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Vol. 36. Núm. 3.
Páginas 174-176 (Marzo 2010)
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Páginas 174-176 (Marzo 2010)
SITUACIONES CLÍNICAS
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Quiste pericárdico
Pericardial cyst
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J. Gervilla Cañoa,
Autor para correspondencia
msx333@gmail.com

Autor para correspondencia.
, J. Soler Gonzálezb, J. Melé Olivéb, P. Domingo Salvanya, E. Mayolas Sauraa, C. Oriol Zerbea
a Medicina Familiar y Comunitaria, CAP Dr. Vilaseca (Can Mariner), Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, España
b Medicina Familiar y Comunitaria, Regió Sanitària de Lleida, Lleida, España
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Resumen

Los quistes pericárdicos son raros, habitualmente asintomáticos y su descubrimiento suele ser casual. Presentamos el caso de un paciente con un quiste pericárdico que fue encontrado casualmente en una radiografía de tórax como una lesión radiopaca en el ángulo cardiofrénico derecho.

Palabras clave:
Quiste pericárdico
Mediastino
Atención Primaria
Abstract

Pericardial cysts are rare, are usually asymptomatic and their discovery is generally incidental. We report the case of a male patient with a pericardial cyst that was found incidentally on a chest X-ray as a radio-opaque lesion in right cardiophrenic angle.

Keywords:
Pericardial cyst
Mediastinum
Primary health care
Texto completo
Introducción

A veces los médicos nos encontramos, tras la práctica de una prueba complementaria realizada por otro motivo, con un hallazgo casual que nos pone en alerta y nos puede desconcertar. El conocimiento de estos posibles hallazgos nos puede servir para orientar mejor el caso e informar mejor al paciente de las posibilidades diagnósticas. No siempre se deben realizar conductas agresivas ante todo lo que encontramos y que se sale de lo normal.

Exposición del caso

Varón de 53 años, con antecedentes de hipertrofia benigna de próstata y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Su medicación habitual es doxazosina neo 4mg/24h y bromuro de ipratropio 3 inhalaciones/8h. Acude a la consulta por fiebre de 38,4°C, tos y expectoración verdosa de 3 días de evolución que no ha mejorado con antitérmicos. A la exploración presentaba una frecuencia cardiaca de 90x′, una frecuencia respiratoria de 20x′, una tensión arterial de 128/76, una auscultación respiratoria con algún sibilante y subcrepitantes bibasales, una auscultación cardiaca rítmica, sin soplos. No presentaba edemas periféricos. Se solicita una radiografía de tórax posteroanterior y lateral (figs. 1 y 2), donde se observa una imagen redondeada, bien delimitada y de bordes lisos, en ángulo cardiofrénico derecho. No poseía radiografías previas. Se completa el estudio con una analítica de sangre y orina (normal) y la realización de una tomografía computarizada (TC) torácica (fig. 3), donde se observa que la imagen de densidad intermedia entre agua y tejidos sólidos contigua al corazón corresponde a un quiste pericárdico.

Figura 1.

Radiografía posteroanterior de tórax. Quiste pericárdico (flechas).

(0,1MB).
Figura 2.

Radiografía lateral de tórax. Quiste pericárdico (flecha).

(0,08MB).
Figura 3.

TC torácica. Quiste pericárdico (flechas).

(0,24MB).
Discusión

El quiste pericárdico es una lesión muy poco común que se produce por una alteración en la embriogénesis de la cavidad celómica (la mayoría), aunque también puede ser adquirido. Tiene una incidencia de 1 por 100.0001,2 casos. Es el tumor pericárdico benigno más frecuente, representando el 7% de los tumores mediastínicos3 y el 20% de los de corazón y pericardio4. Suelen ser quistes uniloculares, con células mesoteliales en tejido conectivo y con líquido claro en su interior. Su tamaño puede ocupar varios centímetros de diámetro. Se observan más comúnmente en la tercera y cuarta décadas de la vida, sin diferencia entre sexos5. Su localización más frecuente es en el ángulo cardiofrénico derecho (como el presente caso), aunque se puede presentar en otras localizaciones menos comunes, como son el ángulo cardiofrénico izquierdo, mediastino posterior, zona paratraqueal derecha, el hilio y la porción superior del mediastino a nivel del cayado aórtico1,6. En la mayoría de ocasiones, el quiste pericárdico suele ser un hallazgo casual en una radiografía de tórax o una ecocardiografía practicada por otro motivo2. Cuando produce síntomas, pueden ser debidos a la ocupación de espacio (disnea, dolor torácico, tos, arritmias) o por complicaciones del propio quiste (infección, hemorragia). A veces, puede simular síntomas de estenosis de válvulas derechas o pericarditis constrictiva4. Se han llegado a producir casos de taponamiento cardiaco, obstrucción del bronquio principal derecho y muerte súbita2. Se debe hacer el diagnóstico diferencial con la grasa pericárdica, los lipomas, los angiomas, los neurinomas, los sarcomas, los linfomas, el carcinoma broncogénico, las metástasis, las lesiones granulomatosas y los abscesos, los aneurismas del seno de Valsalva y ventriculares, las dilataciones de la aurícula derecha o la vena cava inferior, la hernia de Morgagni y con el aneurisma de aorta, pudiendo utilizarse para ello la ecocardiografía bidimensional, la TC torácica y la resonancia nuclear magnética (RNM)5. La RNM posee mayor precisión para la visualización del pericardio y la naturaleza del líquido en su interior7. La ecocardiografía transesofágica nos puede mostrar su localización exacta8. Si se localiza en un sitio poco común, puede requerir la utilización de una angiografía para diferenciarlo del aneurisma6. Si podemos obtener pruebas de imagen previas del paciente, nos pueden servir para saber si el quiste ha modificado sus características. La mayoría de pacientes, tras el hallazgo casual, continúan asintomáticos durante toda su vida1, por lo que suele ser suficiente el seguimiento y control de los individuos. Algunos quistes desaparecen espontáneamente tras su rotura dentro del espacio pleural2. Los que presentan síntomas o hay riesgo de complicaciones, ya sea debido a su volumen o su localización9, se puede realizar una aspiración percutánea guiada por ecografía o TC (recomendado para pacientes de alto riesgo quirúrgico) o una toracotomía lateral sin la utilización de circulación extracorpórea o una toracoscopia, extirpando el quiste (sobre todo cuando hay dudas de malignidad). Si se decide realizar una conducta expectante y control del quiste, se debe tener presente que no hay una pauta establecida sobre la frecuencia de pruebas de imagen en su seguimiento2. Debido a su pronóstico benigno y a que nuestro paciente permanece asintomático, se realiza una conducta expectante con controles periódicos cada 2 años mediante ecocardiografía.

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