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Vol. 20. Núm. 4.
Páginas 54-61 (Abril 2006)
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El paciente con dientes y encías sensibles
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ADELA-EMILIA GÓMEZ AYALAa
a Doctora en Farmacia
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Figura 1. Anatomía del diente
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Aportación del farmacéutico

La hipersensibilidad de dientes y encías es un molesto trastorno bucodental y a menudo constituye el estadio inicial de diversas alteraciones que, si no se combaten correctamente, pueden degenerar en enfermedades bucodentales más graves. En el presente artículo se analiza esta problemática y la contribución del farmacéutico a su resolución.

La salud bucodental es uno de los objetivos prioritarios de la Organización Mundial de la Salud. Por otra parte, una boca sana influye enormemente en el estado de salud general de la persona, ya que puede impedir, o al menos dificultar, la entrada de microorganismos patógenos en el organismo. Los dientes y encías sensibles representan una seria amenaza tanto para la salud bucodental como para el bienestar general del organismo. No sólo dificultan la higiene de la cavidad oral, sino que también pueden complicar la alimentación de colectivos vulnerables como son los enfermos crónicos y ancianos.

El diente y su entorno

El diente es un órgano resistente y muy duro, que se asemeja al hueso, y cuya función básica es la masticación de los alimentos. Está constituido por diversos tejidos, cada uno de los cuales tiene unas características y funciones propias. Se debe distinguir entre los tejidos que forman el diente propiamente dicho --tejidos dentarios-- y aquellos otros que lo rodean y proporcionan sujeción y protección --tejidos peridentarios-- (fig. 1).

Figura 1. Anatomía del diente





En la cavidad bucal aparecen otros elementos relacionados con la salud bucodental: la saliva y los diferentes depósitos dentales (película adquirida, placa bacteriana, materia alba y sarro).

 

Esmalte. La superficie exterior de la corona del diente está compuesta por el esmalte, un tejido duro y transparente, cuyo grosor se incrementa a partir del cuello. Su superficie muestra surcos o fisuras que son importantes en el proceso de masticado de los alimentos. Es el tejido más duro y calcificado del organismo, lo que justifica su función protectora del resto de la corona dentaria.

Está compuesto principalmente por hidroxiapatita, que representa el 95% de la composición, siendo el resto materia orgánica (2%) y agua (3%). En presencia de iones de flúor, la hidroxiapatita se transforma en fluoroapatita, menos vulnerable al ácido, lo que mejora la consistencia del esmalte y su resistencia a la agresión.

El esmalte no tiene vasos sanguíneos, ni nervios, motivo por el cual una vez constituido, carece de sensaciones dolorosas. No puede regenerarse por sí mismo cuando se pierde o se destruye.

 

Dentina. Es la capa de sustancia que se encuentra debajo del esmalte y del cemento dental. Representa la sustancia o tejido mayoritario del diente. Al igual que el esmalte, está constituido por hidroxiapatita, aunque en menor proporción (70%). El resto es sustancia orgánica (18%) y agua (12%). La dentina no es particularmente resistente a la abrasión ni al ataque ácido.

Al microscopio se observan en su estructura unos finos conductos que la atraviesan desde el límite con la pulpa hasta su unión con el esmalte y se denominan túbulos dentinales. En el interior de los túbulos se localizan prolongaciones de unas células llamadas odontoblastos, encargadas de formar la dentina, y fibras cilíndricas de tejido conectivo. A través de los túbulos recorren la dentina sustancias que la nutren, procedentes de los capilares sanguíneos de la pulpa.

 

Pulpa. Es la zona más interna del diente, y está formada por tejido conjuntivo esponjoso, no calcificado. Básicamente, en la pulpa se encuentran los siguientes elementos: fibroblastos, odontoblastos, células mesenquimatosas indiferenciadas, células de defensa, fibras colágenas y sustancia fundamental (tabla I). Esta zona también contiene vasos sanguíneos y fibras nerviosas. Constituye la cámara pulpar, situada en la corona y rodeada de odontoblastos.

Comparada con otros tejidos, la pulpa tiene el mayor flujo sanguíneo por unidad de peso; además, la sangre capilar que fluye hacia la región coronaria es casi dos veces mayor que en la región radicular. Ante una lesión, la respuesta pulpar es bifásica, lo que consiste en una vasoconstricción inicial seguida de una vasodilatación y un aumento en la permeabilidad vascular.

Respecto a la inervación pulpar, la proporcionan las ramas maxilar y mandibular del nervio trigémino. Los nervios entran a la pulpa acompañados de los vasos sanguíneos, y siguen una distribución similar hasta la cámara pulpar, donde forman un extenso plexo nervioso. Obviamente, la inervación pulpar confiere sensibilidad a esta zona del diente.

 

Encía. Es la parte de la mucosa bucal que rodea el cuello del diente y cubre las coronas de dientes que no han brotado. La encía alcanza su forma y textura definitivas con la erupción de los dientes.

