Sr. Director:
La disfagia neuromuscular se define como un trastorno de la deglución que aparece en torno a una lesión del sistema nervioso. La severidad de este síntoma puede variar desde una dificultad moderada hasta la total imposibilidad para la alimentación oral. Los afectados ven alterados los mecanismos que conforman desde la masticación hasta el desplazamiento del bolo alimenticio de la boca hacia el estómago. Por tanto, se trata de una disfunción grave que debe diagnosticarse y tratarse de forma temprana debido a la importante morbimortalidad asociada que presenta.
La risperidona es un agente antipsicótico, derivado benzoisoxazólico, emparentado estructuralmente con las butirofenonas. Es un importante antagonista D2 al que se le atribuye una incidencia de efectos secundarios extrapiramidales menor que la de los antipsicóticos clásicos. Está indicado en el tratamiento de la esquizofrenia, episodios maníacos en trastornos bipolares, tratamiento a corto plazo (6 semanas) de la agresión persistente que pueda aparecer en pacientes con demencia tipo Alzheimer y que no responden a otras medidas no farmacológicas y en el tratamiento sintomático a corto plazo (6 semanas) de la agresión persistente en los trastornos de la conducta en niños de 5 años en adelante1. Aunque la disfagia neuromuscular no está descrita como reacción adversa, en su ficha técnica sí aparece que uno de los efectos adversos poco frecuentes asociados a la risperidona en monoterapia es la discinesia tardia1. Una discinesia tardía puede desencadenar una disfagia orofaríngea, tal y como hemos encontrado descrito en 5 casos clínicos en las principales fuentes bibliográficas (Medline).
Caso clínicoMujer de 30 años, institucionalizada, diagnosticada de síndrome de Madelung, retraso mental severo y enanismo mesomérico, en tratamiento desde hace 2 años con: lactulosa sobres: 1-0-0-1; diazepam 5 mg: 0-2-0-1; risperidona 3 mg: 1/2-0-1-0, y clonazepam 0,5 mg 0-1-1-1.
En septiembre se decidió un incremento de la dosis de risperidona 3 mg a 1-0-1-0.
A los 5 meses de la modificación del tratamiento, la paciente comenzó a presentar dificultades para la deglución de alimentos sólidos; se modificó la dieta a un preparado triturado que tampoco toleró. Posteriormente, la paciente presentó problemas de deglución con la administración de líquidos. Se realizó una interconsulta con otorrinolaringología y gastroenterología, que tras explorar a la paciente no observaron patología funcional del aparato respiratorio y digestivo. Tras la consulta con psiquiatría, se le prescribió tratamiento con biperideno 1 mg cada 8 h por posible reacción extrapiramidal a la risperidona, que habría dado lugar a una discinesia tardía que desencadenó en una disfagia neuromuscular. La paciente no presenta mejoría.
Se decidió retirar de forma progresiva el tratamiento con risperidona y la paciente mejoró notablemente. Posteriormente, se prescribió quetiapina 200 mg 1-0-1-0, para el tratamiento de las alteraciones de la conducta, que toleró perfectamente.
La aplicación del algoritmo de causalidad Naranjo permitió clasificar objetivamente el evento como de probable disfagia neuromuscular relacionada con la administración de risperidona. Posteriormente, el caso se comunicó al Centro Nacional de Farmacovigilancia.
DiscusiónLa risperidona es una alternativa segura y efectiva a los antipsicóticos típicos en el tratamiento de las alteraciones de la conducta. Estos últimos se encuentran en la actualidad en desuso debido a las múltiples reacciones adversas que producen, en particular, el síndrome neuroléptico maligno y las reacciones extrapiramidales.
Aunque la disfagia neuromuscular no aparece descrita como reacción adversa, en la ficha técnica de la risperidona si se han descrito como efectos adversos a ésta, con una incidencia superior 1/10 las reacciones extrapiramidales y entre 1/100 y 1/1.000 la discinesia tardía1. Aunque es una reacción adversa muy infrecuente, se han notificado casos en que risperidona produce disfagia porque originar una reacción distónica con inflamación vulvar2 y una discontinuidad de las fases oral y faríngea de la deglución3. En ambos casos, la disfagia cedió con la supresión de la risperidona. Más recientemente, también se han descrito 3 casos4-6 que relacionan una posible disfagia asociada a la risperidona. En el primero, se ha descrito el evento como una asociación de la disfagia a una discinesia tardía que apareció a los 6 meses de incrementar la dosis de la risperidona4 y, en el segundo, la disfagia apareció a los 5 meses de un incremento similar de la dosis5, tal y como se ha producido en el presente caso. En ambos, del mismo modo que en el caso que describimos, la discinesia tardía no cursó acompañada de otros movimientos involuntarios, que sí se han descrito en la discinesia tardía asociada a los antipsicóticos convencionales6. El último caso7 es muy similar al descrito en este artículo, ya que se desarrolla en una paciente discapacitada, con retraso mental severo e institucionalizada. La presencia de retraso mental es un importante indicador de posible daño neurológico y en estos pacientes se ha descrito una mayor posibilidad de desarrollar un problema de disfagia8.
Aunque la disfagia asociada a risperidona no aparece descrita como posible reacción adversa en su ficha técnica, sí es un efecto adverso bien documentado, si bien hay descritos un número reducido de casos y la escasa frecuencia de manifestación y la gravedad del cuadro clínico justifican su comunicación y obligan a su rápida detección y tratamiento. Por ello, consideramos importante alertar acerca de este evento adverso asociado a la administración de risperidona, que permita la actuación inmediata con la finalidad de reducir la morbimortalidad asociada.