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Vol. 26. Núm. 4.
Páginas 124-125 (Abril 2007)
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Artritis reumatoide
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Marián Carretero Colomera
a Vocal del COF de Barcelona.
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La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmunitaria de carácter crónico, sistémico y progresivo. Se caracteriza por la inflamación de la membrana sinovial que recubre las articulaciones. Se define como autoinmunitaria, ya que el sistema inmunitario ataca al propio tejido que reviste y protege las articulaciones. La inflamación afecta a la funcionalidad y a la forma de la articulación, causa dolor, rigidez, hinchazón y, finalmente, incapacidad funcional y un deterioro articular irreversible.

La AR se caracteriza, además, por la rigidez matutina y limitación de los movimientos articulares, principalmente en cuello, hombros, manos, pies, codos, cadera y rodillas. Hasta la fecha, no se conoce el origen ni la causa de la AR, aunque son muchos los diferentes factores (incluso la predisposición genética) que pueden influir en la reacción autoinmunitaria. Alrededor del 1% de la población presenta esta enfermedad, que afecta a las mujeres 2-3 veces más frecuentemente que a los varones.

En los pacientes con AR, el sistema inmunitario reconoce como extraña la membrana sinovial de las articulaciones, y la ataca, con lo que se genera un proceso inflamatorio local que desencadena los daños estructurales de la enfermedad. En este proceso inflamatorio, uno de los principales mediadores es el linfocito B.

La AR se presenta sobre todo en individuos de entre 25 y 50 años de edad, pero puede hacerlo a cualquier edad.

Alrededor de 21 millones de personas tienen AR en todo el mundo, lo que supone una prevalencia del 1-2% en función del país. En España, al igual que en el resto de países mediterráneos, esta prevalencia es algo más baja y, según los datos de la Sociedad Española de Reumatología (SER), se estima que en España hay cerca de 200.000 afectados, si bien se detectan 20.000 nuevos casos al año. La incidencia de la AR tenderá a crecer en Europa en la próxima década, a medida que la población envejezca.

Sintomatología

Los síntomas de la AR incluyen inflamación, hinchazón, dificultad a la hora de realizar movimientos y dolor en las articulaciones, especialmente las de las manos y pies. La AR afecta a las articulaciones de modo simétrico, lo que provoca que los pacientes sientan dolor en las extremidades de cada lado a la vez.

Uno de los primeros síntomas de la AR, y también uno de los más característicos, es la rigidez matutina. Esto se debe a la congestión de la membrana sinovial, al engrosamiento de la cápsula articular (membrana que recubre los extremos de los huesos en las articulaciones) y a la presencia de líquido sinovial bajo tensión. Esta sintomatología puede repetirse gradualmente durante semanas antes de convertirse en artritis crónica.

Localización

Los nódulos reumatoides se localizan en las zonas sometidas a presión (como la superficie de extensión de los antebrazos o el tendón de Aquiles) y se asocian a casos de AR grave. Aunque su tamaño puede llegar hasta los 2 cm, generalmente son asintomáticos.

Impacto fisiológico y social

Las consecuencias de la AR son muy variadas, ya que no sólo causa problemas físicos, sino que también genera un impacto muy negativo en la calidad de vida de los pacientes afectados.

La AR puede causar deformaciones graves en las articulaciones en un 70-80% de los casos, y llega a limitar la calidad de vida, el rendimiento profesional y el cumplimiento de las responsabilidades familiares y domésticas de los pacientes. El dolor y la pérdida de funcionalidad llegan a tal grado que la mitad de los afectados por AR presenta la baja laboral definitiva 10 años después del diagnóstico.

Además del impacto en la vida cotidiana de los pacientes, la AR tiene un impacto económico importante en las economías nacionales, debido principalmente a los numerosos ingresos hospitalarios, gastos en sanidad y pérdida de productividad laboral.

