Factores de riesgo cardiovascular
El último informe publicado por la OMS sobre la salud en el mundo, Reducir los riesgos y promover una vida sana1, tiene como objetivo primordial la disminución de los principales riesgos de la salud y el aumento de la esperanza de vida, y trata de cuantificar los principales riesgos, así como de establecer la relación coste/eficacia de las medidas que tienen como fin su reducción. El informe define el riesgo como «la probabilidad de producirse un efecto adverso o el factor que aumenta esa probabilidad».
Los riesgos para la salud más importantes se derivan de su asociación con la pobreza (insuficiencia ponderal, agua insalubre, higiene deficiente, prácticas sexuales de riesgo, carencia de hierro, los efectos del humo de los combustibles sólidos) o con la riqueza (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, obesidad y sedentarismo). Muchos de ellos tienen relación directa con el consumo, insuficiente en los países pobres y excesivo en los ricos. Esta epidemia de enfermedades no transmisibles guarda una relación con los hábitos alimentarios y el consumo creciente de alimentos industriales grasos, salados o azucarados.
Es de destacar que tan sólo con un número pequeño de estos factores se puede originar una gran morbilidad y mortalidad. Así, en los países desarrollados, al menos un tercio de la carga de enfermedades es producida solamente por el tabaco, el alcohol, la presión arterial, el colesterol y la obesidad.
Como se indicó previamente, la mayoría de los factores de riesgo de los países desarrollados guarda relación con los hábitos de vida. Unos malos hábitos, proporcionados por un exceso de consumo, conducen al sobrepeso y la obesidad, que originan cambios metabólicos adversos que desembocan en hipertensión arterial, hipercolesterolemia y una mayor resistencia a la insulina. Si a ello se le asocia el consumo de tabaco o de alcohol, los problemas aumentan considerablemente. En estos países, el efecto adverso provocado de mayores dimensiones es el episodio cardiovascular, por lo que el presente curso se centrará en el conocimiento de los factores de riesgo que desencadenan este tipo de episodios.
Riesgo cardiovascular
Mortalidad
Las enfermedades del aparato circulatorio son la primera causa de muerte en España2 (fig. 1), que provoca hasta el 40% de todas las defunciones, con una tasa de 342 muertes por cada 100.000 habitantes, ligeramente superior en el caso de las mujeres.
Fig. 1. Mortalidad por todas las causas en España2
Entre las enfermedades del aparato circulatorio, hallamos la enfermedad isquémica cardíaca (angina estable, angina inestable, infarto de miocardio, insuficiencia coronaria), enfermedad cerebrovascular isquémica (ictus isquémico, ataque isquémico transitorio) y arteriopatía isquémica periférica. Sólo las dos primeras suman hasta el 60% de la mortalidad cardiovascular total, siendo la enfermedad isquémica cardíaca más prevalente en varones (37 frente a 24% en las mujeres), mientras que la cerebrovascular lo es más en mujeres (31 frente a 26% en los varones). Sin embargo, desde hace unos años, la tasa de mortalidad cardiovascular ha descendido significativamente, fundamentalmente por una mayor reducción de la provocada por enfermedad cerebrovascular (3,2%) que por enfermedad isquémica cardíaca (0,6%).
Cuando se analiza la tasa de mortalidad por comunidades autónomas se observa que la Comunidad Valenciana, Canarias, Murcia y Andalucía presentan la mayor tasa de mortalidad (más de 220 muertes por cada 100.000 habitantes), mientras que las de Castilla y León, Madrid, Aragón y Navarra obtienen los mejores valores (menos de 180 por cada 100.000 habitantes). Hay que decir que, en relación con otros países, España presenta una baja tasa de mortalidad circulatoria4 (tabla 1) en general y cardiovascular en particular, al igual que los otros países del área mediterránea3, especialmente la originada por isquemia cardíaca.
Morbilidad
Respecto de la morbilidad de las enfermedades del aparato circulatorio, la tasa de ingresos hospitalarios por esta causa es alta4 (1.382 por cada 100.000 habitantes), siendo mayor la originada por isquemia cardíaca (365 por cada 100.000 habitantes) que por enfermedad cerebrovascular (251 por cada 100.000 habitantes); es interesante observar que en la primera el sexo masculino se asocia con una tasa mucho mayor (521 y 217, respectivamente). La tendencia prevista a partir de la evolución observada es de un aumento progresivo, mayor en la enfermedad isquémica que en la cerebrovascular.
Existe también una correlación estrecha entre la prevalencia de la enfermedad cardiovascular y la edad. Cuando se analiza la morbilidad total, se observa una ligera preponderancia de varones hasta los 65 años, invirtiéndose a partir de esa edad tanto para la enfermedad isquémica cardíaca como para la cerebrovascular (fig. 2).
Fig. 2. Número de personas que ingresan en el hospital a consecuencia de enfermedad isquémica cardíaca (EIC) como enfermedad cerebrovascular (ECV), en varones (V) y mujeres (M) en función del rango de edad4.
Cuantificación del riesgo
El riesgo cardiovascular se define como la probabilidad de padecer un accidente cardiovascular en los 10 años siguientes. Esa probabilidad, que puede ser estimada mediante diversos métodos, puede ser reducida mediante la implementación de intervenciones adecuadas, es decir, toda acción sanitaria, entendida como actividad de promoción, prevención, curación o rehabilitación, cuyo propósito principal es mejorar la salud. El farmacéutico, por su proximidad a los ciudadanos, está en disposición de llevar a cabo multitud de intervenciones con el fin de reducir el riesgo cardiovascular de la población a la que atiende, en general, y de individuos de alto riesgo, en particular.
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