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Vol. 27. Issue 4.
Pages 179-181 (July 1999)
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¿Dejar de fumar o no empezar a fumar?
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F. Muñoz-López
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EDITORIAL


¿DEJAR DE FUMAR O NO EMPEZAR A FUMAR?

Desarraigar la costumbre social de fumar realmente es un objetivo difícil de conseguir. Establecido este hábito desde tiempo inmemorial en las culturas indígenas de América, con connotaciones religiosas, mágicas y curativas, llegó a Europa en el siglo XVI, al principio del cual lo primero que mereció fue una condena, soportada en España por Rodrigo de Jerez, acompañante de Colón en su primer viaje, quien tuvo la osadía de fumar en público, motivo por el que fue procesado en su pueblo (Ayamonte) por "estar endemoniado y echar humo del infierno".

Sin embargo, no mucho después, la planta fue cultivada por primera vez en Europa por Francisco Hernández de Boncalo, médico de cámara del rey Felipe II, que lo hizo en su villa natal, en la provincia española de Toledo. Introducido el tabaco primero por sus supuestas propiedades curativas (incluso como antiasmático) y luego por el arraigo entre la sociedad acomodada, hasta calar en la vida social habitual, potenciada por mitos literarios (recuérdese la pipa de Sherlock Holmes), cinematográficos (Humphrey Bogart) o políticos (Winston Churchill), el uso del tabaco ha llegado a alcanzar unos niveles alarmantes, a lo que sin duda contribuyen los claros intereses de las industrias tabaqueras y los no menos claros de los gobiernos, que no renuncian a los impuestos con que se grava el tabaco.

Después de varios siglos en que la costumbre de fumar está arraigada en la sociedad, muy difícilmente puede conseguirse que se reduzca el número de fumadores, a pesar de que en los últimos años ha cundido la alarma sobre los efectos perjudiciales del tabaco. Curiosamente, en España, el porcentaje de fumadores varones tiende a bajar (aproximadamente del 65% de la población en 1978, al 40% en 1992), mientras que la cifra de mujeres fumadoras se mantiene aproximadamente igual (20-23%) (1). Es posible que la mayor incidencia en el varón de enfermedades relacionadas con el tabaco (cáncer, EPOC) haya influido en esta reducción, acumulándose la cifra de exfumadores a partir de la edad de 45 años. También el aumento de la incidencia de asma que se inicia en la edad adulta, se ha relacionado con el tabaco, con igual predominio en el sexo femenino (2).

Aparte de la relación tabaquismo-cáncer de pulmón, las enfermedades obstructivas bronquiales, como la obstructiva crónica (EPOC), la enfermedad de las pequeñas vías aéreas (SAD), la bronquitis crónica y el asma son, sin duda, mucho más frecuentes. El perjuicio del tabaco tanto para la población general como para los bronquíticos o asmáticos, se observa también en los fumadores pasivos. En un reciente estudio efectuado entre el personal de diversos bares en los que se prohibió fumar, se observó la desaparición o mejoría notable de los síntomas respiratorios en el 59% de los 39 (74%) empleados, no todos fumadores (3). Del mismo modo, en la orina de niños cuyos padres son fumadores, se encuentra cotinina, cuya cantidad está relacionada con el número de cigarrillos consumidos por los padres, y la misma relación se observa con el aumento de la reactividad bronquial en los niños asmáticos (4). También, la influencia de la madre fumadora tanto sobre el desarrollo del pulmón en el feto (5) como en el inicio de la bronquitis obstructiva y del asma (6) es un hecho bien demostrado.

La dependencia del tabaco parece debida a la impregnación del nucleus ceruleus y del sistema dopaminérgico-mesolímbico por la nicotina (1), y esta dependencia se incrementa (creemos que fraudulentamente) al adicionar nicotina al tabaco, según expresó un destacado directivo de una conocida marca de tabaco: "suficiente nitocina para mantener enganchado al fumador" ("enough nicotine to keep the smoker hooked"). Por esto los programas de deshabituación, por muy bien diseñados que estén (7), tropiezan con grandes dificultades, siendo la voluntad del fumador la premisa fundamental para dejar de fumar.

La deshabituación debe empezar por el profesional médico, cuyo ejemplo es fundamental. En España, el porcentaje de facultativos fumadores se ha reducido de forma notable, del 49 al 37% entre los años 1985 y 1989 y todavía más entre los especialistas en aparato respiratorio (47 al 21%) (1), y es muy posible que esta reducción haya proseguido.

Sin duda son eficaces algunas de las medidas que se están tomando en la actualidad para reducir el consumo de tabaco, como son las zonas de no fumadores en lugares públicos o la prohibición de fumar en los vuelos aéreos incluso en los intercontinentales, por algunas compañías aéreas. Sin embargo, la mejor prevención es actuar antes de que se inicie el hábito de fumar. No conocemos estudios sobre la incidencia del hábito entre los profesores de enseñanza primaria y secundaria, cuya influencia sobre el alumnado puede ser fundamental. A estos profesionales se les debería ofrecer una mayor información sobre los riesgos del consumo de tabaco y de la influencia y responsabilidad que ellos tienen sobre sus alumnos. El estudio de M. Barrueco et al. que aparece en este número de Allergologia et Immunopathologia (8) muestra cómo la información sobre el riesgo del tabaquismo no abarca a la totalidad de los alumnos de los centros escolares españoles, sin que tampoco se conozca el contenido de dicha información. En definitiva, en éste, como en todos los casos, es válido el dicho popular de que "es mejor prevenir que curar".

F. Muñoz-López


REFERENCES

1.Jiménez Ruiz JM (edit.). Tabaquismo. Manuales de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. Madrid; 1995.

2.Toren K, Hermansson BA. Incidence rate of adult-onset asthma in relation to age, sex, atopy and smoking: a Swedish population-based study of 15,813 adults. Int J Tuberc Lung Dis 1999;3:192-7.

3.Eisner MD, Smith AK, Blanc PD. Bartenders'' respiratory health after establishment of smoke-free bars and tavers. JAMA 1998;280:1909-14.

4.Odozze C, Dubus JC, Badier M, Thirion X, Pauli AM, Pastor J, et al. Urinary cotinine and exposure to parental smoking in a population of children with asthma. Clin Chem 1999;45:505-9.

5.Hanrahan JP, Halonen M. Antenatal interventions in childhood asthma. Eur Respir J 1998;27 (Supl) 46S-51S.

6.Stein RT, Holdberg CJ, Sherril D, Wright AL, Taussig L, Martínez FD. Influence of parental smoking on respiratory symptoms during the first decade of life: the Tucson children''s respiratory study. Am J Epidemiol 1999;149:1030-7.

7.Jiménez CA, Cisneros C. Abordaje del tabaquismo en Atención Primaria. El Médico 26 de marzo de 1999. p. 52-65.

8. Barrueco M, Hernández-Mezquita MA, Jiménez CA, Vega MT, Garrido E. Anti-tobacco education in spanish schools. Allergol et Immunopathol 1999;27:189-95.

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