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Vol. 22. Núm. 3.
Páginas 18-19 (Marzo 2008)
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¡Será por IRPF...!
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Víctor Valenciaa
a Gerente de Entorno y Estrategia. Asesoramiento integral y relanzamiento de farmacias.
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El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (nuestro entrañable IRPF) es una pandemia que no se ha conseguido erradicar, pero es que tampoco se está investigando para eliminarlo

Nuestro colaborador habitual, Víctor Valencia, vuelve a ofrecernos, con el estilo crítico e irónico que le caracteriza, un comentario ácido sobre la fiscalidad de la oficina de farmacia, poniendo en su punto de mira el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.

Un dicho popular asegura que siempre se copia lo malo antes que lo bueno, sin que sepamos muy bien si es porque resulta más divertido, porque tiene más «morbo» o porque es más fácil hacer el mal sin equivocarse (piensa mal y acertarás). Pero la realidad es que si a alguien se le ocurre una idea que es perversa para el bolsillo del consumidor, ésta se copia y se difunde con rapidez y si es perversa para el bolsillo del farmacéutico titular, ya ni te cuento.

Impuesto viral

El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (nuestro entrañable IRPF) es una pandemia que no se ha conseguido erradicar, pero es que tampoco se está investigando para eliminarlo y, lejos de intentar eliminarlo, se propaga como un virus, con todo tipo de mutaciones. Es uno de los virus más voraces que existen y sólo ataca al contribuyente, pero, curiosamente, no sólo no ataca a todos sino que beneficia a las instituciones públicas y contra él se inmunizan de forma natural las clases dirigentes y las grandes fortunas. Es como la penicilina natural para los que ordeñaban las vacas, aunque aquí lo que se ordeña es el bolsillo del titular.

En contra de lo que se pueda creer, los farmacéuticos no pagan más por cualquier cosa que se les haga: pagan muchíiiiiiiiiiisimo más que cualquier ciudadano, pero no sólo porque le obliguen a tributar como persona física, sino por que paga IRPF hasta por respirar.

Para entender la perversidad de quien inventó el IRPF, sólo hay que tener en cuenta que al ser un impuesto progresivo, cuanto más ganas más pagas, y no es porque al ganar más ya sube la cifra, sino porque, además, el tipo impositivo puede aumentar hasta el 43%. Es como tener un socio listo, y digo listo por que los listos hacen dinero sin trabajar, a los que se hacen los tontos siendo listos se les subvenciona todo, los medio listos casi sin trabajar viven y bien, así que sólo quedan los medio tontos para pagar impuestos como el IRPF.

El IRPF es el mejor invento recaudatorio que se ha diseñado; tanto es así que no sólo es potestad del Ministerio de Economía, sino que, por su atractivo, hasta Sanidad lo ha tomado como modelo de trabajo.

El impuesto del impuesto

El Real Decreto 5/2000 es un IRPF encubierto que soportan los farmacéuticos estoicamente y que es mucho más sangrante que el IRPF. Éste se aplica sólo sobre el rendimiento neto del sujeto pasivo; dicho así parece que lo paga otro, pero en realidad hablamos del titular (el rendimiento neto es el equivalente al beneficio antes de impuestos de las sociedades normalitas, eso sí, descontados ya todos los gastos, pero con la salvedad de que estas sociedades tributan al 25% (el Partido Popular prometió el pasado mes de enero, aprovechando la coyuntura preelectoral y de rebajas, reducirlo incluso hasta el 20%).

Como estamos hablando de economía y no de política, --«yo sigo hablando de mi libro»--, a lo que vamos: el RD 5/2000, a diferencia del IRPF, se aplica sobre el ingreso bruto del valor de venta del medicamento con una doble imposición. Al IVA del PVP se le aplica un impuesto que llega hasta el 15%: es como si el impuesto de beneficios se aplicase sobre las ventas IVA incluido. El equivalente del 15% en el real decreto es un 15% sobre un 28% de margen, que equivale a un 53% de IRPF encubierto. Es el impuesto del impuesto.

