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Vol. 15. Núm. 8.
Páginas 13-24 (Septiembre 2001)
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Coyuntura económica. Elementos para el análisis
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MARIOLA PINILLOSa, FERNANDO ANTOÑANZASa
a Economistas. Departamento de Economía y Empresa. Universidad de La Rioja.
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Este trabajo constituye la parte introductoria a una futura serie de artículos periódicos de análisis sobre la coyuntura económica de España. En él se describe el papel que desempeñan los distintos indicadores macroeconómicos empleados habitualmente por los Gobiernos y autoridades trasnacionales para valorar la salud económica de los Estados y su método de cálculo.
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«El vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía, Rodrigo Rato, ha rebajado hoy la previsión de crecimiento de la economía española para 2001 hasta el 3,2 por ciento, es decir, cuatro décimas menos de lo inicialmente previsto [...]. El ministro ha explicado que el ajuste de la expectativa de crecimiento del Producto Interior Bruto es debido al comportamiento de la demanda interna, cuyo consumo privado sufre una ligera desaceleración. Además, ha avisado que esto tendrá como consecuencia un menor crecimiento en la creación de empleo, que no obstante, prevé que se mantenga por encima de los 300.000 puestos de trabajo [...]. Sobre la inflación, Rato ha asegurado que en 2001 habrá en España una «reducción de las presiones», aunque dijo que «indudablemente» en los últimos meses sí se han podido detectar las consecuencias de las subidas de algunos sectores, como el de los alimentos.»

[Extracto de El País, 21 de abril de 2001]

Noticias como la anterior sorprenden cada cierto tiempo al ciudadano de a pie que, en la mayoría de las ocasiones, desconoce el significado de los términos utilizados por los analistas al describir la situación de la economía española, desconfía de los datos que cuantifican el crecimiento del coste de la vida o el número de desempleados que buscan empleo y, generalmente, le dejan perplejo ante la posibilidad de valorar la producción generada o de estimar el ritmo de crecimiento de la economía.

El propósito de este artículo es el estudio de algunos de los indicadores económicos más frecuentemente utilizados en análisis macroeconómicos similares al anterior. En concreto, centraremos nuestra atención en aquéllos de cobertura nacional y menor periodicidad, ya que son los que permiten describir la situación coyuntural de la economía española: PIB, gasto en consumo, formación bruta de capital y demanda interna, saldo exterior y déficit por cuenta corriente, inflación y paro. Con este artículo se inicia una serie de análisis trimestrales de la coyuntura económica española, en algunos de los cuales se hará especial referencia a cuestiones relacionadas con los medicamentos que puedan ser de mayor interés para los lectores de Farmacia Profesional.

PRODUCTO INTERIOR BRUTO

El Producto Interior Bruto (PIB) determina la capacidad productiva de un país y se define como el flujo de bienes y servicios finales producidos en dicho país (independientemente de la nacionalidad de los factores productivos) durante un período de tiempo. Es el indicador que suele utilizarse para cuantificar el crecimiento de una economía, ya que se considera que ésta crece si, con respecto al período anterior, es capaz de aumentar la producción final de bienes y servicios (fig. 1).

Fig. 1. Cálculo de la tasa de crecimiento

 

Ahora bien, la valoración de la actividad productiva final que tiene lugar en una economía es una tarea compleja en la que tanto la medición como la propia definición de la actividad productiva están sujetas a una gran diversidad de consideraciones y matizaciones. No obstante, la existencia de un conjunto de normas y definiciones de aceptación generalizada que guíe el registro y la valoración de los bienes y servicios que se obtienen en las diferentes actividades productivas (como el Sistema Europeo de Cuentas [SEC-95] para los países de la Unión Europea) y la posibilidad de determinar, alternativa y complementariamente, el flujo de producción final total (PIB) mediante tres procedimientos de estimación (el método de la oferta, el de la demanda y el de las rentas), permite obtener información estadística fiable, homogénea y comparable tanto en el tiempo como en el espacio.

 

Contabilidad Nacional Trimestral de España

Los datos sobre el PIB y el resto de macromagnitudes económicas que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE) en sus diferentes publicaciones (Contabilidad Nacional de España, Contabilidad Nacional Trimestral de España y Contabilidad Regional de España) se ajustan, desde enero de 1999, a la nueva metodología de contabilización de las cuentas económicas europeas (SEC-95). Ahora bien, dado que el propósito del artículo es el análisis de los indicadores económicos coyunturales, nuestro interés debe centrarse en la información que suministra el INE a través de la Contabilidad Nacional Trimestral de España (CNTR).

