La Comisión Europea ha solicitado a España que modifique las reglas para el establecimiento de farmacias. La «amenaza» que siempre ha planeado sobre la cabeza de los farmacéuticos que trabajamos como empresarios independientes en nuestras oficinas de farmacia acaba de hacerse realidad. Por más comisiones de estudio que se creen, protestas que se formulen y argumentos que se viertan en contra de la política liberalizadora de la Comisión, el modelo de farmacia que conocemos actualmente va a desaparecer porque desaparecerán los puntales sobre los que está edificado:
– Las restricciones de población (un establecimiento para 2.800-4.000 habitantes), que una vez eliminadas, permitirán que cada cual ponga la farmacia donde quiera, independientemente del número de habitantes o de las farmacias que ya existan.
– La restricción marcada por la vinculación de propiedad y titularidad (el propietario ha de ser farmacéutico), que al desaparecer permitirá que cualquiera pueda abrir una farmacia aunque estará obligado a contratar al menos a un farmacéutico.
Y aunque los farmacéuticos establecidos llevamos años trabajando para mantener el actual modelo de farmacia (que es el que nos permite vivir), colaborando activamente en cualquier proyecto que mejore la calidad de la asistencia a la población, invirtiendo siempre dinero y esfuerzo personal en todo aquello que se nos ha solicitado (TIS, SIDD, campañas de educación sanitaria, cribado de hipertensos y un larguísimo etcétera), no podemos luchar contra las grandes compañías y cadenas de farmacia que operan en otros países y que han visto en España un espacio virgen para abrir mercado y crecer económicamente.
Parece claro que nuestros sacrificios aún no han tocado techo. Si queremos sobrevivir en el sector como empresarios, deberemos redoblar esfuerzos para prepararnos y adaptarnos a la nueva coyuntura. ¿Cuántos tirarán la toalla?
MERCEDES PRATS
Directora