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Vol. 33. Núm. 6.
Páginas 10-11 (Noviembre - Diciembre 2016)
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Presencia consciente: estar «con» en nuestro cuidado enfermero
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Bet Fahlberg, Tom Roush
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EN ESTA COLUMNA, tengo el privilegio de presentar a mi querido amigo Tom Roush, que ha sido paciente de cáncer y superviviente durante más de una década, mientras se encontraba en la flor de la vida. Tom me ha enseñado mucho sobre la importancia de la comunicación y presencia de las enfermeras, y la experiencia del paciente y su familia, un mensaje que suelo utilizar cuando imparto cursos de formación a estudiantes y colegas. Así pues, cuando comencé a redactar esta columna, sabía que él debería formar parte de ella. He destacado en cursiva las entradas de Tom en todo el artículo para que el lector pueda aprender de sus perspectivas a través de una redacción única y lúcida.

¿Cómo nos ven los pacientes

Como enfermeras, con nuestras palabras, acciones y actitudes causamos un impacto a largo plazo en los pacientes y sus familias. Estamos familiarizadas con los entornos, procedimientos y terminología sanitarios, y con los equipos médicos. Puesto que nos sentimos cómodas en nuestros puestos de trabajo y entorno, quizá no seamos conscientes de la manera en que nos ven aquellos a quienes estamos cuidando.

El paciente y su familia pueden tener el peor día de su vida. A menudo se sienten inseguros, ansiosos, angustiados y vulnerables. Como consecuencia de ello, todo lo que decimos y hacemos, no importa cuán grande o pequeño sea, se analiza, amplifica, examina y despierta preocupación. Nuestras expresiones faciales, nuestro tono de voz, el lenguaje corporal y la elección de las palabras pueden transmitir mensajes con una intención muy diferente de la que realmente tienen. Y mientras nosotras pensamos que hemos hecho un buen trabajo porque administramos las medicinas a tiempo u obtuvimos el acceso venoso al primer intento, ellos pueden tener un sentimiento muy diferente debido a la forma en que nos relacionamos con ellos. Ellos asumen que somos competentes y expertas; ignoran que vamos corriendo de un lado para otro para conseguir que las medicinas se administren a tiempo o porque estamos preocupadas por el acceso i.v. del paciente.

Todo lo que decimos y hacemos, no importa cuán grande o pequeño sea, se analiza, amplifica, examina y despierta preocupación entre los pacientes ansiosos y sus familias.

Tom: no es lo que me hacen «a» mí. Doy por sentado que saben lo que están haciendo. Es lo que son «conmigo». Y tanto si se dan cuenta como si no, por lo general puedo decir si me atiende una gran enfermera o una simplemente correcta tan pronto como entra en la habitación.

La presencia de la enfermera marca la diferencia.

Estar presente para los pacientes

La presencia de la enfermera se ha definido como «un intercambio integral y recíproco entre la enfermera y el paciente que implica una conexión sincera y un intercambio de experiencia humana mediante la escucha activa, la atención, la intimidad y el toque terapéutico, la exploración espiritual, la empatía, el cuidado y la compasión, y el reconocimiento de las necesidades psicológicas, psicosociales y fisiológicas del paciente»1.

La presencia de la enfermera es intangible y difícil de medir, a diferencia de otros resultados de seguridad y calidad. Sin embargo, nuestra presencia es una de las intervenciones más poderosas e importantes que podemos ofrecer al trabajar con un paciente y su familia, especialmente al final de la vida, y que puede repercutir positivamente en la satisfacción del paciente y su familia. Es lo que marca la diferencia. La presencia es lo que podemos ofrecer cuando no podemos hacer nada más tanto si estamos cuidando a un paciente que está luchando con valentía por vivir o a uno seriamente agonizante.

Incorporación de la atención plena a los cuidados

La atención plena en enfermería se ha definido como «un proceso de transformación, donde se desarrolla una creciente capacidad para experimentar el hecho de estar presente con conciencia, aceptación y atención»2.

Tom: algunos de los momentos más intensos se viven cuando la enfermera entra en la habitación del paciente ansioso (o aterrorizado) a las 3:30 de la mañana y comienza a hablar con él. Y tal vez esta enfermera simplemente se dedique a escucharlo o a sostener su mano... No tiene que ser nada concreto, pero literalmente solo el hecho de «estar ahí» cuando la mente del paciente discurre por pensamientos acerca de la mortalidad puede marcar la diferencia, que no aparecerá en ningún informe, pero puede representar un punto de inflexión para el paciente.

Cuando a una enfermera se le asigna una paciente agonizante, seguramente oiremos a alguien decir: «no hay mucho que hacer por ella, está en cuidados paliativos», pero es en esos momentos cuando la presencia de la enfermera a menudo es más importante. Cuando no podemos hacer cualquier cosa. Cuando no hay tareas por realizar. Podemos dedicar el tiempo a sentarnos junto al paciente y su familia. Podemos estar allí con ellos. Mirando. Escuchando. Siendo testigos. Aprendiendo. Correspondiendo.

A medida que practicamos la presencia con atención plena, estas experiencias nos convierten en mejores enfermeras y mejores seres humanos.

