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Vol. 22. Núm. 1.
Páginas 8-14 (Enero 2008)
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Automedicación. ¿Qué medicamentos y otros productos toman los ciudadanos para el cuidado de su salud y por qué?
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Enrique Grandaa
a Doctor en Farmacia. grandafarm@telefonica.net
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Estadísticas
Figuras (1)
Tablas (4)
Tabla. I. Medicamentos de prescripción obtenidos fuera del sistema público
Tabla. II. Datos del mercado de automedicación y EFP
Fig. 1. Tipos y porcentaje de los productos vendidos en herbolarios
Tabla. III. Primeros grupos de medicamentos usados en automedicación
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La automedicación se ha calificado como responsable si se enmarca dentro del autocuidado y quien la practica posee una buena información sobre el medicamento que está tomando, ya sea gracias al consejo de un profesional o por su propia experiencia

El presente artículo pretende desvelar algunas incógnitas sobre los patrones de automedicación que caracterizan a los consumidores de nuestro país y sobre los medicamentos que se consumen por autoprescripción. Aunque la tarea no parece fácil, ni los resultados gocen de la precisión de que pueden presumir los estudios sobre recetas de la Seguridad Social, hay posibilidades de obtener cierta precisión estadística manejando datos de distintos sectores y organismos. Este es precisamente el reto del presente artículo, en el que conviene partir de un planteamiento claro: la automedicación en sentido amplio no es el fenómeno que más amenaza a la salud, ni por su volumen, ni por la naturaleza de los productos que son objeto de autoconsumo, aunque como profesionales sanitarios tenemos el deber de evitar que se produzca fuera de los cauces autorizados.

En un estudio reciente llevado a cabo por la Asociación de Consumidores y Usuarios de Servicios de Salud (ASUSALUD) se llega a la misma conclusión que hemos anticipado ­la automedicación no figura entre las principales amenazas a la salud pública--, partiendo de una amplia encuesta y del manejo de estudios de mercado. En ocasiones se publican datos y porcentajes elevados sobre ingresos hospitalarios producidos por medicamentos que poco o nada tienen que ver con la automedicación, ya que en la mayor parte de los casos estos ingresos habría que atribuirlos a reacciones adversas o problemas relacionados con medicamentos prescritos por el médico o a errores cometidos por los pacientes en un tratamiento terapéutico convencional. La automedicación, en sí misma, es un fenómeno en retroceso en lo que se refiere a medicamentos de prescripción1 e incluso sin receta, pero aumenta para otro tipo de productos que se atribuyen como primera virtud su carácter natural, se presentan en la mayor parte de los casos como complementos alimenticios y tienen alguna característica de lo que habitualmente se denomina «productos milagro».

¿Qué es la automedicación?

La automedicación puede definirse como la toma de medicamentos por iniciativa del paciente a partir de una experiencia previa o sin ella. Esta definición se contrapone a lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) denomina autoatención, que sería lo que las personas hacen por sí mismas para mantener y preservar su salud y prevenir o curar las enfermedades. En este mismo sentido la Unión Europea (UE) ha propuesto que «debería promoverse la automedicación responsable, algo que fomentaría el creciente deseo de los ciudadanos de la UE de tener una responsabilidad sobre su propia salud, y que además ayudaría a reducir el gasto sanitario. Así pues, en los últimos años, la automedicación responsable ha sido identificada como un elemento importante en la política sanitaria a largo plazo de las instituciones de la UE». La autoatención es algo que está en la propia naturaleza del ser humano e incluso de muchos animales superiores; forma parte de lo que podemos denominar hábitos saludables y, por tanto, resulta muy conveniente desde el punto de vista individual y de la salud pública.

