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Vol. 19. Núm. 7.
Páginas 50-55 (Julio 2005)
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Fotoprotección y dermatosis
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a Farmacéutica comunitaria de Bizkaia. Máster en Cosmética y Dermofarmacia.
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Asesoramiento

Las dermatosis producidas o agravadas por la exposición al sol constituyen un problema de salud al que los profesionales sanitarios nos enfrentamos cada vez con mayor frecuencia. En este artículo se describen estas afecciones y se ofrece información sobre la fotoprotección más adecuada en cada caso.

La moda actual impone una piel bronceada como símbolo de salud y bienestar, pero en paralelo, gracias al esfuerzo de todos los profesionales sanitarios, la población va asumiendo lentamente los efectos perjudiciales del sol. En este artículo, abordaremos cómo actúa la radiación solar en la piel y qué lesiones dermatológicas puede provocar. Además, comentaremos qué fotoprotector aconsejar para cada tipo de piel.

Radiación solar

La luz que alcanza la superficie terrestre se denomina espectro solar y está compuesta por diferentes tipos de longitudes de onda: luz infrarroja (800-1800 nm), luz visible (400-800 nm) y luz ultravioleta(UV), que abarca desde 280 a 400 nm.

Radiación infrarroja. La radiación infrarroja (IR) tiene un escaso poder de penetración en la piel, pero provoca sensación de calor, eleva la temperatura corporal y produce un enrojecimiento cutáneo. Se sabe que esta radiación puede potenciar el envejecimiento de la piel y aumentar los efectos nocivos de la radiación ultravioleta.

 

Luz visible. La luz visible aumenta los efectos perjudiciales de las demás radiaciones. Además, estimula reacciones de alergia y toxicidad de ciertas sustancias en presencia de esta radiación.

 

Radiación ultravioleta. Aunque sólo un 5% de la energía solar recibida es la radiación ultravioleta, sus efectos sobre el ser humano son muy importantes. Dentro de la banda del ultravioleta podemos distinguir tres tipos: A, B y C (véase recuadro)

Efectos del sol sobre el organismo

Cuando estamos al aire libre en un día soleado nos exponemos a todas las radiaciones electromagnéticas anteriormente descritas. Estas generan una serie de efectos biológicos en el organismo que dependerán de la proporción y la intensidad de la radiación solar.

 

Efectos beneficiosos. Los efectos beneficiosos del sol en el organismo son tanto fisiológicos como psicológicos. Estimula la síntesis de vitamina D, favorece la formación de hemoglobina y mejora el estado anímico, lo que conlleva a una sensación de bienestar.

 

Efectos perjudiciales. Entre ellos destacan la reacción eritematosa inmediata o diferida, la reacción de pigmentación inmediata o diferida, la generación de radicales libres y efectos térmicos.

Uno de los más importantes es el fotoenvejecimiento de la piel (fig. 1), que acarrea una serie de trastornos como la hiperqueratosis irregular del estrato córneo, los acúmulos irregulares de melanina en la epidermis, el empeoramiento de la vascularización dérmica, la pérdida de fibras colágenas, elastosis y alteraciones acneiformes. Este envejecimiento prematuro es responsable del 90% de los cambios que sufre la piel, lo que da una idea del beneficio que puede suponer protegerla frente a esta agresión mediante el uso de productos con filtro solar.

Fig. 1. Piel de cuello con signos de fotoenvejecimiento





La actual obsesión por exponerse al sol y lucir una piel bronceada hace que los efectos nocivos sean cada vez más frecuentes.

Factores que influyen en las lesiones dérmicas

Frente a la radiación solar, el organismo estimula la formación de melanina, un pigmento natural que protege las células. El sol incentiva el aumento de grosor del estrato córneo, de manera que los rayos de luz no pueden penetrar hasta las capas más profundas (hiperqueratinización). Además, el organismo cuenta con la acción del glutatión y la endonucleasa para la reparación del ADN de las células dañadas. Junto a la sensibilidad de cada persona, hay distintos factores que influyen en los efectos perjudiciales del sol: el lugar, la estación del año, la hora del día, etc., pero el más importante es el tiempo de exposición.

Lesiones dermatológicas agudas por exposición solar

El cuerpo humano tiene mecanismos de defensa frente a la radiación solar, pero si el tiempo de exposición al sol es excesivo, estos sistemas se saturan y aparecen daños a veces irreparables.

 

Quemadura solar. De todo el espectro solar, la radiación ultravioleta B es la causa principal de la formación de la quemadura. En primer lugar, la UVB forma un eritema en la piel (fig. 2), posteriormente pasa a edema y finalmente, se forman vesículas ampollosas y se observan signos inflamatorios: se ha producido una quemadura.

