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Vol. 39.
Páginas 203-207 (Septiembre - Diciembre 2016)
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Las izquierdas en México: una historia de ida y vuelta. Rodríguez, Octavio, Las izquierdas en México, México, Editorial Orfila, 2015
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Hugo Antonio Garciamarín Hernández1
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Referir la historia política de las izquierdas en México, es hablar de un proceso complejo, enredado y con muchas experiencias a analizar, que van desde los albores del siglo xx, donde se aspiraba al socialismo, hasta el desplazamiento ideológico cada vez más hacia el centro de la izquierda partidista, la experiencia de la guerrilla y el surgimiento de fenómenos diferentes como el movimiento estudiantil de 1968 y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Sin duda alguna las izquierdas han vivido procesos políticos y sociales difíciles de seguir y de estudiar.

Por lo anterior, no me extraña que haya sido un experto en la materia, como lo es Octavio Rodríguez Araujo, quien elaboró el que en mi opinión es el mejor trabajo que se ha realizado recientemente al respecto: Las Izquierdas en México. Dicho autor concentra en esta obra toda una vida de estudio sobre los vaivenes de las izquierdas en este país (hay que recordar que comenzó el estudio de las izquierdas desde su tesis de licenciatura, el Partido Comunista Mexicano, que después sería un libro), y la complementa con experiencias personales de su participación política, combinando así la rigurosa recopilación documental con enriquecedores toques anecdóticos.

1. La elaboración del libro

El propio Rodríguez Araujo define a su libro como un ensayo en el que estudia a las izquierdas del siglo XX y de la actualidad, a partir de un enfoque clásico: la distinción entre revolucionarios y reformistas. Sin embargo, el mismo autor considera que es arriesgado simplificar la historia bajo una mirada “etapista” que dibuje una evolución lineal de las izquierdas. Por ello, la obra conjuga el estudio de la díada reforma-revolución con el análisis diacrónico-sincrónico. El análisis diacrónico es realizado mediante tres momentos clave: el socialismo tradicional (sujeto a la Internacional Comunista y al Partido Comunista de la Unión Soviética), la crítica al socialismo tradicional (que fue de la mano con el crecimiento del trotskismo y el maoísmo) y la decepción del pasado (que derivó en dos vías incompatibles: la electoral y parlamentaria y la del movimientismo sin ideas claras).

Mientras tanto, el análisis sincrónico se realiza mediante el jaloneo entre diferentes etapas: el autor, por su conocimiento del tema y el intento de no dejar un cabo suelto, va y viene en el tiempo. Para ello sigue la pista de alguna organización política y su interacción con otras izquierdas, para después, en otro capítulo, retroceder de nuevo para explicar el origen de otra organización y generar nuevas conexiones. La narración de cada uno de los eventos, incluyendo el contexto internacional, es una historia de ida y vuelta.

Así pues, la misma estructura y la amplia recopilación documental hacen que el texto sea difícil de seguir. Por lo mismo, me queda claro que sólo alguien con la preparación de Rodríguez Araujo podría realizar un estudio tan complejo sin restarle su debida importancia a cada uno protagonistas de la historia. Esto se refleja en la forma en que están divididos los capítulos del libro: 1. el Partido Comunista Mexicano y similares, 2. El Espartaquismo y el Maoísmo, 3. El Movimiento de Liberación Nacional, 4. El Trotskismo, 5. El Movimiento estudiantil de 1968, 6. Movimientos Armados de izquierda, 7. La Socialdemocratización de las Izquierdas y 8. El Partido de la Revolución Democrática y morena. Para su explicación seguiré los tres momentos claves que plantea el autor.

2. El Socialismo tradicional

El socialismo tradicional, como bien apunta el escritor, estaba fuertemente influenciado por la Internacional Comunista y el Partido Comunista de la Unión Soviética. En este sentido, el libro explica los aciertos y contradicciones de las izquierdas de la primera mitad del siglo xx, sin dejar a un lado la polémica: “Para fines de este libro basta saber que desde su fundación hasta finales de los años cincuenta del siglo pasado, el pcm dependió en buena dosis de los lineamientos establecidos de la Primera Internacional o una vez desaparecida ésta, desde el Partido Comunista de la Unión Soviética”.

De esta forma, Rodríguez Araujo hace un seguimiento puntual del pcm comparando fuentes, recordando aspectos de su primer libro y estableciendo los principales momentos que marcaron sus giros ideológicos. Un ejemplo de ello es el viraje en el pcm del vi al vii Congreso de la Internacional, en el que los comunistas mexicanos pasaron del “ni con Calles ni con Cárdenas, con las masas cardenistas,” a los Frentes Populares claudicación reformista, según el autor. En este sentido, el balance del pcm es duro: la lectura indica que tras examinar su responsabilidad histórica, su mayor éxito fue que su existencia sirvió para distinguir a las izquierdas de las derechas. No más.

No obstante, el análisis del autor no es tan simple como eso y explica muy bien los diferentes actores y momentos clave de la época. Durante este apartado saldrán a la luz personajes y partidos como Dionisio Encina, Valentín Campa, Hernán Laborde, el Partido Obrero Campesino de México, el Partido Popular (después Partido Popular Socialista) y Vicente Lombardo Toledano. Sobre este último, cabe mencionar, el autor no hace mucho hincapié. Durante la obra aparece como un actor secundario, con su importancia, sí, pero sin un análisis profundo. Seguramente la exclusión del lombardismo se debe a que Rodríguez Araujo no lo considera de izquierda, ya que muchas de sus prácticas políticas terminaron por favorecer al poder. No obstante, en mi humilde opinión, hay aspectos interesantes en torno a Lombardo, su partido, sus ideas y la influencia que tenía en la izquierda, que seguramente habrían sido explicados de gran manera por el autor.

