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El número 13 no es sinónimo de desgracia, mala suerte o mal agüero en todas las culturas. En algunos países y para algunas personas significa todo lo contrario: fortuna, felicidad, prosperidad...
Ojalá este año 2013, recién estrenado, se identifique más con el segundo significado y sea, en todos los sentidos, mejor que el que acabamos de abandonar. No debería de ser un deseo difícil de cumplir, ya que 2012 ha sido un mal año para la mayoría de los ciudadanos de la vieja Europa, sumergida en una crisis financiera que parece no tener fin.
En España, a los recortes en el ámbito social y en educación se añaden los de sanidad y todas las medidas aplicadas para reducir el gasto en medicamentos: copago de los pensionistas, pago de un euro por receta en algunas comunidades, desfinanciación de algunos medicamentos Todas estas medidas han hecho que la rentabilidad de nuestras farmacias, tan ligada a la prescripción a través del sistema Nacional de salud, haya disminuido a cifras que, en algunos casos, han comprometido la viabilidad de esta modalidad de ejercicio profesional. En 2012, un número elevado de farmacias tuvieron serias dificultades para subsistir y otras se vieron obligadas a cerrar, circunstancias que sin duda afecta a la calidad del servicio asistencial del que tan orgullosos nos sentíamos todos los farmacéuticos en las últimas décadas.
En esta situación, el modelo mediterráneo de farmacia parece tambalearse, y si a ello añadimos la «espada de Damocles» de la liberalización y la desvinculación de propiedad y titularidad que la Administración esgrime cada cierto tiempo sobre nuestras cabezas, el presagio de un futuro incierto para las farmacias es capaz de calar incluso entre los más optimistas.
No obstante, yo, que pertenezco al grupo de los que suelen ver el lado positivo de las cosas, prefiero pensar que tenemos por delante 365 días de este año para hacerlas lo mejor posible, para sentirnos orgullosos de nosotros mismos y para encarar los problemas del día a día (falta de liquidez, retrasos en los pagos, dificultades técnicas en la dispensación, etc.) con la mejor de las sonrisas. Nuestros clientes, aquejados de las mismas dificultades económicas que nosotros mismos, entran en nuestros establecimientos en busca de consuelo y consejo profesional que les hagan sentirse mejor física y psicológicamente. No hay que olvidar que la desfinanciación de algunos medicamentos habituales destinados al tratamientos de las denominadas enfermedades menores (mucolíticos, antiinflamatorios, lágrimas, etc.) ha potenciado nuestra labor como prescriptores. Nuestro consejo y atención personalizada son lo mejor que les podemos ofrecer a ellos y a nosotros mismos.
Feliz año 2013.
MERCÈ PRATS
Directora