Buscar en
Offarm
Toda la web
Inicio Offarm Aportes extras de vitaminas
Información de la revista
Vol. 24. Núm. 6.
Páginas 96-102 (Junio 2005)
Compartir
Compartir
Descargar PDF
Más opciones de artículo
Vol. 24. Núm. 6.
Páginas 96-102 (Junio 2005)
Acceso a texto completo
Aportes extras de vitaminas
Visitas
14861
Sandra Torrades
Este artículo ha recibido
Información del artículo
Texto completo
Descargar PDF
Estadísticas
Figuras (2)
Tablas (1)
Tabla 1. Requerimientos de ingesta de vitaminas y efectos colaterales por exceso de ingesta
Texto completo

¿Son realmente necesarios?

Conocer si es necesario un aporte extra de vitaminas no es una tarea fácil. Los expertos opinan que potenciar la ingesta de vitaminas de forma generalizada en individuos sanos no es, por ahora, una buena idea. Sin embargo, parece que en determinados momentos de la vida, como la gestación o la vejez, puede ser beneficioso. Además, aún queda mucho por conocer sobre el potencial efecto preventivo de estos micronutrientes.

Saber si disponemos de una cantidad adecuada de vitaminas en nuestro cuerpo es difícil, ya que normalmente se realizan las determinaciones en sangre, y este medio no refleja exactamente las reservas y requerimientos corporales.

El hecho de que las vitaminas se consideren esenciales para el correcto funcionamiento del metabolismo hizo que se planteara la cuestión de qué cantidades eran necesarias para mantener la salud.

Las primeras recomendaciones de ingesta (recommended dietary allowances) de la National Academy of Science de Estados Unidos se definieron como «los niveles de ingesta de nutrientes esenciales que, basados en los conocimientos científicos, son adecuados para cubrir las necesidades nutricionales conocidas de prácticamente todas las personas sanas».

Pero actualmente, en nuestra sociedad, el concepto de salud no implica sólo la ausencia de enfermedad, sino también la prevención de enfermedades como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares o degenerativas.

Antes de entrar a discutir los pros y contras de la suplementación con vitaminas debemos recordar que se precisan en pequeñas cantidades, por lo que tiene significación de «micronutriente». Aún así, su presencia es imprescindible para que las células puedan desarrollar correctamente sus funciones.

A pesar de ser esenciales, nuestro organismo no las puede sintetizar, por lo que debemos ingerirlas a través de la dieta. Tanto un aporte insuficiente como un exceso pueden producir trastornos en la salud.

Se clasifican en 2 grandes grupos según su solubilidad; vitaminas liposolubles y vitaminas hidrosolubles. Las vitaminas liposolubles se asocian a alimentos de carácter graso y aceites. Se absorben por el intestino sin necesitar transportadores específicos y se metabolizan con una cierta dificultad. Por ello, un exagerado consumo puede favorecer su acumulación y desencadenar problemas por hipervitaminosis. Son relativamente estables en la cocción. Pertenecen a este grupo las vitaminas A, D, E y K.

Las vitaminas hidrosolubles se localizan en alimentos de matriz acuosa, como verduras, frutas, hortalizas, huevos, legumbres, carne, etc. Son termolábiles, por eso se pierden parcialmente con los procesos de cocción o elaboración de los alimentos. Para su absorción requieren la intervención de transportadores específicos, por lo que presentan, en general, un máximo de absorción y no suelen mostrar problemas de hiperdosifiación. Pertenecen a este grupo las vitaminas del complejo B (B1, B2, B3, B5, B6, B12, ácido fólico, biotina) y vitamina C o ácido ascórbico.

Funciones de las vitaminas

En las últimas décadas, diferentes pruebas científicas han mostrado que las vitaminas tienen múltiples funciones o actividades biológicas que, además de mantener el funcionamiento normal de nuestro organismo, pueden ser muy útiles para la prevención de determinadas enfermedades.

