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Vol. 16. Núm. 3.
Páginas 9-12 (Marzo 2002)
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Campañas mediáticas. Argumentos de defensa
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Enrique Granda Vega 
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Los tópicos que envuelven la gestión de la farmacia han dado lugar a una determinada visión de la realidad, que es motivo de análisis en este artículo. Según el autor, la comunicación, especialmente la que se establece con el paciente, es el mejor instrumento para defender la labor del farmacéutico comunitario, desprestigiada en algunos casos por los medios de comunicación.
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En los últimos años se han tenido que soportar campañas organizadas contra la farmacia desde algunos medios de comunicación, ante las que los farmacéuticos han reaccionado con mejor o peor fortuna. En unos casos, han sido los dirigentes los que se han encargado de aportar argumentos para defender el modelo de farmacia español. En otros, se han buscado apoyos en los propios medios, pagado encuestas, organizado campañas publicitarias, elaborado carteles o, como ha ocurrido más recientemente, se ha desarrollado una acción permanente, que aún está en proceso, a través de Aproafa, que obtiene su financiación de un porcentaje de las compras a la distribución.

Sin embargo, los farmacéuticos siguen a expensas de unos argumentos interesados y muy bien elaborados que continúan calando en los políticos y en la sociedad de una forma curiosa: los clientes de cada farmacia suelen defender a su farmacéutico mientras se adhieren fácilmente a la teoría general contra el modelo de farmacia y contra los farmacéuticos en general. Esto se ha podido comprobar en la recogida de firmas de la ley de iniciativa popular impulsada por el Colegio de Valencia y la Plataforma para la Defensa del Modelo Mediterráneo de Farmacia, ya que los clientes fijos han ofrecido su firma, sin que haya que habido que dar muchos argumentos para ello.

En ocasiones se piensa en la dificultad que entraña hacer cambiar ciertas ideas en la sociedad, sin que los farmacéuticos se den cuenta de que tienen un medio muy poderoso para ello: la propia relación con los pacientes. Esto se ha visto recientemente en la campaña de transición al euro, cuando muchos ciudadanos han acudido a las farmacias para comprobar que les habían aplicado el cambio correcto en otros establecimientos o simplemente para cambiar pesetas.

LABOR SOCIAL

Las farmacias han hecho una labor social de primer orden en una cuestión ajena a su actividad principal, pero que demuestra una enorme confianza de los ciudadanos en los farmacéuticos. La campaña del euro había sido preparada cuidadosamente por el sector de la farmacia. Se habían adaptado los medios informáticos. En muchos Colegios se han realizado cursos. Se han elaborado carteles y se ha instruido al personal para efectuar los cambios. Y lo que es más importante, se ha aplicado con flexibilidad, dando explicaciones y aceptando hacer, siempre que se pedían, devoluciones en pesetas. Todo lo contrario que las grandes superficies, que siempre devolvieron euros y dieron pocas explicaciones a los clientes.

Estas experiencias quizá puedan hacer reflexionar sobre la importancia de que el farmacéutico se convierta en su propio defensor ante la sociedad, en la que puede influir de muchas formas: en la oficina de farmacia, en las relaciones con otros sectores y en las relaciones con los demás profesionales. Sin embargo, para ello es necesario dotarse de un conjunto de argumentos que sean incontestables y manejarlos con las propias dotes dialécticas y de comunicación. El futuro del modelo mediterráneo de farmacia, y quizá del propio futuro, es lo que va en ello.

MODELO ESPAÑOL DE FARMACIA

El modelo de farmacia presente en España se diferencia fundamentalmente del anglosajón en que aquí hay muchas más farmacias --de media, una por cada 2.000 habitantes-- (ver tabla I). Se puede hablar de una farmacia en cada pueblo (muchos de menos de 1.000 habitantes), miles de farmacias abiertas día y noche (más de 2.000 cada día en toda España) y unas farmacias con los mismos precios para todos. Pero no se diferencia sólo en esto. El modelo mediterráneo se diferencia del anglosajón, sobre todo, en que en él se produce un trato directo y humano; en la confianza en el usuario («ya me pagará otro día») y en que el farmacéutico resuelve problemas que no resuelve el sistema sanitario con sus dos o tres minutos por paciente.