Para más inri

Como quiera que las desgracias nunca vienen solas, en la farmacia hay un segundo IRPF encubierto, el de los productos de más de 140 euros (redondeando al alza). Al tener un pago fijo, cuanto más vale el medicamento, más bajo es el margen, de modo que de nuevo es un impuestos progresivo: cuanto más ingresas más pagas a Sanidad y menos ganas (incluso podemos llegar a un IRPF de más del 100% de la base imponible, ya que a partir de 7.000 euros, no es que cobremos poco o nada, es que ponemos dinero por vender medicamentos y eso antes de imputarles los gastos generales. Esto de los medicamentos de más de 140 euros es el IRPF total, la madre de todos los IRPF, porque el ciudadano --en este caso, el farmacéutico-- devuelve a Sanidad todo lo que gana y, además, pone más dinero de su bolsillo (esto ya es kafkiano, pero cuidado, ¡que no se enteren los de Hacienda, no vaya a ser que lo copien y le hagan ingresar a cuenta del impuesto lo que facturan y un 5% más). Va a ser verdad que la de farmacéutico es una profesión vocacional; tanto es así que se llega a pagar por trabajar.

Triple salto mortal

Visto lo visto, lo del IRPF tradicional de la declaración de la renta es casi de risa, después del esfuerzo del 53% del RD 5/2000 y el tema de los medicamentos de 140 euros, en los que se llega a tributar el l05% de su precio, pagar un 43% parece hasta poco (y, por cierto, casi nunca se llega al 43%; se suele rondar el 40,5% o, en el peor de los casos, el 41,5%). Es como si el cuerpo te pidiese más marcha: que inventen otro impuesto (en Castilla-La Mancha tienen uno pendiente de aplicación, por el que te cobran un 6% de determinados productos que factures a las residencias geriátricas o sociosanitarias, además del RD 5/2000; es como un impuesto sobre el IRPF, el equivalente al cuarto salto mortal en el circo, ¡lo nunca visto del más difícil todavía!).

El esfuerzo fiscal del titular es inmenso: del 28% aproximado de margen de la especialidad con receta se pasa, después del RD 5/2000, a un 20%; con ese 20% del medicamento se paga a todo el mundo y cuando ves algo de dinero, Hacienda se queda con el 41% y encima no te deja descontar un sueldo digno antes de impuestos. Es para llorar.

Doble contribución

Al farmacéutico todo le cuesta el doble y no lo digo porque se le intente sangrar en todo: locales, obras, productos... (de todos es sabido que nunca hay que decir que queremos algo para una farmacia porque seguro que nos presupuestan el doble del precio normal del mercado). La realidad fiscal es que al titular todo le cuesta el doble, porque a nivel particular, los IRPF encubiertos suponen un esfuerzo fiscal del 100% antes de impuestos, lo que significa que para comprarse un vehículo de 30.000 euros tiene que haber cubierto otros 30.000 euros de impuestos para que le queden libres los 30.000 euros del coche.

Está claro: todo lo que se compra el titular a nivel particular le supone haber pagado el mismo importe en impuestos del tipo IRPF encubierto y real, ya que para poder disponer de ese dinero limpio después de impuestos tiene que pagar antes el mismo importe en impuestos, y encima el IVA del coche no se lo deduce.

Optimización

Hay algo más triste aún y es que la mayoría de los titulares ni tan siquiera se deduce el 50% del coste y de los gastos del vehículo (legalmente se puede hacer y hay sentencias de la Dirección de Tributos que lo corroboran).

Como se puede ver, la farmacia entiende y mucho de IRPF y lo de los demás son menudencias. En realidad, en muchos casos el farmacéutico podría llegar a ahorrarse, dentro de la más escrupulosa legalidad, entre el 60 y el 80% del IRPF que paga, pero esto ya es tema para otro artículo. Eso sí, no nos engañemos: a Hacienda siempre hay que pagarle algo, pero de necesitar 320 días de trabajo al año para pagar a todo el mundo incluida Hacienda a necesitar sólo 220 días del mismo año simplemente a base de optimizar nuestra contribución fiscal, hay mucha diferencia.

Si hay que trabajar se trabaja, pero trabajar para nada es tontería y menos si se trabaja para Hacienda y eso que Hacienda somos todos.

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