Así, por ejemplo, las integradas en el complejo B intervienen como coenzimas de numerosos procesos metabólicos. La B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B6 (piridoxal), B3 (niacina), B5 (ácido pantoteico) y B12 (cobalamina) actúan como coenzimas de las vías glucolíticas y de oxidación de los ácidos grasos, así como en la respiración mitocondrial. El ácido fólico y la B12 son decisivos en la formación de la hemoglobina y la síntesis de ácidos nucleicos.

La vitamina C intervine en múltiples e importantes funciones de la célula: actúa como coenzima de reacciones oxidativas celulares, en la absorción intestinal del hierro y en la síntesis de las fibras de colágeno. Es necesaria para mantener la integridad del tejido conjuntivo y favorecer la cicatrización y la reparación postraumática. Debe destacarse, además, su función antioxidante.

Las vitaminas liposolubles tienen funciones mucho más específicas: la vitamina A, precursora del pigmento visual, es necesaria para la formación de la piel, el hueso y los dientes, protege las mucosas y tiene también un efecto antioxidante. La vitamina D interviene, junto con el calcio y los fosfatos, en la mineralización de los huesos, mientras que la vitamina K es un factor de la coagulación sanguínea.

Finalmente, la vitamina E participa en un gran número de actividades y funciones corporales, y presenta también un destacado efecto antioxidante.

Pros y contras del aporte extra de vitaminas

Algunos autores defienden que para poder discutir sobre los pros y contras del aporte extra de vitaminas en nuestra dieta deberíamos establecer, a priori, ciertos puntos.

En primer lugar, el objetivo para suplementar. En segundo lugar, cuál o cuáles son las vitaminas que queremos suplementar y qué medios vamos a utilizar (dietéticos, con o sin modificaciones de los alimentos, farmacológicos, etc.). Y en tercer lugar, qué parámetros utilizaremos para considerar que se ha logrado el objetivo.

Como valores de referencia para considerar como punto de partida antes de un aporte extra, hay que basarse en las necesidades metabólicas, las necesidades nutricionales y las recomendaciones dietéticas, que serán diferentes en función del objetivo perseguido.

Generalmente, los dos objetivos que hay que considerar son: por un lado, evitar la enfermedad carencial y mantener una tasa satisfactoria de crecimiento y desarrollo, y por otro lado, mantener una salud óptima (máximo desarrollo de las funciones físicas, psíquicas y sociales).

Evitar la enfermedad carencial asociada a las vitaminas es el objetivo básico en la mayor parte del mundo, pero en las sociedades desarrolladas se ha producido un cambio en el concepto de la utilidad de la nutrición. En este cambio han contribuido factores como el aumento de la expectativa de vida, además de disponer de un mayor conocimiento científico, que avala la implicación de las vitaminas en diversas funciones que pueden requerir cantidades superiores a las habituales.

También es importante tener en cuenta que las vitaminas pueden ayudar a prevenir la aparición de algunas enfermedades. Algunas vitaminas poseen una dualidad en su papel en el organismo, como nutrientes y como protectores de algunas patologías.

Actualmente, parte de la sociedad consume un aporte extra de vitaminas en la dieta a través de «dietas modificadas»; escoge determinadas combinaciones de alimentos, incorpora a la dieta alimentos que se han manipulado en su producción y selecciona variedades con mayor contenido vitamínico, ya sea a través de alimentos enriquecidos con vitaminas o por medio de suplementos farmacológicos (vitaminas solas o combinaciones de varias).

Estas distintas vías se pueden utilizar simultáneamente, lo que podría causar una ingesta elevada de determinadas vitaminas. Debemos tener en cuenta que un exceso de vitaminas puede alterar las funciones de otros micronutrientes a distintos niveles metabólicos, ya que podría interferir en su biodisponiblidad.

El riesgo de toxicidad no es igual para todas las personas, puesto que dependerá de la situación fisiológica del propio individuo, la dosis, el tiempo y la interacción con determinados fármacos, en el caso de seguir un tratamiento.

El concepto de riesgo frente al beneficio de un aporte extra de vitaminas no se puede valorar de igual forma si es a través de los denominados alimentos funcionales (que aportan una dosis extra de una o varias vitaminas) o a través de suplementos vitamínicos. Los investigadores insisten en que todavía es necesario realizar nuevos estudios y procedimientos para valorarlo.