La automedicación se ha calificado como responsable si se enmarca dentro del autocuidado y quien la practica posee una buena información sobre el medicamento que está tomando, ya sea gracias al consejo de un profesional o por su propia experiencia. Esta automedicación es la que se lleva a cabo para el tratamiento de síntomas considerados menores con medicamentos sin receta, ya sean considerados publicitarios o no, y es en la que, como sabemos, el consejo farmacéutico tiene un alto valor. Al lado de este tipo de automedicación habría que considerar otro tipo que se suele denominar irresponsable porque se hace fuera del diagnóstico o la prescripción médica, por exclusiva iniciativa del paciente, y en ocasiones hasta en contra de las advertencias de cualquier profesional sanitario, incluido el farmacéutico. No hay que olvidar tampoco que la automedicación poco responsable pueden practicarla incluso profesionales sanitarios: los médicos no son una excepción2 y los farmacéuticos no incurren demasiado en esta práctica, aunque sólo sea por el dicho clásico de que los medicamentos son para venderlos, no para tomarlos3.

En cualquier caso, la automedicación poco responsable o irresponsable puede tener una connotación negativa para la salud y es lo que puede interesar más desde el punto de vista sanitario.

Las cifras de la automedicación

Los datos publicados por la Asociación Europea de Especialidades Farmacéuticas de Gran Público (AESGP son las siglas correspondientes a la denominación inglesa), indican que España ocupa el último lugar europeo en la utilización de estos productos, situación que puede cambiar con la publicación del RD 1345/2007, de 11 de octubre, por el que se regula el procedimiento de autorización, registro y condiciones de dispensación de los medicamentos de uso humano fabricados industrialmente. Al menos así lo piensa la Asociación para el Autocuidado de la Salud (ANEFP), ya que el real decreto elimina las listas positivas de principios activos y dosificaciones existentes hasta ahora, y se adecua a la legislación europea en la materia. Igualmente se ha conseguido que los criterios para autorizar la publicidad sean claros y precisos4.

Un análisis del mercado español en 2006 realizado por la AESGP indica que el mercado farmacéutico total ascendió a 13.454 millones de euros a precio de venta al público y que el mercado total sin prescripción ascendió a 1.483 millones de euros, aunque entre los medicamentos sin prescripción se encuentran también los que no requieren receta, pero son financiados por la Seguridad Social. Si se deduce esta cifra y lo que representan las recetas de la Seguridad Social, Muface, Isfas, Mujeju y otras mutualidades se puede llegar a la conclusión de que el mercado privado a través de recetas no representa más que un 11,3% del mercado total y que de éste una parte cada vez menor podría dar lugar a la automedicación con medicamentos que requieren receta, una práctica que se encuentra en retroceso drástico en nuestro país (tabla I). Otra cuestión muy diferente sería el empleo de medicamentos realmente prescritos por el médico en una ocasión anterior o, incluso, la petición expresa de una prescripción por iniciativa del paciente, algo que por desgracia es demasiado frecuente en nuestro sistema de asistencia sanitaria.

Al lado de estas cifras hay que situar la automedicación verdadera, que correspondería a los datos que aparecen en la tabla II. Pero además de los medicamentos que se dispensan en la farmacia, habría que incluir otro tipo de productos que el paciente emplea para tratar de mejorar su salud por iniciativa propia y que obtiene en tiendas de alimentación, grandes superficies y herbolarios. Del consumo de estos productos se proporcionan algunos datos procedentes del estudio realizado por la Fundación Salud y Naturaleza5.

