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Vol. 15. Núm. 10.
Páginas 69-75 (Noviembre 2001)
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Salud infantil. Conceptos erróneos
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SUSANA SUÁREZ SANZa
a Farmacéutica.
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La autora revisa algunas de las nociones populares más comunes en torno a la salud infantil que el tiempo y la investigación científica se han encargado de señalar como parcial o totalmente erróneas: las preguntas comunes de los padres en torno a la erupción dental, el uso del chupete, los empachos, etc. son objeto de su análisis. La oficina de farmacia es un lugar idóneo para despejar dudas y combatir falsas creencias.
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Ser padre significa desarrollarse en múltiples facetas. Querer a un hijo no es sólo mostrarle cariño (labor fácil e intuitiva); también es ayudarle a crecer y a preparar su futuro: cuidando su salud, alimentación, higiene, su formación y en definitiva proporcionándole bienestar físico y emocional. No es fácil si pensamos que pocos padres tienen suficientes conocimientos en medicina, farmacia, psicología, bromatología, pedagogía, etc. Por esta razón los padres de hoy en día leen, preguntan, consultan, comentan con médicos, farmacéuticos, profesores, con otros padres y con las personas mayores que ya han visto crecer a sus hijos y que están encantados de dar consejos y trucos que puedan ayudarles en esta tarea diaria. Pero algunas de estas indicaciones, especialmente las que se reciben a través de personas no cualificadas en temas de salud, que van pasando de generación en generación, de boca a boca, no resultan útiles. Los avances en medicina y salud han demostrado que a menudo no son ciertas. La oficina de farmacia es uno de los centros a los que los padres recurren con frecuencia en busca de consejo y desde ellas es posible informar de forma científica y clara, rectificando, si procede, algunos de estos conceptos erróneos sobre salud infantil.

A continuación se analizan los más arraigados en la «sabiduría» popular.

ERUPCIÓN DENTAL

La erupción dental es considerada popularmente causa de llanto, fiebre y diarrea. Esta relación no está justificada puesto que la salida de los dientes es un proceso largo (se inicia sobre los 6 meses y puede prolongarse hasta los tres años), y puede coincidir la salida de un diente con una de las infecciones virales típicas de la infancia que cursan con estos síntomas. Sí puede suceder que una infección, al acelerar el metabolismo del niño, active la salida de un diente que estaba a punto de erupcionar. Además, cuando un niño se pone las manos en la boca también se asocia con dolor de encías, erróneamente, puesto que un bebé de pocos meses de edad (dos o tres meses) antes de la primera erupción dental ya se busca la boca con las manos de forma voluntaria: es su manera de descubrir las cosas. Por otro lado, también dejan de coincidir estos fenómenos si la salida de los dientes se retrasa hasta los 15 meses.

De todos modos, cuando realmente se está produciendo la erupción dental, el niño sí se lleva las manos a los dientes de forma diferente (con más fuerza o insistencia de lo habitual) y puede llorar. Sólo en estos casos, cuando se establece claramente una relación entre dolor, movimiento manos-boca y erupción dental, el pediatra puede prescribir algún medicamento adecuado a la edad y condición del niño: analgésico (paracetamol), antiinflamatorio (ibuprofeno), o anestésico local (lidocaína, benzocaína). Los productos registrados como cosméticos (de indicación farmacéutica), formulados a base de dexpantenol y glicirrizato dipotásico, también dan buen resultado por su acción refrescante y protectora de las encías. Asimismo, son útiles los anillos de dentición o mordedores, que pueden ser o no fríos.

 

La importancia de la higiene dental en los niños

Es importante recordar que, para evitar dolores, caries y trastornos bucales posteriores, también hay que cuidar la higiene oral. En los más pequeños, a fin de prevenir las caries ocasionadas por el biberón, hay que evitar acostar al niño con el biberón en la boca.

En niños de dos a 6 años, la limpieza de la boca es responsabilidad de los padres. Se empezará utilizando una pequeña cantidad (del tamaño de un guisante) de pasta dental con flúor de sabor agradable, formulada especialmente para ellos. Los padres deberán cerciorarse de que toda la pasta dental sea enjuagada o limpiada de la boca después del cepillado.