Ciertamente, defender el modo de vida que hay en España, el modo de vida mediterráneo, es fácil, como puede resultar fácil explicar las consecuencias del liberalismo aplicado a la mentalidad de este entorno. El ejemplo de Argentina es bien triste, situación a la que se ha llegado tras el vendaval liberalizador de los últimos 10 años que afectó al modelo de farmacia y que ha acabado en desabastecimientos masivos de medicamentos imprescindibles. En España existe, como máximo, una farmacia por farmacéutico, sin monopolios ni concentraciones y eso es una garantía para todos. La base del modelo liberal es la concentración: grandes monopolios de farmacias, propiedad de poderosas empresas de distribución españolas o extranjeras. En el modelo liberal, los «auxiliares» son estanterías llenas de medicinas y los «farmacéuticos» la cajera del supermercado.

Hay que preguntarse por la necesidad de la existencia de una farmacia mediterránea y la respuesta es bien clara. La dio hace tiempo el profesor Puerto: «La farmacia ha nacido en el Mediterráneo». Algo se sabrá en España de ello, que recibe más de 50 millones de turistas anuales, que copian la forma de vida y alaban sus costumbres: la dieta mediterránea, la siesta, la cultura y, por qué no, la farmacia mediterránea.

CALIDAD EN LA ATENCIÓN FARMACÉUTICA

Últimamente se está detectando un movimiento que trata de adoptar las metodologías de calidad total que provienen de las grandes organizaciones en la oficina de farmacia. Así hay algunas farmacias que han implantado las normas de calidad ISO 9000 o ISO 9002, que consisten, en esencia, en que toda su actividad se encuentre sometida a protocolos de trabajo, que las tareas periódicas se realicen siguiendo un manual de procedimientos y que todo lo que se hace se formalice en documentos que firman los responsables de cada actividad. Estas teorías han calado en algunas leyes de ordenación de las comunidades autónomas y en normas estatales, como el Real Decreto de Fórmulas Magistrales1, y han aumentado considerablemente la burocracia en las farmacias, aunque no garantizan que se atienda realmente mejor a la gente o que las fórmulas mejoren un ápice en su elaboración galénica.

Lo primero que hay que saber es que las normas ISO han sido diseñadas para grandes organizaciones con miles de empleados y clientes, donde no habría otra forma de mantener la calidad más que a base de protocolos y procedimientos formalizados por escrito; algo que si se da en alguna farmacia es precisamente porque no se puede garantizar un trato personalizado y humano. La calidad en la atención farmacéutica tiene que basarse en una actualización de conocimientos de los farmacéuticos y en adoptar una mentalidad diferente a la simple dispensación, que consiste en adquirir la responsabilidad sobre la curación de los pacientes. Esto es lo que sí que produce un aumento cualitativo de la calidad y es una tarea en la que se debe seguir progresando.

ARGUMENTOS MEDIÁTICOS

Las campañas mediáticas suelen basarse en unos argumentos fijos para los que el farmacéutico necesita estar preparado y que suelen girar en torno a la idea de monopolio, falta de libertad de establecimiento, precios elevados de traspaso, paro de farmacéuticos, coste elevado de los medicamentos para el sistema sanitario y beneficio de la libertad de horarios.

