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Vol. 20. Núm. 5.
Páginas 14-19 (Mayo 2006)
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La economía española en 2005: más de lo mismo
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MARIOLA PINILLOSa, CARMEN PINILLOSa, FERNANDO ANTOÑANZASa
a Economistas. Universidad de La Rioja
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Fig. 1. 1. Comparación internacional
Fig. 1. 2. PIB, demanda nacional y saldo exterior neto
Figura 2. Ocupación y paro
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La actividad económica mundial creció durante 2005 de forma moderada (un 4,3%, frente al 5,1% de 2004) y desigualmente distribuida entre los diferentes países.

Las mayores tasas de crecimiento se concentran en las zonas económicas menos desarrolladas. Las economías emergentes del sudeste asiático vuelven a ser las que muestran un mayor dinamismo. De entre ellas, destaca el crecimiento de China (un 9% de media anual) y de India (un 7,1%), los más elevados del panorama económico mundial.

Favorecidos por el incremento del precio del crudo, los países exportadores de petróleo también han registrado tasas de crecimiento elevadas durante el año 2005. Este es el caso de Rusia y de algunos países de Oriente Medio y Latinoamérica.

Frente al dinamismo de las economías menos desarrolladas, el mundo desarrollado no termina de consolidar su ritmo de crecimiento. Sólo Estados Unidos registra tasas de crecimiento elevadas (un 3,5% anual, frente al 2,7 de Japón o el 1,4 de la zona euro); un crecimiento basado en la fortaleza del consumo que genera déficit público y déficit exterior, dos desequilibrios que la economía norteamericana parece no ser capaz de corregir y que, para muchos analistas internacionales, pueden limitar el crecimiento económico mundial y la viabilidad de Estados Unidos como motor de dicho crecimiento.

La reactivación definitiva de las economías japonesa y europea sería decisiva en este caso. Sin embargo, ni una ni otra parecen tener el impulso suficiente como para relevar a Estados Unidos en esta difícil tarea (fig. 1.1). No obstante, la recuperación de la economía japonesa, que ya en otros momentos quedó frustrada, parece, ahora, más sólida (fig. 1.1). A la fortaleza de su comercio exterior, se une, en este momento, la recuperación del consumo y la inversión, lo que ha permitido alcanzar tasas de crecimiento cercanas al 3%, muy superiores a las que apuntaban las previsiones.

Figura 1. Evolución del PIB. 2003-2005 Fig. 1.1. Comparación internacional

 

La Unión Europea, por su parte, inmersa en problemas políticos y sociales fundamentales y lejos de alcanzar los objetivos de Lisboa, presenta dificultades para incrementar sus exportaciones y activar la demanda interna, así como para cumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, generar empleo, o poner en marcha las reformas estructurales necesarias para conseguir el propósito de convertir a esta zona en la más competitiva del mundo. Ahora bien, dentro de este patrón de comportamiento medio, caben trayectorias económicas individuales bien diferentes. Sin ir más lejos, la economía española destaca en el contexto europeo por su elevado crecimiento económico, la fortaleza de la demanda interna, su capacidad para crear empleo y el equilibrio de las cuentas públicas.

Crecimiento y actividad económica

La economía española acelera su ritmo de crecimiento en 2005 al crecer un 3,4%1 de media anual, 3 décimas más que en 2004; un crecimiento que consolida la recuperación de nuestra economía y que añade 7 décimas al diferencial de crecimiento con la zona euro (fig.1.2).

Figura 1. Evolución del PIB. 2003-2005 Fig. 1.2. PIB, demanda nacional y saldo exterior neto

 

Frente al dinamismo que viene mostrando la economía española desde mediados del año pasado, la zona euro desacelera su ritmo de crecimiento durante el año 2005 (fig. 1.1), motivo que explica el incremento del diferencial de crecimiento a favor de nuestra economía (desde los 1,3 puntos porcentuales de 2004, hasta los 2 puntos en 2005), así como su mejoría en términos de convergencia real con la media europea.

La actividad económica desde la perspectiva de la demanda

El crecimiento de la economía española durante 2005 sigue apoyándose en la fortaleza de una demanda interna que incrementa su contribución al crecimiento medio anual desde los 4,9 puntos porcentuales en 2004, hasta los 5,3 puntos, un año después. No obstante, en el transcurso del año, parece apreciarse un cambio en el patrón de crecimiento de nuestra economía, dada la mejoría registrada en el comportamiento del sector exterior a partir de la primavera; mejoría que reduce la aportación negativa del sector exterior al crecimiento económico español desde los -2,1 puntos porcentuales de 2004, hasta los -1,5 puntos un año después.

