corporal hipotónica, inodora, incolora, de pH ligeramente ácido (4,5-5,5), compuesto por agua mayoritariamente y por electrólitos (sodio, potasio, cloro, amonio, calcio, fósfatos) y sustancias orgánicas (urea, proteínas, lípidos, aminoácidos) en menor cantidad e inicialmente inodoras. La degradación de estas moléculas que se secretan con el sudor por la flora bacteriana saprofita, mayoritariamente grampositiva y presente en la superficie corporal, da lugar a: amoníaco, aminas, indol, derivados sulfhídricos, ácido butírico, moléculas de menor tamaño y volátiles, que pueden ser percibidas por los receptores olfativos y por consiguiente ser consideradas las responsables de los olores desagradables propios del sudor.

No siempre el origen del olor corporal radica en los procesos fermentativos que presenta el sudor. Una excepción la constituiría el olor derivado de la secreción con el sudor de moléculas volátiles resultantes del metabolismo que presentan ciertos alimentos una vez ingeridos (ajo, cebolla, especias). Este tipo de olor sólo puede controlarse evitando o al menos disminuyendo la ingestión de los alimentos responsables o intentando enmascararlo con perfumes o fragancias que sean capaces de neutralizarlo.

La producción del sudor está vinculada a la función de las glándulas sudorales, cuya distribución varía en función de las diversas partes del cuerpo. Existen dos tipos de glándulas morfológicamente diferenciadas, con distinta localización y que presentan secreciones de composición distinta.

Las glándulas sudoríparas ecrinas parten de la dermis y se extienden hacia el exterior en forma tubular, desembocando directamente en la superficie cutánea a través de un poro. Su parte glomerular es la responsable de la producción de la secreción sudorípara y de su vertido a las numerosas luces glomerulares, que convergerán en el canal secretor, en el que se producirán fenómenos de concentración y reabsorción que determinarán la composición final del sudor que se secreta. El sudor ecrino es un fluido incoloro, ligeramente opaco, que contiene un 0,5% de sólidos, con un olor casi imperceptible y cuyas principales funciones son la reconstrucción del manto hidrolipídico epicutáneo y la termorregulación. Estas glándulas, controladas por fibras nerviosas simpáticas colinérgicas posganglionares, se hallan distribuidas por casi toda la superficie corporal y son muy numerosas (3 millones aproximadamente) siendo su densidad muy diversa en función de su localización.

Las glándulas sudoríparas apocrinas constituyen un carácter sexual secundario y se hallan sometidas a un control hormonal, por lo que inician su proceso secretor en la pubertad y decrece su actividad en personas de edad avanzada. Morfológicamente son glándulas de mayor tamaño que las ecrinas, tubulares, cuya parte secretora forma un ovillo localizado en la dermis y cuyo conducto secretor desemboca en un folículo pilífero. El sudor apocrino es escaso, más viscoso, posee un aspecto similar a una emulsión y constituye un excelente medio de cultivo para la flora saprofita residente en la piel.

Axilas, zona ano-genital, plantas y manos de los pies son las zonas mayoritariamente más propensas a presentar fenómenos de sudación. Por tanto, la mayor concentración de sudor y, por consiguiente, de moléculas capaces de servir de sustrato a los microorganismos saprofitos presentes en la superficie epitelial, así como la humedad, maceración y una deficiente ventilación propias de algunas de estas zonas, serán factores favorecedores para que este problema, tanto higiénico como estético se ponga de manifiesto.

¿Con o sin alcohol?

La incorporación de alcohol en estas formas cosméticas presenta un triple objetivo: conseguir preparados de bajo poder oclusivo, proporcionar sensación de frescor debido a su gran volatilidad y a sus propiedades endotérmicas y servir de coadyuvante a los activos desodorantes y antitranspirantes debido a sus propiedades antisépticas. Sin embargo, la tendencia actual es reducir o eliminar el etanol por ciclometiconas volátiles con el fin de minimizar la irritación derivada de la deshidratación en exceso que provoca la aplicación diaria de etanol sobre la superficie cutánea, especialmente en pieles sensibles, alípicas, pieles secas y envejecidas.

CONSEJOS DESDE LA FARMACIA

Cómo evitar el olor corporal

* Higiene diaria minuciosa.

* Cambio diario de la ropa que está en contacto con la superficie corporal.

* Uso preferente de ropa de tejidos naturales y transpirables, capaces de absorber el sudor y mantenerlo lo más seco posible.

* Uso de jabones antisépticos que faciliten el control de la flora bacteriana.