Monopolio

Se suele escuchar que por qué no puede establecerse un farmacéutico, como cualquier otro profesional, donde quiera. Los datos para organizar la respuesta son abrumadores. En España hay una farmacia por cada 2.000 habitantes. Un español que viva en una ciudad encontrará siempre una farmacia a menos de 125 metros de su casa. En todos los pueblos hay una farmacia, incluso en muchos que no tienen médico. Cada farmacéutico sólo puede ser propietario de una farmacia, así pues, no hay monopolio posible. El monopolio consistiría en que todas las farmacias pertenecieran a unas pocas empresas, como ha ocurrido en los países que han separado la propiedad y la titularidad. Las consecuencias de una liberalización de establecimiento serían la instalación de miles de farmacias, en una primera fase, allí donde pudieran obtener alguna rentabilidad, pero al cabo de unos años descendería el número de farmacias. En un plazo de 10 años después de la liberalización, habría una farmacia por cada 10.000 habitantes y amplias zonas geográficas estarían desprovistas de farmacia.

Ingresos del farmacéutico

La cantinela de las campañas mediáticas suele ser que los farmacéuticos se hacen ricos. Los datos aquí son también incontestables: sólo la cuarta parte de las farmacias tienen una facturación anual superior al medio millón de euros y menos del 10% de ellas facturan más de un millón de euros. En la mayoría de los casos la retribución del farmacéutico no se corresponde con la inversión realizada y la preparación profesional que se requiere. En los países del mismo entorno, incluido Portugal, la facturación de las farmacias es muy superior a la de España y ello se debe principalmente a que hay menos farmacias y a que los precios de los medicamentos son más elevados. Hay que saber que la regulación nunca beneficia al empresario --en este caso al farmacéutico-- porque le impide aplicar técnicas comerciales agresivas como la publicidad, los descuentos, las ofertas o los aumentos de precios. No obstante, el sistema regulado es preferible porque es más humano y más justo. Con él se ofrece la misma calidad de servicio y el mismo precio a todos los españoles, y los farmacéuticos se pueden volcar en mejorar la calidad humana de sus relaciones y en la atención farmacéutica, que busca responsabilizarse de la curación de los pacientes.

Coste para el Sistema Nacional de Salud

Se insiste mucho en un dato que es absolutamente falso: que los medicamentos representan un coste muy elevado para el Sistema Nacional de Salud que suponen el 25% de todo el gasto sanitario. Por una parte, España no gasta lo que debería en asistencia sanitaria. Por otra, los medicamentos suplen esa deficiencia. En España los pacientes pagan mucho menos que en cualquier país del mundo por los medicamentos. La media de aportación en Europa es del 35%, mientras que en España es un 6,8%. Si los pacientes pagaran más, el Sistema Nacional de Salud no tendría agobios, pero seguramente la población no estaría tan contenta.

En una cuenta sencilla se puede decir que el sistema sanitario español necesitaría casi 6.000 millones de euros más para estar al nivel que le corresponde y que, si se diese una convergencia en la aportación de los pacientes, aparecerían otros 1.800 millones de euros que no caerían en el gasto público. El gasto de medicamentos, con estos dos parámetros, sería inferior al 15% de todo el gasto sanitario, y aunque la gente podría estar más contenta con la asistencia sanitaria que recibiera, pagarían más por los medicamentos. Es decir, los medicamentos están supliendo las carencias del sistema sanitario y además le salen muy baratos a la población2.

Falta de salidas a los recién licenciados

La oficina de farmacia es la salida natural de los licenciados en Farmacia y la que más trabajo proporciona, pero en los últimos años el número de licenciados es desproporcionado en relación con el mercado laboral. Los farmacéuticos no tienen la culpa de que esto sea así. Los exámenes de selectividad han dado lugar a que muchos jóvenes sin vocación, o cuya vocación era precisamente otra que se ha visto truncada por la nota obtenida inicien la carrera de farmacia. En varias ocasiones se ha publicado 3,4 en esta misma revista un panorama muy amplio de posibilidades laborales para los licenciados fuera de la oficina de farmacia y lo cierto es que miles de ellos trabajan y se ganan la vida perfectamente fuera de su actividad principal, porque la formación que proporciona la carrera es muy amplia. Hay que decir además que el modelo mediterráneo es el que mayor número de puestos de trabajo proporciona en la farmacia porque hay muchas oficinas de farmacia. Un dato que convendría manejar, aunque por el momento no está disponible, es el del número de habitantes por farmacéutico dedicado a la asistencia. Con toda seguridad, si se tienen en cuenta los propietarios, copropietarios, adjuntos, sustitutos o regentes, los datos indican muchas más posibilidades de empleo que en los países que han liberalizado la farmacia.

