Reducción de eventos cardiovasculares en pacientes con hipertrigliceridemia
Más datosEn los pacientes que han alcanzado un control óptimo del cLDL persiste un riesgo residual de enfermedad cardiovascular aterotrombótica (ECVA) relacionado con alteraciones del metabolismo lipídico, entre las que las alteraciones de las lipoproteínas ricas en triglicéridos y del colesterol que contienen, denominado colesterol remanente, juegan un papel principal. El colesterol remanente tiene una relación con el riesgo de ECVA que es independiente del cLDL y ha sido demostrada en los estudios epidemiológicos y de aleatorización mendeliana. Numerosos estudios epidemiológicos y genéticos de aleatorización mendeliana respaldan que las lipoproteínas ricas en triglicéridos (TRL) y el colesterol remanente elevados se asocian causalmente con la ECVA, el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular isquémico, la estenosis de la válvula aórtica y la mortalidad por cualquier causa. Las partículas remanentes de las lipoproteínas ricas en triglicéridos son altamente aterogénicas, por su capacidad de entrar y ser retenidas en la pared arterial, su alto contenido en colesterol y su capacidad de generar células espumosas, de inducir una disfunción endotelial, un ambiente protrombótico y una respuesta inflamatoria vascular. La valoración del colesterol remanente puede aportar información sobre el riesgo residual de ECVA más allá de la información aportada por el cLDL, el c-no HDL y la apoB, en particular en los individuos con hipertrigliceridemia, diabetes tipo2 o síndrome metabólico.
In patients who have achieved optimal LDL-C control, there remains a residual risk of atherothrombotic cardiovascular disease (ASCVD) related to alterations in lipid metabolism, among which alterations in triglyceride-rich lipoproteins and the cholesterol they contain, known as remnant cholesterol, play a major role. Remnant cholesterol is related to ASCVD risk that is independent of LDL-C and has been demonstrated in epidemiological and Mendelian randomization studies. Numerous epidemiological and genetic Mendelian randomization studies support that elevated triglyceride-rich lipoproteins (TRL) and remnant cholesterol are causally associated with ASCVD, myocardial infarction, ischemic stroke, aortic valve stenosis, and all-cause mortality. The remnant particles of triglyceride-rich lipoproteins are highly atherogenic due to their ability to enter and be retained in the arterial wall, their high cholesterol content, and their capacity to generate foam cells, induce endothelial dysfunction, a prothrombotic environment, and a vascular inflammatory response. Assessment of remnant cholesterol can provide information about residual ASCVD risk beyond that provided by LDL-C, non-HDL-C, and apoB, particularly in individuals with hypertriglyceridemia, type2 diabetes, or metabolic syndrome.
La enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA) sigue siendo la principal causa de muerte a nivel mundial a pesar de los grandes avances en las estrategias de prevención y tratamiento en las últimas décadas. Los factores de riesgo conocidos son en gran medida modificables, entre ellos la hiperlipidemia, el tabaquismo, la hipertensión, la diabetes, la obesidad y la inactividad física. En el ámbito de la hiperlipidemia, existe una evidencia abrumadora de que el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (cLDL) es un factor de riesgo causal etiológico de la ECVA1. Sin embargo, numerosos estudios epidemiológicos y genéticos también han indicado que el colesterol remanente, el colesterol contenido en lipoproteínas ricas en triglicéridos (TRL), es decir, los remanentes de quilomicrones, lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y lipoproteínas de densidad intermedia, pueden estar causalmente asociados con la ECVA2. Sin embargo, en la actualidad no tenemos una evidencia concluyente que respalde la terapia de reducción de TRL y colesterol remanente para la prevención de ECVA además de las estatinas. Por otra parte, las TRL penetran la íntima arterial y se acumulan en las placas ateroscleróticas junto con lipoproteínas de baja densidad (LDL)3.
Las TRL contienen tanto triglicéridos (TG) como colesterol, además de fosfolípidos y diversas apolipoproteínas. Para fines clínicos, se pueden utilizar dos mediciones sencillas y directas para evaluar las concentraciones plasmáticas de estas lipoproteínas, es decir, los TG plasmáticos y el colesterol en los remanentes. Estas dos mediciones se pueden obtener con un perfil lipídico estándar que consta de concentraciones plasmáticas de TG, colesterol total, cLDL y colesterol de lipoproteínas de alta densidad (cHDL), ya que el colesterol remanente, como el colesterol no HDL, se puede calcular o estimar sin coste adicional4.
