El grupo de población denominado tercera edad es muy heterogéneo, ya que no se pueden establecer criterios según los cuales se pueda o no incluir en él a las personas. Aunque las ingestas recomendadas para este grupo de población son las mismas que para los adultos más jóvenes, el proceso de envejecimiento conlleva cambios fisiológicos que hacen que estas personas sean diferentes.
INGESTAS RECOMENDADAS
Las tablas españolas de ingestas recomendadas distinguen tres grupos de población de edad avanzada, de 50 a 59 años, de 60 a 69 años y de 70 en adelante. Aún no se tienen suficientes datos como para establecer grupos distintos a éstos. Se sabe que a partir de los 50 años aparecen cambios fisiológicos importantes que afectan tanto a la composición corporal como a mecanismos de absorción, digestión, función renal y endocrina. Incluso varía la actividad física con respecto a los individuos más jóvenes. También es cierto que estos cambios varían de unos individuos a otros e incluso de manera diferente en el organismo de una misma persona. Comparando las ingestas recomendadas para las personas de más de 70 años con los de 50, se encuentran varias diferencias para los distintos nutrientes.
Energía
La cantidad recomendada para los mayores es menor que para un adulto más joven, debido, por un lado, a la disminución del metabolismo basal como consecuencia de una menor proporción de masa corporal magra y a un aumento de tejido adiposo y conectivo fibroso, y por otro lado, al decrecimiento de la actividad física, generalmente debida a disminución de las capacidades funcionales osteoarticulares.
Proteínas
Se recomienda la ingesta de la misma cantidad a pesar de que las necesidades son menores por tener menos masa muscular. Precisamente lo que se pretende es que el aporte sea suficiente para minimizar en lo posible esta disminución, por eso se aconseja que las proteínas sean de alto valor biológico.
Lípidos
Al igual que para el resto de adultos, se sugiere que para las personas de edad más avanzada los lípidos no aporten más del 30% de las calorías de la dieta, repartiéndose en el 10% de ácidos grasos saturados, el 10% de monoinsaturados y el 10% de poliinsaturados.
Hidratos de carbono
Es recomendable que aporten entre el 50 y el 60% de las calorías de la dieta. Son recomendables los carbohidratos complejos y conviene disminuir lo más posible el consumo de azúcares sencillos, dada la alta proporción de diabetes en este grupo poblacional. Además conviene ingerir habitualmente alimentos ricos en fibra con el propósito de contrarrestar el estreñimiento que se produce por la menor motilidad gastrointestinal.
Vitaminas
Las ingestas recomendadas de tiamina, riboflavina y niacina son menores en el grupo de población de 70 años que en el de adultos más jóvenes. Pero es muy probable que estas cifras sean corregidas al alza próximamente, dado que estudios recientes demuestran que existen niveles bajos de vitaminas en muchos ancianos. Los expertos consideran cierto que los requerimientos vitamínicos son similares en ambos grupos de población, pero también reconocen que la polimedicación (práctica muy habitual en la mayoría de estas personas) y las alteraciones digestivas asociadas a la edad pueden conseguir que la absorción digestiva de muchas vitaminas disminuya.
Minerales
La recomendación es la misma que para los adultos más jóvenes en todos los minerales excepto yodo. La explicación está en que el menor metabolismo basal hace que se necesite menos cantidad de este elemento. Aún así, se han observado deficiencias de minerales debidas bien a que la secreción gástrica disminuida pueda afectar a la absorción de calcio y de hierro, o en casos de personas que toman mucha fibra, que son los que pueden tener menor absorción de calcio, magnesio, hierro y cinc. Por eso, se puede afirmar que las necesidades dietéticas de algunos minerales importantes están relacionadas con el proceso de envejecimiento, aunque no se pueden calcular nuevos valores de ingestas recomendadas.
Agua
El anciano debe ingerir abundante cantidad de agua (entre 2,5 y 3 litros). La ingesta de sal ha de ser moderada, con el fin de evitar tanto la retención hídrica como la hipertensión. Pero hay que tener en cuenta que el anciano tiene mayor riesgo de deshidratación que el joven porque el mecanismo de control de la sed está deteriorado.
El ejercicio físico tiene gran importancia, debido a sus efectos beneficiosos sobre la composición corporal, la capacidad anabólica, la mejoría de las funciones osteoarticulares y todos los mecanismos que afectan a la autoestima y a la conducta.
