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Vol. 22. Núm. 10.
Páginas 112-116 (Noviembre 2003)
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El papel de las plantas medicinales en el tratamiento de la menopausia
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María Tránsito López Luengo
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Lúpulo.
Salvia.
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En la actualidad, la terapia hormonal sustitutiva (THS) es la opción de referencia para paliar los trastornos asociados a la menopausia, ya que proporciona una tasa de éxito del 90% de los casos. Sin embargo, la alternativa fitoterapéutica está ganando terreno, debido a que cada vez son más las mujeres menopáusicas españolas que solicitan este tipo de terapia, ya sea por la desconfianza que les produce el tratamiento con estrógenos o porque hay mujeres en las que éstos están contraindicados.

Lúpulo.

La menopausia no es una enfermedad, sino un fenómeno biológico normal en la vida de la mujer que consiste en la desaparición permanente del ciclo menstrual y el cese definitivo de su capacidad reproductiva.

Durante esta etapa se da una brusca disminución, casi desaparición, de las hormonas que habitualmente produce el ovario (estrógenos). Este fenómeno a veces está precedido y particularmente seguido de una serie de trastornos que, con el tiempo, pueden ir desencadenando problemas graves.

La menopausia puede ser natural, prematura y artificial (como consecuencia de intervenciones quirúrgicas).

Menopausia natural

Se produce a los 45-55 años, pues alrededor del 90% de las mujeres tienen la última regla a esta edad.

Menopausia prematura

Es la que se produce antes de los 40 años por una insuficiencia ovárica debida a diversas causas. Entre ellas se barajan desde una predisposición genética hasta trastornos inmunitarios que producen anticuerpos que pueden afectar, entre otras glándulas, a los ovarios. También se asocia al hábito de fumar.

Cuando la menopausia se da a los cuarenta o treinta y tantos años es preciso tratar a las mujeres para evitar posibles complicaciones derivadas de esta circunstancia (osteoporosis y enfermedades cardiovasculares).

Fases de la menopausia

La menstruación rara vez se detiene bruscamente. Se trata de un proceso en el que la carencia de estrógenos se va estableciendo de manera muy progresiva varios años antes del fenómeno menopáusico. Durante esta época, la mujer tiene irregularidades en su menstruación, por ejemplo, puede no tener la regla durante uno o dos meses, luego puede volver a tenerla y, más tarde, ésta vuelve a desaparecer durante unos meses. Esto ocurre durante un determinado período hasta que ya desaparece definitivamente. Por tanto, la menopausia sólo se puede definir a posteriori, después de una época bastante larga de ausencia de menstruación, generalmente un año.

El período de transición del estado fértil al no reproductor en la mujer se conoce con el nombre de climaterio y en él se pueden establecer las tres fases siguientes:

Premenopausia

La premenopausia se define como el período variable que precede a la menopausia. Ante la dificultad de definir el momento exacto de la menopausia, hay quien ha preferido recurrir al término perimenopausia, designando así un período más amplio que abarca a la vez la premenopausia y la menopausia propiamente dicha.

En esta fase de transición los ovarios siguen segregando estrógenos, aunque se produce el declive en su actividad, de manera que las menstruaciones se van haciendo cada vez más irregulares y provocan la disminución en la producción de hormonas ováricas (estrógenos y progesterona). En esta época no es raro ver ciclos que se reducen a 25, 23 o incluso 21 días y las reglas suelen ser más largas y abundantes.

Al margen de la desaparición de la menstruación (es el síntoma fundamental), la menopausia puede pasar desapercibida o cursar con síntomas suaves, moderados o agudos

Menopausia

La menopausia, propiamente dicha, es la segunda etapa y se identifica por la desaparición definitiva de la regla. Se acepta que hacen falta 12 meses sin menstruación para decir que existe la menopausia.

Posmenopausia

En la última fase o posmenopausia la falta de hormonas en la mujer provoca la aparición de determinados síntomas que, si bien aparecen en un porcentaje elevado, no siempre se producen con la misma intensidad.