La distribución poblacional de los TG plasmáticos está sesgada con una cola hacia niveles más altos. En el estudio de población general de Copenhague, el 27% de los adultos tienen niveles de TG leve a moderadamente elevados de 2 a 10 mmol/l (176-880mg/dl), mientras que solo el 0,1% de los adultos tienen TG muy elevados >10mmol/l (880mg/dl)5. Las concentraciones leves a moderadamente elevadas se deben en gran medida al sobrepeso, a la obesidad y a la diabetes mellitus; al mismo tiempo, también contribuyen las variaciones genéticas y el consumo de alcohol. Los TG muy elevados suelen deberse a una diabetes mellitus muy mal controlada, al alcoholismo y, en casos raros, a la homocigosidad para mutaciones de genes involucrados en el metabolismo de las TRL.
La determinación de los TG tiene la ventaja de ser una medición directa, precisa y exacta de todos los TG en plasma. Una desventaja es que es poco probable que los TG per se sean la causa de la arteriosclerosis, ya que los TG, a diferencia del colesterol, pueden ser degradados por la mayoría de las células del cuerpo. Por lo tanto, intuitivamente y con razón, muchos científicos y médicos ven a los TG elevados con escepticismo como causa de arteriosclerosis y ECVA. Además, a diferencia del colesterol, los TG no se acumulan en la placa aterosclerótica. Por lo tanto, los TG altos deben considerarse simplemente como un marcador de altos niveles de colesterol en TRL. Una limitación de evaluar únicamente los TG altos es que el contenido de colesterol en relación con su contenido en TG en las TRL varía. Por lo tanto, clínicamente parece más apropiado estimar, calcular o medir el contenido de colesterol de las TRL, es decir, el colesterol remanente2,6.
En esta revisión hemos analizado los resultados de los hallazgos de: a)estudios observacionales, que muestran que el colesterol remanente elevado confiere un mayor riesgo de ECVA más allá de los factores de riesgo convencionales, y b)estudios de aleatorización mendeliana, que muestran que el colesterol remanente elevado probablemente aumenta causalmente el riesgo de ECVA. Además, resumimos la evidencia que sugiere efectos de las TRL más allá del colesterol remanente.
Estudios observacionalesLa evidencia de un papel de los TG como factor de riesgo independiente se acumuló desde finales de la década de 19807, y un metaanálisis temprano de seis estudios demostró riesgos relativos univariables para la enfermedad coronaria de 1,32 y 1,76 por cada aumento de 1mmol/l en los niveles de TG plasmáticos para hombres y mujeres, respectivamente8. Estos riesgos relativos se atenuaron después del ajuste multivariable a 1,14 y 1,37, pero siguieron siendo significativos8. Un metaanálisis posterior más amplio, que incluyó a un total de 10.158 pacientes con enfermedad coronaria incidente y de 262.525 participantes en 29 estudios, demostró de manera constante una asociación moderadamente fuerte entre la concentración de TG y el riesgo de enfermedad coronaria9. Sin embargo, otros estudios demostraron una pérdida de significación estadística después de la corrección por otros factores de riesgo, como diabetes, índice de masa corporal (IMC), niveles de glucosa, hipertensión y tabaquismo. No obstante, los resultados de estos estudios también sugirieron que incluso niveles ligeramente elevados de TG se asocian con un mayor riesgo de eventos recurrentes de ECVA en pacientes tratados con estatinas y deberían considerarse un marcador de riesgo útil10. En un estudio publicado en 1993 no se demostró una asociación independiente entre los niveles de TG en sangre y la mortalidad por enfermedad coronaria después de un seguimiento de 12años11. En el subgrupo con niveles bajos de cLDL y cHDL, los TG parecieron tener un efecto mayor en la mortalidad por enfermedad coronaria, aunque esta interacción perdió significación con la inclusión de los niveles de glucosa en ayunas en el modelo multivariable11. En el estudio de cohorte multiprovincial chino12, en el que se hizo un seguimiento de 30.378 participantes durante 15años, los niveles elevados de TG predijeron la enfermedad coronaria y los niveles bajos de cHDL predijeron la incidencia de accidente cerebrovascular isquémico, solo en pacientes con niveles bajos de cLDL. La teoría tradicional ha sido que, aunque la hipertrigliceridemia podría estar asociada con un mayor riesgo de ECVA, la asociación se debilita cuando se realiza un ajuste por otros factores de riesgo, en particular los niveles bajos de cHDL, que a menudo acompañan a los niveles elevados de TG plasmáticos13. Sin embargo, incluso después del ajuste por los niveles de cHDL, los niveles elevados de TG siguen siendo un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV)14.