El objetivo de esta estadística es proporcionar una descripción cuantitativa del conjunto de la actividad económica española en el pasado inmediato mediante la estimación trimestral del PIB y sus componentes. Dicha estimación se fundamenta en la idea de que si, para cada agregado económico registrado por la Contabilidad Nacional, se dispone de una o más series estadísticas (indicadores) de periodicidad trimestral o inferior, cuya evolución sea similar a la del correspondiente agregado, es posible estimar econométricamente una relación entre las series anuales de los agregados y sus indicadores mensuales o trimestrales que permita obtener los valores trimestrales de los primeros.

Aunque según el razonamiento anterior la CNTR estima el PIB desde la perspectiva de las rentas, de la oferta y de la demanda, lo habitual es que los análisis de coyuntura centren su atención en los indicadores de demanda y que el análisis de la distribución factorial de la renta y del valor añadido generado por los diferentes sectores productivos quede para la valoración más detallada y definitiva de las cuentas económicas anuales.

 

Bienes y servicios finales

Desde el punto de vista de la demanda y, de acuerdo con la definición de PIB, el conjunto de bienes y servicios finales que genera la actividad económica de una economía puede estimarse a través del gasto o destino final que se le otorga a dichos bienes y servicios. Esto es, mediante la suma del gasto (o demanda) de bienes y servicios que hacen los consumidores (consumo privado), el sector público (consumo colectivo) o las empresas (formación bruta de capital fijo o variación de existencias). Además, y dada la interdependencia y apertura de las economías actuales, lo normal es que parte de los bienes y servicios producidos por una economía sean demandados por el resto del mundo (exportaciones) y que parte de la demanda de los agentes económicos nacionales sea de bienes y servicios producidos por otra y, posteriormente, importados. Éste es el motivo por el que, al estimar el PIB desde la perspectiva de la demanda, las exportaciones de bienes y servicios incrementan la demanda que hacen los agentes económicos nacionales (demanda interna o nacional) mientras que las importaciones la reducen.

 

Desaceleración

El PIB generado por la economía española durante el cuarto trimestre de 2000 ha registrado un crecimiento interanual real del 3,8%. Esta cifra, inferior en tres décimas a la observada en el trimestre anterior, descubre una cierta desaceleración en el crecimiento que la economía española ha venido manteniendo en los últimos años (fig. 2).

Fig. 2. Producto Interior Bruto

 

El análisis de los componentes del PIB por el lado de la demanda permite comprobar que dicha desaceleración es debida al menor dinamismo de la demanda interna, provocado a su vez por el menor crecimiento de la formación bruta de capital fijo (del 4,4%, frente al 5,3% del trimestre anterior) y, sobre todo, por la notable reducción del crecimiento del consumo privado (9 décimas inferior al del tercer trimestre). Por su parte, la evolución del comercio exterior observada en los dos últimos trimestres ha permitido que de nuevo su aportación al crecimiento de la economía española sea positiva y que sirva para compensar parte de la desaceleración observada en la demanda interna durante el último semestre (fig. 3).

Figura 3. Demanda interna y externa

 

BALANZA DE PAGOS

Desde el punto de vista de lo apuntado, el saldo exterior neto (diferencia entre las exportaciones y las importaciones de bienes y servicios) y, sobre todo, su porcentaje sobre el PIB, suele utilizarse como indicador de la contribución del sector exterior al crecimiento de la economía. Ahora bien, si lo que se desea es conocer con mayor detalle el comportamiento que dicho sector ha tenido durante un período de tiempo, lo habitual es acudir a la información suministrada por la balanza de pagos que, mensualmente y de acuerdo con la metodología propuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), elabora el Banco de España. En ella se registran todas las transacciones que una economía realiza con el resto del mundo agrupándolas, según su naturaleza, en tres subbalanzas parciales (balanza por cuenta corriente, balanza por cuenta de capital y balanza por cuenta financiera) y determinando, para cada una de ellas, el saldo neto con el resto del mundo, diferencia entre los ingresos (o variación neta de pasivos) y los pagos (o variación neta de activos). De todos ellos, el que mayor interés económico despierta es el saldo (casi siempre deficitario) de la balanza por cuenta corriente.

