Me gustaría dar las gracias a Michael Gann por haber mostrado las deficiencias que tiene la tecnología de código de barras y sus implicaciones para los profesionales de la salud en el artículo “La tecnología del código de barras para reducir los errores de medicación” (Nursing noviembre-diciembre 2015 ed. esp.). Esta tecnología no tiene efectos en la prevención de errores que se producen como consecuencia de unos datos de valoración incorrectos o incompletos. Por ejemplo, si la medicación habitual de un paciente no se valora o registra correctamente en el ingreso, incluyendo la última dosis, previa al ingreso, de cada medicamento, el paciente puede recibir involuntariamente una dosis demasiado precoz o tardía o incluso puede perderse una dosis importante de un día entero.
Al administrar las dosis iniciales de medicación en el ingreso, las enfermeras deberían preguntar al paciente cuándo se tomó la última dosis, con el fin de asegurarse de que no administran una dosis, de un medicamento potencialmente tóxico, demasiado pronto. La tecnología de código de barras no puede identificar estas discrepancias; para prevenir errores, se requiere una valoración enfermera y un juicio clínico preciso. Además, esta tecnología no necesariamente alerta a los clínicos acerca de las contraindicaciones de la administración del fármaco.
Aunque la tecnología de código de barras es una herramienta importante y de utilidad para la prevención de errores, no puede prevenirlos todos y no sustituye la valoración y el juicio clínico enfermero. Los profesionales de la salud deben ser conscientes de las limitaciones de la tecnología de código de barras y deben realizar las adecuaciones necesarias a su práctica.