Los TG posprandiales están elevados a lo largo del día en sujetos con hipertrigliceridemia, y también se ha planteado la hipótesis de que las TRL posprandiales y sus remanentes son importantes en la patogenia de la aterosclerosis2,15. Por lo tanto, es interesante que los TG posprandiales se hayan asociado con el riesgo de ECVA16,17, a pesar de que estos son bastante variables. Sin embargo, a diferencia de la situación con los niveles elevados de cLDL, la magnitud de la elevación de TG no parece correlacionarse con el grado de riesgo de ECVA. En particular, la hipertrigliceridemia muy severa per se no siempre parece conferir un mayor riesgo de ECVA, posiblemente porque los quilomicrones que se acumulan son demasiado grandes para entrar en la íntima arterial2 y producir arteriosclerosis.
La asociación entre el colesterol en las partículas remanentes elevado calculado a partir de los TG plasmáticos, un marcador común de las TRL, y el aumento del riesgo de ECVA está bien establecida18-20. Además, estudios recientes que utilizan el colesterol remanente medido con métodos directos y espectroscopia de resonancia magnética nuclear (RMN) han confirmado que el contenido de colesterol, y no el contenido de TG, explica la asociación entre las TRL elevadas y el aumento del riesgo de cardiopatía isquémica e infarto de miocardio21-23. Esto también está respaldado por la biología, ya que los TG pueden degradarse en el cuerpo humano a través de la hidrólisis y no se acumulan en placas ateroscleróticas como lo hace el colesterol y, por lo tanto, es poco probable que los TG per se sean responsables de la formación de aterosclerosis2. Los TG plasmáticos elevados son un buen indicador de colesterol remanente elevado en la mayoría de las personas. De hecho, la ecuación de Friedewald utilizada para el cálculo del cLDL supone 1mg de colesterol remanente por cada 5mg de TG plasmáticos. Sin embargo, puede haber tan solo 0,5mg de colesterol remanente por cada 5mg de TG plasmáticos en individuos con niveles muy elevados de TG plasmáticos y bajos niveles de colesterol no HDL, ya que estos individuos llevan gran parte de sus TG en TRL grandes pobres en colesterol24. En consecuencia, los niveles más altos de TG plasmáticos no reflejan necesariamente niveles más altos de colesterol remanente en individuos con colesterol no HDL bajo, lo que probablemente se está volviendo más frecuente debido al uso de estatinas, ezetimiba e inhibidores de PCSK9. Para una estimación correcta del colesterol remanente en individuos con TG plasmáticos elevados y colesterol no HDL bajo, el colesterol remanente debe medirse mediante ensayos directos o calcularse utilizando fórmulas actualizadas24. Además, en un estudio reciente en la población general de Copenhague el colesterol remanente medido directamente frente al calculado identificó a un 5% de individuos (con colesterol remanente calculado normal) en la población general con remanentes ricos en colesterol y pobres en TG y que presentaban un riesgo 1,8 veces mayor de infarto de miocardio21. Cabe destacar que el uso de estatinas se asocia con niveles más bajos de colesterol remanente medidos por espectroscopia de RMN, pero no con niveles de colesterol remanente calculados. Esto ilustra que el cálculo del cLDL y el colesterol remanente a partir de los TG puede modificarse por la presencia de una terapia hipolipemiante. Además, recientemente en un estudio de prevención primaria de participantes con alto riesgo cardiovascular en el ensayo PREDIMED, los TG basales, el colesterol remanente estimado y el colesterol no HDL, pero no el cLDL o el cHDL, se asociaron con el riesgo de desarrollo de eventos cardiovasculares mayores, independientemente del grupo de intervención, otros fenotipos clínicos (obesidad y diabetes), factores de confusión del estilo de vida relacionados con las concentraciones de lípidos y el riesgo cardiovascular, y el tratamiento hipolipemiante18.
Evidencia genética de hipertrigliceridemia y aterosclerosisLos estudios genéticos humanos recientes han proporcionado información importante sobre la contribución de los TG a la ECVA. Varios enfoques genéticos, incluida la secuenciación de genes candidatos, los GWAS de variantes comunes de secuencia de ADN y el análisis genético de fenotipos de TG, han desvelado nuevas proteínas y variantes genéticas implicadas en la regulación de los TG plasmáticos. Algunas variantes genéticas que influyen en los niveles de TG parecen estar asociadas con un mayor riesgo de ECVA incluso después de ajustar sus efectos sobre otros rasgos lipídicos.