Por su parte, la demanda nacional mantuvo durante el año 2005 un ritmo de crecimiento estable en torno al 5% por ciento; crecimiento que comienza a perder intensidad a partir del segundo trimestre como consecuencia del menor dinamismo tanto del consumo, como de la inversión.

Aunque siguen manteniendo tasas de crecimiento elevadas (del orden del 4-5%), todos los componentes del gasto en consumo (consumo de los hogares y consumo de las administraciones públicas

--AA.PP.--) reducen el ritmo de crecimiento durante el año 2005. Cabe señalar que la desaceleración del consumo de las AA.PP., la más fuerte de todas (1,5 puntos porcentuales de media anual) se produce en un momento en el que la situación económica (fuerte crecimiento de la actividad productiva y bajos tipos de interés) ha permitido, por primera vez en la historia de la democracia, saldar las cuentas públicas con superávit, un superávit de 9.933 millones de euros, el 1,1% del PIB.

Frente a la desaceleración del consumo, la inversión crece 2,3 puntos porcentuales más que en 2004 (un 7,2% de media anual, frente al 4,9% de 2004), gracias al impulso de todos sus componentes: inversión en bienes de equipo, en construcción y en otros productos. No obstante, la desaceleración que el crecimiento de la inversión en construcción y otros productos muestran al finalizar el año supera en intensidad al crecimiento acelerado de la inversión en bienes de equipo, con lo que el año se cierra con un leve retroceso de la formación bruta de capital.

La actividad económica y el sector exterior

Aunque tanto las exportaciones como las importaciones desaceleraron su crecimiento en 2005 y las dos lo hicieron con una intensidad similar (2,3 puntos porcentuales las primeras, frente a los 2,2 puntos porcentuales de las importaciones), el menor crecimiento de las exportaciones (un 1 por ciento de media anual, frente al 7,1% de las importaciones) explica la contribución negativa del sector exterior al crecimiento del PIB español en 2005 (1,9 puntos porcentuales, 1 décima más que el año anterior).

La evolución que las balanzas de bienes y servicios han mostrado en el último año confirma las estimaciones de la Contabilidad Nacional. Así, mientras que, según los datos publicados por el Banco de España, la balanza comercial incrementa su déficit un 31,9%, la balanza de servicios, fuertemente condicionada por el comportamiento negativo del turismo (las exportaciones por turismo aumentan un 3,9%, mientras que las importaciones lo hacen en un 24,1%), reduce su superávit un 5,1%. Si a ello se añade la evolución negativa de las balanzas de rentas y de transferencias corrientes (ambas amplían su saldo deficitario), el resultado final es un nuevo incremento del déficit por cuenta corriente (un 55,1%), incremento que eleva el saldo negativo acumulado de la balanza por cuenta corriente hasta los 68.952 millones de euros, un 7,6% del PIB.

La actividad económica desde la óptica de la oferta

Desde el punto de vista de la oferta, todas las ramas de actividad, excepto la agraria y pesquera, contribuyen positivamente al crecimiento de la economía española en 2005. Destaca el elevado crecimiento del valor añadido bruto (VAB) generado en el sector de la construcción (un 5,5% de media anual), el dinamismo de la producción terciaria (cuya tasa de crecimiento medio se incrementa 3 décimas, hasta el 3,9%) y la tímida recuperación de la producción industrial en la segunda mitad del año, tras una primera mitad de crecimiento prácticamente nulo.

Mercado de trabajo

Un año más, el mercado de trabajo español registra una intensa actividad laboral. Todos los indicadores coyunturales reflejan la capacidad de nuestra economía para crear empleo. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), durante el año 2005, el número de ocupados creció, en términos netos y una vez corregidos los efectos del cambio metodológico introducido en el primer trimestre del año2, un 4,9%, con lo que, a finales de año, el número de ocupados superaba los 19,3 millones de personas. La Contabilidad Nacional Trimestral (CNTR), por su parte, también registra un incremento, aunque algo más moderado, de la actividad laboral, medida, en este caso, a través del número de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (fig. 2). Según esta estadística, en 2005, la ocupación creció un 3,1%; un crecimiento que, unido al registrado por la economía española en el conjunto del año (un 3,4%), da como resultado un moderado incremento de la productividad aparente del trabajo (un 0,3%, dos décimas menos que en 2004). El número de contratos registrados en las oficinas del INEM y las afiliaciones a la Seguridad Social también crecen en el año 2005. Mientras que los primeros lo hacen a una tasa de crecimiento medio anual del 5%, el número medio de afiliados se incrementa en un 4,4%3.