Fig. 2. Quemadura solar





Dependiendo de la intensidad de la radiación UVB, la quemadura será de menor o mayor grado, de manera que en los casos más agudos puede ir acompañada de vómitos, cefaleas, fiebre e incluso colapso circulatorio.

Desde la farmacia es muy importante la insistencia en la prevención de la quemadura solar, ya que se ha comprobado reiteradamente su relación con el riesgo de desarrollar en un futuro cáncer de piel.

Fotodermatosis de causa desconocida. Las fotodermatosis idiopáticas ocupan un importante lugar por su prevalencia. Muchas de ellas se inician en la infancia y son capaces de alterar significativamente la calidad de vida de un niño. En el recuadro anexo se revisan las fotodermatosis idiopáticas, puesto que son menos conocidas en comparación con otros trastornos secundarios a la exposición solar, como son las quemaduras solares y la fotocarcinogénesis.

Reacciones de fotosensibilidad

Las reacciones de fotosensibilidad están inducidas por fármacos o sustancias químicas cuando se exponen a radiación solar. La luz visible puede potenciar estas reacciones de fototoxia y fotoalergia. Los fármacos que se relacionan más frecuentemente con fotosensibilización son los anticonceptivos orales, los antidepresivos tricíclicos, los antihistamínicos, los antiinflamatorios no esteroideos, los antimicrobianos, los antipsicóticos, los antisépticos, los diuréticos y los psoralenos. Una misma sustancia puede provocar reacciones de fototoxia y de fotoalergia indistintamente.

 

Fototoxia. El mecanismo desencadenante es la presencia en el organismo de la sustancia fotosensibilizante, de manera que con la exposición solar en cantidad e intensidad suficientes se produce la reacción dérmica. Estas reacciones son más frecuentes y presentan una relación directa con la dosis de sustancia sensibilizante. Cualquier persona puede padecerlas y sólo se presentan en las zonas del cuerpo que han estado expuestas a la radiación solar.

 

Fotoalergia. Esta reacción de hipersensibilidad depende de un mecanismo inmunológico y, por tanto, necesita de una fase previa de sensibilización. Las lesiones se pueden extender más allá de las áreas expuestas al sol.

 

Dermatosis fotoagravadas. En este apartado incluimos todas las alteraciones de la piel (dermatosis) que agravan sus síntomas debido a la exposición solar. Por ejemplo: el acné vulgar, la dermatitis atópica, el herpes simple, el lupus eritematoso, el pénfigo, la pelagra, la rosácea, etc.

Lesiones dermatológicas crónicas por exposición solar

En este apartado cabe hablar, básicamente, de la dermatoheliosis y de los carcinomas relacionados con la radiación solar.

 

Dermatoheliosis. La exposición excesiva y frecuente a la radiación solar acelera el proceso de fotoenvejecimiento de la piel. De manera que el sol, en grandes cantidades, favorece la aparición de arrugas, atrofia, xerosis, pigmentación irregular, telangiectasias y elastosis. Este proceso de envejecimiento cutáneo está determinado no sólo por la cantidad de radiación absorbida, sino también por el fototipo cutáneo. Las pieles más blancas tienen mayor predisposición a presentar dermatoheliosis.

 

Fotocarcinogénesis. La radiación ultravioleta B es el principal factor favorecedor de la carcinogénesis. Los UVB producen mutaciones en el gen p53 y en el ADN de los queratinocitos y los melanocitos, que posteriormente pueden dar lugar a queratosis actínicas, carcinomas epidérmicos o melanomas (fig. 3).

Fig. 3. Melanoma





Fotoprotección

Conocidos los efectos nocivos del sol en la piel, es imprescindible hablar de la protección solar. La fotoprotección es la mejor prevención para el desarrollo de las dermatosis provocadas por la radiación solar y contra los demás efectos perjudiciales que el sol produce en la piel y en el organismo.

Con la intención de evitar la escalada de cifras del factor de protección solar (FPS) que ofrecían los fabricantes, la Agrupación Europea de Fabricantes de Productos Cosméticos (COLIPA) ha sugerido a sus asociados unificar criterios en la nomenclatura relacionada con el FPS. De esta manera, se intenta solucionar la confusión que existe en el mercado actual. Los fotoprotectores se clasificarán en 5 categorías y no existirán FPS mayores de 50. En la tabla I se describe la nueva nomenclatura de índices de protección UVB.

Desde la oficina de farmacia podemos aconsejar el factor de protección solar más adecuado para cada tipo de piel. Es muy importante recordar el uso adecuado de los protectores solares, ya que muchos usuarios piensan que aplicándose una protección alta están protegidos durante todo el día. Por tanto, es muy importante que desde la farmacia no sólo aconsejemos el fotoprotector más idóneo para cada persona sino también unas medidas de protección frente al sol que se detallan en el recuadro final anexo.

