La creciente complejidad de los productos cosméticos
La legislación cosmética comunitaria requiere la inclusión, en el material de acondicionamiento, de los nombres de todos los ingredientes presentes en cada una de las fórmulas que se comercializan dentro de la Unión Europea.
La Comisión ha decidido que el nombre común con el que se identifican dichos ingredientes (se denomina INCI en el inventario de ingredientes cosméticos publicado por la propia Comisión) es válido para todos los países de la Unión. Una revisión del citado inventario permite comprobar que se incluyen miles de nombres de ingredientes de naturaleza química, para la mayoría de los cuales son válidas las convenciones de nomenclatura establecidas en dicha obra.
Presentación
La tendencia actual requiere presentar los productos cosméticos a los consumidores como productos naturales, lo cual requiere que en las formulaciones se incluyan un número creciente de ingredientes de origen vegetal.
En la mayoría de los casos se trata de fracciones extractivas de una o más partes de las plantas seleccionadas como beneficiosas para la indicación cosmética que se atribuye al producto. Además, con este tipo de ingredientes simultáneamente se favorecen las exigencias de un márketing que defiende la vida de los animales, adora el mundo vegetal y rechaza la síntesis química por considerarla nociva.
Existen centenares de especies vegetales a las que se considera útiles para la formulación de los productos cosméticos. Pero es preciso reconocer que la composición real de cada una de estas fracciones extractivas nunca se podrá conocer de una forma completa, ya que siempre contienen un elevadísimo número de componentes diferentes, a veces formando verdaderas familias químicas relacionadas con el complejo y aún mal conocido metabolismo vegetal.
Evidentemente, un simple nombre botánico (género y especie) no permite identificar con un mínimo de precisión la naturaleza del ingrediente que se incluye en una formulación cosmética. Tampoco se debe olvidar aspectos tan evidentes como los que seguidamente se indican:
Cada parte de la planta posee una composición peculiar, lo cual significa que puede presentar aspectos diferenciales muy importantes en relación con la seguridad y eficacia del ingrediente considerado.
Los diferentes vehículos extractivos utilizados pueden dar origen a una selección muy dispar de componentes.
La naturaleza química del terreno, el momento de la recolección y el clima que ha condicionado el desarrollo de la planta son factores que pueden alterar sustancialmente la composición del ingrediente vegetal.
Etiquetaje
Por todo ello, y a pesar de los esfuerzos que realizan las |empresas, en el etiquetaje de los productos cosméticos nos hallamos ante una información en ocasiones muy poco útil para alcanzar la transparencia que el legislador exige en defensa de la salud de los consumidores.
En este punto es preciso tener presente que la inmensa mayoría de los consumidores no poseen una cultura química y/o botánica que les permita realizar una interpretación adecuada de la fórmula que se reseña en el etiquetaje. La comprensión será una realidad cuando el lector sea un técnico cosmetólogo, un médico o un farmacéutico y probablemente precisará, para algunos ingredientes, realizar una consulta al inventario de ingredientes cosméticos, donde presumiblemente se da una información útil que debe resolver dudas en caso de sospechar que se ha producido, por ejemplo, una intolerancia a un producto cosmético.
No podemos ignorar que cuando un ingrediente se identifica escuetamente como algae, o como equus extract, incluso los especialistas desconocen cuál es el verdadero significado de este nombre INCI.
Para resaltar aún más el concepto de «natural», con mucha frecuencia los productos cosméticos que se ofrecen como eficaces para resolver importantes problemas estéticos incorporan un elevado número de ingredientes vegetales, lo cual se justifica con la demostrada sinergia que se crea entre ellos. Es normal que mediante ensayos, ahora in vitro (sobre todo cultivos celulares), o a través de métodos no invasivos realizados con voluntarios humanos, se compruebe que la mezcla propuesta es segura y eficaz para el tratamiento cosmético propuesto al consumidor.
Por este motivo, algunos cosméticos de reciente aparición poseen una composición muy variada de ingredientes vegetales, a primera vista relacionada con la riqueza de un jardín botánico.
Esta realidad, en principio desconcertante, en ocasiones se hace aún más ininteligible, si tenemos presente que los caracteres organolépticos que actualmente se exigen a los productos cosméticos requieren que las fórmulas contengan un elevado número de ingredientes, ya que también son decisivos para la buena aceptación del producto cosmético alcanzar los siguientes retos de confort cuando se procede a su aplicación sobre la piel:
Textura adecuada al tipo de cosmético.
Aspecto agradable a la vista y al olfato.
Aplicación fácil que satisfaga al consumidor y no le permita recordar con añoranza experiencias más satisfactorias de otros productos utilizados anteriormente.
Efecto residual que carezca de pegajosidad y que se identifique con un mayor confort para la piel.
Generalmente, estas exigencias sólo se pueden cumplir cuando se utilizan mezclas de sofisticados emulgentes, combinaciones muy precisas de componentes oleosos de origen vegetal, y diversos ésteres grasos de síntesis (una combinación acertada de cadenas grasas cortas y/o ramificadas) que poseen un escaso tacto oleoso.
Con este complejo mundo químico se formulan los excipientes cosméticos actuales, casi siempre acompañados de mezclas de ingredientes minoritarios que aportan la justa viscosidad a la fórmula propuesta.
Una revisión de las fórmulas comercializadas recientemente confirma la riqueza y sofisticación que las firmas cosméticas presentan en sus productos.
A modo de ejemplo, las tablas 1 y 2 recogen dos fórmulas, tal como figuran en el etiquetaje. *