Los estudios de aleatorización mendeliana se pueden utilizar como un instrumento muy válido para estudiar el efecto de las exposiciones a lípidos plasmáticos para la inferencia causal de asociaciones de las lipoproteínas con el riesgo de ECVA25. Estos diseños mitigan en gran medida la confusión residual, el error de medición y la causalidad inversa que a menudo limitan los estudios observacionales tradicionales. Como se muestra en varios estudios de aleatorización mendeliana, el colesterol remanente calculado a partir de los TG plasmáticos está causalmente asociado con un mayor riesgo de ECVA26-28. En estos estudios, las variantes genéticas que aumentan el colesterol remanente tuvieron poco efecto sobre el cLDL, mientras que las variantes genéticas que aumentan el cLDL tuvieron poco efecto sobre el colesterol remanente. En estudios más recientes que utilizan el colesterol remanente y cLDL medidos directamente se ha demostrado que las variantes genéticas que imitan el efecto de las estatinas, ezetimiba, inhibidores de PCSK9, ácido bempedoico y proteína similar a la angiopoyetina (ANGPTL)3 reducen notablemente tanto el colesterol remanente como el cLDL29,30. Por el contrario, la inhibición de la apolipoproteína C3, la inhibición de ANGPTL4 y el aumento de la lipoproteína lipasa (LPL) solo pueden reducir el colesterol remanente y no el cLDL29,31.
Otros nuevos estudios genéticos que involucran varias proteínas que influyen en la función de la lipoproteína lipasa, en los genes APOA5, APOC3 y ANGPTL3, también han respaldado firmemente la idea de que las TRL elevadas están causalmente relacionadas con la ECVA6,32. La lipoproteína lipasa es la enzima clave en la degradación de TG en el plasma, mientras que apoC3, apoA5 y ANGPTL3 modulan la función de la lipoproteína lipasa e influyen en la captación hepática de los remanentes.
Estudios previos han concluido que las variantes genéticas que reducen los niveles de TG en el gen de la LPL disminuyen el riesgo de enfermedad coronaria en un grado igual que las variantes genéticas que reducen el cLDL en el gen del receptor de LDL a igualdad de reducción por mg/dl de apolipoproteínaB, siendo la apolipoproteínaB un marcador del número total de TRL y LDL combinados33. Sin embargo, nuevas evidencias contradicen este hallazgo, identificando que las TRL elevadas pueden aumentar el riesgo de enfermedad coronaria por encima y más allá de la apolipoproteínaB34,35; además, el colesterol remanente aumentó el riesgo de enfermedad cardíaca isquémica más que el cLDL por cada 1mmol/l (39mg/dl)34, lo que sugiere que los resultados no se debieron solo a que las TRL transportaran más colesterol por cada partícula en comparación con las LDL. Las variantes genéticas en ANGPTL4 y LPL asociadas con niveles más bajos de TRL parecen disminuir el riesgo de enfermedad coronaria más que las variantes en ANGPTL3 y APOC3, a pesar de presentar asociaciones similares con los niveles de lípidos plasmáticos posprandiales29,31. Dado que la ANGPTL4 y la LPL solo pueden influir en los niveles de lípidos plasmáticos modulando la función de la LPL, mientras que ANGPTL3 y APOC3 probablemente también tienen otros efectos en el metabolismo de los lípidos36,37, esto plantea la posibilidad de que el efecto de la LPL en el riesgo de ECVA no se explique completamente por su efecto en los niveles de lípidos plasmáticos. De hecho, la variación genética en la LPL asociada con niveles más bajos de TRL puede disminuir el riesgo de enfermedad de hígado graso no alcohólico38, lo que a su vez puede disminuir el riesgo de ECVA al disminuir la disfunción endotelial y la inflamación, o por los efectos de un menor depósito de grasa ectópica en otros órganos como en el epicardio39.
En el caso de las variaciones genéticas de APOA5, un aumento al doble de los niveles elevados de colesterol remanente determinado genéticamente se asoció causalmente con un riesgo de infarto de miocardio de 2,2 veces y con una estimación en los estudios observacionales de 1,7 veces26; en el caso de un aumento al doble genéticamente determinada de los TG en no ayuno, los aumentos de riesgo correspondientes fueron de 1,9 veces en los estudios genéticos causales y de 1,6 veces en los observacionales. Se observaron hallazgos similares en otro gran estudio de aleatorización mendeliana que utilizó una única variante genética APOA540.