A partir de los 8 años, conviene empezar a transferir al niño la responsabilidad de usar el hilo dental, bajo supervisión adulta (10 años es la edad promedio en que los niños pueden usar el hilo dental hábilmente por su propia cuenta). Es recomendable sustituir el cepillo cada tres o 4 meses y recordar al niño que debe lavarse los dientes tres veces al día, después del desayuno, almuerzo y antes de acostarse por la noche. Los colutorios pueden empezar a utilizarse entre los 5 y los 6 años.

BABA

Los niños empiezan a segregar baba a partir del segundo o tercer mes de vida. Algunos saben tragarla y otros no. Estos últimos babean.

Es habitual oír todavía que la ingestión de baba puede ser perjudicial para el bebé. Sabemos que es sinónimo de tragar saliva, con lo cual este hecho no puede producir ningún trastorno. Antes se consideraba señal de alarma que un bebé dejara de babear a causa de la fiebre (con la fiebre la boca se queda seca porque el organismo tiene pérdidas de agua superiores a las normales). Se pensaba que la baba quedaba atrapada dentro y era causa de enfermedad. Incluso equívocamente se asociaba la mucosidad que acompaña las heces en caso de inflamación de la mucosa intestinal, a la expulsión de baba por esta vía. En definitiva, el niño pequeño babea porque no sabe tragar la saliva y deja de hacerlo cuando su organismo, debido a una patología, tiene una mayor demanda de agua.

CHUPETE

El chupete es un instrumento muy utilizado en los primeros meses de vida del bebé y su uso suele prolongarse hasta el primer o segundo año, o en algunos casos pasada esta edad. Era y es frecuente escuchar que su uso es nocivo para la salud del niño. Por un lado, con el tiempo puede llegar a deformar la arcada dentaria superior y a la vez ser fuente de infecciones y contagios. Si se utiliza adecuadamente resulta eficaz como medida tranquilizadora de los más pequeños en determinadas situaciones y, además, puede evitar otros problemas como que el niño se chupe el dedo. Es más fácil que el niño se acostumbre a dejar el chupete a una edad adecuada (antes del segundo año) que a dejar de llevarse el dedo a la boca. Aunque el niño estará molesto cuando le retiremos el chupete, se acostumbrará en pocos días, si se hace durante este período. Pero si se tarda mucho en hacerlo, tenderá a sustituirlo por el dedo. En resumen, el chupete tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero siempre es aconsejable que el niño deje de usarlo, como muy tarde, alrededor de su segundo cumpleaños. Los típicos problemas de este complemento pueden solucionarse adoptando diferentes medidas higiénicas:

­ Para evitar infecciones: controlar al máximo su higiene y esterilización, renovarlo con frecuencia, tener varios chupetes y evitar que pase de boca a boca. En ocasiones el cuidador chupa el chupete para limpiarlo cuando éste cae al suelo. Esta costumbre no es adecuada, puesto que son menos frecuentes las infecciones causadas porque el chupete esté en contacto con el suelo que las que se transmiten a través de la boca.

­ Para evitar deformaciones del paladar: retirar el uso del chupete cuanto antes mejor, si es posible antes de los 24 meses.

­ La norma AENOR sobre chupetes establece que este accesorio debe estar fabricados en material plástico, con bordes redondeados, una anilla o tirador para extraerlo de la boca y una tetina lisa de 3,3 cm como máximo.

­ Para evitar accidentes: utilizar chupetes de una sola pieza y prestar especial atención a las cadenas y cintas que los sujetan. Los niños nunca deben dormir con estos accesorios y en los primeros meses de edad son innecesarios puesto que el niño todavía no es capaz de lanzarlo lejos de su alcance ni al suelo. Asimismo, no deben utilizarse chupetes de silicona en niños que ya han comenzado la dentición.

­ Para evitar caries: nunca debe ponerse azúcar ni otro líquido dulce en el chupete, porque puede favorecer la aparición de caries.

EMPACHO

Cuando un niño presenta dolor de barriga y vómitos se acostumbra a pensar en empacho. Sólo se trata de empacho si el niño ingiere gran cantidad de alimentos o golosinas que le provoquen dolor de barriga. Estos síntomas remiten después de instaurar una dieta suave durante unas horas sin ningún otro tratamiento. Por esta razón se han dejado de utilizar los famosos purgantes, muy utilizados innecesariamente hace unos años.

