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Vol. 15. Núm. 8.
Páginas 25-27 (Septiembre 2001)
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Salud e Internet. Condenados a entenderse
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RAÚL MAYORAL BENITOa
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En este artículo, el autor emite su opinión sobre los riesgos y oportunidades que entraña la progresiva implantación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el ámbito de la sanidad y, en concreto, en el de la oficina de farmacia
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Las consecuencias sociales generadas por el fenómeno «digital», fruto de la «sociedad de la información», se están viendo ya en el mundo laboral con la modalidad del teletrabajo, que implica ubicar el puesto de trabajo en un lugar que no es físicamente una empresa, sino el domicilio del empleado; en el comercio, con la innovación de la compra telemática en los supermercados virtuales; en la enseñanza y en la educación, poniendo a disposición del alumno instrumentos rápidos y eficaces para acceder a ellas; en el propio hogar, que comienza a estar provisto de la arquitectura y estructura necesarias para permitir la prestación de todos los servicios sobre una misma infraestructura; y, por supuesto, en el ámbito de la sanidad y de la medicina, en donde innovadoras aplicaciones van en camino de transformar las relaciones entre el paciente y los profesionales sanitarios.

UNA NUEVA REALIDAD

La interacción entre salud e Internet está creando una nueva realidad, denominada de múltiples formas: medicina electrónica, sanidad electrónica, telemedicina, o telesanidad, que por todos estos nombres, y quizás por alguno más, es conocido este fenómeno consistente en aplicar al ámbito de la salud las prestaciones derivadas de las nuevas tecnologías de la información, aumentando los beneficios y la satisfacción del usuario, en cuanto que paciente. No obstante, esta incipiente actividad suele, también, conllevar sus riesgos e inconvenientes.

LA TELEMEDICINA

Una de las principales consecuencias de las aplicaciones tecnológicas al ámbito de la sanidad será la consulta virtual o teleconsulta, es decir, la asistencia sanitaria, ya sea médica o farmacéutica, a distancia, sin necesidad de que el paciente se traslade de su domicilio y mediante los instrumentos de conexión telemática que permitan la creación de una gran red que conecte a médicos, farmacéuticos, hospitales y pacientes. La consulta virtual consiste, pues, en que el paciente puede contactar a través del correo electrónico con médicos o farmacéuticos, con el objeto de encontrar una solución a cuestiones relacionadas con sus problemas de salud. De esta forma, junto al encuentro cara a cara con el profesional sanitario, las nuevas tecnologías harán posible la consulta a distancia, siempre y cuando el contenido de la misma lo permita y, por supuesto, se trate de una opción libre que el paciente pueda asumir. Y es que, sin perjuicio de las facilidades tecnológicas, no deben olvidarse las enormes ventajas que para el cuidado de la salud proporciona el contacto personal, que permite un conocimiento más efectivo de la problemática del paciente y una mejor interpretación del consejo y de las atenciones del profesional.

En todo caso, la teleconsulta favorecerá los cuidados domiciliarios a través de Internet, la prescripción on line de medicamentos y la informatización del historial clínico del paciente, facilitando la integración y gestión de la información sanitaria relativa al mismo. En el ámbito de la atención médica, disminuirá la burocracia y mejorará la gestión de los recursos, contribuyendo a la rapidez y la continuidad de la asistencia, a una reducción de costes sanitarios, con el consiguiente incremento de los beneficios de los pacientes al descender los gastos, y a la mejora de las bases de datos para hacer más fácil el acceso a la información, especialmente por parte de los profesionales de la salud a la hora de tomar decisiones relacionadas con la sanidad de los enfermos. Asimismo, en el entorno farmacéutico, las nuevas tecnologías permitirán al titular de la oficina colaborar con otros profesionales y con las autoridades sanitarias mediante su interconexión telemática, así como obtener información útil sobre fármacos, mediante servicios de noticias y boletines de análisis en el acto, manteniéndole al corriente de las últimas novedades. Por su parte, el paciente puede formular consultas on line al farmacéutico a cualquier hora del día, evitando esperas innecesarias.

