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Vol. 27. Núm. 1.
Páginas 34-42 (Enero 2013)
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Curso básico. Salud genitourinaria
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Adela-E. Gómez Ayalaa
a Doctora en Farmacia. Máster en Atención Farmacéutica. Diplomada en Nutrición por la Universidad de Granada.
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Tabla. I. Escala internacional de síntomas prostáticos
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Objetivos generales

Los farmacéuticos participantes en este curso actualizarán sus conocimientos sobre atención al paciente con enfermedades o problemas de salud genitourinaria, incidiendo especialmente en la dispensación informada, ámbito específico en el que pueden desarrollar plenamente su tarea como educadores sanitarios y expertos en el medicamento.

Objetivos específicos

Al término de este curso, los farmacéuticos participantes:

• Dispondrán de unos conocimientos adecuados de la etiología, la sintomatología y el diagnóstico de las distintas entidades clínicas o problemas de salud genitourinaria descritos en el curso.

• Podrán realizar una dispensación informada exhaustiva de la medicación prescrita al paciente diagnosticado de alguna de las entidades clínicas descritas, con el objetivo de promover su uso eficaz, racional y seguro.

• Podrán llevar a cabo tareas de farmacovigilancia en relación con la medicación utilizada.

Metodología

El curso se articula en 8 temas, que se publican en FARMACIAPROFESIONAL en 2012-2013, no solo en su versión en papel, sino también en su versión electrónica en www.dfarmacia.com. Cada vez que se publique un tema en la web, se avisará al alumno para que pueda seguir el contenido y realizar el cuestionario de autoevaluación. Para formular cualquier consulta sobre el curso, dispondrá de un correo electrónico de contacto.

Evaluación

El alumno será evaluado a partir de la realización de los cuestionarios asociados a cada tema. El período de autoevaluación (activación de cuestionarios electrónicos en www.dfarmacia.com) se iniciará el 25 de octubre de 2012 y finalizará el 15 de enero de 2014. Para realizar las autoevaluaciones (8 test, cada uno con 10 preguntas de respuesta múltiple y solo una correcta) es necesario registrarse y acceder a www.dfarmacia.com. Para superar el curso, es preciso contestar todos los cuestionarios y superar el 80% del total de preguntas.

El alumno recibirá la calificación de apto o no apto de forma automática, tras la realización del test correspondiente a cada tema. Para evitar fraudes, solo al final del curso se dará acceso a las respuestas correctas, y quienes hayan superado la evaluación podrán descargarse el diploma.

Sumario

1. Infecciones de transmisión sexual

2. Incontinencia urinaria

3. Hiperplasia benigna de próstata

4. Infecciones comunes del tracto urinario

5. Eyaculación precoz

6. Disfunción eréctil

7. Trastornos del ciclo menstrual

8. Trastornos asociados a la menopausia


Tema 3

Hiperplasia benigna de próstata

La hiperplasia benigna de próstata es una patología muy frecuente en el varón, especialmente a partir de los 60 años. Implica un incremento del estroma y de las células epiteliales de la glándula prostática e identifica 3 componentes fundamentales: aumento del tamaño de la glándula, confirmación de la obstrucción del flujo urinario y presencia de síntomas miccionales obstructivos e irritativos en el tracto urinario inferior.

La próstata es una glándula sexual del varón, apenas conocida hasta hace tan solo unas décadas. En el adulto, la próstata tiene el tamaño de una nuez, pesa entre 15 y 20 gramos y tiene forma de pirámide invertida. Está ubicada en la pelvis anatómica, concretamente por debajo del cuello vesical, por detrás del pubis y por delante del recto. Envuelve y rodea el primer segmento de la uretra y los conductos eyaculatorios. En el segmento de la uretra, rodeado por la próstata, se distingue una zona anterior de predominio fibromuscular y una zona posterior, predominantemente glandular.

La próstata está recubierta por una fina envoltura que define su límite y se denomina cápsula prostática.

El tejido glandular de la próstata está distribuido en 3 zonas histológicamente definidas, inmersas en varias capas musculares. En dicha estructura se distinguen 3 lóbulos: 2 laterales y 1 medio. La glándula prostática es una estructura que forma a parte del sistema urinario y del sistema reproductor y que tiene como principal función producir líquido prostático. Este, si bien no es imprescindible, desempeña un importante papel para asegurar la fertilidad del varón, ya que favorece el transporte y la supervivencia de los espermatozoides al alcalinizar y alimentar el semen.