En el resto de los casos suele tratarse de una enfermedad infecciosa, contagiada de persona a persona, en la que el agente patógeno afecta el tubo digestivo produciendo estos síntomas, independientemente de los alimentos ingeridos. La relación directa con la ingestión de determinados alimentos sólo se producirá en patologías poco frecuentes como la fiebre tifoidea (causada por beber agua o leche contaminada y comer hortalizas o marisco contaminados) o las toxoinfecciones alimentarias (producidas por nata, pasteles o mayonesa en mal estado), en las que sí se ven involucrados determinados alimentos.

«TENER UN RINCÓN»

Muchas veces se pensaba que el estreñimiento daba lugar a fiebre porque el estómago se encontraba sucio. Se decía que el niño «tenía un rincón». Pero en realidad sucede al revés: una infección (anginas, gripe, neumonía, etc.) puede producir fiebre, que provoca pérdida de agua a través de la sudación excesiva, la rápida respiración, etc. El niño tiene más sed, su organismo necesita más agua, por lo que se reduce la eliminación de orina y se reabsorbe agua del interior del intestino. De esta manera las heces se vuelven más duras y su expulsión se ve dificultada, con lo que aparece el estreñimiento. La causa es el agente infeccioso que provoca la fiebre y no el estreñimiento.

 

Estreñimiento

El número de evacuaciones que presenta un bebé recién nacido depende de su alimentación (más evacuaciones y más líquidas, en los alimentados sólo con leche materna, con respecto a los bebés alimentados con fórmulas adaptadas). En general, un bebé de menos de 6 meses debe evacuar no menos de una vez al día y tener al menos tres deposiciones semanales después de esta edad.

Abordaje del problema

El estreñimiento puede ser causado por problemas orgánicos (estenosis anal, megacolon, oclusión intestinal, fisuras de ano, etc.), o tener carácter funcional, mucho más frecuente. Causas de estreñimiento funcional son: abuso de alimentos astringentes (patatas, plátano, arroz y alimentos ricos en hidratos de carbono o azúcares como chocolate y golosinas), falta de fibra en la dieta, poca ingesta de agua y líquidos, desorden en las horas para comer (muchos niños con estreñimiento comen más entre las comidas que a la hora de la misma) y condiciones durante el aprendizaje de los hábitos de higiene: algunos padres obligan en forma precoz al niño a avisar para «hacer cacas», o son demasiados insistentes y hasta lo castigan, llegando a condicionar en el niño una actitud de oposición o rechazo a la defecación. Las tensiones escolares al inicio del ciclo escolar también influyen en que el niño mayorcito presente estreñimiento. Si su estilo de vida es atareado y activo, el niño no hace caso de los impulsos para defecar. También, el inicio del estreñimiento puede coincidir con un acontecimiento familiar traumático, como luto familiar, cambio de casa o de ciudad.

El objeto principal del tratamiento del estreñimiento es vaciar el excremento que se encuentra en el recto y mantenerlo constantemente vacío. Con este fin pueden aplicarse diferentes medidas:

 

­ Cambios dietéticos. Se adoptarán distintas medidas en función de la edad del niño. En lactantes de menos de tres meses pueden administrarse pequeñas cucharadas de agua entre las tomas. A partir de los 4 meses se puede dar zumo de naranja también en cucharadas y a partir de los 6 meses se podrá jugar con la dieta para conseguir erradicar el estreñimiento: se aumentará la cantidad de fibra, líquidos, frutas (evitando manzanas y plátanos) y vegetales. El incremento de la fibra debe hacerse de manera gradual, pues una dieta con gran cantidad de fibra favorece que el niño tenga mucha flatulencia, distensión del abdomen y cólicos. Entre los alimentos ricos en fibra están el salvado de trigo y las legumbres. Las palomitas de maíz también contienen mucha fibra.

­ Reeducación intestinal. Es conveniente estimular al niño (cuando ya no utilice pañal) a que se siente en el inodoro durante 15-20 minutos aproximadamente después de cada comida y a que nunca se aguante o retenga.