Como conclusión se puede afirmar que una buena dieta para este grupo de población es aquella que cumple los requisitos de ser variada y equilibrada, de fácil digestibilidad, presentada de manera atractiva para su consumo, con bajo contenido en sal y en la que sistemáticamente se incluyan líquidos. Respecto a la conveniencia de comer en compañía o de incrementar el ejercicio físico, estas recomendaciones están aceptadas por todos los estudiosos del tema, aunque se aparten del campo estrictamente nutricional.
CONSIDERACIONES NUTRICIONALES
El interés por la alimentación en esta etapa de la vida viene determinada por dos cuestiones: el estudio de la malnutrición, que tiene alta prevalencia en este grupo de población y la búsqueda de un régimen dietético que pueda contribuir a aumentar la longevidad.
Malnutrición
La tercera edad es uno de los grupos con mayor riesgo de presentarla, debido fundamentalmente a causas consecuentes con la fisiología y patología propias del anciano, como pueden ser el deterioro de procesos digestivos, problemas dentales, enfermedades crónicas e incapacidad física o mental. Incluso puede ser debida a motivos derivados de su situación social, como pueden ser el estatus económico y cultural o el aislamiento.
Aumento de la longevidad
Se sabe que ésta se modula positiva o negativamente por factores del entorno entre los que se encuentra la alimentación. Por otro lado, estudios concluyentes que se han hecho con roedores parecen indicar una relación entre restricción calórica y aumento de la longevidad. Actualmente están en marcha estudios en similares primates, pero aún no se encuentran en fase concluyente.
PRODUCTOS DIETÉTICOS PREPARADOS
La existencia en la farmacia de productos indicados para la tercera edad se debe a la alta prevalencia que en este grupo tienen ciertas anomalías que se indican a continuación.
Necesidad de dieta hiperproteica. Aparece en personas que han sido sometidas a una intervención quirúrgica o en aquellas que tienen deficiente alimentación.
Necesidad de dieta pobre en grasa: personas con dislipemia o diabetes.
Necesidad de dieta pobre en potasio: en enfermedades cardiovasculares o renales.
Dieta pobre en sodio: en diarreas o en enfermedades cardiovasculares.
Dificultades de masticación: en casos de enfermedades neurológicas, accidentes cerebrovasculares o tras cirugía maxilofacial.
Anorexia: suele darse en enfermos con cáncer, con infecciones o con estrés.
Trastornos digestivos: debidos a enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celíaca e insuficiencias hepáticas o pancreáticas.
Necesidad de una dieta rica en fibra debido a estreñimiento o diabetes.
En la tabla I se detallan estas y otras indicaciones para los productos de alimentación para adultos que se encuentran disponibles en las oficinas de farmacia (tabla II).
Una buena dieta es aquella variaday equilibrada, de fácil digestibilidad, con bajocontenido en saly en la que se incluyanlíquidos
Los productos indicadospara sustituir total o parcialmente la dieta ofrecen ciertas ventajasprácticas respectoa la dieta convencional
Características
Los productos indicados para sustituir total o parcialmente a la dieta ofrecen ciertas ventajas prácticas respecto a la dieta convencional tanto para el usuario como para el personal encargado de su cuidado. Estos productos ahorran espacio de almacenaje ya que tienen bajos peso y volumen, con lo cuál se facilitan tanto el transporte como la manipulación y el aprovechamiento. Así, se puede asegurar una disponibilidad continua de estos productos. También ahorran tiempo de preparación, facilitan la profesionalización de la cocina y simplifican las compras. Además, su largo período de caducidad facilitan también su almacenaje y hace innecesario la conservación en frío. En todos los casos se trata de productos que, consumidos de acuerdo con las instrucciones de empleo indicadas por el fabricante, aportan una dieta completa y equilibrada respecto a las necesidades de este grupo de población.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Hernández M, Sastre A. Tratado de nutrición. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, 1999.
Mataix J, Carazo E. Nutrición para educadores. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, 1995.
Riba M, Vila L, Infiesta F, Rivero M. Manual práctico de nutrición y dietética. Madrid: Vicente ediciones, 1993.
Catálogo de parafarmacia 2001. Madrid: Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, 2001.