Como integrante del sistema urinario, la próstata actúa sosteniendo la vejiga, a la vez que interviene en el complejo mecanismo de la continencia.

El crecimiento de la próstata está regulado por numerosas hormonas y factores y puede dividirse 2 etapas:

• Desde la pubertad hasta los 30 años.

• A partir de la quinta década de la vida.

La hiperplasia benigna de próstata suele aparecer a mediana edad y va siendo más frecuente a medida que el varón envejece.

Definición

La alteración ocasionada por el crecimiento prostático en el varón es conocida desde hace ya bastante tiempo. Sin embargo, no ha sido hasta épocas recientes cuando se ha logrado consensuar un término —hiperplasia benigna de próstata— que viene a sustituir a otros como adenoma de próstata o hipertrofia prostática, cada vez en mayor desuso.

El término hiperplasia benigna de próstata implica un incremento del estroma y de las células epiteliales de la glándula prostática e identifica 3 componentes fundamentales: aumento del tamaño de la glándula, confirmación de la obstrucción del flujo urinario y presencia de síntomas miccionales obstructivos/irritativos en el tracto urinario inferior.

Epidemiología

La hiperplasia benigna de próstata es la enfermedad urológica más frecuente en el varón, constituyendo la primera causa de consulta ambulatoria al especialista. Es el tumor benigno más habitual en varones mayores de 60 años y representa la segunda causa de cirugía. Todos los estudios confirman que el grado de crecimiento prostático es directamente proporcional a la edad.

Las evidencias anatómicas de esta alteración encontradas en autopsias de varones con edades de entre 50 y 60 años, 60 y 70 años y 70 y 80 años, han sido del 40, 60 y 80%, respectivamente. Actualmente, se admite que la presencia de retención urinaria aguda está estrechamente ligada a la evolución de la hiperplasia benigna de próstata.

En lo que respecta a las consultas médicas que provoca esta patología, menos del 50% de los varones sintomáticos consultan al médico. Los principales motivos que justifican estas cifras son la asociación de los síntomas con el proceso de envejecimiento (70%), el escepticismo acerca de la eficacia del tratamiento (50%) y, finalmente, el miedo a la cirugía (25%).

Si bien la hiperplasia benigna de próstata supone agrandamiento de esta glándula y obstrucción mecánica al flujo miccional, no siempre existe correlación entre el volumen de la hiperplasia y la intensidad de los síntomas

Etiopatogenia

En el origen de la hiperplasia benigna de próstata se encuentran implicados diferentes factores que, aunque aisladamente no tienen la suficiente entidad como para generar la enfermedad, sí puede afirmarse que son fundamentales para el desarrollo de la hiperplasia.

Factor edad. Una edad superior a los 50 años se considera un importante factor de riesgo. El crecimiento de la próstata comienza en la pubertad y se completa en torno a la tercera década de la vida. Aproximadamente entre los 30 y 40 años aparecen focos de hiperplasia en los tejidos glandular y fibromuscular. A partir de los 50-60 años, puede iniciarse una segunda fase de crecimiento.

• Factor hormonal. Representado por la presencia de andrógenos después de la pubertad y la localización en la zona transicional de la próstata. La estimulación androgénica es fundamental para la generación de hiperplasia del tejido glandular y estromal de la próstata. En este sentido, la testosterona pasa a dihidrotestosterona por la acción de la 5-α-reductasa, y este último compuesto es el que tiene acción androgénica sobre la próstata. A su vez, las células estromales y epiteliales de la próstata poseen receptores androgénicos; la estimulación de las primeras iría ligada a la de las segundas, dando lugar así al comienzo de la hiperplasia.

• Otros factores de crecimiento. En la próstata existe un equilibrio entre factores estimuladores e inhibidores de las células epiteliales y estromales. La acción de los factores FGF-2 y KGF-7 induce la proliferación del epitelio y del estroma de la próstata, dando lugar al proceso hiperplásico.

Además de los factores que se acaban de comentar, la hiperplasia benigna de próstata se ve favorecida si se dan las siguientes situaciones:

• Antecedentes familiares. El riesgo es mayor en los familiares de primer grado.

• Raza. Algunos estudios americanos demuestran que esta enfermedad afecta más a la población de raza negra que a la de raza blanca.

• Alimentación. La ingesta de alimentos ricos en fitoestrógenos podría proteger frente a esta alteración.

• Hiperinsulinismo. Dada su relación con el síndrome metabólico, el hiperinsulinismo provoca un agrandamiento de la glándula prostática.

