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Vol. 32. Núm. 2.
Páginas 111-114 (Abril - Junio 2015)
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Vol. 32. Núm. 2.
Páginas 111-114 (Abril - Junio 2015)
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Infecciones oculares por Purpureocillium lilacinum: presentación de un caso y revisión de la literatura
Eye infections caused by Purpureocillium lilacinum: A case report and literature review
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Ramiro López-Medranoa,
Autor para correspondencia
ramirozlm@ono.com
ramirozlm@yahoo.es

Autor para correspondencia.
, Alberto Pérez Maderab, Carlos Fuster Foza
a Sección de Microbiología, Hospital El Bierzo, Ponferrada, León, España
b Servicio de Oftalmología, Hospital El Bierzo, Ponferrada, León, España
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Tabla 1. Infecciones oculares por Purpureocillium lilacinum: tratamiento antifúngico, tratamiento quirúrgico y evolución
Resumen
Antecedentes

Las infecciones oculares por Purpureocillium lilacinum (previamente denominado Paecilomyces lilacinus) constituyen un porcentaje importante de los casos registrados de infecciones por este hongo, considerado como patógeno emergente.

Objetivos

Presentar un caso clínico de micosis ocular en una paciente de 70 años de edad con doble trasplante de córnea en el ojo derecho, que presentó una mala evolución a pesar del tratamiento antifúngico y quirúrgico.

Métodos

Se realizó cultivo del anillo corneal, así como del resto de la córnea eviscerada en medios micológicos habituales, y se identificó por métodos moleculares el hongo aislado.

Resultados

Se aislaron colonias de un hongo filamentoso que por su morfología macroscópica y aspecto microscópico se identificó como P. lilacinum, identificación que se confirmó por métodos moleculares en el laboratorio de referencia.

Conclusiones

Las infecciones oculares por P. lilacinum son procesos poco frecuentes pero graves que precisan de rápidas medidas diagnósticas y terapéuticas si se pretende la mayor recuperación de la funcionalidad visual.

Palabras clave:
Infecciones oculares
Queratitis fúngicas
Paecilomyces lilacinus
Abstract
Background

Purpureocillium lilacinum eye infections (previously called Paecilomyces lilacinus) make up a significant percentage of the recorded cases of infection by this fungus, and is considered as an emerging pathogen.

Aims

To report a case of ocular mycosis in a patient aged 70, with a double corneal transplantation in the right eye, and exhibiting a poor response to antifungal and surgical treatment.

Methods

Corneal ring and ocular tissues obtained by surgical procedures were cultured in common mycological media. Molecular identification of the isolated fungus was obtained.

Results

Colonies of a filamentous fungus were obtained, and according to the macroscopic and microscopic morphology it was identified as P. lilacinum. The identification was confirmed by molecular methods in a reference laboratory.

Conclusions

Eye infections due to P. lilacinum are rare but serious diseases that requires rapid diagnostic and therapeutic measures to enable visual function to recover.

Keywords:
Ocular infections
Fungal keratitis
Paecilomyces lilacinus
Texto completo

La presencia de conidios de múltiples especies de hongos en la superficie corneal es un hecho común debido a su abundancia en el aire. El parpadeo y la secreción lacrimal actúan como mecanismos de aclaramiento natural de los conidios de los hongos. Las queratitis fúngicas (QF) fueron descritas por primera vez en 1879 por Leber. Sus causas más comunes obedecen a traumatismos accidentales con elementos vegetales como ramas, hojas de palma o cuerpos extraños que atraviesan total o parcialmente la córnea. Otras veces, aunque más raramente, son de origen endógeno o aparecen como consecuencia de pestañas desprendidas que quedan en la superficie de la córnea y se enquistan1,10. Lo que inicialmente parece un traumatismo corneal acaba derivando en invasión intraocular y endoftalmitis. En Estados Unidos la incidencia estimada de queratitis en usuarios de lentes de contacto es de 4 a 21 casos por cada 10.000 usuarios, y aparece especialmente en aquellos que no se quitan las lentes de contacto durante la noche. Así, según Keay et al.5, el uso de lentes de contacto se asocia a un 37% de las QF; las alteraciones de la superficie ocular están implicadas en el 29% de los casos y los traumatismos oculares en el 25%. Los hongos filamentosos están implicados en el 78% de los casos por traumatismos oculares y en el 86% de los relacionados con el uso de lentes de contacto. En cambio, las levaduras parecen estar implicadas en el 53% de los casos debidos a alteraciones de la superficie ocular.