Encuestas a los usuarios

En el año 2007 se han realizado dos encuestas a consumidores, una de ellas procede del estudio citado de la Fundación Salud y Naturaleza y la otra, de la Asociación de Usuarios de Servicios de Salud (Asusalud). La primera de ellas se centra en personas que habitualmente frecuentan herbolarios, mientras la segunda tiene un carácter más general y reviste mayor interés para determinar los patrones de automedicación. No obstante, y en lo que se refiere a productos vendidos fuera de las farmacias, hay que recurrir en ocasiones a la primera. Los principales datos que pueden obtenerse de ambas son los siguientes: en la encuesta de Asusalud, un 88% de los encuestados ha tomado algún medicamento o producto relacionado con la salud en el último mes. Este medicamento ha sido recetado por un médico en el 85% de los casos, aunque en un 15% no había sido en ese momento, sino en una ocasión anterior. Por consejo farmacéutico lo tomó un 5%; en un 10% lo tenía en casa y sólo en el 1% de los casos lo había recibido de otra persona. En esta misma encuesta, en una pregunta abierta, la mayor parte de los encuestados declaró que se trataba de analgésicos, hipnóticos, antiácidos o medicamentos para el resfriado. A la pregunta de si cuando acuden a la consulta de un médico le piden un medicamento concreto, un 28% declaró que sí lo hace, explicando que se debe a un tratamiento a largo plazo. En cuanto a la administración de medicamentos sin receta para sus hijos, afirman que la practican o practicaban frecuentemente para analgésicos y vitaminas. Finalmente, preguntados sobre qué tipo de medicamentos pueden tomar sin acudir al médico, señalan la mayor parte de las dolencias menores y los productos «naturales», pero no indican casi en ningún caso antibióticos, prueba de los efectos positivo de las campañas realizadas por las autoridades sanitarias. Sólo un 0,5% de los encuestados afirma tomar medicamentos homeopáticos y únicamente el 4% afirma tratarse en exclusiva con productos naturales de venta en herbolarios. En la encuesta realizada por la Fundación Salud y Naturaleza sobre la población que acude a los herbolarios se registran porcentajes elevados para los productos adelgazantes y complementos alimenticios, sin embargo, las infusiones y las plantas medicinales registran porcentajes del 14% para las primeras y del 2% para las plantas medicinales sin elaboración alguna (fig. 1).

Fig. 1. Tipos y porcentaje de los productos vendidos en herbolarios

El precio tiene una gran importancia entre los medicamentos consumidos por automedicación y, así, se observa que los productos cuyo precio de venta sobrepasa los 15-20 euros se obtienen fundamentalmente a través de las recetas del sistema público

Principales medicamentos consumidos

Los grandes grupos de la automedicación vienen recogidos en la tabla III y se refieren a los antigripales, analgésicos, digestivos, tratamientos de la piel y vitaminas y minerales. Los medicamentos de plantas medicinales ocupan un lugar poco destacado entre los preparados para automedicación. Es significativo también que ciertos medicamentos de prescripción como los antibióticos, que en otros tiempos han representado un alto porcentaje de la automedicación --sobre todo en el caso de la amoxicilina--, se encuentran en clara fase de recesión. Hay que destacar, no obstante, que hay una automedicación casi imposible de medir, que es la que se produce a través del comercio ilegal de medicamentos por internet. En este sentido, disponemos de estudios realizados en el año 20066 que apuntan que ésta puede ser una de las fuentes más peligrosas de automedicación, que tiene lugar con productos falsificados o de baja calidad. Entre los medicamentos con receta que generan más conductas de automedicación los hay que no son fáciles de conseguir sin prescripción médica en la farmacia, que pueden obtenerse a través de internet o que directamente se solicitan al médico, quien no suele negarlos. Destacan los hipnóticos a base de benzodiacepinas, las hormonas para el control de la natalidad en la mujer (si requiera receta) o la terapia para la disfunción eréctil en el hombre. El precio tiene también una gran importancia entre los medicamentos consumidos por automedicación y, así, se observa que los productos cuyo precio de venta sobrepasa los 15-20 euros se obtienen fundamentalmente a través de las recetas del sistema público.

Por último, en la automedicación también tiene importancia la forma farmacéutica, ya que a nadie se le ocurre automedicarse con inyectables, mientras que las formas tópicas se consideran banales e incluso muchos consumidores no piensan siquiera que se están automedicando cuando las usan.

Elementos del autocuidado y razones para la adquisición de medicamentos

Desde el punto de vista social, hay una serie de razones por las que los individuos se predisponen al autocuidado de la salud y ellas se han señalado: mantenerse en forma; mantener una buena salud física y mental; mantener la salud después de procesos agudos o de un alta hospitalaria; el cuidado de enfermedades leves en pacientes crónicos, como es el caso de los diabéticos; satisfacer las relaciones sociales y las necesidades fisiológicas y, por último, en esta enumeración no exhaustiva, figura la prevención de enfermedades y accidentes.

