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Vol. 21. Núm. 7.
Páginas 58-60 (Julio 2002)
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Comercialización de los sucedáneos de la leche materna
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José Antonio Valtueña
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El pasado año se celebró el vigésimo aniversario de la adopción del código internacional de comercialización de sucedáneos de la leche materna. Promovido por la OMS y el UNICEF, puso fin en su momento a encendidas polémicas sobre las prácticas adoptadas por las empresas productoras de sustitutos de la leche materna para favorecer su consumo en lugar de la lactancia natural, o como continuación de la misma.

Esas empresas multinacionales, fundamentalmente la suiza Nestlé y la británica Cow and Gate, fueron objeto de tremendos ataques por parte de diversas ONG, en particular con la publicación del estudio Baby Killer (asesino de bebés). Los ataques no fueron meramente redaccionales, sino que llegaron (es el caso de Estados Unidos) al boicoteo de la venta de los productos de Nestlé, aunque éstos no tuvieran la más mínima relación con la alimentación infantil.

Replanteamiento del problema

Pese a la existencia del citado código internacional, la salud de los lactantes y los niños pequeños sigue constituyendo un motivo de grave preocupación. La OMS calcula que cada año mueren 1,5 millones de niños a consecuencia de una alimentación inapropiada, que menos del 35% de los lactantes de todo el mundo recibe exclusivamente lactancia natural durante los 4 primeros meses de vida, y que las prácticas de alimentación complementaria son a menudo inapropiadas y, en el peor de los casos, peligrosas. Para complicar la situación, la pandemia de VIH/sida, que hace especialmente estragos en el África subsahariana, plantea el riesgo de transmisión del VIH de la madre al niño a través de la leche.

La OMS, el ONUSIDA (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida) y el UNICEF han adoptado directrices conjuntas para aconsejar a las mujeres VIH-positivas respecto a la práctica de la lactancia natural. Partieron de dos datos básicos:

­ Entre el 10 y el 20% de los lactantes nacidos de madres VIH-positivas, pero no contaminados, pueden contraer el VIH a través de la leche materna.

­ El riesgo de transmisión es mayor en los primeros meses de vida, precisamente la edad que plantea mayores riesgos en lo que respecta a la práctica de la lactancia artificial.

Ahora bien, el examen de conjunto de los dos riesgos --transmisión del VIH de la madre al hijo y lactancia artificial mal realizada­-- muestra que el mayor riesgo de transmisión del VIH reside en la alimentación mixta, posiblemente porque los procesos infecciosos o alérgicos provocados por los sucedáneos de la leche materna alteran la integridad de la mucosa abdominal y facilitan, así, el paso, del VIH a la corriente sanguínea del lactante.

Complica aún más el problema el hecho de que en numerosas poblaciones del Tercer Mundo, la práctica dilatada de la lactancia natural (la «píldora natural») es el único modo de planificación familiar que utilizan las madres. Por razones económicas (los estro-progestativos están fuera del alcance económico de la casi totalidad de las familias africanas), culturales (el sencillo preservativo es aborrecido por los varones africanos) o religiosas (creencias tan alejadas en sus dogmas como la católica y la musulmana están en contra de los llamados métodos artificiales de planificación familiar), la madre africana no tiene más remedio que prolongar el amamantamiento para alejar la posibilidad de una nueva gestación.

En ese contexto, la OMS actúa con la máxima prudencia y recomienda que las mujeres VIH-positivas eviten la lactancia natural cuando «la alimentación de sustitución es aceptable, factible, asequible, sostenible e inocua». Así pues, el empleo de los sucedáneos de la leche materna se somete a cinco condiciones, de las cuales dos resultarán de cumplimiento particularmente difícil. El carácter asequible de la mayor parte de los productos utilizados en la lactancia artificial ofrece grandes dudas, dada la grave situación económica que atraviesan la mayor parte de las poblaciones del Tercer Mundo. Pero si les resulta difícil adquirir tales productos, todavía les es más difícil cumplir la característica, que la OMS considera indispensable, de que la lactancia artificial pueda sustituir a la natural en el caso de los niños nacidos de madres VIH-positivas.

Duración óptima de la lactancia natural

La OMS estima que existe consenso entre los especialistas respecto a la necesidad de que las madres practiquen el amamantamiento durante los 4 a 6 primeros meses de vida del lactante. En 1995, el Comité de Expertos de la OMS sobre el estado físico (autor de un informe titulado Uso e interpretación de la antropometría) y el Grupo de Trabajo de la OMS sobre el crecimiento infantil reiteraban la conveniencia de que la lactancia natural exclusiva se mantuviera hasta la edad de 4 meses del niño y que la introducción de alimentos complementarios se produjera entre los 4 y los 6 meses.

Sin embargo, los debates sobre la duración óptima de la lactancia natural (4-6 meses) prosiguieron y por ello la OMS organizó al comienzo de 2000 el examen sistemático de los estudios publicados sobre esta cuestión, que comprendió la recensión de más de 3.000 artículos. Las conclusiones fueron sometidas a revisión en el curso de una reunión consultiva de expertos que tuvo lugar el pasado año. Los datos científicos sometidos a revisión, procedentes de estudios de variadas procedencias y, por consiguiente, de heterogénea fiabilidad, comprendían datos sobre crecimiento del lactante, anemia ferropénica de la madre o el lactante, aparición de trastornos alérgicos (eccema, fundamentalmente), desarrollo motor del niño, pérdida de peso después del parto y duración de la amenorrea posparto.