El espectro de especies fúngicas varía según el área geográfica considerada. Así, en los estados norteños de los Estados Unidos predominan Candida y Aspergillus, mientras que en los sureños lo hace Fusarium16. Rosa et al.14 puntualizan que en el sur de Florida la especie predominante es Fusarium oxysporum (37%), seguida por Fusarium solani (24%), Candida, Curvularia y Aspergillus. En un reciente estudio de Vanzzini et al.19 en la ciudad de México, la especie más frecuente documentada fue Fusarium solani (37,2%), seguida de Aspergillus (26%), que fue la que se asoció a una mayor frecuencia de evisceraciones. En este estudio, la incidencia de Paecilomyces (considerado como un grupo) fue del 1,5%.

En otros lugares como China21, donde las QF son muy frecuentes en granjeros, los géneros más frecuentes son Fusarium (63%), seguido de Aspergillus (14%), Candida (9%) y Penicillium (4%). También en China, en otro estudio4, se confirma que la especie más frecuente es Fusarium solani, seguida por Alternaria alternata y especies de los géneros Acremonium, Aspergillus, Penicillium y Paecilomyces.

Purpureocillium es un género de reciente reubicación taxonómica, inicialmente incluido dentro de Paecilomyces, muy próximo al género Penicillium y, como él, de gran ubicuidad en la naturaleza. Purpureocillium lilacinum es un hongo filamentoso que se encuentra en el suelo, desde donde accede a sus huéspedes, que van desde insectos y nemátodos hasta los vertebrados, incluido el hombre. Este género se describió por vez primera hace ya más de un siglo, y en las últimas décadas se ha observado el aumento del número de aislamientos en muestras clínicas. Está relacionado con infecciones oculares y especialmente con QF, con frecuencia graves, que conducen a la pérdida del ojo. También se asocia a infecciones más leves que afectan al saco lacrimal o adquieren la forma de un granuloma orbitario. El factor predisponente principal en este tipo de infecciones oculares es la implantación de lentes intraoculares. La reducción de la inmunidad como consecuencia de diversas situaciones clínicas o de tratamientos inmunosupresores puede predisponer a las QF, pero a veces se da en individuos aparentemente inmunocompetentes. La cirugía del trasplante corneal conlleva, además de la agresión quirúrgica, el empleo de inmunosupresores como la ciclosporina, o de esteroides tópicos, así como de antifúngicos tópicos y sistémicos. La resistencia natural de este hongo a varios antifúngicos, como la anfotericina B, puede provocar la selección del mismo. El tratamiento de este tipo de infecciones varía según el momento en el que se plantee la sospecha clínica, ya que la mala evolución parece ir asociada al grado de invasión. Para combatirla, las opciones terapéuticas son tan diversas como casos clínicos hay, y combinan el uso de antifúngicos por distintas vías con el empleo de diversas cirugías más o menos conservadoras. Los tratamientos antifúngicos iniciales, con frecuencia dirigidos a hongos más prevalentes, suelen fracasar, bien sea por una vía de administración inadecuada, bien por la resistencia natural del hongo a algunos azoles y equinocandinas.

La reciente aparición de un caso de queratitis por P. lilacinum en nuestro hospital nos ha servido para replantearnos los métodos diagnósticos así como las estrategias terapéuticas médicas y quirúrgicas destinadas a mejorar la evolución de estas micosis, habitualmente de mala evolución.

Caso clínico

La paciente es una mujer de 70 años con historial de dos trasplantes de córnea en el ojo derecho en un intervalo de 6 años, además de una cirugía de catarata en el mismo ojo. Entre los antecedentes destacan varios episodios de inflamación corneal secundarios a herpes oftálmico en el ojo derecho, dejando como secuela un leucoma que precisó trasplante corneal. Tras varios años de control se observa la opacificación del injerto, por lo que se realiza un nuevo trasplante en julio de 2012. A las 6 semanas de la cirugía del último trasplante la paciente acudió a Urgencias por un cuadro de inflamación ocular con opacidad estromal y presencia de pliegues en el endotelio del injerto. Se comenzó un tratamiento antibiótico (ofloxacino) y antiinflamatorio (acetato de prednisolona) por vía tópica, y antivírico (aciclovir) y antiinflamatorio (deflazacort) por vía oral. Pasados unos días, y ante la evolución tórpida del proceso y de la ulceración de los bordes del injerto, se decide el ingreso hospitalario, se toman muestras corneales para observación y cultivo de microorganismos y se añaden antifúngicos por vía tópica (voriconazol colirio al 1%) y sistémica (itraconazol). A la espera del resultado del análisis microbiológico se prescriben también antibióticos tópicos (colirios reforzados de ceftazidima y vancomicina).