Por otra parte, cada vez se acepta más la teoría que considera que buena parte de los síntomas ligados a la hiperplasia benigna de próstata son debidos a alteraciones funcionales de la vejiga más que a la obstrucción en sí misma.

Clínica

Si bien la hiperplasia benigna de próstata supone agrandamiento de esta glándula y obstrucción mecánica al flujo miccional, no siempre existe correlación entre el volumen de la hiperplasia y la intensidad de los síntomas. Y solo el 50% de los pacientes con hiperplasia benigna de próstata contrastada presenta sintomatología. Una próstata mayor de 40 cm3/40 g puede no generar ningún tipo de síntomas, mientras que otra de tamaño inferior puede producirlos todos.

Los componentes que contribuyen a la clínica de la hiperplasia benigna de próstata son el estático, debido a la obstrucción mecánica del cuello vesical como consecuencia del agrandamiento de la próstata, y el dinámico, debido al aumento y disfunción en el tono muscular provocado por los α-receptores en el musculo liso prostático y en el músculo liso vesical.

De forma arbitraria, la clínica de la hiperplasia benigna de próstata se ha dividido en:

• Síntomas obstructivos. Los síntomas obstructivos o de vaciado son los que, aparecen con mayor frecuencia. Incluyen retraso en el inicio de la micción, disminución del calibre y fuerza del chorro, micción intermitente o prolongada, goteo posmiccional, retención urinaria y, en los casos más extremos, incontinencia por rebosamiento.

Fig. 1. Corte sagital de la próstata

• Síntomas irritativos. Los síntomas irritativos o de llenado son los que más inciden en la calidad de vida del afectado. Incluyen polaquiuria, urgencia miccional, nicturia, dolor suprapúbico y, por último, incontinencia de urgencia. Tradicionalmente, este cortejo sintomático ha sido denominado prostatismo, aunque actualmente se conoce como STUI (síntomas del tracto urinario inferior). En general, puede decirse que la hiperplasia benigna de próstata es una alteración que afecta fundamentalmente a la calidad de vida del paciente, más que a la supervivencia de este.

Sin embargo, esto no implica que la hiperplasia benigna de próstata sea una patología exenta de complicaciones, especialmente si se deja que evolucione de forma espontánea, sin ningún tipo de intervención terapéutica.

Las principales complicaciones de la hiperplasia son las siguientes:

• Hematuria, a consecuencia de la rotura de los capilares sanguíneos fruto de los cambios que experimenta la vejiga. Otros factores que también pueden provocarla son la congestión venosa vésico-prostática, los cálculos vesicales, las infecciones del tracto urinario y los tumores vesicales.

• Retención urinaria aguda. Su origen puede ser diverso (la próstata propiamente dicha, ciertos fármacos, la anestesia, la presencia de un cálculo vesical, el estreñimiento o tras una intervención quirúrgica de la próstata). Su aparición está ligada principalmente a la intensidad de los síntomas obstructivos y al tamaño prostático.

• Insuficiencia renal o retención urinaria crónica. Más frecuente en enfermos con una alteración de conciencia, en caso de neuropatía asociada en pacientes diabéticos y cuando existen lesiones neurológicas. En estos casos, puede aparecer incontinencia por rebosamiento, fruto de un considerable aumento de la capacidad vesical. En los estadios más avanzados, no es raro encontrar uterohidronefrosis e insuficiencia renal por obstrucción.

• Infección urinaria. Suele ser de carácter recurrente y está favorecida por la presencia de residuo vesical. Dicha infección, favorecida por infecciones previas, puede aparecer como cistitis o pielonefritis.

• Litiasis vesical. Puede manifestarse como dolor con los movimientos y, consecuentemente, polaquiuria, urgencia miccional y hematuria, síntomas estos que se alivian con el reposo.

Diagnóstico

Ante un paciente con síntomas del tracto urinario inferior, el estudio diagnóstico debe cumplir los siguientes objetivos:

• Constatar la presencia de una hiperplasia benigna de próstata.

• Descartar posibles complicaciones derivadas de la obstrucción.

• Efectuar un diagnóstico diferencial frente a patologías que cursan de una forma clínica similar.

• Determinar el impacto de los síntomas en la calidad de vida del afectado.