El nuevo modelo sanitario con el componente esencial que son las tecnologías de la información permitirá reducir la masificación de la asistencia médica en la mayor parte de sus niveles. Mediante la integración de los servicios sanitarios entre centros de diferente nivel asistencial, será posible desarrollar una plataforma tecnológica, basada en una intranet, que facilite la comunicación de los hospitales con la atención primaria, así como con el domicilio del paciente. Buen número de visitas, tanto al médico como al farmacéutico, podrán eliminarse si los pacientes se comunican con los profesionales sanitarios por Internet. Además, un sistema como el descrito permite ofrecer al paciente un servicio de cuenta sanitaria on line, facilitándole el almacenamiento de todos los datos sobre su salud en cuentas confidenciales y seguras que pueden gestionar por sí mismos. Cada cuenta estaría protegida mediante control directo. Su acceso sólo sería posible con el permiso expreso del poseedor de la misma, con lo cual queda garantizada la confidencialidad y seguridad de los datos almacenados.

Otra manifestación práctica del nuevo entramado tecnológico que se está construyendo es el elevado nivel de datos que se ofrecen al paciente acerca de múltiples aspectos relacionados con la salud. Así, Internet se revela como un auténtico canal de comunicación que proporciona información útil sobre materias de interés como, por ejemplo, las especialidades farmacéuticas genéricas, permitiendo un conocimiento directo y fiable acerca de las cualidades de estos fármacos, sobre cuya seguridad y eficacia los consumidores parecen estar bastante desinformados. Por medio de la Red sería posible, por ejemplo, articular campañas de información, ofreciendo a los usuarios y profesionales de la salud la oportunidad de descubrir las verdaderas características y propiedades de estos medicamentos y contribuyendo a desmentir los malentendidos que se han suscitado en torno a ellos.

PROBLEMAS Y RETOS DE LA TELEMEDICINA

Sin embargo, no todo son alabanzas a la telemedicina; existen también problemas que afrontar y resolver. Indudablemente, el obstáculo más relevante que se interpone en el camino del progreso tecnológico de la asistencia sanitaria es el de la seguridad de la información médica aportada por el paciente y, por ende, el de su confidencialidad. Ya de por sí, la Red no es segura. La mayor parte de los usuarios se muestran preocupados por la privacidad de los datos manejados, y está justificada la desconfianza de internautas en las medidas de seguridad que se adoptan en Internet.

Otro reto que se plantea es el de acabar con las lagunas legales en algunos aspectos relacionados con la telemedicina. Se hace imprescindible una regulación al respecto por parte de las autoridades correspondientes. A ello hay que añadir otros obstáculos, como la heterogeneidad de las tecnologías, ya que existen pocos puntos en común en la tecnología aplicada a la asistencia sanitaria, contribuyendo a que los servicios de telemedicina no puedan integrarse entre sí; y la escasez de financiación de proyectos cuyo objeto sea la aplicación de las nuevas tecnologías a la salud, al menos, en la Unión Europea. Por último, cabe citar la implantación de nuevos métodos de trabajo para los profesionales sanitarios, con el empleo de herramientas basadas en Internet, que exige a éstos adaptarse a la creciente influencia de la sanidad electrónica, lo que modificará notablemente su perfil profesional en un ámbito en el que el paciente está adquiriendo un mayor protagonismo, y generará nuevos supuestos de responsabilidad en el caso de que un paciente sea perjudicado por un error en la información o por una revelación del historial médico. En Estados Unidos, por ejemplo, algunas consultas dirigidas a los denominados «doctores virtuales» son respondidas, realmente, por un software, lo que origina un auténtico problema legal.

COMERCIO ELECTRÓNICO DE MEDICAMENTOS

Otra de las aplicaciones que propician las nuevas tecnologías es la del comercio electrónico, el cual empieza a sonar con fuerza en el sector farmacéutico estadounidense. No obstante, en Internet hay enormes vacíos legales. Es preciso que las autoridades regulen las nuevas posibilidades que está generando este nuevo medio de comunicación en la atención farmacéutica. La adquisición de medicamentos a través de la Red plantea, por tanto, un problema de legislación.

En el campo de la comercialización de productos farmacéuticos a través de Internet, Estados Unidos lleva la delantera a Europa. La implantación de las farmacias electrónicas en el viejo continente es diferente a la del mercado norteamericano, primero en cuanto al alto nivel de penetración y segundo, por las condiciones legales de los Estados europeos.