Fotoprotección de pieles sensibles

Niños, embarazadas, ancianos y personas que sufren dermatosis deben emplear fotoprotectores especiales, que el farmacéutico está en condiciones de recomendar:

 

Niños. Existe evidencia científica suficiente que avala que la infancia es el período de la vida más vulnerable a la exposición solar. En circunstancias normales, los niños absorben tres veces más radiación UV que los adultos y la mayor cantidad del tiempo de exposición ocurre antes de los 18 años. Esto explica que cerca del 50% de la radiación UV que acumula un individuo en su vida se adquiera en la niñez. Además, la piel del niño está más desprotegida de la radiación solar, ya que su estrato córneo es más fino y su piel no ha desarrollado completamente ni la melanogénesis ni el sistema inmunitario. Por tanto, se aconseja el empleo de factores de protección altos. En los primeros meses de vida, se aconsejan fotoprotectores con filtros físicos, ya que no estimulan reacciones de fotosensibilidad. En la farmacia tenemos protectores solares indicados para los niños, que además de los filtros físicos incluyen ácidos grasos esenciales para reconstruir el deficiente manto hidrolipídico del bebé.

 

Embarazadas. La piel de las embarazadas es más sensible a la radiación solar. En un 70% de las embarazadas, se manifiesta una hiperpigmentación que se localiza en la zona centrofacial, malar y mandíbular. Se denomina cloasma y se produce por un exceso de melanina que da lugar a manchas oscuras. Se agrava con la exposición a los rayos ultravioletas.

 

Ancianos. La piel madura presenta más deshidratación y menos elasticidad. Además, en ella ha disminuido la capacidad reparadora y las defensas inmunitarias. La melanogénesis ha disminuido y se realiza de forma irregular, dando lugar a manchas hiperpigmentadas e incluso manchas blancas hipopigmentadas. Por lo tanto, se aconsejan productos fotoprotectores de alto FPS, con excipientes hidratantes y reparadores. Desde la oficina de farmacia, podemos preguntar por la medicación que el anciano está tomando y así evitar problemas de fotosensibilidad y fototoxia.

 

Personas con dermatosis. Desde la oficina de farmacia podemos prestar especial atención a los individuos con acné, rosácea y fotodermatosis:

 

* Acné. Aunque el acné estival no lo desencadena la mera radiación UV, aparece en combinación con ciertos componentes incluidos en productos cosméticos o protectores solares, como emulgentes, y con la exposición a los rayos UVA. La mayoría de las personas afectadas son mujeres de mediana edad, frecuentemente con historia clínica de acné puberal. En la farmacia contamos con productos de alto factor de protección formulados con excipientes no grasos, idóneos para evitar el desarrollo del acné. Algunas marcas comerciales han incluido en su formulación activos seborreguladores que evitan la formación de grasa.

* Rosácea. La exposición al sol es un factor desencadenante de patología, por tanto, la protección solar en la rosácea es vital. El farmacéutico seleccionará un fotoprotector con alto índice de protección, tanto para la radiación ultravioleta B (UVB), como para la ultravioleta A (UVA). Elegirá la textura más idónea para cada caso, preferiblemente crema-gel o emulsiones con poca proporción de fase grasa. En el mercado actual existen fotoprotectores en forma de gel que contienen un alto porcentaje de alcohol. No están indicados para esta afección, ya que pueden agravar el problema.

* Fotodermatosis. El manejo de la mayoría de los pacientes con fotodermatosis es preventivo, centrado en el control de la exposición solar y en la protección mediante fotoprotectores solares y una indumentaria apropiada. Los fotoprotectores más adecuados para fotodermatosis son los que están formulados con filtros físicos, ya que estas moléculas no provocan fotosensibilización, y además tienen un factor de protección elevado. El tratamiento específico agudo de las fotodermatosis idiopáticas varía en función del tipo de fotodermatosis y de su grado de gravedad. Entre los tratamientos más empleados destacan los corticoides tópicos y los antihistamínicos.

Conclusión

El farmacéutico tiene un papel muy importante como asesor sanitario en la protección solar y como educador en el uso racional del sol. Sabemos que la moda actual equipara el bronceado solar con salud y belleza. Por tanto, debemos asesorar de manera individualizada sobre el preparado solar más idóneo, su uso correcto y los hábitos más recomendables. Es muy importante que insistamos en los efectos potenciales asociados a la medicación que toma el paciente y en las posibles dermatosis inducidas por el sol.

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