Saldo de la balanza por cuenta corriente

La balanza por cuenta corriente registra y contabiliza todas las operaciones que una economía mantiene con el exterior y que modifican la renta nacional disponible. Dichas operaciones son las de importación y exportación de bienes y servicios, las de remuneración de los factores productivos nacionales en el extranjero (o de los extranjeros en el país) y las que suponen una transferencia, positiva y negativa, de rentas sin contraprestación alguna (transferencias corrientes). La balanza por cuenta corriente mostrará un saldo negativo siempre que los ingresos por exportación de bienes y servicios, por transferencias corrientes con el resto del mundo o por la remuneración que reciben los factores productivos nacionales en el exterior no superen a los pagos por importaciones, transferencias corrientes o remuneración a factores extranjeros. Dicho saldo negativo, consecuencia, en definitiva, de que los pagos al resto del mundo superan a los ingresos, es el reflejo de la incapacidad de la renta nacional disponible para financiar todo el gasto interno y, por consiguiente, de la necesidad de financiación externa.

Los últimos datos publicados por el Banco de España son una buena muestra de la habitual necesidad de financiación externa de la economía española y de que ésta es debida a que el superávit de las balanzas de servicios y transferencias no permite cubrir el saldo negativo de las de bienes y rentas. No obstante, el mejor comportamiento de la balanza de transferencias corrientes y de la de bienes y servicios (debido, este último a que el crecimiento de las exportaciones supera el de las importaciones), han conseguido reducir el déficit corriente interanual de los últimos tres meses de 2000, situándolo, en enero de 2001, en 223.000 millones de pesetas (1.342 millones de euros), un 20% menos que el existente un año antes.

INFLACIÓN

Si el déficit de la balanza por cuenta corriente muestra el desequilibrio exterior de una economía, la inflación es el reflejo del desequilibrio interno.

Existe inflación en una economía cuando se observa un crecimiento continuo y generalizado del nivel general de precios. Su medida y cuantificación requiere aclarar previamente el concepto de nivel general de precios.

El nivel general de precios representa el valor medio de los precios de todos los bienes y servicios que se producen y/o consumen en una economía y se determina a través de índices de precios. El que se utiliza para medir la inflación es el índice de precios al consumo (IPC, fig. 4).

Fig. 4. Cálculo del IPC

 

Se trata de un índice Laspeyres en el que la ponderación de cada uno de los artículos seleccionados (Wi) representa la proporción del gasto efectuado en ese artículo respecto al gasto total realizado por los hogares y se valora a los precios de año de referencia (año base --po-- y del año en curso. Para su determinación se utilizan aproximadamente 150.000 precios, de los cuales informan cerca de 29.000 establecimientos distribuidos en 130 municipios.

 

La cesta de la compra

Los dos elementos que, por lo tanto, resultan decisivos en la elaboración del IPC son la selección del conjunto de artículos representativos del comportamiento de consumo de la población (lo que comúnmente se conoce con el nombre de cesta de la compra) y la estructura de ponderaciones que defina la importancia de cada uno de estos productos. Los cambios detectados en el comportamiento de los consumidores españoles en la última década --Encuesta Continua de Presupuestos Familiares (ECPF (INE)-- han llevado a modificar tanto la composición del IPC como su estructura de ponderaciones.

Aunque la implantación del nuevo IPC no ha concluido (actualmente se está procediendo a una revisión de aspectos metodológicos tales como la selección de la muestra, el método de cálculo, el cambio del año base de 1992 a 2001 o el mecanismo de revisión), la primera fase de actuación desarrollada durante el año 2000 ha permitido que el IPC de 2001 se calcule con una estructura de ponderaciones actualizada y la cesta de la compra se ordene en 12 grupos frente a los 8 del IPC antiguo. La nueva clasificación aparece en la tabla I.

 

Con respecto a la anterior, la nueva clasificación de los artículos que determinan la cesta de la compra incorpora nuevos epígrafes de gasto como el destinado a comunicaciones, ocio, enseñanza, hoteles, cafés y restaurantes, amplía el concepto de gasto en vestido y desglosa el de alimentación, separando el de bebidas alcohólicas y tabaco del resto.