Figura 2. Ocupación y paro

 

Ocupación y empleo

Según la EPA, el ritmo de creación de empleo se aceleró en el año 2005 (un 4,8% de crecimiento medio anual, desde el 3,9% registrado en 2004), hasta situar la cifra de ocupados a finales de año en 19.314.300 personas. Dicha aceleración es debida al crecimiento del número de asalariados (fig. 2), crecimiento que eleva la tasa de asalarización4 hasta el 81,8% de media anual.

Como viene siendo habitual en los últimos años, el empleo creado durante 2005 se genera, principalmente, en los sectores de servicios y construcción (con tasas de crecimiento que superan el 6% de variación interanual), siendo los colectivos que mayor incremento presentan en sus cifras de ocupación el de los inmigrantes y las mujeres (así, mientras que el crecimiento interanual de la ocupación inmigrante es de un 19,5%, el empleo nacional crece un 3,3%, y mientras que la ocupación entre las mujeres se incrementa un 6,4%, el empleo masculino lo hace en un 3,9%). Se trata, además, de un empleo temporal y a tiempo parcial. Así, mientras que la ocupación indefinida mantiene un ritmo de crecimiento constante en torno al 3% durante el año, el empleo temporal acelera su crecimiento y cierra el año con una tasa de variación interanual del 11,3%, frente al 7,4% registrado un año antes. Por otro lado, y aunque los cambios metodológicos introducidos en la EPA durante el primer trimestre del año provocan, entre otros efectos, un incremento de la ocupación a tiempo parcial, el crecimiento registrado por este tipo de trabajo en el año (un 21% de variación interanual en el cuarto trimestre de 2005) supera con creces el de la contratación a tiempo completo (un 3,4%).

En este contexto, las tasas de temporalidad5 y parcialidad6 del mercado de trabajo español se incrementan hasta el 33,3 y el 12,4% de media anual, respectivamente, frente al 31,6 y el 10,3% registrado en 2004.

Población activa

Si el empleo acelera su crecimiento en 2005, la oferta de trabajo, esto es, la población en edad de trabajar dispuesta a incorporase al mercado laboral (lo que se conoce como población activa) mantiene un ritmo de crecimiento similar al registrado un año antes.

Dicho crecimiento (un 3,2%) añade 3 décimas a la tasa de actividad española, situándola en el 57,7% al finalizar el año.

Un año más, la mayor actividad laboral registrada entre las mujeres (la población activa femenina crece un 3,7%, frente al 2,9% de variación interanual de los activos varones) contribuye a reducir, esta vez 4 décimas, la tradicional brecha que separa las tasas de actividad masculinas y femeninas (un 68,9 y un 46,9%, respectivamente, en el cuarto trimestre de 2005).

La población extranjera (el colectivo que, junto al de las mujeres, protagoniza el incremento de la población activa española en los últimos años) reduce su elevada tasa de actividad en 1,7 puntos porcentuales, hasta situarla en el 73,8%, pese al fuerte crecimiento del número de activos. Un incremento de la población extranjera en edad de trabajar superior al registrado por la población activa (un 21,2%, frente al 18,3% de crecimiento del número de activos inmigrantes) explica la evolución de la tasa de actividad inmigrante.

Desempleo y paro

Dado que, en el año 2005, el crecimiento de la ocupación supera el de la población activa, el número de desempleados se reduce; reducción que, al ser superior al incremento de la población activa (un 11,1% de variación interanual en el último trimestre del año, frente al 3,2% de crecimiento de la población activa), provoca también una caída de la tasa de paro (desde el 10,2 del cuarto trimestre de 2004, hasta el 8,7% del mismo trimestre de 2005).

Además de prolongar la tendencia de decrecimiento que se viene observando en la tasa de paro española desde hace más de un año (fig. 2), la caída registrada en el cuarto trimestre

de 2005 (una de las más altas de los últimos años) contribuye a acercar las tasas de paro españolas a las de la zona euro. De hecho, el diferencial de paro con la zona euro se reduce 9 décimas en el año 2005: frente a tasas del 8,9 y 10,5% de media anual en 2004, las cifras de paro en la zona euro y España son, un año después, de un 8,5 y un 9,2% por ciento, respectivamente.

El diferencial de paro entre hombres y mujeres también se reduce en el año 2005. Las tasas de paro masculinas y femeninas pasan a ser, en el último trimestre del año, de un 6,6 y un 11,6% por ciento, respectivamente, frente al 7,6 y el 13,8% registrado un año antes. Con todo, las cifras de paro femeninas todavía distan mucho de las europeas (la diferencia en el año 2004 --último dato disponible-- fue de 6,8 puntos porcentuales).