Libertad horaria

Aquí el argumento que se esgrime es que la libertad de horarios ha beneficiado a la sociedad. La libertad de horarios ha beneficiado exclusivamente a algunas farmacias bien ubicadas, a las que se da la posibilidad de aumentar beneficios, pero a costa de acabar con un sistema regulado y ordenado de guardias al servicio de la mayoría de los ciudadanos. Las farmacias con horarios ampliados suelen situarse en el centro de las ciudades o en barrios en los que hay que recorrer grandes distancias para encontrar una farmacia, normalmente ciudades residenciales con viviendas unifamiliares. Algunos usuarios pueden encontrar cómodo disponer de una farmacia con la misma ubicación y horario, pero muchos otros (sobre todo ancianos o ciudadanos que dependen del transporte público) han salido perdiendo, ya lógicamente que han disminuido las farmacias de guardia.

Precios altos

Quienes dicen que los precios de los traslados son demasiado altos suelen hacerlo interesadamente o son personas que no tienen ninguna preparación empresarial. Las farmacias tienen una valoración muy semejante a cualquier otra actividad económica en la que influyen muchos factores. El mercado funciona y los precios pagados se consideran un depósito en muchos casos, porque son recuperables. Un interesante estudio del valor de las farmacias, que acaba con muchos mitos, puede encontrarse en el libro de Agustín López-Santiago5. No obstante, y volviendo a la afirmación de que las farmacias no valen más que cualquier otra actividad económica con características similares, sólo hay que considerar los precios de traspaso de franquicias para saber que las farmacias no son especialmente caras (tabla II). En el mundo farmacéutico suele sorprender el valor de los laboratorios y de las especialidades farmacéuticas, sobre los que no pesan normalmente acusaciones de monopolio, y que se pagan siempre a precios mucho más elevados que las farmacias.

CONCLUSIÓN

La mejor defensa contra los ataques que surgen ocasionalmente de los medios de comunicación no consiste en pagar costosas campañas publicitarias o lobbies especializados, sino en debatir con argumentos preparados de antemano parecidos a los que se han ido desarrollando en este artículo. El mejor medio de comunicación con el que cuenta el farmacéutico es su relación diaria y constante con los ciudadanos, en la oficina de farmacia y fuera de ella. Es indudable que los farmacéuticos llevan la razón y no suele resultar difícil conseguir convencer a quienes tanto los aprecian, y lo demuestran todos los días, porque los farmacéuticos les están ofreciendo un trato humano, un servicio de calidad y la solución a muchos problemas personales, cosa que no hacen otros sectores de la economía. Junto a esto, es importante avanzar en la calidad en la atención farmacéutica basada mucho más en conocimientos, relación con los pacientes y preocupación por su curación que en aspectos burocráticos que, en algunos casos, sólo sirven para entorpecer el calor de las relaciones humanas que obtienen los farmacéuticos de sus pacientes y empleados. 

Bibliografía
[1]
175/2001, de 23 de febrero, por el que se aprueban las normas de correcta elaboración y control de calidad de fórmulas magistrales y preparados oficinales.
[2]
Valores relativos del gasto farmacéutico. El Global 2000; 3-9 de julio:3.
[3]
Granda E..
Salidas profesionales..
¿Y el paro? Farmacia Profesional, 8 (1994), pp. 5-9
[4]
Granda E..
Perspectiv.as de negocio en el sector farmacéutico. Vías de salida..
Farmacia Profesional, 12 (1998), pp. 9-14
[5]
Traspasos de oficinas de farmacia. Barcelona: Ediciones López-Santiago, 2000.
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