Son múltiples los trabajos que han descrito las secuelas médicas de la COVID-191.
Entre ellos se encuentran algunos síntomas neurológicos, como la alteración del olfato2, presente hasta en más del 50% de los pacientes1. Estos síntomas suelen resolverse entre las 2 y 4 semanas desde la infección en la mayoría de los pacientes3, pero no siempre es así y puede ser un síntoma persistente que influye de forma importante en la calidad de vida del paciente a largo plazo.
Al realizar un estudio transversal en 86 pacientes con hiposmia tras la infección por COVID en estadio leve que no han requerido hospitalización, 58 de ellos (67,44%) referían alteración subjetiva del olfato durante más de 6 meses después de la infección (media de los días de hiposmia 389,50 días; DE 117,33).
Las características de la población se exponen en la tabla 1.
Características de la población
Edad, media (DE) | 38,5 años (9.1) | |
---|---|---|
Sexo, n (%) | Masculino | 8 (13,8) |
Femenino | 50 (86,2) | |
Hábito tabáquico, n (%) | No | 33 (56,9) |
Sí | 7 (12,1) | |
Exfumador> 6 meses | 18 (31,0) | |
Antecedentes personales neurológicos, n (%) | No | 39 (67,2) |
Cefalea | 15 (25,9) | |
Temblor | 1 (1,7) | |
Epilepsia | 1 (1,7) | |
Mareo | 1 (1,7) | |
Trastorno del sueño | 1 (1,7) | |
Presencia de alergia, n (%) | 24 (41) |
Se realizó una entrevista clínica en la que se recogieron entre otras variables la existencia de parosmias (percepción alterada del olor), distorsión olfatoria de alimentos, presencia de fantosmias (alucinaciones olfativas) y síntomas relacionados con la niebla mental. Además, se realizó una exploración física neurológica y se utilizó el Sniffin’ Sticks Olfactory Test, diseñado y validado4 para valorar de forma objetiva la capacidad olfatoria, consistente en presentar 16 lápices con olores que los pacientes deben identificar entre 4opciones.
Es llamativo el patrón de hiposmia que la mayoría de los pacientes comentan, puesto que, aunque esta es máxima en los primeros días tras la infección, la mayoría de los pacientes refieren una mejoría en la segunda-tercera semana, con un nuevo empeoramiento posterior que se mantiene en el tiempo durante los meses siguientes.
De los 58 pacientes con hiposmia subjetiva de más de 6 meses, 43 tenían un test objetivo patológico, siendo el lápiz más fallado el de olor a manzana en un 77,6% de los participantes.
La mayoría de los participantes (más del 75%) refirieron tener parosmias, mayoritariamente con olores desagradables (cacosmias) sobre los alimentos, siendo esta una característica descrita en otros estudios ya realizados5. Es de destacar que, en la entrevista clínica, muchos de los pacientes relacionaban las parosmias con olores a los que habían estado expuestos de forma muy frecuente previamente a la infección por COVID.
Como conclusión, se debe resaltar que, aunque la hiposmia es más frecuente en las primeras semanas de la infección por COVID y en determinadas variantes, no es desdeñable el porcentaje de pacientes en los que esta alteración persiste a largo plazo.
Es importante destacar la probable limitación funcional y la repercusión emocional de la persistencia de la alteración del olfato durante más de 6 meses tras la infección por COVID. Este síntoma, sumado a otros ya descritos en el síndrome de COVID persistente, como la niebla mental, en un principio relegados a un segundo plano en la infección aguda, pueden interferir en la vida cotidiana de los pacientes y persistir a largo plazo con el consecuente detrimento en la calidad de vida.
Sería interesante plantear nuevos estudios para conocer la evolución a más largo plazo de este tipo de manifestaciones clínicas, así como esclarecer la fisiopatología de esta sintomatología.
FinanciaciónEl estudio no ha recibido financiación por ningún medio.
Conflicto de interesesLos autores manifiestan no tener conflictos de intereses en este estudio.