Inflación

Los precios de consumo (los que, normalmente, se toman de referencia para valorar la inflación de una economía) aumentaron durante el año 2005 un 3,7%, 5 décimas más que en el año anterior, situándose 1,7 puntos porcentuales por encima de la inflación prevista por el Banco Central Europeo como objetivo macroeconómico y 1,5 puntos por encima del crecimiento medio de los precios de consumo en la zona euro (fig. 3.2). Nuestra economía se enfrenta, pues, a un nuevo repunte inflacionista que tiene en el incremento del diferencial de inflación con la zona euro una de sus principales consecuencias negativas. Así, si al finalizar el año 2004 el diferencial de inflación se cifraba en 0,9 puntos porcentuales, un año después (diciembre de 2005), dicho diferencial se amplía hasta los 1,5 puntos porcentuales (fig. 3.2), contribuyendo con ello a deteriorar la competitividad-precio de los productos españoles, tanto en el mercado exterior como en el nacional.

Figura 3. Evolución del IPC (2004-2005) Fig. 3.2.

 

El precio del petróleo es, sin duda, el principal factor explicativo de la evolución del IPC en el año 2005. De hecho, la inflación subyacente, esto es, la que se obtiene de eliminar el efecto sobre el IPC de los precios de los productos energéticos y de los alimentos sin elaborar (dada su elevada volatilidad), no sólo continúa siendo inferior a la inflación total (como viene ocurriendo desde abril de 2004), sino que amplía la diferencia con la inflación total, precisamente en los meses en los que el precio del petróleo alcanza sus valores máximos7 (fig. 3.1).

Figura 3. Evolución del IPC (2004-2005) Fig. 3.1.

Ahora bien, para conocer mejor el comportamiento de los precios de consumo durante el año objeto de estudio cabe distinguir dos tramos en la evolución de la inflación (total y subyacente): uno, en el que la inflación total crece mientras la inflación subyacente desciende, tramo que llega hasta el otoño, momento en el que la diferencia entre ambas tasas es mayor; y otro, en el que la inflación subyacente inicia una fase ascendente (fig. 3.1).

Mientras que el comportamiento diferencial del primer tramo se explica, principalmente, por el encarecimiento del petróleo y su efecto directo sobre el precio de carburantes y combustibles (que llega a crecer casi un 20% anual en septiembre), el efecto indirecto que el incremento del precio del petróleo provoca sobre el transporte y la vivienda (con tasas de crecimiento anual del orden del 6%) explicaría, junto con el encarecimiento de los aceites (un 24,5%) y el tabaco (un 6,3%) buena parte del crecimiento de la inflación subyacente en el último tramo del año. *

 

 

Notas

1. Todas las variaciones relacionadas con la actividad económica se calculan tomando datos en volumen, encadenados con referencia en el año 2000.

2. Para conocer con mayor detalle las implicaciones de este cambio metodológico, véase el informe de coyuntura económica publicado en el volumen 19, número 10, de farmacia profesional.

3. Téngase en cuenta que este incremento está afectado por el proceso de regularización de inmigrantes iniciado en febrero de 2005 y cuyos efectos sobre la afiliación se dieron por finalizados el 31 de octubre. Los datos de afiliación a final de mes permiten cuantificar dicho efecto. Así, según información del Ministerio de Trabajo, el proceso de normalización a 31 de diciembre de 2005 habría provocado un incremento en el número de afiliados de 465.961 personas, por lo que la tasa de crecimiento interanual en dicha fecha (último día del mes de diciembre) una vez descontado el efecto de la regularización pasaría del 5,8 al 3,1%.

4. Porcentaje de asalariados sobre el total de ocupados.

5. Porcentaje de asalariados con contrato temporal sobre el total de asalariados.

6. Ocupados a tiempo parcial sobre el total de ocupación.

7. El precio del petróleo continúa creciendo en 2005: tras superar los 60 dólares/barril en agosto y septiembre, el precio del barril de crudo Brent desciende levemente y cierra el año en los 57 dólares. Además, por primera vez desde que se iniciara la escalada de precios en 2002, el incremento del precio del petróleo ha ido acompañado de una depreciación del euro, lo que encarece, todavía más, la importación española de esta fuente de energía.

 

Bibliografía general

Pinillos M, Antoñanzas F. Coyuntura económica. Elementos para el análisis. Farmacia Profesional. 2001;15(8):13-23.

Pinillos M, Pinillos C, Antoñanzas F. Coyuntura económica. Primer semestre de 2005. Farmacia Profesional. 2005;19(10):18-22.

http://www.ine.es/

http://www.bde.es/

http://www.bea.doc.gov/

http://europa.eu.int/eurostat.html

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