Nos encontramos en una etapa convulsa para nuestra profesión. De hecho, sabíamos desde hace tiempo que las cosas tenían que cambiar. Que había que dar un nuevo rumbo a nuestra manera de ejercer.
Y seguimos en ello, quizá ahora empujados por las circunstancias de una crisis económica que parece no tener fin. Parece que hemos perdido el rumbo y que no hay nadie dispuesto a tomar el timón de esta barca a la deriva. Nos vemos arrastrados y manejados por intereses que no son el cuidado de la salud de nuestros conciudadanos. Nos hemos convertido, a nuestro pesar, en burócratas administrativos, contables y recaudadores, profesiones absolutamente necesarias para el funcionamiento de un país, pero que a mi entender son totalmente incompatibles con el ejercicio de la farmacia asistencial.
Pero a pesar de tanto abuso de poder por parte de la Administración de turno (habría que preguntarse si es constitucional que nos obliguen a actuar como recaudadores), al amparo de la inoperancia o la falta de ideas de los colegios y estamentos profesionales, seguimos actuando como buenos profesionales al servicio de la salud de los ciudadanos. Entre tasa y tasa, "cuelgue y cuelgue" del sistema informático y un largo etcétera de contratiempos, seguimos aconsejando y asesorando a nuestros clientes sobre su medicación y sobre sus problemas de salud.
Debemos sentirnos absolutamente orgullosos de ello, pero no hay que conformarse. Este cambio, esta mayor burocratización, si eso era posible, de nuestro día a día tras el mostrador no nos debe impedir pensar en cómo queremos que sea nuestra profesión en el futuro, para nosotros mismos y para las nuevas generaciones de farmacéuticos que, año a año, acaban la carrera.
Si la Administración nos "utiliza" como funcionarios porque la red de farmacia llega a cualquier punto de la geografía española y somos los profesionales de la salud más asequibles de todo el sistema sanitario (no hay que pedir hora para encontrar consejo profesional), hemos de ser capaces de hallar esa parcela que nos permita recobrar el sentido de nuestra profesión. Somos farmacéuticos, especialistas en el medicamento. Tenemos conocimientos de anatomía, fisiología, epidemiología, parasitología y unas cuantas materias más que nos acercan a otros profesionales de la salud de igual a igual y nos permiten trabajar codo a codo con ellos.
Ya es hora de que médicos, farmacéuticos y otros profesionales de la salud debatamos juntos el modelo de sanidad que queremos. Y hay que apuntar bien alto, porque ya se encargarán los burócratas de recortar estas aspiraciones.