El diagnóstico de la hiperplasia benigna de próstata debe considerar 3 puntos claves clínica, volumen prostático y grado de obstrucción, pero como ya se ha comentado, es posible encontrar pacientes con obstrucción importante y ausencia de clínica, o bien, pacientes con clínica muy marcada, próstata pequeña y escasa obstrucción.

La Guía de la Organización Mundial de la Salud, la Guía de la Asociación Europea de Urología y la Guía de la Asociación Americana de Urología son las 3 guías de referencia para efectuar el diagnóstico.

La hiperplasia benigna de próstata es la enfermedad urológica más frecuente en el varón, constituyendo la primera causa de consulta ambulatoria al especialista

Entre ellas, existen pequeñas diferencias que tienen que ver con las características propias de las poblaciones a las que van orientadas. No obstante, el estudio básico que debe efectuarse siempre ante cualquier varón en el que se sospeche la existencia de hiperplasia benigna de próstata, debe incluir:

Historia clínica

• Antecedentes familiares de enfermedad de próstata.

• Antecedentes personales de enfermedades neurológicas (esclerosis múltiple, Párkinson, neuropatía diabética, enfermedad cerebrovascular, lesión medular).

• Antecedentes personales de cirugía abdominopélvica e instrumentación uretral.

• Farmacoterapia (antidepresivos tricíclicos, diuréticos, antagonistas del calcio y antihistamínicos de primera generación).

• Valoración de la sintomatología, realizada mediante el cuestionario IPPS (tabla I) o baremo internacional de síntomas prostáticos. El resultado de este cuestionario no permite distinguir entre la hiperplasia benigna de próstata y otras patologías que provoquen clínica urinaria, así como tampoco se correlaciona con la mayor o menor obstrucción del paciente.

La puntuación obtenida en este test, se interpreta de la siguiente forma:

• Sintomatología (preguntas 1-7):

• 0-7 puntos: sintomatología leve.

• 8-19 puntos: sintomatología moderada.

• 20-35 puntos: sintomatología severa.

• Afectación de la calidad de vida (pregunta 8):

• 0-2 puntos: ligera.

• 4 puntos: moderada.

• 4-6 puntos: severa.

Exploración física

•Exploración general.

•Exploración abdominogenital para descartar la existencia de globo vesical y anomalías peneanas.

•Tacto rectal, cuya finalidad es descartar la existencia de lesiones malignas. Mediante esta exploración debe valorarse el estado de la mucosa rectal, el tono del esfínter anal, la sensibilidad, el tamaño glandular, la consistencia, los límites y la movilidad. No obstante, aunque es una exploración útil para realizar un diagnóstico diferencial entre enfermedades anorrectales y enfermedades prostáticas, un tacto rectal normal no permite descartar el carcinoma prostático, ya que en fases precoces, el tacto rectal solo diagnostica el 10% de los carcinomas de próstata.

La hiperplasia benigna de próstata es una alteración que afecta fundamentalmente a la calidad de vida del paciente, más que a la supervivencia de este

Pruebas complementarias

•Urocultivo y sedimento urinario para descartar infecciones y complicaciones de la hiperplasia benigna de próstata.

•Creatinina plasmática. Permite detectar el funcionamiento renal y su posible fallo.

•Glucemia, cuya utilidad viene dada por el hecho de que en presencia de hiperglucemia, la poliuria secundaria a este exacerba la clínica del tracto urinario inferior.

Opcionalmente, pueden efectuarse las siguientes determinaciones y exploraciones:

• Antígeno prostático específico (PSA). Se trata de un marcador de tejido prostático, cuyo valor elevado se asocia a un mayor riesgo de carcinoma prostático, si bien hay otros cuadros clínicos tales como infecciones del tracto urinario, prostatitis e hiperplasia benigna de próstata, en los cuales también se dan valores elevados. Su determinación junto con el tacto rectal es útil en aquellos pacientes en los que se sospeche enfermedad tumoral.

•Ecografía abdominal, la cual es de gran utilidad en pacientes con hiperplasia benigna de próstata, pues ofrece los siguientes datos: residuo posmiccional, tamaño de la próstata y valoración de las vías altas en caso de complicaciones.

•Flujometría, la cual es útil cuando se sospecha la existencia de obstrucción; esta prueba debe efectuarse obligatoriamente antes de proceder a una cirugía. Es una prueba urodinámica no invasiva que cuantifica el volumen y la duración del chorro miccional, así como también valora el grado de obstrucción. Una de sus principales limitaciones es que no permite distinguir entre obstrucción y alteración del detrusor.