Tom: la mera presencia de la enfermera puede conseguir que un paciente comience a hablar más abiertamente sobre algo que no podría decirle a un médico, simplemente porque la enfermera está allí. Está bien que el médico le escuche y lo consigne en el expediente, pero la capacidad de la enfermera para escuchar, para que sea obvio que está escuchando, es la clave para conseguir que el paciente se sienta lo suficientemente cómodo para hablar.

Estar intencionadamente atenta

La presencia consciente es un componente fundamental del tratamiento de apoyo y los cuidados paliativos que cualquier enfermera puede y debe emplear. Se requiere que la enfermera esté «intencionadamente atenta al momento, participe activamente en el presente, sea sensible al contexto, no tenga prejuicios y sea empática»3.

Al utilizar la presencia consciente de la enfermera, nuestra actitud hacia el paciente y su familia marcará o superará nuestra eficacia. Muchas enfermedades, como el cáncer de pulmón y la insuficiencia hepática, llevan el estigma del comportamiento perjudicial para la salud; aquellos que sufren y mueren de estas enfermedades a menudo viven con pesar. ¿Cómo podemos aceptar y empatizar como enfermeras con aquellos pacientes hacia los cuales nuestra inclinación natural sería juzgar los comportamientos poco saludables y tratar de que nuestros pacientes cambien?

Estas estrategias pueden ayudar a las enfermeras a incorporar la presencia consciente a los cuidados enfermeros para todos los pacientes.

• Vaya más despacio. Al acercarse a un paciente, hágalo con calma. Respire profundamente e intente relajarse. Piense en su lenguaje corporal. ¿Qué mensaje tácito transmite con su cuerpo: ¿estoy ocupada? o ¿tengo tiempo para usted?

Tom: aprendí a pensar en esto cuando a diario durante 5 meses iba a la habitación de mi padre en la UCI. Se necesita energía para mirar y actuar con calma. Así lo entendí. He estado allí y sé por ambas partes lo difícil e importante que es. Salga de la habitación sintiéndose satisfecha de haber marcado la diferencia y cansada por todo lo que le exigió la situación.

• Siéntese. Seamos conscientes o no, cuando nos ponemos de pie y el paciente está sentado o acostado, estamos transmitiendo un mensaje sobre quién está realmente al mando. Sentarse transmite el mensaje de que el paciente y su familia son tan importantes como la enfermera.

Sentarse también muestra que tenemos tiempo para ellos, incluso si es solo un par de minutos. Durante ese corto tiempo, estamos realmente con ellos, no preparándonos para salir fuera de la habitación otra vez.

Tom: mi recomendación sería sentarse en un lugar donde se pueden mirar a los ojos del paciente sin que el este tenga que trabajar demasiado para ver los suyos. Si es una silla, perfecto. Si es estar de pie cerca, perfecto. Y recuerde, si está de pie o sentada entre el paciente y la ventana, se convertirá en una silueta y el paciente no podrá ver las expresiones de su cara. Las expresiones faciales son una parte muy importante del proceso de escucha/comunicación y marcan enormemente la diferencia para el paciente, que siente que se le escucha.

• Céntrese. ¿De cuánto tiempo dispone para pasarlo con ellos? ¿2 minutos? ¿5 minutos? ¿10? Tanto si es mucho como poco tiempo, elimine las distracciones y esté completamente presente durante ese tiempo. Centre toda su atención en el paciente y su familia, no en el equipo o en los cuidados enfermeros.

Tom: utilice un poco de tiempo para hablar sobre el equipo y explique el significado de los sonidos. Saber lo que significan las imágenes y los sonidos puede alejar el miedo enormemente.

Conozca al paciente y a su familia como personas y cuáles son sus prioridades. Conozca su vida y responsabilidades, lo que es importante para ellos, lo que les preocupa y qué impacto tiene en sus vidas este estado de salud.

• Empatice. Póngase en su piel. Si estuviera en su lugar, ¿cómo cree que se sentiría o qué dudas le surgirían? Pregúnteles acerca de esas cosas.

Tom: así pues, volviendo a la sensación de que hay que «hacer» algo...

No…

Usted no.

A veces, lo único que tiene que «hacer» es tan solo «estar».

En serio.

El paciente y su familia la recordarán. Ellos no pueden recordar su nombre, pero recordarán que alguien los escuchó, que alguien se rio con ellos, lloró con ellos, sostuvo su mano, luchó por ellos.

¡Es así de sencillo!

No significa que sea fácil.

Pero es parte del trabajo más importante que va a llevar a cabo. ■

BIBLIOGRAFÍA
[1]
J.A. Hessel.
Presence in nursing practice: a concept analysis.
Holist Nurs Pract., 23 (2009), pp. 276-281
[2]
L. White.
Mindfulness in nursing: an evolutionary concept analysis.
J Adv Nurs., 70 (2014), pp. 282-294
[3]
A. Visser, M. Wysmans.
Improving patient education by an in-service communication training for health care providers at a cancer ward: communication climate, patient satisfaction and the need of lasting implementation.
Patient Educ Couns., 78 (2010), pp. 402-408

Bet Fahlberg es directora de programas de envejecimiento y cuidados paliativos en la Division of Continuing Studies de la University of Wisconsin-Madison School of Nursing.

Tom Roush es administrador de bases de datos con títulos en comunicación y periodismo gráfico. Su blog, Reflexiones sobre la vida, lecciones y risa, puede visitarse en www.tomroush.net

Problemas en cuidados paliativos terminales.

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