En el cultivo bacteriológico se aisló Comamonas acidovorans, muy sensible a los antibióticos empleados. En el cultivo micológico creció un hongo filamentoso que quedó pendiente de identificación. Se decidió cambiar el itraconazol por el voriconazol oral. A pesar del tratamiento, la mala progresión de la enfermedad llevó a una invasión intraocular. Se realizó una TAC orbitaria en la que no se apreció extensión extraocular de la lesión. Dada la mala evolución se decidió realizar finalmente la evisceración y se envió de nuevo una muestra de córnea al Laboratorio de Microbiología. Al cabo de una semana de incubación creció el mismo hongo que se aisló en la muestra anterior. Los caracteres morfológicos macroscópicos y microscópicos determinaron que se trataba de P. lilacinum. La confirmación por pruebas de biología molecular basadas en la amplificación genómica por PCR de la región ITS-2 y su secuenciación en un centro de referencia confirmaron la identificación de la especie. Para ello se emplearon los primers que corresponden a las posiciones 303 a 324 (iniciador de cadena directa) y 597 a 576 (iniciador de la cadena complementaria), según el protocolo de Turenne et al.18. La numeración corresponde a la secuencia con referencia en el GenBank KC524426.1. El fragmento amplificado obtenido se analizó en la base de datos del NCBI mediante el algoritmo blast-n con un 99% de homología.

Discusión

Las queratitis por hongos filamentosos constituyen un serio problema para los usuarios de lentes de contacto y para la implantación de lentes intraoculares. Complican la evolución de los pacientes sometidos a trasplante corneal y, por su agresividad, los enfermos pueden verse necesitados de un nuevo trasplante.

Epidemiológicamente resulta complicado en el momento actual evaluar la incidencia de las QF, las endoftalmitis y otras infecciones oculares por P. lilacinum: a su baja incidencia en comparación con otros géneros más frecuentes, como Fusarium o Aspergillus, hay que sumar el hecho de que se contabilizaban como pertenecientes al género Paecilomyces. Además, parece ser que dentro del espectro de las infecciones producidas por P. lilacinum, las infecciones oculares ocupan los primeros lugares, a diferencia del género Paecilomyces actual, cuyo espectro de infecciones es más amplio y variado. P. lilacinum se está empleando en altas concentraciones como agente de control biológico en las plagas de nematodos, lo que podría tener consecuencias epidemiológicas al entrar en contacto con todo tipo de pacientes inmunodeprimidos12.

Clínicamente el patrón de infección ocular por P. lilacinum comienza de forma similar a aquel de otros hongos filamentosos, complicando o impidiendo la correcta progresión del injerto corneal. Comienza entonces un periodo en el que se siguen dos tipos de pautas: las destinadas a evitar el rechazo del injerto (corticoides, ciclosporina A) y los tratamientos antifúngicos o antibacterianos. P. lilacinum aprovecha el efecto inmunosupresor de los primeros y la frecuente resistencia a los segundos para crecer de forma progresiva en estas primeras etapas y generar las opacidades corneales que corresponden a masas de hifas. En esta etapa es cuando suelen hacerse los intentos de llegar a un diagnóstico etiológico mediante raspados corneales e, incluso, la retirada del injerto. Por desgracia, el diagnóstico micológico convencional suele ser demasiado lento. Así, en las extensiones de los raspados corneales tratados con KOH o calcoflúor se observan hifas ramificadas que a lo sumo delatan la presencia de un hongo filamentoso. P. lilacinum es un hongo que crece de forma moderadamente rápida y además tiene el problema de que puede confundirse en etapas tempranas con otros hongos filamentosos de aspecto similar, como Verticillium, Acremonium, Penicillium7, Paecilomyces variotii y Paecilomyces marquandii. Este hecho retrasa el diagnóstico micológico y hace necesaria la confirmación de la especie por técnicas moleculares en un laboratorio de referencia experimentado. Mediante la secuenciación de los espacios intergénicos del rRNA 18S y de las secuencias del factor parcial de traducción 1-α6 se ha diferenciado P. lilacinum del género Paecilomyces, dejando en este género como patógeno más frecuente a P. variotii. El nuevo género se ha denominado Purpureocillium, y estaría integrado por un claro dominante con baja variabilidad intraespecífica, según se desprende de recientes estudios filogenéticos. Purpureocillium incluiría inicialmente dos especies: P. lilacinum y P. lavendulum. Este último produce típicamente un pigmento amarillo difusible característico y conidios en forma de limón.

