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Vol. 31. Núm. 5.
Páginas 33-37 (Septiembre 2017)
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Curso básico sobre trastornos del área respiratoria alta. Tema 2. Gripe y resfriado
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Beatriz Casas Torcidaa, Elena Rivas Dieza, Nuria Mielgo Garcíaa, Raquel Ramos Péreza, Ramón Valdés Solís Fernándeza, Víctor Rivas Dieza
a Farmacéuticos comunitarios
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Dos de las principales infecciones que afectan al ser humano en el invierno son la gripe y el resfriado. Ambas provocan unos síntomas muy parejos que es importante conocer para diferenciarlas. El resfriado es una patología benigna que desaparece espontáneamente en un espacio breve de tiempo, mientras que la gripe puede generar ciertas complicaciones que pueden ser graves.

Introducción

El resfriado, también denominado catarro común, es una infección viral aguda del tracto respiratorio que provoca inflamación en las vías aéreas altas (laringe, senos paranasales, nariz, tráquea y bronquios), pero no cursa con fiebre. Los primeros síntomas en aparecer son los estornudos, rinorrea fluida, acuosa y abundante, picor de garganta, congestión nasal y malestar general. Según se va desarrollando la enfermedad, las secreciones nasales se espesan y pueden ser incluso purulentas, hecho que en ocasiones genera tos. La fase de incubación es de 1 a 3 días y los síntomas tienden a desaparecer en 4-10 días.

La gripe es una infección viral aguda de las vías respiratorias superiores que aparece de forma agresiva. Se manifiesta con un cuadro de fiebre superior a los 38º, acompañado de mialgias (destacando en la zona dorsolumbar y extremidades inferiores), cefalea intensa y otros síntomas como tos seca, astenia, dolor al deglutir, cansancio y malestar general. Una vez pasadas 48-96 horas desde el inicio de la sintomatología, la fiebre empieza a cesar, los síntomas se hacen más leves y, si no surgen complicaciones, el cuadro desaparece en un máximo de 7 días. Las complicaciones más habituales son la bronquitis y la neumonía que, en determinados grupos de riesgo, pueden tener un pronóstico grave y llevar incluso a la muerte.

Etiología

Gripe

La gripe es producida por el virus influenza, de la familia de los ortomixoviridae, y hay tres tipos que afectan a los seres humanos, llamados A, B y C. Los tres son muy similares, ya que provienen de la misma familia, pero se diferencian por las proteínas de la nucleocápside y por las de la cubierta. Los de tipo A y B tienen hemaglutinina (HA) y neuraminidasa (NA), mientras que el C solo tiene hemaglutinina-esterasa. A su vez, el virus influenza A se divide en subtipos de acuerdo a las combinaciones que presente de dos de sus proteínas de superficie, la HA y NA, de las cuales se conocen 18 y 11 respectivamente, existiendo muchas posibles combinaciones.

También se diferencian por las especies a las que afectan. La influenza B es específica de los humanos, mientras que la de tipo C afecta, además, a cerdos, y la de tipo A, a otros mamíferos y a las aves. Se cree que el contagio de los virus de la influenza entre diferentes especies es la causa de mutaciones más graves, que son el desencadenante de las pandemias.

Los tipos A y B de la influenza causan epidemias estacionales y son prevenidas mediante vacunación, mientras que el tipo C solo provoca enfermedades respiratorias leves que no suelen degenerar en epidemias.

Resfriado

Los resfriados son provocados principalmente por diferentes virus, entre los que destacan los rinovirus (un 30-50% de los casos) y los coronavirus (entre el 10-15%).

Aunque es poco frecuente, los resfriados pueden complicarse debido a un debilitamiento del sistema inmune que es aprovechado por bacterias provocando una coinfección. Estas complicaciones pueden ser infecciones de oído, sinusitis, bronquitis o neumonitis.

El carácter estacional en la incidencia del resfriado común revela tres picos anuales: principios de otoño, mitad de invierno y primavera.

