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Vol. 26. Núm. 1.
Páginas 34-38 (Enero 2012)
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Dieta y enfermedad crónica (I). Diabetes, celiaquía e hiperuricemia
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Montserrat Vilaplana i Batallaa
a Farmacéutica comunitaria. Máster en Nutrición y Ciencias de los Alimentos.
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Tablas (6)
Tabla. I. Precauciones a tener en cuenta en diabetes
Tabla. II. Modelo de menú diario para un diabético
Tabla. III. Cereales y derivados que se deben excluir de la dieta del paciente celíaco
Tabla. IV. Recomendaciones no dietéticas para el paciente celíaco
Tabla. V. Modelo de menú diario para un paciente celíaco
Tabla. VI. Modelo de menú diario para un hiperuricémico
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Iniciamos aquí una serie de artículos en los que se revisan ciertas condiciones clínicas en cuyo abordaje terapéutico la intervención dietética ocupa un lugar sobresaliente. Junto a la descripción general de cada enfermedad, se analizan los requerimientos dietéticos de los pacientes que las presentan y se aporta un ejemplo de menú-tipo adaptado a ellos.

En determinadas enfermedades, el abordaje dietético es clave tanto en el pronóstico como en el tratamiento. Este es el caso de la diabetes, la enfermedad celíaca y la hiperuricemia.

Diabetes

Patología

La diabetes es una enfermedad crónica asociada a una alteración en el metabolismo de los azúcares debido a una carencia parcial o total de insulina o bien a una disfunción en su actuación. Cabe recordar que la insulina, como hormona que hace posible que los azúcares entren en las células para poder ser utilizados como fuente de energía, desempeña un papel decisivo en el metabolismo. Si la insulina es escasa o funciona mal, los azúcares se acumulan en la sangre, produciendo hiperglucemia.

En España, un 3-5% de la población es diabética. Un 85% del total de diabéticos presenta diabetes de tipo 2 o del adulto (no dependiente de insulina), y en menor proporción (un 15%), diabetes de tipo 1 o infantil. No obstante, hay otros tipos de diabetes: la de tipo Mody (de inicio en la edad infantil pero con características de la del adulto), la diabetes gestacional (aparece durante el embarazo), diabetes secundarias a alteraciones orgánicas o a enfermedad de páncreas, tiroides, glándulas suprarrenales e intolerancia hidrocarbonada.

Causas

Las causas de la diabetes son diversas:

• En la de tipo 2 están implicados factores genéticos, la obesidad (el 80% de los diabéticos de tipo 2 sufre sobrepeso u obesidad), las dietas desequilibradas (muy energéticas y ricas en azúcares sencillos), el sedentarismo y el envejecimiento de la población.

• En la de tipo 1 influyen factores genéticos, así como alteraciones del sistema inmunitario e infecciones virales que pueden desencadenar reacciones de autoinmunidad con destrucción de las células pancreáticas que secretan la insulina. Su tratamiento requiere la administración de insulina.

Sintomatología

La clínica de la diabetes puede variar en función de si es de tipo 1 o 2:

• Diabetes de tipo 1. Los síntomas más comunes derivan de la hiperglucemia. En su debut, las manifestaciones típicas son la polidispsia, la poliuria y la polifagia.

Cuando la glucosa en sangre supera unos limites determinados, el riñón no puede impedir que se elimine por la orina (glucosuria). Además, para eliminar tal carga de azúcares por el riñón es necesario diluirlos en la propia orina; el azúcar arrastra gran cantidad de agua y aumenta la producción de orina (poliuria). Al perder tanta agua, el organismo se deshidrata y para compensar la pérdida hay gran ingesta de líquido (polidipsia). Además, como está aprovechando mal su principal fuente de energía (azúcares), se estimula mucho más el apetito por lo que se come en exceso (polifagia), aunque esto no soluciona el problema, por lo que pierde peso y se siente cansado. Una vez se inicia el tratamiento médico y dietético, remiten todos los síntomas.

• Diabetes de tipo 2. No se presentan los síntomas descritos en la diabetes de tipo 1, de ahí que se presuma que más de la mitad de las personas que la sufren no estén diagnosticadas. En ellas, los síntomas son más inespecíficos y no tan claros, ya que el origen de la diabetes no es que no exista insulina, sino que ésta resulta insuficiente o que se aprovecha mal.

