M I TRABAJO DE TODA LA VIDA EN ENFERMERÍA terminó a mis 55 años, después de una operación quirúrgica por una lesión de espalda que me dejó con dolor de espalda crónico. Antes de la operación había visto y oído hablar de muchos casos de malos resultados después de la cirugía. Sabía que tendría que enfrentarme a una recuperación larga y compleja. Lo que más me preocupaba eran los riesgos de tomar analgésicos opiáceos durante mi recuperación y el potencial de adicción a estos. Según los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), cada día mueren 91 estadounidenses por sobredosis de opiáceos1. El uso indebido de opiáceos manda aproximadamente a 1.000 personas a urgencias cada día1. Plenamente consciente de los riesgos de los opiáceos, me propuse lidiar con mi dolor prescindiendo de ellos.
Probé con fármacos antinflamatorios no esteroideos, varios suplementos herbales y analgésicos tópicos sin receta, pero no fueron de mucha ayuda. Luego probé con alternativas físicas, mentales y espirituales para aliviar el dolor, como yoga, fisioterapia y taichí. Los movimientos lentos y fluidos del taichí me ayudaron a mejorar en equilibrio y estabilidad.
También probé con la neuroestimulación eléctrica transcutánea (TENS), una forma de estimulación eléctrica muy utilizada para aliviar el dolor a corto plazo. No hay pruebas concluyentes de que la TENS sea eficaz para mitigar el dolor de espalda crónico, pero a mí me ayudó2. Normalmente tengo suficiente con un baño caliente o con una almohadilla térmica para relajar los espasmos musculares. Hay una gran cantidad de terapias más que pueden ayudar a los pacientes a manejar el dolor para poder pensar y hacer otras cosas.
Disfrutar de la vidaPara lidiar con el dolor crónico también es importante llevar un estilo de vida saludable. Yo controlo mi peso comiendo sano, caminando, nadando y haciendo ejercicios acuáticos. El agua sostiene la columna y otras articulaciones a través de ejercicios de amplitud de movimiento. Las técnicas adecuadas reducen la probabilidad de lesiones por uso excesivo3. Hacer ejercicio también me ayuda a controlar el estrés que provoca el dolor. Durante el día me estiro en la cama para que la espalda repose, y por la noche intento dormir lo suficiente.
Aunque viajar agrava mi dolor de espalda, merece la pena los días de recuperación que necesito al volver a casa. He desarrollado unas cuantas estrategias para tener el malestar bajo control mientras viajo, como encontrar un lugar en el que acostarme entre vuelos y llevar equipaje ligero.
Vivir con dolor no es fácil. Hay días en los que estoy deprimida y tengo que cancelar actividades con poca antelación. Yo advierto a todas las enfermeras de que deben cuidarse la espalda, sobre todo en las urgencias, cuando es posible que pasen por alto su seguridad. Que comuniquen cualquier lesión a su jefa, que cumplimenten un informe de acontecimientos adversos según la política del centro y que contraten un seguro de incapacidad.
Después de sufrir una lesión de espalda hay que visitar a un especialista en columna y obtener una resonancia magnética basal. Y lo que es más importante, tener paciencia mientras se recupera y tal vez replantearse el trabajo si hay propensión a sufrir lesiones de columna.
Yo ya no doy nada por sentado en la vida. Trabajé de enfermera voluntaria en una clínica médica gratuita en Lincoln (Nebraska) hasta que cerró el pasado mes de mayo. Pronto empezaré a orientar a inmigrantes que tienen tarjetas de residencia y que se forman para ser auxiliares de enfermería. Ya no pienso en las cosas que antes podía hacer y ahora no. Me fijo objetivos que no sean físicos. Hay algunos días fantásticos y los aprovecho, aunque tal vez deba pagar por ello más tarde. No dejo que me domine demasiado el ego y no me extralimito.
Busco apoyo emocional en otras personas que sufren dolor crónico y las apoyo cuando tienen un mal día. Me pongo cojines debajo de o entre las rodillas para dormir. Participar en terapias complementarias me ayuda a sentir que recupero un poco el control. Conservo un sentimiento de gratitud y combato el miedo. Cuando no siento el dolor, soy como cualquier otra persona con algunas limitaciones inapreciables. Intento pasármelo tan bien como puedo. Recuerdo todo el dolor que sentía antes de la operación de espalda. Cualquier cosa que experimente en la vida que me ayude a avanzar es un regalo maravilloso.
Cynthia Sandene es enfermera jubilada.
La autora ha declarado no tener ningún conflicto de intereses económico relacionado con este artículo.