Epidemiología

Las infecciones de las vías respiratorias causadas por virus suponen un 50% del total de las infecciones agudas. El carácter estacional en la incidencia del resfriado común revela tres picos anuales: principios de otoño, mitad de invierno y primavera. En cuanto a la distribución por grupos de población, los niños son el colectivo más afectado, con una incidencia que dobla la de los adultos debido a la inmadurez del sistema inmunitario y la mayor probabilidad de contagio por el contacto físico (guarderías, escuelas). Los ancianos, personas debilitadas e inmunodeprimidas y enfermos crónicos (en especial aquellos con afecciones en las vías respiratorias) son también grupos de riesgo. En cuanto a sexos, las mujeres resultan más afectadas pasado el período de la adolescencia.

La gripe aparece en forma de epidemias en intervalos variables de 1-3 años, debido a las mutaciones que va sufriendo el virus, y llega a afectar aproximadamente a un 15% de la población. Desde 1918, cada 15 o 20 años los cambios genéticos de los virus son capaces de provocar una pandemia en la que el porcentaje de población afectada puede llegar al 60-70%.

Causas de remisión al médico

Gripe

En el caso de la gripe, deben derivarse al médico los pacientes que presenten los siguientes síntomas:

– Dificultad para respirar.

– Dolor o presión en el pecho o abdomen.

– Mareo persistente.

– Estado de confusión.

– Fiebre de más de 38º durante 4 días.

También deben remitirse las embarazadas y quienes padezcan alguna enfermedad crónica.

Cuando se trata de niños de corta edad, debe recomendarse acudir al pediatra en el caso de presentar los siguientes síntomas:

– Respiración rápida.

– Erupciones en la piel.

– Falta de apetito o de ganas de jugar.

– Síntomas que inicialmente mejoran pero luego vuelven a aparecer.

Resfriado

Con respecto al resfriado, es aconsejable la derivación en los siguientes casos:

– Dura más de 10 días.

– La fiebre de más de 38º dura más de 2 días.

– Presenta algún síntoma que no es característico del resfriado.

– Padece alguna enfermedad crónica y ha empeorado.

Diagnóstico

Gripe

El diagnóstico de la gripe se realiza mediante el aislamiento de los virus de secreciones faríngeas o nasales o de material de lavado en cultivo celular o en huevos embrionados. Se identifican antígenos víricos por pruebas de IF (inmunofluorescencia) o por ELISA (inmunoabsorción ligada a enzimas). La primera muestra se toma en el inicio de la enfermedad y la otra 1 semana después, con el fin de demostrar un aumento del título del anticuerpo específico. En fases avanzadas del proceso, el hallazgo de títulos elevados puede ser indicativo de infección reciente.

Pruebas diagnósticas de influenza:

Reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR): es la más sensible y específica, diferencia el tipo (A o B) y los subtipos. La Food and Drug Administration (FDA) la aprobó como test rápido en 2015.

Inmunofluorescencia: moderada sensibilidad y alta especificidad. Es el mejor test para detección rápida, diferencia el tipo (A o B).

Test de diagnóstico rápido: altamente sensible y específico. Resultado en 10-30 minutos. Detecta el antígeno y la neuraminidasa. Indicado en periodos de alta prevalencia en la comunidad.

Cultivo viral: poco útil en las decisiones clínicas, uso preferible en baja actividad gripal.

Test serológico: poco útil en las decisiones clínicas, requiere seroconversión (ELISA), útil en estudios retrospectivos.

Resfriado

El diagnóstico del resfriado común es clínico y no requiere la realización de ninguna prueba complementaria.

Medidas preventivas

La vacunación antigripal es la mejor arma para combatir la gripe. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se encarga de recoger la información de distintos centros de vigilancia epidemiológica de la gripe distribuidos por todo el planeta, para elaborar, hacia el mes de febrero, las recomendaciones sobre el contenido que debe tener la vacuna antigripal para la siguiente temporada. Habitualmente se incluyen dos cepas del virus tipo A y una del tipo B.

La época recomendada para la vacunación incluye los meses de octubre, noviembre y diciembre. La eficacia de la vacuna de virus inactivados oscila entre el 70-90% en pacientes sanos y puede ser algo inferior en ancianos.

En la actualidad se recomienda la vacunación antigripal a los siguientes grupos:

– Personas mayores de 65 años.