IPC general y armonizado

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, cada mes el INE calcula el IPC general nacional, así como el de cada comunidad autónoma y provincia, desglosándolo, en su caso, por subgrupos, clases y subclases. Asimismo, determina el IPC armonizado (IPCA), un indicador estadístico calculado sobre una base metodológica homogénea, cuyo objetivo es proporcionar una medida común y comparable de la inflación de todos los países de la Unión Europea. Dicho índice está formado por 12 grandes grupos (los mismos que los del nuevo IPC español), toma como referencia el año 1996 y se calcula a partir del IPC de cada Estado miembro, eliminando de la valoración todas aquellas parcelas de gasto que no superen el uno por mil del gasto total de la cesta de la compra nacional (en el caso español, los servicios médicos y la enseñanza reglada).

Calculado el IPC, la inflación, definida como el aumento observado durante un período en el nivel general de precios, se obtiene a través de la variación porcentual del índice de precios en dicho período (fig. 5).

Fig. 5. Cálculo de la tasa de inflación anual

 

Para el país que la sufre, la inflación constituye un verdadero problema económico ya que, entre otros efectos negativos, minora el poder adquisitivo del dinero y deteriora la capacidad competitiva de los productos nacionales en el mercado internacional. Desde esta perspectiva, resulta interesante introducir y aclarar los conceptos de deflactor, diferencial de inflación e inflación subyacente.

 

Deflactor

En un contexto inflacionista, la tendencia creciente de los precios impide que una magnitud valorada en unidades monetarias corrientes (magnitud nominal) pueda ser comparada a lo largo del tiempo. En estos casos es necesario deflactar la variable nominal, eliminando de la valoración monetaria el efecto de la inflación y transformándola en una magnitud real; esto es, en una magnitud valorada en unidades monetarias constantes comparables (porque mantienen el poder adquisitivo constante) en el tiempo. El factor que permite transformar la magnitud nominal en real (deflactor) es el índice de precios que sirve de base para cuantificar la inflación de la economía. El índice que, en cada caso, se elija como deflactor dependerá de la magnitud que se desee deflactar. Aunque existen otros, como el índice de precios industriales o el de las exportaciones e importaciones, los más utilizados son el IPC (si, por ejemplo, se desea conocer el poder adquisitivo de una renta) y el deflactor implícito del PIB si se deflactan magnitudes de producción.

 

Diferencial de inflación e inflación subyacente

Un indicador sencillo de la pérdida de competitividad de una economía es el diferencial de inflación, esto es, la diferencia entre la tasa de inflación de dicha economía y la de la media de los países de su entorno más cercano. En el caso de nuestra economía, el diferencial de inflación al que normalmente se hace referencia es el que se determina comparando la tasa de inflación española (IPCA) con la de la zona euro. El interés que ha despertado este concepto, sobre todo desde la creación de la moneda única, ha llevado a depurar los análisis de inflación utilizando para ello términos que, como el de inflación subyacente, pretenden extraer la variación estacional de los precios y valorar exclusivamente la tendencia de la inflación.

Para ello, a la hora de determinar la evolución de los precios se eliminan de la cesta de la compra aquellos artículos cuyos precios están sujetos a variaciones bruscas y erráticas motivadas por factores estacionales, «shocks de oferta», variaciones cambiarias o decisiones políticas. En España, dichos artículos son los alimentos no elaborados y los productos energéticos.

 

Economía inflacionaria

Los datos referidos a la economía española muestran cómo el crecimiento que los precios han experimentado desde septiembre de 1999 ha puesto fin a un período de control de la inflación (1996-98) en el que ésta llegó a ser del 1,4% (diciembre de 1998) y ha hecho que, de nuevo, el problema de la inflación vuelva a estar presente en la economía española.

Los últimos datos, los referidos a abril de 2001, muestran un crecimiento del IPC de 5 décimas, dato que sitúa la tasa interanual de inflación en el 4%, una décima más que en marzo y 1,1 puntos por encima de la media de los países de la Unión Monetaria (diferencial de inflación). Por su parte, el elevado dato de la inflación subyacente (3,4%) hace pensar que los precios de los alimentos y de la energía no son los únicos responsables del crecimiento del coste de la vida.

DESEMPLEO

En economías como las europeas en general y la española en particular, el desempleo se ha convertido en el principal problema económico, de ahí que todos los análisis económicos hagan referencia a la situación del mercado de trabajo. En este caso, el analista puede acudir a distintas fuentes de información para obtener datos sobre el mercado de trabajo español.