* Empleo de desodorantes sobre piel limpia y seca, preferiblemente tras la ducha diaria.

* Para pieles sensibles se recomiendan los preparados exentos de alcohol.

* Evitar el consumo excesivo de bebidas que estimulen la sudación (café, té, bebidas alcohólicas) y de comidas muy saladas y condimentadas.

* Remitir al médico, cuando la cantidad de sudor se considere que excede a la cantidad normal por el tipo de actividad realizada, para descartar o diagnosticar cualquier enfermedad asociada.

Productos antitranspirantes y desodorantes

Antitranspirantes

Son preparados que persiguen una reducción del sudor secretado. Sus formulaciones incluirán, por tanto, principios activos que inhiban los mecanismos de producción de sudor por las glándulas sudoríparas.

Desodorantes

Son cosméticos destinados a impedir, atenuar, enmascarar o eliminar el mal olor corporal desprendido por su descomposición bacteriana del sudor. Incorporan en su formulación como principal componente sustancias antisépticas e inhibidoras de la proliferación microbiana en la superficie cutánea. Actúan, por consiguiente, limitando el desarrollo de la flora bacteriana responsable de degradar los componentes del sudor que originan compuestos fétidos.

Son frecuentes las reacciones alérgicas, dermatitis o irritaciones derivadas de su uso, por lo que no debe abusarse de su empleo.

Propiedades

Las principales propiedades que deben poseer los antitranspirantes y los desodorantes son:

* Eficacia: capaz de eliminar el mal olor corporal durante un período de al menos 12 h.

* Buena tolerancia cutánea.

* Fácil y cómoda aplicación.

* Sensación de frescor y limpieza.

* Tiempo de secado rápido.

* No debe manchar ni la piel ni la ropa.

* Según sus características estar exento de perfume o al contrario una buena permanencia de la fragancia que se haya incorporado y así publicitado.

Composición

Astringentes antisudorales

Sustancias que operan sobre el control de la secreción sudoral sin bloquear totalmente la transpiración natural. De su empleo y paralelamente a la disminución de la cantidad de sudor, se deriva una reducción de la humedad en la zona a tratar y de las moléculas que pueden ser utilizadas de sustrato metabólico por las bacterias saprofitas de la piel. Sus principales representantes son las sales de aluminio (clorhidrato de aluminio, clorhidroxialantoinato de aluminio, clorhidroxilactato de aluminio), cuya finalidad está centrada en conseguir una importante reducción de la transpiración. Estos compuestos presentan también una notable acción antimicrobiana frente a los microorganismos implicados en la producción del olor corporal que los dota de propiedades típicamente desodorantes.

Estas sales inorgánicas deben ser formuladas exclusivamente en formulaciones de uso tópico y nunca deben ser utilizadas en forma de aerosoles, ya que su inhalación presenta una elevada toxicidad.

Bactericidas

Su empleo disminuye total o parcialmente la carga microbiana del área tratada y por consiguiente las secreciones sudorales secretadas no podrán ser degradadas y generar así sustancias volátiles de olor desagradable. Existe la prohibición del uso de antibióticos tópicos con fin desodorante, ya que se debe priorizar su uso médico y, por tanto, excluir su empleo de los productos cosméticos.

Bacteriostáticos

Su inclusión en este tipo de cosméticos impide la proliferación bacteriana y consecuentemente se reduce el número de catabolitos olorosos responsables del olor corporal. Algunos de los más utilizados son: el triclosán (2,4,4'-tricloro-2'- hidroxidifenil-éter, fenol clorado utilizado a concentraciones del 0,1 al 0,2% en desodorantes axilares, activo frente a microorganismos grampositivos y gramnegativos), aceites esenciales (tomillo, eucalipto, romero), farnesol (alcohol sesquiterpénico presente en numerosos aceites esenciales activo frente a grampositivos), amonios cuaternarios, clorhexidina, etc.

Sustancias que interfieren algún proceso enzimático

Mediante el bloqueo de alguna reacción enzimática que lleve a la génesis de compuestos volátiles de olor desagradable, se frena la producción de éstos y así se reduce el mal olor corporal sin atacar la flora residente en la piel. Este método es muy poco agresivo y permite mantener el equilibrio natural de la flora saprofita residente en la superficie corporal y proteger de este modo de una posible contaminación patógena. Activos con propiedades antioxidantes, como por ejemplo el tocoferol, ácido ascórbico, citrato de trietilo, BHT, BHA, y cuya actividad en este tipo de formulaciones reside en su capacidad de inhibir las reacciones enzimáticas que degradan el sudor, estarían incluidos en este grupo.