La OMS actúa con la máxima prudencia y recomienda que las mujeres VIH-positivas eviten la lactancia natural cuando «la alimentación de sustitución es aceptable, factible, asequible, sostenible e inocua»

Del estudio del enorme volumen de información compilado se deduce que, en los países en desarrollo, la principal ventaja de la lactancia natural exclusiva durante los 6 primeros meses de la vida (en lugar de 4) se refiere a la morbilidad y la mortalidad relacionadas con las enfermedades infecciosas, en particular las causantes de trastornos diarreicos. Ese efecto protector contra las infecciones gastrointestinales de la lactancia natural durante 6 meses se ha observado particularmente en Bielorrusia (antigua URSS) en un estudio que tienen particular interés porque mostró que las madres que practicaban la lactancia artificial, aplicaban de modo suficientemente estricto las prácticas higiénicas recomendadas, de modo que los resultados a favor de la lactancia natural cobraban más valor.

No resulta nada fácil convencer a las madres de las virtudes de la lactancia natural exclusiva hasta los 6 meses. En este sentido, la Asamblea Mundial de la Salud recordó recientemente que «se están utilizando cada vez más métodos de comunicación nuevos y modernos, inclusive medios electrónicos, para promocionar esos productos» (se refiere a los sucedáneos de la leche materna).

Conviene recordar al respecto que cuando se elaboró el código internacional de comercialización de sucedáneos de la leche materna se incluyó la siguiente recomendación: «Los productos de sustitución de la leche materna o los alimentos de complemento no deben ser objeto de ninguna promoción comercial ni de publicidad alguna en los medios de comunicación social». Ciertas empresas han estimado que Internet no es uno de esos medios y que por tanto puede utilizarse como soporte publicitario.

Se entra aquí en el problema general de la venta de productos medicamentosos o análogos por Internet, cuya difusión ha llevado a la OMS a publicar una guía titulada Medical products and the Internet: a guide to finding reliable information (Productos médicos e Internet: una guía para hallar información fiable). Entre las señales que deben incitar al internauta a la prudencia figuran la utilización de anuncios o información que contengan términos como los siguientes: «cura milagrosa», «descubrimiento científico», «producto exclusivo», «sin riesgo» y «todo natural». Es obvio que la OMS desea que cualquier publicidad esté debidamente matizada y no sea tan tajante como es habitual.

Necesidad de una amplia colaboración

Pese a su importancia en el ámbito de la salud pública mundial, la OMS carece de la fuerza política y económica necesaria para imponer sus decisiones. Por ello, solicita cada vez más la colaboración de todas las partes interesadas en la solución de un determinado problema. En el caso de los productos de sustitución de la lactancia natural, esa colaboración no sólo es deseable sino imprescindible.

Cuando se planteó el problema por vez primera al comienzo de los años ochenta del pasado siglo, la OMS pidió la colaboración del Consejo Internacional de la Industria de los Alimentos Infantiles, que representa el 85% de la venta de leche en polvo en el Tercer Mundo. Éste convino en renunciar a toda promoción y publicidad a favor de los productos de sustitución de la leche materna.

En el reciente replanteamiento de la cuestión, la OMS ha ido más allá y ha pedido la colaboración de sectores muy amplios:

­ Las entidades sanitarias profesionales. Entre las que figuran por derecho propio las que agrupan a los farmacéuticos. Éstos se hallan en una posición que les permite, junto a los pediatras, aconsejar a las madres respecto a los productos de sustitución de la lactancia natural de modo total o escalonado. Estas entidades profesionales deben velar, según pide la OMS, «porque sus miembros dispongan de toda la información necesaria sobre las prácticas apropiadas de alimentación del lactante y del niño pequeño».

­ La sociedad civil. En particular las ONG y las asociaciones interesadas por la salud deben ayudar a educar a las madres, las familias y el público en general acerca de las prácticas apropiadas de alimentación. En concreto, han de participar activamente en la vigilancia de la observación de las medidas nacionales adoptadas para dar cumplimiento al Código Internacional.

­ Los gobiernos. Actores decisivos en esferas tales como la información y la educación de la población, la enseñanza continua y la formación de los profesionales de la salud y la protección de la maternidad en el medio laboral.

Los productos alimenticios biológicos (obtenidos conforme a los métodos de la agricultura biológica) son defendidos a capa y espada por ciertas organizaciones ecologistas, que tal vez no tienen debidamente en cuenta que el cultivo biológico (sin plaguicidas ni abonos químicos) encarece considerablemente los alimentos

La alimentación del lactante y el niño pequeño es fiel reflejo del confusionismo, a menudo plenamente intencionado, que reina en la actualidad respecto a los alimentos en general. Los productos alimenticios biológicos (obtenidos conforme a los métodos de la agricultura biológica) son defendidos a capa y espada por ciertas organizaciones ecologistas, que tal vez no tienen debidamente en cuenta que el cultivo biológico (sin plaguicidas ni abonos químicos) encarece considerablemente los alimentos. En los países que, como Suiza, cuentan con cadenas de supermercados que ofrecen una amplia gama de alimentos biológicos, éstos cuestan del doble al triple que los productos obtenidos por la agricultura convencional. Es muy difícil, por no decir imposible, que la agricultura biológica cubra las necesidades de las poblaciones pobres del Tercer Mundo. La gran pregunta planteada, por ahora sin respuesta, es si llegará a haber alimentos para pobres y para ricos estableciendo una vez más una divisoria basada en criterios puramente económicos que dejan de lado todo elemento ético.

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