Las opciones terapéuticas en las etapas iniciales contemplan casi exclusivamente el tratamiento antifúngico. En los primeros trabajos se describe el empleo de anfotericina B tópica o de natamicina 5%, tópica o sistémica, en función de la epidemiología, más enfocada a Fusarium y a Aspergillus. Con el advenimiento del voriconazol, este se ha empleado de forma tópica o sistémica. Su eficacia se ha podido demostrar en modelos animales, puesto que su aplicación tópica continuada conseguía la reducción de las masas hifales y, por tanto, de las opacidades corneales17. Sin embargo, la eficacia del voriconazol empleado de forma exclusivamente tópica es, cuando menos, controvertida. Quizá la clave esté en el momento de iniciar la pauta tópica sola o combinada con la sistémica. En nuestro caso, como en el de muchos otros, la pauta se inició de forma tardía, cuando ya eran evidentes las opacidades corneales y, probablemente, las hifas ya habían penetrado en estructuras más profundas del ojo, donde el tratamiento tópico no llega. Ante el fracaso de los tratamientos iniciales se ensayan nuevas opciones tópicas y sistémicas en combinación con las quirúrgicas. Algunas de las pautas empleadas se resumen en la tabla 1. Actualmente el antifúngico más recomendado es el voriconazol, solo o asociado a una equinocandina o a terbinafina. Hay que tener en cuenta que P. lilacinum es resistente a caspofungina, a diferencia de P. variotii. A ello hay que sumar que suele ser resistente a anfotericina B, 5-fluorocitosina y fluconazol. Parece que hay buenas expectativas con los nuevos azoles, como el posaconazol y el ravuconazol, que se postulan como alternativas eficaces al voriconazol11.

Tabla 1.

Infecciones oculares por Purpureocillium lilacinum: tratamiento antifúngico, tratamiento quirúrgico y evolución

Autor/año  Número de casos  Tratamiento quirúrgico  Tratamiento antifúngico  Evolución  Comentarios 
Pintor et al.13, 2001  VT  AMB, AMBivi, ITRo  Mala  Enucleación 
Anderson et al.1, 2004  No  VZs con TBNF  Buena  Recuperación parcial 
Malecha et al.7, 2006  PQ  AMBivi, MZt subconjuntival, con FLC  Buena  Recuperación 
Ford et al.3, 2008  No  VZt y TBNFo  Buena  Recuperación 
Yuan et al.22, 2008  42  PQ  NM o AMB, PQ  Variable  31% curación 
Deng et al.2, 2009  No  VZt, PQ, VZivi  Buena  Recuperación completa 
Wu et al.20, 2010  No  AMB, NMt y VZt un mes  Buena  Desarrollo progresivo de cataratas 
Monden et al.9, 2012  No  VZ largo tiempo  Buena  Diabetes y tratamientos corticoideos 
McLintock et al.8, 2013  PQ  VZo, VZt, VZivi 10 meses  Buena  Recuperación parcial 

AMB: anfotericina B; FLC: fluconazol; ITR: itraconazol; ivi: intravítreo; MZ: miconazol; NM: natamicina; o: oral; PQ: queratoplastia penetrante; t: tópico; TBNF: terbinafina; VT: vitrectomía; VZ: voriconazol.

En cuanto a la evolución, parece dependiente del momento y del tipo de pauta antifúngica, así como de la adición de inmunosupresores y corticoides. La identificación molecular rápida podría ayudar mucho en este sentido. La evolución de estas infecciones oculares es muy variable (tabla 1): en unos pocos casos se consigue la recuperación parcial de la agudeza visual y de la funcionalidad ocular. Otras veces se precisa la retirada del injerto y se logra la recuperación con ayuda del tratamiento antifúngico. Si la infección alcanza la cámara posterior y penetra en el humor vítreo, entonces se genera una endoftalmitis masiva que culmina con la pérdida definitiva de la visión y supone la enucleación. Las principales causas de recidiva de las QF después de un trasplante corneal que se han descrito son el hipopion, la perforación corneal, la afectación del limbo esclerocorneal y la infección de las lentes de contacto15. En este mismo estudio la tasa de recaída es del 6,34%, y en más del 85% se produce en la primera semana postrasplante. De todo lo expuesto parece deducirse que la clave del éxito en el tratamiento de estas micosis radica en un diagnóstico lo más precoz posible. En este sentido, ante cualquier indicio de opacidad corneal, especialmente en los injertos o trasplantes corneales, sería razonable proponer un rápido raspado corneal para cultivar cuanto antes y poder obtener las primeras pistas morfológicas del hongo, la identificación molecular y realizar un antifungigrama en un centro de referencia especializado.

A modo de conclusión se podría decir que las micosis oculares por P. lilacinum son procesos poco frecuentes pero emergentes, cuya evolución depende de la rápida adopción de medidas diagnósticas y de una pauta terapéutica eficaz, adaptada al agente etiológico.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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