­ Tratamiento farmacológico (siempre bajo prescripción médica). Los laxantes más comunes en la infancia son los que se administran por vía rectal porque tienen una acción rápida: supositorios de glicerina o enemas (los enemas de fosfato deben utilizarse con mucha precaución en caso de insuficiencia renal). Entre los laxantes por vía oral más utilizados se encuentran los reblandecedores de heces como el aceite de parafina. El pediatra también podrá optar por laxantes osmóticos como lactulosa o lactitol, entre otros.

LOMBRICES

No hace mucho tiempo la infección por lombrices era muy frecuente. Por este motivo estaba vinculada con todo tipo de síntomas: diarrea, dolor de barriga, tos, dormir con los ojos entreabiertos, rechinar de dientes, convulsiones, etc. Hoy día las medidas higiénicas han permitido reducir la aparición de lombrices. En la mayoría de los casos sólo aparecen oxiuros (Enterovius vermicularis: lombriz intestinal blanca y de un centímetro de longitud), que podrían dar lugar a alguno de los síntomas anteriormente citados, pero generalmente cursan sólo con picor en la zona perianal, lugar donde depositan los huevos.

ACETONA

En el transcurso de una patología, el organismo consume mucha más glucosa, porque su metabolismo se acelera. Además, en muchas ocasiones en el curso de la enfermedad se pierde el apetito, lo que dificulta el restablecimiento de la glucosa gastada. Si aparecen vómitos, la recuperación de este azúcar a través de los alimentos es aún más difícil. Por otro lado, las reservas de glucosa en los más pequeños están bastante limitadas.

Por todas estas razones cuando aparece una enfermedad, el organismo de los niños se queda sin azúcares para quemar, utilizando para obtener energía grasas de reserva. Como residuo de combustión de estas grasas aparece la acetona, eliminada por la orina y el aliento. Si los niveles sanguíneos de acetona se elevan mucho, pueden provocar una irritación del centro del vómito, localizado en el cerebro, a consecuencia del cual se producen los vómitos acetonémicos.

Antiguamente se pensaba que la detección de acetonuria, utilizando las tiras reactivas preparadas para detectar esta sustancia y la aparición de halitosis (olor parecido al de las manzanas), eran causa de enfermedad, produciendo fiebre y especialmente vómitos. Se achacaba entonces el mal a una alimentación incorrecta, por la ingestión de leche, huevos o plátanos.

Hoy sabemos que la acetona siempre está presente en pequeñas cantidades normales en sangre y orina, y que aumenta con la aparición de enfermedades (que cursan con fiebre y vómitos), especialmente en los más pequeños. Por esta razón no es necesario establecer un tratamiento contra la acetona, ni prohibir determinados alimentos, sino tratar la enfermedad que ha provocado su aparición: anginas, gripe, gastritis, hepatitis, etc. Es conveniente adoptar medidas para reducir la fiebre y suministrar líquidos para reponer los que se han perdido con los vómitos. También ayudará un suplemento alimentario a base de hidratos de carbono, para evitar que el organismo recurra a la combustión de grasas. Se recomiendan zumos de fruta, repartidos en pequeñas cantidades para no dilatar el estómago y, en general, líquidos azucarados a sorbos.

 

Si los niveles sanguíneosde acetona se elevanen exceso pueden provocaruna irritación del centrodel vómito, que darálugar a los vómitos acetonémicos

 

Fiebre

Por edades, se estima que la temperatura normal del niño y el bebé debe mantenerse entre los límites aproximados establecidos en la tabla I. El método para tomar la temperatura varía de acuerdo a la edad del paciente:

 

­ Lactantes: la temperatura debe ser tomada preferiblemente por vía rectal (con termómetro clínico rectal de bulbo redondo corto) durante uno o dos minutos. El niño se coloca boca abajo en los regazos de sus padres o familiares. El extremo plateado (depósito de mercurio) del termómetro se lubrica con vaselina o aceite de oliva y se introduce dos centímetros apretando las nalguitas del niño. Se considera fiebre una temperatura rectal superior a 38 ºC. Es muy importante limpiar bien el termómetro antes y después de la toma de temperatura. Hay que tener en cuenta que la temperatura de las mucosas es siempre entre 6 décimas y un grado centígrado superior a la de la piel.