– Pacientes con diabetes u otras enfermedades crónicas.

– Mujeres embarazadas.

– Profesionales sanitarios.

No existen medicamentos para curar el resfriado ni la gripe. El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas, muchos de los cuales son comunes, de ahí que sean empleados los mismos medicamentos paliativos.

Tratamiento farmacológico

No existen medicamentos para curar el resfriado ni la gripe. El objetivo del tratamiento, por tanto, es aliviar los síntomas, muchos de los cuales son comunes, de ahí que sean empleados los mismos medicamentos paliativos.

Los antibióticos no son útiles, dada su etiología viral, y solo deben utilizarse por indicación del médico cuando se sospeche una sobreinfección bacteriana. Así pues, el tratamiento más habitual consiste en paliar los síntomas mientras la enfermedad sigue su curso y las defensas del organismo eliminan los virus.

Existen una serie de medidas generales aconsejables para los pacientes afectados por gripe o resfriado:

– Utilizar pañuelos de un solo uso.

– Lavarse a menudo las manos.

– Cubrirse la nariz y la boca al toser o estornudar, preferentemente con la parte interior del brazo.

– Evitar en lo posible toser y carraspear para no irritar la garganta.

– No fumar ni tomar bebidas alcohólicas.

– Chupar caramelos sin azúcar, pero no de menta para evitar irritar la garganta.

– Ventilar bien los espacios cerrados.

– Quedarse en casa si se tiene fiebre y malestar general.

– Utilizar suero fisiológico para aliviar la congestión nasal.

Los fármacos que se utilizan tienen la finalidad de controlar los síntomas o molestias derivadas del cuadro. Entre ellos destacan los siguientes.

Analgésicos/antipiréticos

Se emplean para aliviar la fiebre, el dolor de garganta, de cabeza y otras localizaciones y el malestar general. Los más utilizados son el ácido acetilsalicílico, paracetamol e ibuprofeno. El fármaco de elección es el paracetamol, ya que presenta menos incidencia de reacciones adversas (trastornos gastrointestinales, hemorragias digestivas).

En el resfriado y síndrome gripal en menores de 16 años no debe usarse acetilsalicílico y sus derivados, ya que su uso en enfermedades infantiles de origen viral se ha asociado a la aparición del síndrome de Reye.

Descongestivos nasales/orales

Para el tratamiento de la rinorrea o congestión nasal pueden utilizarse fármacos alfa adrenérgicos (efedrina, fenilefrina, oximetazolina, xilometazolina, fenilpropanolamina, pseudoefedrina, etc.), que son aminas simpaticomiméticas de acción general. Actúan produciendo una vasoconstricción en la mucosa nasal que se traduce en una descongestión. Se utilizan vía tópica (gotas, nebulizador, gel), con lo que se disminuye la incidencia de efectos adversos sistémicos y se acelera la acción. Pueden producir efecto rebote (rinitis medicamentosa) en usos prolongados. Por tanto no se debe superar un máximo de 3-4 días de tratamiento.

La acción vasoconstrictora también se puede conseguir por vía oral. En este caso es más duradera y se reduce la tendencia a la vasoconstricción de rebote. Dicho uso no está recomendado en hipertensos ni en pacientes con problemas cardiovasculares puesto que pueden desencadenar crisis hipertensivas.

No obstante, lo más indicado para el tratamiento de la congestión nasal es la utilización de solución fisiológica compuesta de cloruro sódico (0,9%) o bien los preparados de agua de mar.

Antihistamínicos

Los antihistamínicos pueden ser útiles en aquellos casos en los que el proceso respiratorio curse con congestión nasal, lagrimeo, picor y/o estornudos. Estos fármacos producen una vasodilatación profunda, aumento de la permeabilidad capilar y edema, sobre todo en la zona de la nariz. Entre los más utilizados cabe destacar la clorfenamina, la difenhidramina, la clorpromazina y la doxilamina.

Producen un efecto depresor en el sistema nervioso que se traduce en somnolencia, que es el efecto secundario más frecuente. Las reacciones adversas son fundamentalmente debidas a su acción anticolinérgica: sequedad de boca, dolor estomacal, visión borrosa, espesamiento de las secreciones bronquiales, micción dificultosa, nerviosismo, estreñimiento y fotosensibilidad.