Tratamiento

La artritis reumatoide carece de una curación definitiva. Sin embargo, el diagnóstico rápido y un tratamiento temprano ayudan a frenar la evolución de la enfermedad y garantizar una calidad de vida mejor para el paciente. Dado que es una enfermedad de evolución larga, hay un amplio abanico de tratamientos que se ajustan a un protocolo de actuación establecido. Sin embargo, hasta la fecha se calcula que al menos los últimos tratamientos que se han añadido al tratamiento de la AR, y lo que ha supuesto una revolución son los llamados anti-TNF (antagonistas del factor de necrosis tumoral), aunque un determinado grupo de pacientes no responden a estos tratamientos. Para este grupo de pacientes de difícil tratamiento va dirigida una nueva familia de medicamentos anticuerpos monoclonales que actúan selectivamente en los linfocitos B, cuyo representante es rituximab.

Hay diversos tratamientos para la AR. Algunos de ellos se centran en aliviar su sintomatología, mientras que otros intentan modificar el curso de la enfermedad.

Antiinflamatorios no esteroideos

Los antiinflamatorios no esteroideos son fármacos que inhiben la síntesis de prostaglandinas, causantes del dolor e inflamación, a través de la inhibición de la enzima ciclooxigenasa. Se utilizan para aliviar lo síntomas de la AR, y reducen el dolor, la hinchazón y la inflamación, pero no alteran el curso de la enfermedad, ni ralentizan el daño en las articulaciones.

Glucocorticoides (corticosteroides)

Son medicamentos derivados de la cortisona, un esteroide producido de forma natural en el cuerpo, y son potentes inhibidores de la inflamación provocada por la AR. Sin embargo, los efectos secundarios de los glucocorticoides, que incluyen la hiperglucemia, osteoporosis, hipertensión, aumento de peso, cataratas, insomnio, pérdida de masa muscular y propensión a contraer infecciones, limitan su uso.

FARME

En el caso de los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME), a pesar de ser efectivos en el control de los síntomas de la enfermedad, muchos pacientes no responden adecuadamente al tratamiento o no consiguen suficiente alivio. Generalmente, estos medicamentos se utilizan en combinación con otros FARME (en inglés se conocen por las siglas DMARD) o junto con otros agentes biológicos con el fin de mejorar la respuesta de los pacientes.

Además del impacto en la vida cotidiana de los pacientes, la artritis tiene un impacto económico importante en las economías nacionales, debido principalmente a los numerosos ingresos hospitalarios, gastos en sanidad y pérdida de productividad laboral

Agentes biológicos anti-TNF

Son medicamentos de ingeniería genética que se centran en sustancias químicas específicas del sistema inmunológico denominadas citocinas, y que se producen a través de los linfocitos T, que actúan como modificadores de las respuestas biológicas. Ejemplos de citocinas específicas atacadas por los agentes biológicos son las TNF (factor de necrosis tumoral) y las interleucinas (IL) 1 (proinflamatorias). Sin embargo, se estima que el 30-40% de los pacientes tratados con inhibidores TNF no obtienen la respuesta adecuada o no toleran estos tratamientos.

Anticuerpo monoclonal rituximab

La nueva familia de medicamentos para tratar la AR son los anticuerpos monoclonales. El rituximab es el primer y único tratamiento selectivo dirigido a los linfocitos B que representa una aproximación radicalmente distinta a la AR, ya que hasta la fecha los tratamientos han utilizado la vía de los linfocitos T. Los linfocitos B desempeñan una función promotora clave en el proceso patológico de esta enfermedad y el rituximab parece romper este proceso, con la prevención de sus efectos nocivos y la instauración de unos beneficios terapéuticos duraderos para el paciente.

Tras el lanzamiento del rituximab, se está desarrollando una serie de proyectos. Rituximab, el primer y único tratatamiento selectivo dirigido a las células B en la AR, es una aproximación terapéutica radicalmente diferente, ya que tiene como diana de su mecanismo de acción las células (linfocitos) B, que desempeñan una función clave en la patogenia de la AR. El tocilizumab es otro compuesto «primero de su grupo», un anticuerpo monoclonal humanizado que se une al receptor de la IL-6, y así bloquea la actividad de esta citocina, una proteína con una función importante en el proceso inflamatorio de la AR. De la amplia cartera de productos en desarrollo, hay también otros en las fases I, II o III de desarrollo clínico. Concretamente, el ocrelizumab, un anticuerpo anti-CD 20 totalmente humanizado, está entrando en la fase III de desarrollo.

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