Por último, el escritor explica que después del movimiento de los ferrocarrileros se creó una fuerte disidencia al interior del partido comunista que cuestionaba su dirección. Esta disidencia se autodenominaría “espartaquista” y, junto a maoístas y trotskistas, serían los críticos del socialismo tradicional.

3. Crítica al socialismo tradicional

A mi parecer, ésta es la parte más compleja y enriquecedora del libro. Cuando el autor explica las diferentes corrientes, agrupaciones y actores políticos, pretende ser lo más sólido posible, haciendo un análisis muy minucioso: si bien identifica tres corrientes críticas principales (espartaquismo, maoísmo y trotskismo), éstas a su vez tienen diferentes ramificaciones, donde cada organización, a pesar de tener aspectos en común, se define a sí misma como única. Por ello el autor da cuenta de un gran número de asociaciones, ligas, partidos políticos y un sinfín de nombres que siguen sonando hoy en día y cuyo pasado es muy diferente a su actualidad política (como el caso de Rosario Robles, quien pasó de ser parte de la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas, al gabinete de Peña Nieto).

El espartaquismo surgió a raíz de una de tantas salidas de José Revueltas y las células Marx y Engels del pcm y del pocm, lo que derivó en el nacimiento de la Liga Leninista Espartaco en 1960. Sin embargo, como el principal objetivo del espartaquismo era la construcción de un “verdadero partido proletario”, tuvo muchas escisiones que terminaron en pequeñas organizaciones. Un ejemplo de la obsesión teórica y el sectarismo del espartaquismo fue la expulsión de José Revueltas de la Liga Leninista Espartaco por “desviaciones del leninismo” en 1963.

Por otra parte, otra desviación espartaquista fue la de corte maoísta. El maoísmo fue muy complejo y los resultados de su actividad política diversos: la creación de movimientos urbanos populares en la Ciudad de México, el nacimiento del Frente de Liberación Nacional (que sería un antecesor directo del ezln), el Partido del Trabajo y “maoístas” que terminaron en el gobierno. En este apartado se puede observar con más claridad cómo juega el autor con espacio y tiempo para ilustrar distintas conexiones políticas.

El trotskismo, por otro lado, es estudiado en un capítulo donde se narra que su presencia en México, normalmente perseguida por aquellos grupos del socialismo tradicional, fue poco significativa durante la primera mitad del siglo xx (a pesar de los intentos de la Liga Comunista Internacional y el Grupo Socialista Obrero). No obstante, las luchas anticolonialistas en Asia, Medio Oriente y algunos países de África, así como la crisis del pcm tras el movimiento ferroviario y el movimiento de 1968, permitieron que el trotskismo mexicano cobrara mayor relevancia.

De esta forma, Rodríguez Araujo cuenta una historia bien retratada: se puede ver la evolución del trotskismo en México, sus rupturas múltiples (como el viejo chiste que recuerda el autor), sus corrientes principales (como el posadismo basado en los postulados de J. Posadas), su papel internacional (como el artículo de Adolfo Gilly sobre el paradero del Che Guevara), su sectarismo, el viraje hacia al anarquismo de algunos trotskistas con el zapatismo y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt), que impulsó a la primera mujer candidata presidencial, Rosario Ibarra.

La crítica al socialismo tradicional es mucho más compleja que lo que yo he podido señalar, pues además de lo que ya he descrito, el autor explica el Movimiento del 68 y sus consecuencias (la llamada Nueva Izquierda), así como los movimientos guerrilleros. Sobre estos últimos se realiza un balance bastante interesante: algunos movimientos armados surgieron a raíz del 68 y tuvieron una formación urbana e intelectual; sin embargo, también existieron otros de carácter rural, como sería el encabezado por Lucio Cabañas. La guerrilla se analiza con especial cuidado y aunque hay críticas importantes sobre su andar, se les reconoce un papel importante y, sobre todo, consecuencia con sus ideales.

La decepción del pasado

Los capítulos más cortos del libro son los que están dedicados a los últimos años de la izquierda mexicana. Esto se debe a que es un tema más reciente y ya trabajado por el autor. La decepción del pasado o la socialdemocratización de los partidos políticos se centra en un análisis que va desde el Movimiento de Liberación Nacional, hasta algunas menciones al zapatismo, al movimientismo contemporáneo, la evolución del pcm al Partido Socialista Unificado de México (psum), el prd y morena. El balance general es que con el tiempo las izquierdas se socialdemocratizaron en exceso y han hecho a un lado sus pretensiones socialistas. ¿Se puede decir que hay una izquierda hoy en día? Bajo la óptica del autor, parcialmente sí, en tanto que se diferencian de manera programática del neoliberalismo, pero son de centro-izquierda por su posición distante al socialismo.

Conclusiones

Muchas de mis conclusiones sobre el texto ya las he dicho a lo largo de la reseña: el libro es una historia de ida y vuelta bien documentada y polémica. Seguramente Las Izquierdas en México se convertirá en un referente para todos los estudiosos del tema y para los militantes de izquierda que quieren saber más sobre el pasado, la actualidad y el futuro de la izquierda mexicana. El texto termina con una serie de preguntas y sin conclusiones, cuestión que no parece preparada al azar: la historia está descrita de la mejor forma posible y dependerá del lector obtener sus propias conclusiones. ¿Debemos de reformular en la actualidad algunos postulados del pasado? ¿La izquierda ha dejado a un lado sus pretensiones socialistas? ¿Qué es ser de izquierda hoy en día? Los temas están ahí y Rodríguez Araujo deja abiertas las páginas para que sigamos escribiendo y –¿por qué no?– construyendo la historia.

Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Actualmente cursa un Máster en Ciencia Política en la Universidad de Salamanca, España.

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