Revisión farmacológica

La actitud terapéutica ante un paciente con hiperplasia benigna de próstata dependerá de la situación general del enfermo, de cómo incide esta en la calidad de vida del afectado y de si pueden derivarse complicaciones de la misma.

La hiperplasia benigna de próstata puede tratarse mediante cirugía o medicación. El abordaje quirúrgico de esta patología queda fuera de los objetivos de la presente monografía. Analizaremos a continuación las distintas opciones farmacológicas existentes:

Fármacos de prescripción médica

La farmacoterapia existente para tratar la hiperplasia benigna de próstata ha avanzado hasta tal punto que ha disminuido el número de casos de indicación quirúrgica. Incluye 3 grupos terapéuticos: bloqueantes de los receptores α-adrenérgicos, inhibidores de la 5-α-reductasa y fitoterapia.

Bloqueantes de los receptores α-adrenérgicos. Están indicados en aquellos pacientes con sintomatología moderada y mala calidad de vida. Actúan sobre el componente dinámico de la obstrucción, bloqueando los receptores α-adrenérgicos de la musculatura lisa del cuello vesical y de la próstata, lo que se traduce en una menor resistencia uretral intraprostática con un aumento del flujo urinario y una mejoría de los síntomas miccionales del aparato urinario inferior, fundamentalmente de los síntomas de carácter irritativo. Estos medicamentos no tienen ningún efecto sobre el volumen de la próstata, ni tampoco previenen su crecimiento.

Si bien en un principio se usaron bloqueantes α-adrenérgicos no selectivos, los compuestos utilizados actualmente bloquean de forma selectiva a los receptores a-1, lo que minimiza su perfil de efectos adversos.

Los fármacos incluidos en este grupo son prazosina (menos utilizado), alfuzosina, doxazosina, terazosina, tamsulosina y silodosina. El efecto terapéutico de estos medicamentos se pone de manifiesto en cuestión de días y su eficacia persiste a largo plazo, incluso supera los 3 años. No hay evidencias de que unos compuestos sean superiores a otros en cuanto a eficacia clínica, por lo que la elección de un fármaco u otro se basa fundamentalmente en su posología y en su perfil de efectos secundarios. La posología de los distintos compuestos es la siguiente:

• Alfuzosina: 10 mg/24 h

• Doxazosina: 4-8 mg/24 h

• Terazosina: 2-5 mg/24 h

• Tamsulosina: 0,4 mg/24 h

• Silodosina: 8 mg/24 h

Los principales efectos secundarios de los fármacos de este grupo incluyen mareo, astenia, hipotensión ortostática y congestión nasal. Otros efectos adversos menos frecuentes son cefalea, disfunción eréctil, disminución de la libido y eyaculación retrógrada. Estos fármacos deben suprimirse como mínimo 15 días antes de una intervención quirúrgica de cataratas.

La silodosina, dada su mayor afinidad por los receptores a1A, es el compuesto de elección para tratar la hiperplasia benigna de próstata en pacientes con tendencia a la hipotensión o con trastornos cardiocirculatorios.

Algunos compuestos como la doxazosina, dada su acción sobre los receptores α1A de la próstata y α1B de los vasos sanguíneos, han sido utilizados para tratar la hipertensión arterial en pacientes aquejados de hiperplasia benigna de próstata, con el fin de usar un único fármaco. Sin embargo, a la luz de los estudios actuales, no deben usarse estos compuestos como único tratamiento para la hipertensión arterial, aconsejándose, además, que si ambas patologías

coexisten en un mismo enfermo, su abordaje terapéutico se efectúe por separado. Los bloqueantes a-adrenérgicos como monoterapia de la hipertensión arterial se han asociado a una mayor incidencia de insuficiencia cardíaca. α

Inhibidores de la 5-α-reductasa. Estos compuestos, a diferencia de los anteriores, sí tienen capacidad para modificar la historia natural de la enfermedad, ya que al inhibir la 5-α-reductasa, impiden la conversión de testosterona en dihidrotestosterona, necesaria para el crecimiento prostático.

Tienen una mayor eficacia en pacientes con próstatas agrandadas (peso igual o superior a los 40 gramos), ya que reducen el tamaño prostático en un 20 - 30%, y a su vez disminuyen los valores de PSA a la mitad, de modo que para la evaluación precoz del cáncer de próstata, se aconseja multiplicar por 2 el valor obtenido del PSA.

