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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Vol. 10. Núm. 1.
Páginas 73-74 (Febrero 2014)
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Vol. 10. Núm. 1.
Páginas 73-74 (Febrero 2014)
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Salvador Salort i Vives. Revoluciones industriales, trabajo y Estado del Bienestar. La gran ruptura mundial contemporánea. Madrid, Sílex, 2012, 311 págs.
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Margarita Vilar Rodríguez
Universidade da Coruña, A Coruña, España
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La Revolución Industrial ha sido uno de los temas protagonistas de los debates en el ámbito de la historia económica y permanece en continua revisión desde diferentes enfoques científicos. Desde mediados del siglo xx, el debate académico se ha centrado en 3 aspectos principales: el binomio entre la discontinuidad o el continuismo que supuso el proceso; el periodo histórico que abarcó el fenómeno, y, por último, la conveniencia en el uso del término industrial. La investigación permanece abierta y se ha enriquecido con nuevos datos, enfoques y argumentos cada vez más complejos. Este libro ofrece una mirada retrospectiva de las revoluciones industriales desde una perspectiva histórica, pero haciendo especial hincapié en el papel representado por los trabajadores. Al fin y al cabo el ser humano ha sido el principal protagonista de la historia económica. Primero, porque luchó por la supervivencia, a través de la búsqueda de alimento y refugio. Más tarde, porque amplió sus aspiraciones y centró sus esfuerzos en mejorar su bienestar. Dentro de la interpretación rupturista por la que se decanta el autor, la Primera Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en este proceso. A partir de aquí, nos plantea la pregunta de si el Estado del Bienestar del que gozan la mayoría de los países más desarrollados del mundo puede ser interpretado como un eco a largo plazo de la industrialización (aunque cabría destacar en este punto la excepción del caso estadounidense, que hubiera merecido una pequeña reflexión en el libro). Su respuesta es afirmativa, al encontrar una estrecha relación entre la transformación de los estados liberales clásicos en providenciales primero, y en benefactores después, el crecimiento económico sostenido derivado de la industrialización y el avance hacia la democratización social y política, reclamada por los trabajadores industriales y asumida como una reforma necesaria por parte de la burguesía más progresista. La confluencia de estos factores permitió una redistribución más equitativa de la riqueza en el largo plazo, que ha culminado en los Estados del Bienestar.

Este tamiz va tejiendo el guión del libro, que está dividido en 3 grandes bloques que se corresponden cronológicamente con los siguientes binomios: Primera Revolución Industrial y Estado Liberal (1750-1870), Segunda Revolución Industrial y Estado Providencial (1880-1945), Segunda Revolución Industrial y Estado del Bienestar (1945-1973). El desglose del segundo y tercer periodo viene marcado por la transformación de la acción del Estado en asuntos económicos y sociales dentro de un marco de continuidad básica en lo que concierne a la estructura económica y la tecnología. Cada bloque presenta una organización similar: primero, el autor analiza de manera sintética los grandes cambios en el ámbito de la producción y del mercado derivados de los procesos de industrialización en cada etapa, y el papel representado por el factor humano; segundo, analiza las transformaciones institucionales que acompañaron al progreso económico y la transformación del Estado Liberal clásico en Providencial y, más tarde, en Estado del Bienestar. Esta perspectiva nos permite observar cómo el capitalismo «se humanizó» en el largo plazo a medida que avanzaba el progreso económico.

La Primera Revolución Industrial, protagonizada por Gran Bretaña, supuso un formidable proceso de crecimiento económico y acumulación de capital que exigió mayor cualificación y nuevos hábitos de trabajo entre los obreros, necesarios para el nuevo modelo de producción en fábrica. Dentro de este contexto, en el que asistimos a la formación del proletariado como clase social, la capacidad de negociación de empresarios y trabajadores resultó desigual, ante la falta de un marco de relaciones laborales regulado y el abstencionismo del Estado Liberal, ocupado en el mantenimiento de la ley y el orden. La proliferación de abusos y la desigualdad social en la distribución de la renta alimentó el germen del sindicalismo obrero, sobre todo desde mediados del siglo xix. ¿Quiere decir esto que los niveles de vida de los obreros no mejoraron durante esta primera fase? El complejo debate historiográfico existente sobre este asunto continúa abierto ante el problema de la ponderación de las variables del nivel de vida, pero parece claro que la clase trabajadora sostuvo el peso más gravoso en las primeras fases de esta modernización mundial.

La segunda parte del libro analiza los cambios tecnológicos, estructurales y organizativos durante la primera fase de la Segunda Revolución Industrial (1870-1945) en un marco de expansión de los mercados y de concentración empresarial. En particular, el autor se detiene de manera especial en la economía mundial durante el periodo de entreguerras, protagonizada por el estallido de la Gran Depresión, el problema del desempleo y las vías de salida aplicadas por los principales países afectados. Por lo que se refiere al factor trabajo, durante esta etapa el progreso económico vino protagonizado por los nuevos métodos de organización científica del trabajo (Taylor y Ford), importantes conquistas del movimiento obrero en la regulación sociolaboral, una mayor democratización de los países con la expansión del derecho de voto y el nacimiento del Estado Providencial. Estas tendencias se vieron consolidadas durante la Edad Dorada del capitalismo (1945-1973), protagonista de la tercera parte del libro.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los principales países capitalistas experimentaron efectos positivos sin precedentes tanto en el crecimiento económico como en el bienestar social. En particular, los trabajadores se vieron beneficiados por una doble vía: por un lado, la regulación de las relaciones laborales en un marco de expansión de sindicatos y negociación colectiva; por otro, las políticas de protección social y protección del empleo desarrolladas por el Estado. Estados Unidos consolidó su liderazgo en el marco económico e impuso su modelo de gerencia empresarial, a la vez que triunfaba la producción en masa y se expandían las multinacionales en un mundo cada vez más globalizado y competitivo. Por otro lado, el modelo británico de Estado del Bienestar vigente en la segunda posguerra mundial (Plan Beveridge) abrió el camino hacia una nueva concepción del bienestar en Europa. Sin embargo, esta época dorada tenía unos límites que se pusieron en evidencia en 1973, dando lugar a un nuevo escenario económico empresarial que ha sido denominado como segunda ruptura industrial. El impacto de la crisis económica sobre las relaciones laborales y los modelos de Estado del Bienestar en Europa ha resultado dramático, tal y como se ha puesto en evidencia en las últimas décadas. A pesar de las dificultades de este último periodo, el autor defiende la necesidad, conveniencia y viabilidad de mantener el Estado del Bienestar. A este respecto, se echa de menos en el libro un análisis algo más profundo sobre los últimos 30 años, que se cubren solo con algunas pinceladas y un reflexivo epílogo final.

Finalmente, el autor reserva los 2 últimos capítulos para ofrecer un pequeño apunte sobre el caso español. Aquí se pone en evidencia el retraso histórico del país tanto en el proceso de industrialización como en la transformación del Estado Liberal hacia el bienestar. No obstante, y a pesar de los obstáculos, el proceso avanzó siguiendo la senda de otros países europeos, aunque con algunas discontinuidades, como sucedió en la etapa franquista. En conjunto, este libro pone en valor la contribución de los trabajadores en los cambios históricos del proceso de industrialización y de la construcción del Estado del Bienestar, y nos permite reflexionar sobre lo que debería ser el fin del crecimiento económico y de las políticas económicas, esto es, la mejora en el bienestar de la población, un aspecto obviado con demasiada frecuencia en los últimos tiempos.

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