El límite entre la mucosa bucal y la encía es la línea mucogingival, que se aprecia como un cambio brusco en la coloración de estos tejidos blandos, de forma que la encía aparece más rosada, mientras que la mucosa bucal se muestra más rojiza, por contener más vasos sanguíneos.

La encía se divide en dos porciones:

 

­ Encía libre o marginal, que no se encuentra adherida al diente, sino que entre ella y el cuello dentario se forma un espacio llamado surco gingival. Cuando está sano, dicho surco es firme y poco profundo (1-3 mm). En los espacios interproximales, la encía marginal adopta forma triangular, y se denomina papila gingival.

­ Encía insertada, que se une al diente y al hueso alveolar.

Hueso alveolar. Es la parte de los huesos maxilar superior e inferior que forma los alvéolos dentarios, donde se encuentran ancladas las raíces de los dientes.

 

Cemento. El cemento es el tejido mineralizado que recubre la raíz dental, con el fin de proporcionar sujeción al diente. El cemento pierde su vitalidad y se altera cuando la raíz queda al descubierto.

 

Ligamento periodontal. Se encuentra localizado en el espacio comprendido entre el hueso alveolar y la raíz del diente. Está formado por fibras conectivas que unen el diente con el hueso alveolar, formando redes con variables orientaciones. Por lo tanto, permiten cierto grado de movilidad al diente.

Entre la fibra del ligamento periodontal existen también vasos sanguíneos y nervios.

Hipersensibilidad dental

En este apartado definiremos el concepto de hipersensibilidad dental, su etiopatogenia, sintomatología, tratamiento y prevención.

Concepto

La afección de los dientes sensibles también se conoce como hipersensibilidad dental o hiperestesia dentinaria, que a su vez se define como la reacción exagerada ante un estímulo inocuo, polimodal, por disminución del umbral de sensibilidad del diente. El dolor que acompaña a la hipersensibilidad dental siempre es provocado, nunca espontáneo ; es polimodal porque responde a diferentes estímulos

-- mecánicos (por ejemplo, el cepillado), químicos (sustancias ácidas o dulces) y térmicos (alimentos y bebidas calientes o fríos)--. Un dato que orienta sobre este diagnóstico es que el dolor suele desaparecer en cuanto cesa el estímulo que lo ha provocado.

Etiopatogenia

Se estima que 1 de cada 4 adultos sufre de hipersensibilidad dental, problema que afecta habitualmente a personas de entre 25 y 45 años. Si bien esta alteración puede darse en cualquier individuo, hay determinados factores de riesgo que aumentan la propensión a padecerla (fig. 2).

La hipersensibilidad dental tiene lugar cuando la dentina queda expuesta sin esmalte en el cuello dental (punto de exposición de los túbulos dentinarios). Aunque todos los dientes pueden padecer hipersensibilidad, ésta se da más frecuentemente en los premolares, que son los dientes que tienden a ser cepillados con más fuerza.

Respecto a la patogenia de la hipersensibilidad dental, se han propuesto diferentes teorías: la inervación directa de la dentina, los odontoblastos como receptores nerviosos y la teoría hidrodinámica (tabla II), que es la más aceptada.

Por otra parte, una alteración en el flujo vascular que irriga la pulpa dental se relaciona con la sensibilidad alterada; un aumento en este flujo, como ocurre en la inflamación, contribuye a disminuir el umbral de los nervios pulpares más grandes (fibras A‰), lo que produce una respuesta a los estímulos térmicos de frío y calor. Por el contrario, la isquemia inducida por un flujo muy restringido, suprime la actividad de dichas fibras A‰, más que la de las fibras C, lo que conduce a cambios en la calidad del dolor experimentado por el paciente.

Síntomas

El dolor provocado es el síntoma predominante en la hipersensibilidad, cuya duración suele ser la misma que la del estímulo que lo provoca. El dolor espontáneo excluye la hipersensibilidad dental y forma parte de la patología pulpar sintomática; es importante que el paciente reciba un diagnóstico diferencial, puesto que los tratamientos son dispares. La intensidad del dolor puede ser leve, moderada o grave, dependiendo del diente y del estímulo, así como de la permanencia de éste en contacto con el diente. *

Bibliografía general

Berastegui E. Características clínicas de la permeabilidad dentinaria: sensibilidad dentinaria. EJDR (serie en Internet). 1997 (citado 9 oct 2005); 2: (aprox. 9 p.). Disponible en: http://www.uv.es/estomatologia/ejdr/Art00008.htm

Consejo General de COF. Catálogo de Especialidades Farmacéuticas. Madrid: Publicaciones del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos; 2005.

Muñoz MJ. Higiene bucodental. Pastas dentífricas y enjuagues bucales. Offarm. 2000;19:69-78.

Ríos E. Hipersensibilidad dental. RESPYN (serie en Internet). 2003 (citado 7 oct 2005); 7: (aprox. 22 p.). Disponible en: http://www. uanl. mx/publicaciones/respyn/especiales/ee-7-2003/04.htm.

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