Los inhibidores de la 5-α-reductasa actúan sobre el componente estático de la obstrucción vesical y su eficacia es mayor en aquellos pacientes en los que predominan los síntomas obstructivos. En definitiva, la disminución de los niveles de dihidrotestosterona en la próstata por inhibición de la 5-a-reductasa, mejora la sintomatología de la hiperplasia benigna de próstata, ya que reduce el volumen prostático, y consecuentemente los síntomas miccionales, a la vez que disminuyen el riesgo de complicaciones a largo plazo. En lo referente a su lugar en la terapéutica, estos medicamentos están indicados en pacientes con una clínica miccional de moderada a severa, clínica esta debida a la hiperplasia benigna de próstata, estando considerados como compuestos seguros y eficaces, especialmente en pacientes con próstatas voluminosas, que son las que mejor responden frente a un tratamiento destinado a reducir el volumen de la misma. Por el contrario, aquellos pacientes con próstatas pequeñas se consideran peores candidatos para iniciar el tratamiento con este tipo de fármacos.

En este grupo se incluyen 2 compuestos: finasterida y dutasterida.

A diferencia de los fármacos del grupo anterior, su efecto terapéutico tarda bastante más tiempo en apreciarse, aproximadamente entre 3 y 6 meses, pero si se suprime el tratamiento, la duración de su acción también es mayor comparados con los bloqueantes α-adrenérgicos.

La posología de estos compuestos es la siguiente:

• Finasterida: 5 mg/24 h

• Dutasterida: 500 μg/24 h

Su perfil de efectos secundarios afecta fundamentalmente a la esfera sexual, como consecuencia del bloqueo hormonal que provocan, bloqueo este que es la base de su indicación en el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata. Tales efectos incluyen disfunción eréctil, disminución de la libido, reducción del volumen eyaculatorio y trastornos de la eyaculación.

La contribución de estos medicamentos al tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata, se centra fundamentalmente en su capacidad para modificar la historia natural de la enfermedad, disminuyendo significativamente tanto la retención urinaria, como la necesidad de cirugía.

Fitoterapia

En relación con los agentes fitoterapéuticos, la mayor parte de los datos disponibles sobre su eficacia proceden de estudios clínicos con problemas de diseño, por lo que se desconoce cuáles son exactamente sus mecanismo de acción, y su utilidad resulta muy controvertida. La fitoterapia es ampliamente utilizada en Japón y en algunos países europeos. Su uso más habitual es el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata asociada a síntomas leves. Si bien, como se acaba de señalar, su mecanismo de acción exacto se desconoce, se admite que su uso resulta ventajoso por su bajo coste económico y por la ausencia de efectos adversos.

Los extractos vegetales más conocidos son Serenoa repens y Pygeun africanum. Serenoa repens actúa inhibiendo a la 5-α-reductasa, a lo que habría que unir la acción antiinflamatoria de fitosteroles tales como el estigmasterol y el betasitosterol, presentes en el extracto. Su posología es de 160 mg/12 h, habiéndose comprobado una mejoría en la sintomatología miccionar similar a la obtenida con la finasterida, pero con un mejor perfil de efectos adversos, a lo que se une un precio más económico. En contraposición con los inhibidores de la 5-α-reductasa, no actúa sobre los niveles séricos de antígeno prostático específico. Pygeum africanum. El mecanismo de acción de este extracto vegetal es desconocido. Según se desprende de estudios in vitro, los fitosteroles presentes en la planta inhiben la síntesis de prostaglandinas en el tejido prostático, lo que se traduce en una acción antiinflamatoria. Actualmente se ha comprobado que mejora la sintomatología miccional asociada a la hiperplasia benigna de próstata, pero no interviene en la evolución natural de la enfermedad. La posología es de 50 mg/12 h; los escasos estudios existentes indican que la tolerancia es buena, habiéndose descrito únicamente efectos adversos de tipo gastrointestinal.

Terapia de combinación

Los estudios en los que se combinan 2 fármacos —concretamente la asociación mejor conocida es aquella que combina un bloqueante α-adrenérgico (doxazosina) y un inhibidor de la 5-α-reductasa (finasterida)— han demostrado una mayor eficacia en comparación con el efecto de los fármacos por separado.

La combinación surge como consecuencia de la complementariedad de ambos fármacos, que se traduce en un reconocido beneficio clínico, usado además bajo la forma de monoterapia, con un adecuado perfil de seguridad.