En la decisión individual pueden influir la información, los factores sociales --como en el caso del control de peso o el acné--, los factores económicos propios de las sociedades desarrolladas, la actitud positiva o incluso de valoración excesiva de la acción de los medicamentos, los factores de regulación --las prohibiciones no suelen dar buenos resultados-- y, finalmente, la acción de los laboratorios que promueven el uso de los medicamentos en los que se puede hacer publicidad.

Precisamente el desarrollo de acciones informativas por parte de los laboratorios sobre los medicamentos de prescripción es una vieja aspiración de la industria farmacéutica en Europa que hasta ahora ha chocado frontalmente con la legislación en nuestro continente. Para alcanzar este objetivo se mantienen permanentemente iniciativas de lobby7.

Cuando la automedicación se produce, y sobre todo si se produce de una forma poco responsable, es necesaria la ayuda de los profesionales sanitarios, principalmente para ayudar al consumidor a reconocer mejor los síntomas a tratar; asegurar que su situación es la adecuada y determinar que los medicamentos que elige son los más convenientes para él y que conoce perfectamente sus indicaciones y pautas de uso. Cuando el farmacéutico detecte que la automedicación se produce fuera de unos parámetros adecuados, su principal consejo al usuario es que acuda al médico para reorientar su tratamiento.

Finalmente, hay unas razones de automedicación que deben ser especialmente evitadas y son las que se producen por adicción a cierto tipo de medicamentos, realmente mucho más extendida de lo que parece y que afecta a fármacos prescritos por el médico como hipnóticos, ciertos antidepresivos y otros muchos para los que ciertos pacientes muestran algún tipo de adición de carácter individual8. En estos casos la labor de los profesionales sanitarios es fundamental para evitar el autoconsumo que, en muchos casos, se produce con la bendición de una receta prescrita por el médico y dispensada legítimamente por el farmacéutico.

Conclusión

La automedicación no es una de las mayores amenazas para la salud publica en España, ni tiene que ver, en la mayor parte de los casos, con los efectos adversos y los ingresos hospitalarios que se producen por los medicamentos, que en su mayor parte han sido prescritos por el médico. La automedicación irresponsable decrece año a año, pero también la responsable, ya que el uso de las recetas del sistema público y su bajo coste para los usuarios tiene un indudable efecto llamada. La automedicación con lo que suele conocerse como «productos naturales» que se realiza fuera de los canales sanitarios cuenta con una proporción de usuarios que parece estabilizada en torno al 4-5% de la población.

Se constata la eficacia de las campañas sanitarias para evitar el uso indiscriminado de antibióticos y otras sustancias, pero aparecen nuevos elementos de preocupación como es la compra indiscriminada de medicamentos por internet o la permisividad en la prescripción por parte de los médicos de la sanidad pública.

Bibliografía
[1]
A ello va a contribuir la estricta prohibición a dispensar medicamentos de prescripción sin la correspondiente recet.a, tal como aparece en la Ley 29/2006 de 26 de julio de Garantías y Uso Racional de Medicamentos y Productos Sanitarios..
[2]
Y menos de una cuarte parte de los facultativos tiene médico de cabecera. En un estudio elaborado por la Fundación Galatea, entidad creada en 2001 por el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña, se afirma que de los 762 médicos entrevistados, el 16,8% reconoce haber tomado algún psicofármaco en l
[3]
En el pasad.o, se decía que entre los farmacéuticos catalanes era común el dicho: «Els medicaments són per vendre'l.s, no pas per prendre'ls»..
[4]
Los criterios para autorizar la publicidad de medicamentos son 3: que no precisen recet.a, que no sean financiados con fondos públicos y que no contengan en su composición sustancias psicotrópicas o estupefacientes..
[5]
Libro Blanco de los Herbolarios y las Plantas Medicinales. Madrid: Zagrheca Consultores; 2007.
[6]
Valencia: MICOF Valencia; 2006.
[7]
Se trata de lo que se conoce por DTC o publicidad directa al consumidor (Direct to Consumer en inglés)..
[8]
Se han observado adicciones de carácter individual con un fuerte componente psíquico a muchos medicamentos en individuos predispuestos..
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