En el caso de los alimentos funcionales, puesto que pueden tener efecto sobre algunos grupos de población diana y no sobre otros, sus efectos se deben valorar sobre grupos que puedan presentar mayor o menor susceptibilidad, tanto a los que se refiere efectos adversos como beneficiosos. En general, para este tipo de alimentos se requieren estudios de absorción, distribución, metabolismo y excreción, toxicidad, a corto y largo plazo, sobre carcinogenia, teratología y genotoxicidad.

Por otro lado, los suplementos vitamínicos, solos o combinados, se han utilizado en estudios de intervención con el fin de confirmar las mencionadas asociaciones obtenidas con los estudios epidemiológicos, pero actualmente no hay consistencia ni en los estudios observacionales ni en los de intervención.

Sin embargo, sí hay pruebas de acciones beneficiosas de algunas vitaminas en grupos de población con determinadas características. Así, por ejemplo, los pacientes muy jóvenes, los muy ancianos, los que tienen estrés y quienes tienen alguna enfermedad están en mayor riesgo de sufrir deficiencias vitamínicas.

Trastornos por carencia

En el mundo en que vivimos, incluso en los países desarrollados, seguimos encontrando situaciones de deficiencias nutricionales en casos individuales y en grupos de población.

Las manifestaciones clínicas típicas de las carencias de una determinada vitamina (avitaminosos), que proporcionaron su descubrimiento, como el raquitismo y el escorbuto, son actualmente raras en las sociedades desarrolladas.

Sin embargo, en nuestra sociedad, son muchos más frecuentes los trastornos carenciales, conocidos con la denominación de «hipovitaminosis», que se expresan de modo insidioso e inespecífico; dificultad de concentración, apatía, cansancio, pérdida de memoria, dolor de cabeza, insomnio, sintomatología cutánea (dermatitis, erupciones), sintomatología muscular (fatiga, pérdida de fuerza), sintomatología neurológica (algias), dolores musculares, etc. A menudo, estos síntomas son de difícil interpretación.

Estas situaciones normalmente se compensan fácilmente con una dieta equilibrada, aunque a veces pueden ser necesarios algunos complementos vitamínicos.

Estas carencias pueden deberse a distintas causas, como una dieta deficitaria, mala educación nutricional, dietas de adelgazamiento, anorexia nerviosa, bulimia, regimenes vegetarianos estrictos, incremento de las demandas por crecimiento, embarazo, lactancia, postoperatorio, entrenamiento o aumento del ejercicio físico, etc.

Por otro lado, también se puede deber a una absorción insuficiente por problemas intestinales (frecuentes en ancianos), consumo excesivo de alcohol o tabaco, uso de anticonceptivos orales o antibióticos y fármacos que alteren la flora intestinal, etc.

El bloqueo por fármacos también puede producir carencia de determinadas vitaminas, puesto que la administración de ciertos medicamentos, con estructura semejante a la de las vitaminas, bloquea por competencia su transporte intestinal o algunas enzimas implicadas en su acción.

Algunas vitaminas se ingieren en forma de provitamina y su transformación ocurre en el propio organismo, por lo que su presencia dependerá de la capacidad de efectuar esta transformación.

También es importante tener en cuenta que en los países desarrollados se produce un aumento del consumo de alimentos ricos en grasa y azúcares sencillos de alto contenido energético, pero con pobre densidad de nutrientes por unidad calórica. Esto, unido a la vida sedentaria, que reduce las necesidades de energía, causa una ingesta deficitaria de algunas vitaminas, como la vitamina A o el ácido fólico.

Prevención de las deficiencias vitamínicas

Hay varios medios para prevenir o tratar las deficiencias vitamínicas, que podríamos englobar dentro de tres grandes grupos; dieta adecuada, alimentos enriquecidos y suplementos vitamínicos (fármacos).