Suelen presentarse asociados a descongestivos orales en el tratamiento del resfriado, aunque su empleo parece no estar justificado.

Antitusivos

Se justifica la utilización de un antitusivo en el caso de tos improductiva que interfiera en el sueño, impida el descanso e irrite las vías respiratorias. Cabe decir que este tipo de tos es más propia de la gripe que del resfriado. Se emplean mayoritariamente el dextrometorfano y la codeína. El primero es de elección, ya que es tan eficaz como la codeína, pero carece de los efectos sedantes, analgésicos y adictivos de esta.

En el caso de la tos productiva únicamente se aconseja eliminarla cuando puede interferir en la vida normal e impida descansar. La tos productiva ayuda a expulsar las secreciones bronquiales y a resolver el cuadro respiratorio.

Mucolíticos y expectorantes

Los mucolíticos y expectorantes actúan disminuyendo la viscosidad de la secreción mucosa bronquial, lo que facilita su expulsión. También incrementan el volumen de las secreciones bronquiales y estimulan los mecanismos para su eliminación mediante deglución o expulsión.

No hay una evidencia clara sobre la eficacia clínica de estos productos. Sin embargo, los pacientes declaran una impresión subjetiva de la mejora de la sintomatología.

Los principios activos más importantes de este grupo son: carbocisteina, acetilcistina, guaifenesina, bromhexina y ambroxol.

Antigripales

No es recomendable la utilización de combinaciones de fármacos a dosis fijas, ya que se ha comprobado que es mejor adecuar el tratamiento con el abanico de principios activos disponibles a las características de cada paciente. En la mayoría de los llamados antigripales uno o varios de los componentes están infra-dosificados. En el mercado se dispone de distintas asociaciones:

– Analgésico-antipirético con descongestionante nasal.

– Analgésico-antipirético con antihistamínico.

– Analgésico-antipirético con antihistamínico y descongestionante nasal.

Alguno de estos combinados añaden también mucolíticos, broncodilatadores, antitusígenos, vitamina C o cafeína.

El uso de vitamina C en distintos preparados es discutido, ya que no ha demostrado ser un preventivo ni curativo.

La asociación de cafeína parece potenciar los efectos analgésicos del ácido acetilsalicílico en determinadas dosis. Por otra parte, su actividad estimulante nerviosa puede contrarrestar el efecto de somnolencia de los antihistamínicos.

Tratamiento de la gripe

La aparición de los denominados inhibidores de la neuraminidasa, zanamivir (Relenza®) y oseltamivir (Tamiflu®), permiten un tratamiento curativo frente a virus influenza tipo A y B, con una administración adecuada en dosis y dentro de las primeras 48 horas de la aparición del cuadro. Estos medicamentos inhiben la replicación vírica y esto ayuda a reducir el período de convalecencia en un par de días.

La administración de zanamivir se realiza vía inhalatoria oral y se debe controlar el uso en pacientes asmáticos o con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En el caso de oseltamivir la administración es oral.

Las consultas sobre gripe y resfriado son muy habituales en la farmacia comunitaria, por lo que es importante que el farmacéutico conozca y aplique correctamente los criterios de derivación al médico.

Papel del farmacéutico

Las consultas sobre gripe y resfriado son muy habituales en la farmacia comunitaria, por lo que es importante que el farmacéutico conozca y aplique correctamente los criterios de derivación al médico.

El primer escalón para el tratamiento son las medidas higienicodietéticas, y desde la farmacia se debe proporcionar una correcta educación sanitaria.

La mayoría de los tratamientos se dispensan sin receta y es responsabilidad del farmacéutico recomendar uno u otro, según la sintomatología del paciente y, sobre todo, informar sobre la posología, la duración del tratamiento, las contraindicaciones, los efectos secundarios y las interacciones.

Además, el farmacéutico tiene un papel muy relevante en la difusión de la vacunación contra la gripe en las poblaciones de riesgo, así como de promover conductas saludables para prevenir estas afecciones.


Bibliografía recomendada

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