La principal característica de la combinación es unir un comienzo de acción más rápido (doxazosina) y una disminución del volumen prostático (finasterida). Cuando en esta asociación se suspende la doxazosina, no se observa un empeoramiento sintomático significativo como mínimo hasta 15 meses de su retirada.

La terapia de combinación está indicada en pacientes con síntomas graves y riesgo de progresión de la enfermedad.

Productos de parafarmacia y fármacos de indicación farmacéutica

La hiperplasia benigna de próstata requiere atención por parte del facultativo, en unos casos de atención primaria, en otros del especialista. Las opciones terapéuticas disponibles, más allá de unas recomendaciones higiénico-dietéticas y relativas al estilo de vida, son opciones de manejo por parte del urólogo fundamentalmente, ya sea mediante tratamiento farmacológico (fármacos de prescripción médica) o quirúrgico.

El farmacéutico, además de las recomendaciones higiénico-dietéticas, solo puede aconsejar 2 fármacos que no son de prescripción médica para tratar los casos de hiperplasia benigna de próstata que cursen con síntomas leves. Ambos contienen fundamentalmente extractos de plantas medicinales:

Spasmo-Urgenin. Sus componentes son Echinacea angustifolia (E. angustifolia) extracto seco (30 mg/gragea), Sabal serrulata (S. Serrulata) extracto seco (25 mg/gragea) y cloruro de trospio (2 mg/gragea), más los correspondientes excipientes. Su posología es de 1 gragea/8 h después de las comidas.

Neo-Urgenin. Sus componentes son E. angustifolia extracto seco (100 mg/ gragea), Pygeum africanum (P. africanum) complejo lipídico-esterólico (25 mg/gragea) y S. serrulata extracto seco (200 mg/gragea), más los correspondientes excipientes. Su posología es de 1 gragea/6 h, durante un período mínimo de 8 semanas; la dosis de mantenimiento es de 2 grageas/24 h.

La oxibutinina también está indicada en caso de enuresis, concretamente cuando el número de micciones nocturnas se incrementa y se sospecha una enuresis nocturna polisintomática, con síntomas diurnos asociados

Tres casos de consulta frecuente en la farmacia

Caso 1

Un varón de 55 años acude a la farmacia y refiere que desde hace aproximadamente 6 meses tiene dificultades para orinar. Tales dificultades consisten fundamentalmente en la necesidad de orinar 6 u 8 veces al día, teniendo siempre la sensación al finalizar la micción de que no ha conseguido vaciar por completo la vejiga; añade también que durante la noche tiene que levantarse 2 o 3 veces para orinar. El paciente pregunta al farmacéutico si dispone de algún fármaco que mejore su sintomatología, ya que por su horario laboral le es difícil acudir a su médico de cabecera.

Intervención: el farmacéutico, considerando la edad del afectado, le indica que su problema puede ser debido al agrandamiento de la glándula prostática, generando lo que se denomina hiperplasia benigna de próstata y le explica las características de esta afectación, indicándole que inicialmente no se trata de una patología grave, pero debe someterse a un estudio inicial y acudir periódicamente a revisión. El paciente señala que no se le ha practicado ningún tipo de analítica en los últimos 6 meses, de manera que no se tienen datos del funcionamiento renal ni sobre la existencia de una posible infección del tracto urinario. En resumen, y teniendo en cuenta la edad del paciente y los síntomas que relata, el farmacéutico le aconseja acudir a su médico de cabecera, que será quién efectuará una valoración inicial con las analíticas correspondientes, tacto rectal y las pruebas oportunas. Se le insiste en no posponer la visita al facultativo, pues si bien este problema no suele ser mortal, dejado a su libre evolución, tiende a empeorar, pueden surgir complicaciones y ante un agrandamiento prostático, siempre conviene descartar un posible carcinoma de próstata.

Caso 2

Varón de 75 años que padece de hipertensión arterial e hiperplasia benigna de próstata. Está en tratamiento con doxazosina 4 mg al día desde hace más de 8 meses, momento en que se le diagnosticó el problema prostático.

El paciente, antes del diagnóstico de la patología urinaria, tomaba captopril para controlar la hipertensión. A raíz del diagnóstico de la hiperplasia benigna de próstata, su médico de cabecera optó por suprimir el captopril y administrar doxazosina, para tratar ambas patologías (hiperplasia benigna de próstata e hipertensión arterial) con un mismo fármaco y favorecer el cumplimiento terapéutico. El anciano señala que lleva ya varias semanas con hemorragias nasales y que no ha controlado su tensión arterial. Intervención: el farmacéutico ante la situación que refiere el paciente, le toma la tensión y obtiene unas cifras de 160/110 mmHg. Al obtener tales valores de tensión, y dado que el paciente no dispone de un dispositivo para autocontrol de la tensión en su propio domicilio, aconseja que durante los próximos 7 días, el paciente vaya a la farmacia, a poder ser, siempre a la misma hora, para tomarle la tensión. A su vez, el farmacéutico le explica al anciano las condiciones que deben tenerse en cuenta, para que la medicación sea la correcta.