­ Preescolar (2-5 años). La temperatura puede ser tomada en la axila durante 3-5 minutos. Se debe secar el hueco de la axila y allí se coloca el extremo plateado del termómetro. Se considera fiebre una temperatura axilar superior a 37-37,5 ºC.

­ Niños mayores de 5 años. La temperatura puede ser tomada en la axila y también en la boca, ya que el niño es más cooperador (4 minutos). Se considera fiebre una temperatura oral superior a 37,8 ºC y una temperatura axilar superior a 37,5 ºC.

 

Hay que tener en cuenta que en Francia y Alemania ya está prohibido el uso de mercurio en los termómetros clínicos por el alto poder contaminante de este metal pesado. La Academia Americana de Pediatría también desaconseja su uso por idénticos motivos. En España se estima que esta prohibición podría entrar en vigor en breve. Como alternativa, los termómetros digitales (rectales, orales, axilares, de oído o de pañal) que lleven la marca CE y cumplan la normativa comunitaria sobre seguridad para equipos médicos (EN60601-1) y la directiva europea sobre dispositivos médicos 93/42EECC son una buena alternativa.

Los termómetros de oído de última generación tienen una gran fiabilidad porque utilizan la técnica de barrido de temperatura, llegando algunos a captar más de 500 sensaciones de calor emitidas por la membrana timpánica en tan sólo un segundo. El modus operandi en la toma de la temperatura también se ha simplificado mucho y ya no es necesario alinear el canal auditivo para que la medición sea fiable. Las temperaturas medidas por esta vía son comparables a las obtenidas por vía oral. Estos dispositivos también son rápidos, ya que toman la temperatura en menos de un segundo. Por todo ello resutan adecuados para su uso en niños a partir de 12 meses y adultos. Si además cuentan con el extremo de medición rotatorio permiten la toma de la temperatura en situaciones complicadas, como en el caso de niños inquietos o pacientes encamados.

Para garantizar su seguridad, no obstante, deben ser utilizados siguiendo las instrucciones del fabricante.

Lógicamente, los padres o cuidadores deberán consultar inmediatamente al pediatra siempre que el niño tenga fiebre y tos o sibilancia fuerte, dificultad para tragar, rigidez de la nuca, confusión o visión de cosas extrañas, dolor al orinar, erupción en la piel, convulsiones y cualquier síntoma preocupante.

ANOREXIA

Es frecuente confundir erróneamente el peso de un niño con su salud. Desde siempre se ha asociado la idea de que cuando un niño no come mucho está más expuesto a sufrir enfermedades, padecer anemia y encontrarse más debilitado. Esta afirmación en muchas ocasiones hace que los padres obliguen a comer a sus hijos reiteradamente, provocándoles de esta forma aversión a la comida. La falta de apetito puede deberse a distintas razones:

 

­ Puede ser un síntoma más de alguna de las patologías frecuentes de la infancia. Normalmente el apetito se restablece cuando se cura el trastorno causal o, como sucede en el caso de la gripe, puede tardar unos días en normalizarse. Esta desgana también puede surgir unos días antes de aparecer la enfermedad, en el período de incubación. Es una pérdida del deseo de comer transitoria, y nunca se debe forzar al niño para que coma mientras está enfermo o en fase de convalecencia, puesto que puede provocar un rechazo a la comida que persistirá durante mucho tiempo.

­ El apetito puede variar naturalmente a lo largo de toda la infancia. Así, es normal que disminuya en determinadas épocas de su desarrollo. Puede surgir en la fase intermedia de la lactancia, al añadir la alimentación complementaria, si algún alimento nuevo le desagrada. El apetito también disminuye en épocas en que el crecimiento se estanca, en cambio se incrementa en épocas de crecimiento acelerado. El desarrollo psicológico también influye en el apetito, por ejemplo cuando el niño descubre que si no come los padres le prestan mucha más atención. La frecuencia máxima de desgana se produce entre los 4 y los 6 años.

­ Existen, por último, razones intrínsecas. Los niños, normalmente entre los 8 meses y los 4 años de edad, de complexión delgada y carácter nervioso, comen poco y sin embargo no corren riesgo de padecer enfermedades. La falta de apetito no se corresponde con un problema de salud. Si su altura, peso y desarrollo psicomotor siguen una evolución normal, no está justificado pensar que el niño come menos de lo que necesita.