Sustancias absorbentes

Poseen propiedades desodorantes y no interfieren de ningún modo sobre la actividad de la flora bacteriana cutánea ni sobre la producción de sudor. Actúan a través de un proceso físico-químico neutralizando los complejos olorosos, es decir, estos compuestos atrapan en su estructura las moléculas volátiles resultantes de la degradación microbiana que ha presentado la secreción sudoral y responsables del mal olor corporal, y forman un complejo carente de olor desagradable. Ricinoleato de cinc, derivados de ácidos láctico o tartárico, óxido de cinc, resinas de intercambio iónico, polímeros porosos que actúan como microesponjas y agentes quelantes son algunos de sus representantes.

Sustancias enmascarantes

De los mecanismos empleados para eliminar el olor corporal, éste es el menos higiénico de todos. Se basa en la inclusión en la formulación de productos, componentes aromáticos y perfumes, capaces de cubrir el olor corporal puesto que su poder para estimular los receptores olfativos es más rápido y más potente. Este tipo de compuestos no actúan eliminando los agentes productores del mal olor del sudor, por lo que su empleo como único agente desodorante puede llevar a la génesis de sustancias irritantes y nuevos olores, incluso más desagradables y persistentes que los que se pretendía enmascarar.

Es frecuente, sin embargo, la asociación de este tipo de sustancias con otros tipos agentes desodorantes y antitranspirantes que sí actúen sobre los mecanismos de formación o degradación del sudor con el fin de conseguir una acción más eficaz y prolongada.

La industria cosmética, en auge actualmente, sigue desarrollando nuevas moléculas, vectores y formas cosméticas con el fin de obtener formulaciones más originales y con una eficacia desodorante elevada. Sin embargo no se deberá obviar nunca que los preparados cosméticos además de eficaces deben ser seguros y, por ello, las diferentes firmas cosméticas deberán garantizar que sus productos no presentan riesgos para la salud humana en las condiciones de uso. El hecho de que el consumidor final disponga de la información adecuada sobre los productos será esencial para ello.

Las sustancias con actividad desodorante y antitranspirante no son los únicos ingredientes de este tipo de formulaciones. Además de los excipientes propiamente dichos, estos preparados incorporan con el fin de acondicionar y suavizar la piel agentes humectantes, hidratantes, emolientes, cicatrizantes y epitelizantes que favorecen y potencian la acción principal del cosmético.

Formas farmacéuticas

Las líneas de higiene existentes actualmente en el mercado tienden a incorporar productos específicos a los distintos tipos de piel, así como a los diferentes problemas y necesidades de los usuarios.

Los desodorantes y los antitranspirantes no son una excepción, por lo que es posible disponer de una amplia variedad de formas cosméticas, sistemas de aplicación y de una variada gama de fragancias.

Con el fin de conseguir la máxima eficacia y seguridad deben elegirse con máximo cuidado los excipientes que entrarán a formar parte de la formulación, de modo que se limite la acción del principio activo vehiculado a la superficie corporal y no se incurra en ningún tipo de incompatibilidad de tipo físico químico.

Roll-on

Es una de las formas galénicas mejor aceptadas y de mayor difusión. Estas formulaciones deben caracterizarse por presentar una fácil extensibilidad y buena sustantibilidad para garantizar la homogénea aplicación del producto sobre la superficie a tratar, así como evitar una excesiva untuosidad o tacto graso que proporcionaría un rechazo por parte del consumidor. La extensión del producto, que presenta una consistencia fluida, se realiza mediante una rueda que gira sobre sí misma, para ello la viscosidad del producto debe ser la adecuada para formar una fina película sobre el aplicador.

Cremas y geles

Incluyen en su composición tanto sustancias hidrófilas como lipófilas, debiendo prestar especial atención a estas últimas, ya que podrían favorecer la absorción percutánea de los agentes antisudorales incorporados y así aumentar su toxicidad.

Se aplican depositando una pequeña cantidad sobre la zona a tratar, efectuando un ligero masaje con los dedos.

Aerosoles con gas propelente y nebulizadores

Se caracterizan por la alta sensación de frescor resultante de su aplicación, ya que un alto porcentaje basa su formulación en soluciones hidroalcohólicas a las que incorporan los ingredientes activos.

Barra

Es una forma sólida transparente u opaca que requiere un aplicador para ser utilizada. Las últimas tendencias llevan a formular sticks transparentes, puesto que el residuo blanco y visible que dejan las formas opacas es uno de sus principales inconvenientes y motivos de rechazo por parte del consumidor.

Otros

Tales como toallitas, panes, polvos, etc.

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