Septiembre tiene un encanto especial, no sólo por la bondad del tiempo sino también porque se vuelve de las vacaciones con las pilas recargadas y porque poco a poco se va recobrando la normalidad. Los niños empiezan el colegio, las plantillas se completan y es tiempo de organizar y planificar el trabajo otoñal.
Encuadrada dentro de esta normalidad, regresa, también con ímpetu renovado, la venta por teléfono o televenta. Colecciones de libros, discos, seguros de vida, descuentos en hoteles y viajes, vinos y cavas de bodegas familiares, etc, etc., hacen que algunos días el teléfono eche humo y los nervios se pongan de punta. Quizá quien dispone de plantilla suficiente para no tener que contestar personalmente al teléfono piense que lo que digo es exagerado, pero en una farmacia media en la que desarrolla su labor profesional el titular y una o dos personas más o se cuelga el teléfono sin dejar acabar la frase introductoria al interlocutor o se aviene uno a aguantar la introducción, el desarrollo y la conclusión de la venta.
Además, a este tipo de venta hay que añadir la «venta de espacios publicitarios», es decir, la publicidad de la farmacia en medios de comunicación de masas. Revistas del barrio donde está ubicada la farmacia, entidades, colectivos y también la radio y la televisión te preguntan si quieres ver tu farmacia anunciada en sus páginas/espacios, hecho del todo discutible en tanto en cuanto y por el momento esta práctica no está permitida.
Esta normalidad viene también acompañada por la bajada del precio de algunos principios activos y por la presentación del plan del Gobierno para la estabilidad del gasto en medicamentos. Veremos qué nos depara.
Feliz vuelta a la normalidad.