En 2008, Pollin et al.41 observaron una reducción de los TG y del colesterol remanente en los heterocigotos de pérdida de función de APOC3, y una asociación paralela con una reducción de la calcificación de las arterias coronarias, un biomarcador de la arteriosclerosis subclínica y predictor de ECVA. En 2014 se observó, además, que los heterocigotos de las mutaciones de pérdida de función de APOC3 tenían una reducción de los TG en no ayuno del 44% y una reducción del 41% de ECVA en individuos de la población general de Copenhague42. En un estudio paralelo publicado consecutivamente y que incluía 18 cohortes diferentes combinadas, la heterocigosidad de pérdida de función de APOC3 causó una reducción del 39% en los TG y una reducción del riesgo del 40% de ECVA43. Aunque se ha sugerido que estas reducciones en el riesgo de ECVA podrían explicarse por la reducción del cLDL en lugar de por la reducción de las TRL44, en los estudios de Pollin et al.41, de Jørgensen et al.42 y de Crosby et al.43 las reducciones del cLDL por heterocigosidad de pérdida de función de APOC3 fueron solo del 3%, del 9% y del 3%, reducciones que es poco probable que expliquen una reducción del 40% en el riesgo de ECVA.
Además, otros estudios han sugerido que una reducción de las TRL genéticamente mediado no solo probablemente conducirá a una menor incidencia de ECVA, sino que también probablemente conducirá a una reducción sustancial de la mortalidad por todas las causas45.
Mecanismos de la ECVA inducida por triglicéridosLos quilomicrones y las partículas de VLDL grandes y ricas en TG no pueden penetrar la pared arterial y causar lesiones arterioscleróticas. Las partículas de lipoproteínas de la circulación normalmente fluyen hacia dentro y hacia fuera de la pared arterial por transcitosis en vesículas especializadas recubiertas de clatrina. El diámetro promedio de estas vesículas de transporte es de unos 100nm, lo que permite el transporte solo de partículas ≤70nm, como los remanentes de quilomicrones y VLDL. Por lo tanto, estos remanentes más pequeños ricos en TG pueden penetrar la íntima arterial y unirse a la matriz del tejido conectivo y ser retenidos por ella46,47. Estas partículas remanentes, que contienen tanto TG y están enriquecidas con ésteres de colesterol, pueden ser captadas directamente por los macrófagos arteriales induciendo una carga masiva de colesterol y la formación de células espumosas en las arterias coronarias48. Por lo tanto, los niveles elevados de TG remanentes en sangre se han vinculado a la progresión de la enfermedad coronaria al contribuir directamente a la formación y progresión de la placa aterosclerótica49,50.
Algunos investigadores sugieren que el contenido de colesterol de las partículas remanentes contribuye principalmente a la progresión de la arteriosclerosis, en lugar de los propios TG6. Aunque la evaluación de la contribución específica de los niveles elevados de TG es confusa, se han sugerido varios mecanismos directos, incluidos el daño del músculo liso y un deterioro en los procesos de reparación vascular48,49. También se ha demostrado que los remanentes ricos en TG promueven la disfunción endotelial, que es uno de los primeros pasos en la aterogénesis51. Además, el exceso de TG en las partículas de lipoproteínas podría dar lugar a un transporte reverso de colesterol anormal y disfuncionante52,53. La hipertrigliceridemia también se asocia con una preponderancia de partículas LDL pequeñas y densas, niveles reducidos de cHDL y, en el síndrome metabólico, con anomalías en la composición de las HDL. Las partículas HDL en algunos estados hipertrigliceridémicos, por ejemplo, en asociación con el síndrome metabólico, podrían ser disfuncionales con respecto a su eflujo de colesterol, propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.
