Se presenta el caso de una paciente gestante de 26 semanas que ingresó en la unidad de cuidados intensivos (UCI) en el postoperatorio de craneotomía descompresiva urgente por hemorragia subaracnoidea. Después de 12 días de evolución tórpida se le realizó cesárea urgente por alto riesgo para el bebé. Nació un bebé con prematuridad extrema. A los 17 días del nacimiento y ante el empeoramiento del bebé y el riesgo de muerte inminente, el equipo asistencial valoró la necesidad de que la madre, a pesar de estar todavía en situación crítica, pudiera conocer a su bebé. Así se organizó el traslado de la madre a la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN), siendo un éxito.
Hasta el momento los planes de cuidados de madre e hija habían estado centrados en aspectos físicos. Observando el éxito del primer acercamiento, se decidió hacer una nueva valoración de necesidades y añadir a los planes de cuidados ya existentes todos los diagnósticos de enfermería referentes al vínculo afectivo y familiar, programando visitas diarias, planificando acciones específicas para que padres e hija pudieran compartir cuanto más tiempo mejor aun y el estado crítico en el que se encontraban las dos, humanizando así sus procesos asistenciales.