Necesidades dietéticas del paciente diabético

La dieta equilibrada es fundamental en la prevención de esta enfermedad pero además, cuando ya se ha instaurado, es un pilar imprescindible en el tratamiento.

La función primordial de la dieta es ayudar a la regulación de los niveles de azúcar en sangre y prevenir posibles complicaciones a corto plazo (hiperglucemias e hipoglucemias) y a largo plazo, en ocasiones junto con la administración de insulina y en otras, junto con la toma de ciertos medicamentos llamados antidiabéticos orales, aunque éstos no son necesarios en todos los casos.

Otras precauciones importantes a tener en cuenta

Además del tratamiento dietético propiamente dicho, hay una serie de aspectos que deben ser tenidos muy en cuenta y que resultan complementarios al tratamiento, dado que es una enfermedad asociada a un alto riesgo cardiovascular. Por ello se incluyen recomendaciones de cesación del hábito tabáquico, práctica de ejercicio físico y mejora del perfil lípidico cardiovascular (tabla I). En la tabla II se aporta un modelo de menú diario adaptado a las necesidades generales de paciente diabético.

Celiaquía

La celiaquía es un enfermedad crónica intestinal que puede presentarse de manera frecuente en la infancia, y de manera menos habitual en la edad adulta. Se presenta en 1 de cada 300 niños y 7 de cada 10 pacientes son mujeres. Cursa con malabsorción a causa de una alteración en la mucosa del intestino delgado por una intolerancia al gluten, complejo de proteínas que contienen el trigo, el centeno, la avena, la cebada y el triticale (híbrido de trigo y centeno), así como cualquier alimento elaborado a partir de estos granos.

Concretamente la gliadina, uno de los componentes del gluten, es la sustancia que resulta tóxica. La sintomatología cursa con irritabilidad, inapetencia, distensión y dolor abdominal, deposiciones frecuentes, malolientes, espumosas y voluminosas, a veces acompañadas de vómitos. A causa de la malabsorción se desarrolla deficiencia de ciertos nutrientes, principalmente vitaminas y sales minerales.

A veces se prescriben suplementos vitamínicos para paliar estas deficiencias. Los síntomas intestinales y el retraso en el crecimiento son comunes en aquellos niños diagnosticados dentro de los primeros años de vida. El desarrollo en la persona adulta, en cambio, se distingue por la aparición de síntomas extraintestinales como talla baja, anemia ferropénica, retraso en el desarrollo, etc.

Para diagnosticar esta condición, se hacen analíticas sanguíneas en las que se detectan anticuerpos contra el gluten, aunque a veces es necesaria la realización de una biopsia del intestino.

La celiaquía se presenta en 1 de cada 300 niños y 7 de cada 10 pacientes son mujeres. Concretamente la gliadina, uno de los componentes del gluten, es la sustancia que resulta tóxica

Necesidades dietéticas del paciente celíaco

La celiaquía no se puede prevenir pero con tratamiento dietético remite absolutamente la sintomatología, así como la degeneración de la mucosa del intestino delgado. Así pues, dado que el único tratamiento posible para esta enfermedad es el dietético, deberemos ser extraordinariamente cuidadosos con la dieta del paciente. De entre las fuentes de hidratos de carbono, los cereales que se pueden consumir sin problema son el maíz, el arroz, el mijo y el sorgo, así como la mandioca, un tubérculo muy parecido a la patata.

Si se sigue una dieta totalmente libre de gluten, remitirán todos los síntomas y ello evitará la manifestación y progresión de toda la sintomatología. Se trata, por otro lado, de una patología que permite llevar al paciente una vida perfectamente normal tras la exclusión rigurosa del gluten de la dieta (tabla III).

Cabe aludir también aquí al posible aporte de gluten que pueden hacer algunos medicamentos y leer con atención el prospecto. Asimismo, para observar de forma estricta la dieta sin gluten no hay que olvidar emulsionantes, espesantes y otros aditivos derivados de granos que contienen gluten en alimentos procesados comercialmente, de ahí que deba recomendarse una lectura estricta de las etiquetas. A veces, los ingredientes no están suficientemente descritos en éstas, por lo que se hace imprescincible ponerse en contacto con el fabricante para conseguir la información completa.