A lo largo de esos 7 días, y tomando en consideración las precisiones hechas por el farmacéutico respecto a la toma de tensión, este último comprueba que las cifras tensionales obtenidas son muy similares a las logradas el primer día. Ante esta situación, el farmacéutico explica al paciente, que los últimos estudios no aconsejan emplear doxazosina para controlar al mismo tiempo la hipertensión arterial y la hiperplasia benigna de próstata, siendo conveniente tratar ambas patologías por separado.

El farmacéutico aconseja al paciente acudir lo antes posible a su médico y entregarle dicho informe, con el fin de que este valore la conveniencia de modificar el tratamiento actual.

Caso 3

Varón de 70 años que acude a la farmacia y señala que padece hiperplasia benigna de próstata diagnosticada hace 3 años; tras acudir a la correspondiente revisión anual, el urólogo le ha modificado la medicación: antes tomaba terazosina (5 mg/día) y ahora toma finasterida (5 mg/día). El paciente refiere que lleva tomando el nuevo medicamento desde hace aproximadamente 3 meses. El motivo por el cual el paciente consulta con el farmacéutico es porque desde hace aproximadamente 2 meses tiene problemas de disfunción sexual, concretamente refiere que sufre disfunción eréctil. Desea saber si este problema puede ser debido a la medicación y si puede tomar sildenafilo o similar. Intervención: el farmacéutico pregunta al paciente si antes de que le modificasen la medicación había tenido problemas de disfunción sexual, y en concreto, disfunción eréctil. Este le indica que no, que él cree que ha sido debido al cambio de medicación. El farmacéutico le indica que la disfunción eréctil puede ser provocada por diferentes causas, y que en muchos casos, en su origen hay un componente psicológico muy importante. También añade que uno de los posibles efectos secundarios del medicamento que toma (finasterida) es la disfunción eréctil. Le indica que si tras su revisión, el urólogo ha decidido modificar la medicación, habrá sido con objeto de frenar la evolución natural de la enfermedad, explicándole la correlación que hay entre agrandamiento de la próstata y riesgo de carcinoma prostático. Respecto a la posibilidad de tomar sildenafilo o similar, el farmacéutico señala que ese medicamento debe consumirse siempre bajo la supervisión de su médico. Por último, el farmacéutico le aconseja una nueva visita al urólogo para preguntarle si es apropiado suprimir la finasterida, o bien, si el paciente puede tomar sildenafilo sin que esto suponga un grave riesgo para su salud. Le insiste en la importancia de no dejar la finasterida ni tomar sildenafilo sin control, como mínimo, por su médico de cabecera.

El farmacéutico solo puede aconsejar 2 fármacos que no son de prescripción médica para tratar los casos de hiperplasia benigna de próstata con síntomas leves: Spasmo-Urgenin y Neo-Urgenin. Ambos contienen fundamentalmente extractos de plantas medicinales

Fichas de consejos prácticos

Con independencia de la opción terapéutica elegida, existen una serie de recomendaciones saludables para los pacientes afectados de hiperplasia benigna de próstata:

• Ingerir líquido regularmente a lo largo del día, evitando el consumo de grandes cantidades en poco tiempo.

• Evitar comidas copiosas y/o muy condimentadas.

• Reducir el consumo de líquidos durante la tarde/noche.

• El alcohol y las bebidas con cafeína empeoran la clínica.

• Orinar siempre que se tenga necesidad y no retrasar la micción innecesariamente.

• Evitar el estreñimiento.

• Realizar ejercicio físico de forma regular, fundamentalmente pasear, ya que así se descongestiona el área pélvica y se alivian las molestias.

• Mantener una vida sexual regular.

• Consultar con el médico o el farmacéutico si se está tomando alguna medicación, ya que algunos fármacos empeoran la sintomatología.

• Si no se puede iniciar la micción, tener paciencia; hacer una presión progresiva de la musculatura abdominal, evitando ejercer presión de forma brusca o excesiva.


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