Por otra parte, cada vez hay más pruebas de que los TG o, más concretamente, las TRL y sus remanentes, sufren una hidrólisis de sus TG mediada por LPL y producen una alta concentración de productos lipolíticos, como ácidos grasos libres oxidados, que se asocian a un mayor riesgo de aterosclerosis y ECV a través de diversos mecanismos4. Estos mecanismos incluyen la producción de interleucinas y citocinas proinflamatorias, fibrinógeno, factores de coagulación (en particular, mediante la regulación positiva de la expresión de factor tisular, del inhibidor del activador del plasminógeno1 y del antígeno del inhibidor del activador del plasminógeno1) y el deterioro de la fibrinólisis. Además, se ha demostrado que los remanentes de TRL regulan positivamente la expresión endotelial de moléculas de adhesión, como la molécula de adhesión intercelular1 (ICAM1) y la proteína de adhesión celular vascular1 (VCAM1), lo que conduce a la adhesión de monocitos endoteliales y a un aumento de la respuesta inflamatoria vascular32,54. En 2016, un estudio confirmó el vínculo entre los niveles elevados de TG en sangre, la disfunción endotelial y la aterosclerosis subclínica55. En un análisis transversal que incluyó a 4.887 personas del Registro FMD-Japón, la dilatación mediada por flujo (un marcador de la función endotelial) se correlacionó de forma inversa con los niveles séricos de TG (r=−0,12, p<0,001). La dilatación mediada por flujo disminuyó significativamente con un aumento en los niveles de TG y, después del ajuste por edad, sexo y factores de riesgo cardiovascular, incluido el nivel de cHDL, un nivel sérico de TG mayor de 1,20mmol/l se asoció de forma independiente con el cuartil más bajo de dilatación mediada por flujo, lo que sugiere que los TG son un predictor independiente de la función endotelial55. En un estudio de 1.447 personas de China, los niveles más bajos de TG en sangre se asociaron significativamente con una reducción en la velocidad de la onda del pulso carótida-femoral, lo que indica una mejor función arterial, ya que la rigidez arterial es un fuerte predictor de la ECVA56.
Para que las TRL causen arteriosclerosis y ECVA es necesaria su capacidad de ingresar en la íntima arterial, lo que finalmente conduce al desarrollo de placas de ateroma y ECVA. Estudios tanto en humanos como en animales han demostrado que las TRL medianas pueden entrar en la íntima, aunque a una velocidad ligeramente más lenta que las partículas de LDL pequeñas y densas57. Sin embargo, una vez que estas TRL han entrado en la íntima, pueden quedar atrapadas en la íntima arterial en mayor medida que las LDL, posiblemente debido al mayor tamaño molecular, lo que hace que el reingreso a la luz arterial contra un gradiente de presión arterial sea aún más difícil que para las partículas LDL o debido al atrapamiento por los componentes de la íntima arterial58. Al entrar y quedar atrapada en la íntima arterial, parece probable que la lipoproteína lipasa, ya sea en la superficie endotelial o en la íntima arterial, degrade los TG, lo que lleva a la liberación de ácidos grasos libres y monoacilgliceroles, ambos tóxicos para los tejidos y, por lo tanto, probablemente generen inflamación local58,59. Además, la lipoproteína lipasa se expresa en macrófagos y células espumosas en placas arterioscleróticas humanas60, y la lipoproteína lipasa puede tener un papel estimulante en la formación de células espumosas humanas a partir de las TRL.
Por otra parte, los niveles elevados de TRL pueden conducir a una inflamación de bajo grado a nivel sistémico, detectada por niveles ligeramente elevados de PCR en el plasma. Para examinar esta cuestión se estudiaron 60.608 individuos de Copenhague utilizando un diseño de aleatorización mendeliana28 y se observó que por cada aumento en 39mg/dl de colesterol en remanentes se asoció en estudios observacionales con un aumento de un 37% en la PCR y causalmente mediante los estudios de aleatorización mendeliana con un aumento del 28%. Por el contrario, para el cLDL, un aumento de 39mg/dl se asoció con un aumento de los niveles de PCR de solo un 7% más alto. Estos datos demuestran, por tanto, que el colesterol remanente elevado y las TRL están causalmente asociados con el desarrollo de una inflamación de bajo grado, mientras que el cLDL elevado no lo está. En apoyo de este hallazgo, los pacientes con hipercolesterolemia familiar heterocigótica y niveles genéticamente elevados de cLDL como resultado de un defecto en el receptor LDL no presentaron diferencias en los niveles de PCR entre pacientes y controles61.
Por lo tanto, la hipertrigliceridemia podría acelerar la aterosclerosis por varios mecanismos, todos los cuales podrían aumentar el riesgo de ECVA.
FinanciaciónEste trabajo ha sido patrocinado por la Sociedad Española de Arteriosclerosis con financiación de Amarin, que no ha participado en el diseño ni en la elaboración de este manuscrito.
Información sobre el suplementoEste artículo forma parte del suplemento titulado «Reducción de eventos cardiovasculares en pacientes con hipertrigliceridemia», que ha sido patrocinado por la Sociedad Española de Arteriosclerosis, con financiación de Amarin.
Conflicto de interesesEl autor no declara ningún potencial conflicto de intereses.