En España y buena parte de los países de nuestro entorno, hoy por hoy, el comercio electrónico de medicamentos está prohibido. Además, en general, hay otras barreras para el desarrollo de las farmacias on line en la Unión Europea: falta de armonización sobre autorizaciones de comercialización y sobre precios, ausencia de reembolso por parte de las autoridades sanitarias y prohibición de la publicidad directa al consumidor, lo que se conoce con las siglas DTC (direct to consumer).

En España

Como se ha señalado, en España no existe una normativa específica sobre comercio electrónico, por lo que la venta virtual de medicamentos se rige por la Ley del Medicamento, que prohíbe la venta a domicilio o indirecta de fármacos. El Gobierno español estima que la única medida para evitar la entrada en nuestro país de fármacos a través de Internet es extremar la vigilancia en las fronteras. No puede evitarse que los consumidores accedan a la publicidad o a la venta a distancia de medicamentos en otros países, como por ejemplo Estados Unidos, en donde dichas prácticas están legalmente autorizadas, pero está claro que la dispensación de medicamentos, aun a través de Internet, deberá efectuarse a través de oficinas de farmacia. De lo contrario, la Red podría plagarse de desaprensivos, no profesionales, que, aprovechando el vacío legal, atiendan consultas que no son cubiertas por los farmacéuticos. Está en juego la salud pública, por eso el legislador ha de controlar las prácticas ilícitas que pueden producirse en la Red en torno a los medicamentos, y favorecer y estimular la introducción de las farmacias en este campo para que puedan ofertar legalmente sus servicios.

 

Venta telemática de medicamentos

La Red posibilita la venta al por menor de medicamentos a través de un mercado virtual, inmediato, global y rápido, que tiene una oferta amplia, aunque eso sí, dando lugar, en algunos casos, a actividades ilegales como la adquisición de fármacos prohibidos, no permitidos en el país de residencia del comprador o fármacos sin receta médica. Además, la compra telemática no está exenta de riesgos para la salud del consumidor, especialmente, en torno a la fiabilidad o la calidad de fármacos. Sin duda, comprar medicamentos por Internet es peligroso y caro. Los peligros que puedan afectar a los ciudadanos derivan de la ausencia de calidad de los productos, falta de prospectos, incorrecto embalaje, desconocimiento de la procedencia del producto, de sus caducidades y, sobre todo, las posibles contraindicaciones que pueden presentar los medicamentos.

Otro inconveniente es el incremento del coste del producto a causa de la lentitud de las transacciones con respecto a las vías tradicionales y convencionales. Además no existe ningún tipo de reembolso por parte de la Seguridad Social del país o por parte de la compañía del seguro médico. Todos los gastos corren a cargo del consumidor. Otros factores que pueden resultar un obstáculo al comercio electrónico de medicamentos son la protección de datos y la seguridad en las transacciones en el marco de la Red.

CONCLUSIÓN

Las nuevas tecnologías y en concreto, su buque insignia, Internet, han provocado que distintos aspectos y facetas de las relaciones humanas experimenten una transformación notable. El ámbito de la salud no ha resultado ajeno a este trepidante desarrollo tecnológico. Indudablemente debemos recibir con satisfacción el progreso que en el campo de la asistencia médica y de la dispensación de medicamentos permite la sociedad de la información, pero no debe descuidarse la garantía de la salud del ciudadano. Tecnología sí, pero también protección y precaución en el entorno de la sanidad.

Siempre se ha sostenido que la tecnología puede prestarse a un doble uso: beneficioso y perjudicial. El desafío, pues, estriba en suprimir los efectos perniciosos que pueden originar actividades como la telemedicina y el comercio electrónico de medicamentos, para convertirlos en el futuro en herramientas y mecanismos cómodos y ventajosos para la sociedad. Por ello, resulta indispensable establecer los cauces tecnológicos y legales precisos. Asimismo, un factor crucial en el nuevo escenario que se avecina es la información. Desde las instancias comunitarias se insiste en que las autoridades nacionales deben promover el empleo de Internet a fin de proporcionar al paciente una información veraz y fiable.

Es tarea del legislador fijar una normativa que regule las incipientes actividades telemáticas relacionadas con la sanidad, sin perder de vista el objetivo principal de la protección de la misma. Asimismo, los poderes públicos han de proporcionar a los niveles asistenciales sanitarios y a las oficinas de farmacia la infraestructura informática precisa que permita el desarrollo de prestaciones virtuales a los pacientes y usuarios. Sólo así se garantizará la salud de los ciudadanos en el proceloso mar de Internet. *

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