Además de los datos de ocupados y asalariados que ofrece la Contabilidad Nacional, el INE publica trimestralmente una estadística específica sobre el mercado laboral: la Encuesta de Población Activa (EPA). Dicha encuesta, recientemente adaptada a los criterios de homogeneización estadística propuestos por el Consejo de la Unión Europea (Reglamento del Consejo 577/1998, de 9 de marzo), constituye la principal fuente de información detallada en materia de empleo y, junto con el resto de las encuestas sobre empleo de los países comunitarios, la base estadística para la elaboración de la encuesta comunitaria de población activa por parte de la oficina europea de estadística (EUROSTAT).

En el análisis del mercado de trabajo, también son de gran utilidad los datos sobre el movimiento laboral registrado en las oficinas de empleo del Instituto Nacional de Empleo (INEM), los del número de trabajadores afiliados a los distintos regímenes del sistema de la Seguridad Social o los de los declarantes por ingresos salariales según la Agencia Tributaria.

Dado que tanto el propósito como lo que realmente se registra y contabiliza en cada estadística es diferente, lo normal es que las cifras sobre empleo y paro que unas y otras suministran no coincidan; no obstante, todas descubren una misma tendencia, motivo por el que pueden utilizarse como fuentes de información complementarias. De hecho, en los análisis de coyuntura, los datos de activos, ocupados y parados suministrados por la EPA suelen ir acompañados por los del paro y el número de contratos registrados en el INEM.

Para concluir y, antes de pasar al análisis de los datos referidos al mercado de trabajo español, conviene aclarar los conceptos de población activa, ocupada y parada.

 

Población activa

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la población activa está constituida por todos los ocupados (aquéllos que realizan un trabajo remunerado) más los que están buscando empleo. Ahora bien, dado que la magnitud de ésta depende del tamaño de la población residente, resulta más interesante valorar la evolución de las tasas de actividad que la de la población activa como colectivo. Dicha tasa determina el porcentaje de población en edad de trabajar que efectivamente desea hacerlo y, como variable relativa que es, permite la comparación en el tiempo y entre distintos entornos y situaciones demográficas.

 

Ocupación

Las tasas de ocupación (población ocupada sobre la que está en edad de trabajar) y de paro (desempleados respecto a activos), junto con los datos de afiliación a la Seguridad Social y de los movimientos laborales registrados en el INEM completan la base estadística que sirve de referencia a los análisis de coyuntura.

Los últimos años muestran una tendencia de creación de empleo que tiene reflejo tanto en el comportamiento de la población activa, como en el de la ocupada y parada. Así, respecto al cuarto trimestre de 2000, los datos del primer trimestre de 2001 muestran un descenso en el número de parados de 34.400, un incremento en el de ocupados de 5.000 y una consiguiente reducción de 29.300 en el número de activos. Estos datos sitúan la tasas de actividad y paro en el 51,31 y 13,43%, respectivamente. No obstante, continúa la desaceleración de las tasas interanuales de crecimiento del empleo y de la actividad y se atenúa el descenso del paro.

Al igual que en el trimestre anterior, la evolución del mercado laboral ha sido más favorable para las mujeres ya que, mientras el paro aumenta entre los varones y disminuye el número de ocupados, las mujeres ven reducir el número de desempleadas y aumentar el de ocupadas. Por sectores, destaca la reducción de la ocupación en el de servicios y el aumento en la agricultura. Por último, se observa un crecimiento del empleo indefinido (un 3,55%), del temporal (un 2,83%), de los contratos a tiempo parcial (4,9%) y del trabajo no asalariado (1,3%).

A MODO DE CONCLUSIÓN

Como se ha podido observar a lo largo del artículo, los estudios de coyuntura económica se apoyan en el análisis de un conjunto limitado de variables macroeconómicas. La diversidad de fuentes estadísticas y su calidad son trascendentales para el correcto análisis de dichas variables y, con ellas, de la situación económica de una región o de un país. En estos momentos y para el caso de la economía española, se aprecia una ligera desaceleración del crecimiento económico, si bien dada la solidez de los fundamentos económicos de la economía española y de la europea en general, es muy probable que esta inflexión sea tan sólo un ajuste en el ritmo de crecimiento. En los próximos trimestres podremos comprobar si esta apreciación está en lo cierto. *

 

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Instituto Nacional de Estadística. Contabilidad Nacional Trimestral de España. Metodología y serie trimestral 1970-1992. Madrid: INE, 1992.

Instituto Nacional de Estadística. Índice de Precios de Consumo. Monografía técnica. Base 1992. Madrid: INE, 1992.

Muñoz C. Las cuentas de la nación. Introducción a la economía aplicada. Madrid: Editorial Cívitas, 2000.

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