Aunque a primera vista esta serie de cifras parezca una fecha, se trata, en realidad, de la expresión numérica de una cuestión que, cada año, desde hace algunos, me inquieta y me pasa por la mente cuando finaliza el verano. Después de esta época, con el cuerpo más o menos descansado y la mente más o menos fresca, me planteo si me interesa, si puedo y, lo que es más importante, si quiero ampliar el horario de apertura al público de mi farmacia (la triple opción 8/13/24 podría haber quedado obsoleta para cuando yo me decida, si las comunidades autónomas siguen la doctrina más reciente del Tribunal Supremo, que daría cobertura legal a la plena libertad de horarios para nuestros establecimientos).
Hoy por hoy, trabajamos en mi farmacia tres personas, todos farmacéuticos. Nos conocemos, estamos compenetrados y por la proximidad que implica trabajar en un grupo tan reducido, los tres discutimos y consensuamos cualquier tema en cualquier momento. Todos atendemos en el mostrador, todos revisamos las recetas y todos hemos trabajado en la elaboración de los Procedimientos Normalizados de Trabajo para la realización de fórmulas magistrales. Los tres las preparamos según estos PNT y, por tanto, con todas las garantías que la nueva legislación en esta materia prevé. Disponemos de un lugar independiente del mostrador para la atención personalizada, sobradamente amortizado con las consultas que nuestros clientes nos formulan, más si cabe con la llegada masiva de personas de otros países a nuestro barrio. De momento, no obstante, no nos hemos atrevido a entrar de lleno en la implantación de un programa riguroso de Atención Farmacéutica (AF), no sólo por la responsabilidad que ello entraña, sino también porque implicaría incrementar el trabajo que tenemos, cuando cada uno de nosotros ya está al límite de su rendimiento.
Como profesional de la salud, creo que implicarme en un programa de AF me resultaría gratificante, pero no rentable. Como empresaria, entiendo que una ampliación de horarios sí puede ser económicamente rentable, aunque desde la perspectiva profesional no resulte excesivamente atractiva.
En esta tesitura retomo el trabajo después de ese tiempo, siempre corto, de descanso, que tanto mis colaboradores como yo nos hemos merecido sobradamente.