Cuando el problema de anorexia es de tipo psicológico, los padres deben mostrar una actitud serena y equilibrada a la hora de la comida. Comer no debe ser ni una obligación, ni una manera de ganar el afecto de los padres. El niño debe comprender que si no come no se sentirá satisfecho. Para conseguir que el niño acabe comiendo bien, deben dejarse a un lado juguetes, premios y cuentos. La hora de la comida no es la hora de los juegos y los mimos.

No conviene reñir al niño si no come, porque puede ésta convertirse en una manera de reclamar la atención de los padres. Se debe conceder un tiempo prudencial para que el niño acabe de comer. Si no es así, no debemos ofrecer otro alimento alternativo: nada de nada antes de la próxima hora de comer. La comida debe presentar un aspecto agradable y encontrarse en una cantidad moderada, para que pueda sentir la satisfacción de terminarse el plato. Es importante en esta tarea tener presente que el rechazo a la comida nunca llega a producir una problema de desnutrición, el niño siempre come el mínimo que su organismo necesita.

 

  Es frecuente confundir erróneamente el pesodel niño con su salud

 

DOLOR DE OÍDO

Hace unos años se asociaba rápidamente el llanto de un bebé con el dolor de oídos. La principal prueba diagnóstica consistía en provocar el llanto del niño al presionar con el dedo su oreja. Esta prueba está en desuso y el diagnóstico se establece a partir del examen directo del tímpano y del conducto auditivo realizado por el médico. Por otro lado las gotas óticas, tantas veces utilizadas hace unos años, únicamente son prescritas hoy en caso de una otitis externa .

Cabe destacar, en este ámbito, la importancia de realizar una higiene del oído adecuada. No deben utilizarse bastoncillos ni algodones a tal efecto, ya que pueden lesionar el conducto auditivo externo (a no ser que lleven tope de seguridad) . La limpieza puede realizarse con suero fisiológico o soluciones específicas para la limpieza de los oídos y el reblandecimiento de los tapones de cera, formuladas con ingredientes emolientes y disolventes.

FALTA DE CALCIO

Hace unos años era muy habitual diagnosticar falta de calcio para dar respuesta a determinados problemas relacionados con la caries, las deformaciones óseas o los problemas de crecimiento.

Ahora sabemos que la falta de calcio es una característica poco frecuente en los niños de nuestro país y por lo tanto su prescripción no está justificada. Por ejemplo, en el caso de caries, su aparición se justificaba con una deficiencia en este mineral; en cambio se ha demostrado que se produce por un consumo excesivo de azúcares que favorecen la destrucción del esmalte dental. El problema se soluciona, por tanto, evitando el contacto frecuente de azúcar con las piezas dentarias (chupete untado en azúcar, dulces, caramelos y galletas fuera de las horas de comer) y no administrando calcio por vía oral.

Tampoco es necesario administrar calcio cuando un niño presenta las piernas desviadas o dirige los pies hacia dentro o hacia fuera al caminar, puesto que estos defectos suelen corregirse progresivamente con la edad o con un tratamiento ortopédico adecuado. En casos más graves, cuando en el tórax o el cráneo aparecen formas especiales, el médico especialista deberá dictaminar la causa del problema y establecer un correcto tratamiento.

MASTOPATÍA DEL RECIÉN NACIDO

En algunas ocasiones, uno o los dos pechos del bebé aparecen inflados, debido al paso de hormonas femeninas maternas a la circulación sanguínea del recién nacido. Puede ocurrir incluso que del pezón salgan unas gotas de leche. Este fenómeno desaparece espontáneamente sin ningún tratamiento pasadas unas semanas. Debe evitarse exprimir o tocar el pezón, lo que podría ser causa de infecciones y hacer necesario entonces un tratamiento antibiótico o la apertura quirúrgica de la zona.

FRENILLO DE LA LENGUA

Hasta hace relativamente poco tiempo, el frenillo de la lengua se cortaba a menudo para evitar que el bebé tuviera problemas en el habla. En la actualidad, el frenillo se interviene únicamente cuando dificulta la movilidad de la lengua, porque es muy corto y se encuentra adherido a ésta.