En primer lugar, como es obvio, ingerir una dieta adecuada. Sin embargo, en muchas ocasiones esto no es tan fácil, pues estas necesidades cambian a lo largo de la vida y suelen aumentar en algunas situaciones fisiológicas, como en la adolescencia, la gestación o la vejez.

También debemos considerar el poder adquisitivo de las personas y la disponibilidad de los alimentos en diferentes países. Por ejemplo, en los países nórdicos las frutas son escasas y muy caras, por lo que escasea la fuente natural de vitamina C.

Además, los avances en la tecnología de los alimentos nos han impuesto la obligación de elegir una dieta equilibrada, no solamente a partir de los alimentos tradicionales, ya sean naturales, procesados o más o menos refinados, sino también de alimentos llamados bioactivos, e incluso de nuevos alimentos que simulan alimentos conocidos.

Por tanto, al consumidor, y teniendo en cuenta en muchas ocasiones el efecto distorsionado de la realidad de la publicidad, puede resultarle difícil realizar esta selección de alimentos.

Una segunda posibilidad sería enriquecer algunos alimentos con vitaminas de las que sepamos que se producen ingestas deficitarias en determinados grupos de población. En muchos casos, realizar esta suplementación no supone un problema para la industria alimentaria ni, en general, eleva sustancialmente el coste de la producción de alimentos.

La tercera posibilidad de actuación sería el tratamiento individualizado con fármacos que contengan las vitaminas de las que los individuos presentan un déficit. Las ventajas de esta actuación radican en la posibilidad de ajustar la dosis en función de esa necesidad, pero siempre bajo prescripción médica.

Recomendaciones generales

La mayoría de organismos oficiales y sociedades científicas de diversos países han revisado, o están revisando, las recomendaciones de nutrientes, entre ellas las vitaminas y otros componentes relacionados, y con particular interés en las funciones que puedan contribuir a una disminución en la incidencia o retraso en el desarrollo de distintas enfermedades crónicas.

La opinión general es recomendar que los individuos sanos obtengan la adecuada ingesta de nutrientes a partir de una dieta variada y moderada, mejor que a través de los suplementos, que deberían utilizarse cuando con la dieta no se pueden lograr determinadas cantidades de vitaminas que impliquen una acción comprobada sobre determinados objetivos. Y en cualquier caso, si se tomaran suplementos, no habría que hacerlo de forma indiscriminada, sino tras comprobar el factor de riesgo global para cada persona frente a la enfermedad que se quiere prevenir, así como su dieta total.

Parece que actualmente no se puede contestar de manera genérica a la cuestión de si es beneficioso potenciar la ingesta de cantidades de vitaminas en la dieta de la población en general con el objetivo de disminuir el riesgo de determinadas enfermedades. Y en este contexto, cuando se interpretan los estudios entre dieta y salud, es necesario recordar que muchas de las enfermedades son multifactoriales.

La dieta es sólo uno de los potenciales factores contribuyentes, y los individuos no presentan un mismo riesgo frente al desarrollo de determinadas enfermedades.

Por otra parte, tampoco hay que olvidar que, aunque las vitaminas son necesarias, esto no es compatible con cuanto más mejor.

En resumen, este debate tiene muchos matices, y actualmente los científicos ponen énfasis en la búsqueda de índices funcionales del estado vitamínico y de marcadores intermedios en el desarrollo de enfermedades, que sean sensibles y específicos, con el fin de definir las dietas óptimas y su idoneidad.


Bibliografía general

Barbany JR. Alimentación para el deporte y la salud. Barcelona: Ediciones Martínez de la Rosa; 2002. p. 119-27.

Van Way III CW. Secretos de la nutrición. México: McGraw-Hill Interamericana; 1999. p. 15-23.

Varela G, Alonso E. Vitaminas y salud: de las enfermedades carenciales a las degenerativas. Bilbao: Atlántida. Fundación BBVA; 2003. p. 95-113.

Opciones de artículo
Herramientas
es en pt

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?

Are you a health professional able to prescribe or dispense drugs?

Você é um profissional de saúde habilitado a prescrever ou dispensar medicamentos