Los consejos básicos que debemos dar al paciente incluyen:

• Consumir alimentos naturales que de por sí ya se hallan libres de gluten: cereales sin gluten como arroz, maíz, mijo y sorgo; verduras y hortalizas, frutas, legumbres, leche y derivados, carnes, pescados y huevos.

• Es mejor reservar el consumo de productos manufacturados denominados «sin gluten» para casos o situaciones concretas, porque además suelen ser caros.

• Algunas veces el paciente celíaco desarrolla una intolerancia secundaria a la lactosa, debida a la malabsorción intestinal derivada de la propia enfermedad celíaca, pero a medida que los síntomas remiten, puede irse añadiendo lactosa a la dieta sin ningún problema, empezando por el yogur y el queso, o bien recurrir a productos libres de lactosa.

La tabla IV presenta recomendaciones no dietéticas para el paciente celíaco y la tabla V contiene un modelo de menú diario adaptado a sus requerimientos dietéticos generales.

Hiperuricemia

Patología

La hiperuricemia es una concentración de ácido úrico en sangre por encima de 7 mg/dl. La hiperuricemia no necesariamente se acompaña de gota o de litiasis renal, en cuyo caso se denomina hiperuricemia asintomática. Sin embargo, cuanto mayores son los niveles de ácido úrico, más probabilidades hay de sufrir gota. A medida que avanza la enfermedad, los síntomas son más frecuentes y prolongados. En cuanto a los ataques, se sabe que tienen relación con la alimentación, la obesidad, la ingesta de bebidas y un exceso de ejercicio.

Necesidades dietéticas del paciente hiperuricémico

El tratamiento de la hiperuricemia comprende la dieta y los fármacos reductores del ácido úrico. Es necesario seguir una dieta muy pobre en purinas para conseguir descensos moderados de los niveles de ácido úrico. Una dieta con restricción estricta en purinas puede reducir el nivel de ácido úrico 0,6-1,8 mg/dl de sangre. Sin embargo, el consejo dietético sigue siendo importante para el control completo del paciente con hiperuricemia (la tabla VI incluye un modelo de menú adaptado a las necesidades generales del paciente hiperuricémico).

La dieta del paciente hiperuricémico: recomendación de pescado blanco

El pescado blanco se diferencia del azul principalmente por su contenido graso: el primero tiene menos grasa que el segundo y este último contiene un tipo de grasa cardiosaludable que no está presente en el primero. Pero ésta no es la causa por la que se debe eliminar el pescado azul en la dieta del paciente hiperuricémico. En el pescado azul abundan mucho más las purinas que en el blanco. Estas purinas proceden de las nucleoproteínas de células musculares, que al ser metabolizadas en nuestro organismo se transforman en ácido úrico.

Los fármacos, en cambio, resultan muy e~caces.

Los consejos dietéticos para el paciente icluyen:

• "Adecuar la ingesta calórica para conseguir el normopeso de forma progresiva y no brusca (el ataque de gota puede desencadenarlo una comida muy copiosa, pero también el ayuno).

• Reducir las purinas de la dieta para ayudar a que descienda el valor de ácido úrico en sangre. Se debe disminuir el consumo de alimentos ricos en estas sustancias: vísceras, carnes, pescados azules, marisco... Las legumbres tienen un contenido moderado en purinas (se deben consumir tan sólo una vez por semana).

• Reducir las bebidas alcohólicas ya que pueden desencadenar una crisis aguda de gota al aumentar la producción de ácido úrico.

• No excederse en el consumo de grasas, porque pueden favorecer la formación de cálculos en el riñón.

• Aumentar el consumo de hidratos de carbono complejos frente a los sencillos y las grasas. Una dieta rica en cereales, féculas y verduras pobre en purinas estimula la excreción de uratos.

• Beber dos litros y medio de líquidos al día: alimentos y bebidas (agua, infusiones, zumos, gelatina). Elegir alguna bicarbonatada para alcalinizar la orina, sobre todo si se toman fármacos uricosúricos.

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