POSICIÓN DEL BEBÉ

Muchas personas mayores todavía se exclaman cuando ven a un bebé de meses que se encuentra en posición sentada o de pie. Consideran que estas posturas pueden desviar la columna vertebral y las piernas. El problema se acentúa, a su parecer, en el caso de las niñas, por producir la caída de la matriz. Estas afirmaciones son erróneas. Se ha comprobado en niños muy pequeños que debido a los vómitos deben pasarse varios meses en posición sentada, día y noche, que a la larga no sufren ninguno de estos trastornos. Sabemos que estas posiciones, siempre que el bebé se encuentre cómodo y convenientemente sujeto, no están contraindicadas.

ORTOPEDIA

En un niño de corta edad todavía los tejidos son muy elásticos (es habitual oír que están «hechos de goma»). De esta manera, muchas veces los pies aparecen planos porque el arco de la planta del pie se queda chafado en el suelo por el peso del cuerpo. También los ligamentos de la rodilla se estiran por este peso y van separando las piernas por debajo de las rodillas (genu valgus). A veces aparece un vientre globuloso, porque la pared de la barriga cede quedando abombada cuando el niño está de pie. En la mayoría de los casos, todas estas alteraciones desaparecen sin ninguna herramienta ortopédica, a medida que músculos y ligamentos se hacen más fuertes y llegan a resistir todo el peso del cuerpo. Por ello, los padres no deben obsesionarse con el uso demasiado temprano de plantillas u otros elementos ortopédicos. Para ayudar a fortalecer músculos y ligamentos es beneficioso que los niños practiquen ejercicio: caminen descalzos por la arena, corran, salten, vayan en bicicleta, naden, etc.

DERMATITIS DEL PAÑAL

Muchas veces se atribuye la aparición de una dermatitis del pañal a una falta de higiene y, por supuesto, una higiene adecuada es fundamental para prevenir esta afección. Pero también hay que prestar atención a otros aspectos. Además de cambiar frecuentemente el pañal para evitar que la piel llegue a estar durante largos períodos de tiempo húmeda y tapada, hay que recordar a los padres lo siguiente:

 

­ Utilizar los pañales que sean más absorbentes y transpirables.

­ Emplear alguna crema protectora, de barrera, que propicie una capa de protección sobre la piel irritada. Si el efecto irritativo de la orina persiste y/o se presenta una defecación frecuente (constitucional o por un cuadro de diarreas), la piel puede sufrir un principio de sobreinfección por hongos o bacterias. Se apreciará la piel enrojecida, más o menos descamada e incluso con algún granito con pus aislado.

 

Cuando la dermatitis está avanzada, en los momentos iniciales de esta complicación, es importante evitar la utilización de las famosas toallitas húmedas para la higiene. Están impregnadas con sustancias jabonosas que pueden incrementar la inflamación.

Tampoco es recomendable abusar del agua y jabón porque con ello aumenta la humedad y así se altera aún más el equilibrio de la flora cutánea y se puede empeorar la irritación ya existente. Conviene limitar su uso al baño diario. Para limpiar la zona de los residuos de orina o heces es recomendable utilizar lociones limpiadoras fluidas de fórmulas sencillas.

Además de la limpieza de la piel, las medidas anteriormente comentadas y la utilización de pomadas secantes pueden ayudar a controlar la situación. Como ejemplo de pomadas secantes o astringentes para la zona del pañal pueden utilizarse diversos productos comercializados que contengan pasta Lassar.

En el caso de que el área de piel afectada aumente, se visualicen erosiones o heridas, se incrementen el número de lesiones de granitos con pus, o incluso todas estas lesiones se extiendan más allá del área del pañal (ingles nalgas y porción superior de muslos), se debe consultar al pediatra y/o al dermatólogo. Llegados a este punto, el tratamiento consistirá en antifúngicos, antibióticos, astringentes o corticoides tópicos, dependiendo del caso, sin olvidar las medidas higiénicas ya comentadas. *

 

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Fernández R, Prats R. Consells de Puericultura. Barcelona: Direcció General de Salut Pública de la Generalitat de Catalunya, 2000.

Vilardell M. Enciclopèdia de Medicina i Salut. Barcelona: Enciclopèdia Catalana, 1990.

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