Abarca aproximadamente los diez años posteriores a la última regla. Durante este período se produce todavía cierta cantidad de estrógenos en los ovarios.

Síntomas

Aunque la menopausia no es ninguna enfermedad, con la disminución de las concentraciones de hormonas femeninas pueden aparecer alteraciones orgánicas y psicológicas hasta que el organismo de las mujeres se adapta a la nueva situación y encuentra un nuevo equilibrio. Así, al margen de la desaparición de la menstruación (es el síntoma fundamental), la menopausia puede pasar desapercibida o cursar con síntomas suaves, moderados o agudos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que a esta edad también empiezan a manifestarse las consecuencias del proceso de envejecimiento, de manera que los factores psicosociales y culturales influyen también en el cuadro de molestias, por lo que no siempre es posible la clara distinción entre los cambios debidos al climaterio y los cambios ligados a la edad.

Entre los síntomas que se pueden dar en esta etapa, los síntomas por excelencia son las sofocaciones, pero hay otros que pueden aparecer más tardíamente, como son los trastornos psíquicos y las alteraciones derivadas de una atrofia del espesor del epitelio urogenital de la mujer. Todos estos síntomas aparecen a corto plazo. Pero además, a largo plazo, la falta de estas hormonas implica la aparición de osteoporosis y un aumento en la incidencia de enfermedades de tipo cardiovascular.

Una de cada tres mujeres mayores de 55 presenta alguno de estos síntomas menopáusicos. A pesar de esto, son pocas las mujeres que acuden a la consulta del ginecólogo para explicar su caso, pasar una revisión y obtener información sobre lo que les ocurre.

En los últimos años (probablemente debido a los diferentes programas para el control de mamografías) el porcentaje de mujeres que acuden al especialista se ha incrementado, pero todavía no se realizan las revisiones ginecológicas que serían necesarias en esta etapa de la vida.

Tratamiento

Existen diversos tratamientos dirigidos a mejorar la calidad de vida de la mujer en esta etapa. El más común es la terapia hormonal sustitutiva, que consiste en la administración de hormonas que intentan suplir la pérdida de estrógenos durante el climaterio. Otra opción farmacológica son los SERM, unas sustancias que, sin ser hormonas ni derivados hormonales, actúan de forma similar a los estrógenos, pero sólo en ciertos órganos.

Aunque en líneas generales estos tratamientos son seguros, aún suscitan muchas resistencias entre las mujeres españolas, que siguen prefiriendo alternativas naturales que no tengan efectos secundarios de consideración. En estos casos, la fitoterapia desempeña un importante papel.

Salvia.

Fitoterapia

Dentro de los tratamientos paralelos a las terapias de reemplazo hormonal, se encuentran algunas plantas medicinales que pueden contribuir favorablemente a aliviar los trastornos propios de esta fase de la vida femenina. Las más significativas son el lúpulo, la salvia y, muy especialmente, las isoflavonas de la soja.

Lúpulo (Humulus lupulus)

La parte utilizada de esta planta son las inflorescencias femeninas o estróbilos (conos). Entre sus principios activos se encuentran resinas, aceites esenciales, principios estrogénicos, taninos y otros compuestos.

Los aceites esenciales le confieren una acción sedante, hipnótica y espasmolítica. Debido a ello, esta planta está indicada principalmente en caso de ansiedad, insomnio y nerviosismo. Pero además, el lúpulo presenta propiedades estrogénicas, por lo que su uso también es recomendable en los trastornos asociados al climaterio, sobre todo, en el tratamiento de los sofocos.

Se utiliza la droga pulverizada en infusiones, en extracto fluido o seco y la tintura.

La salvia está contraindicada durante el embarazo debido a la posibilidad de inducción de abortos espontáneos por su efecto estrogénico

El uso de esta planta está contraindicado en el embarazo, debido a la posibilidad de inducción de abortos espontáneos por su efecto estrogénico. Tampoco debe usarse en la lactancia, ya que los compuestos estrogénicos pueden acceder a la leche materna y producir efectos adversos en el lactante.

A las dosis terapéuticas recomendadas no se han descrito efectos adversos.

Salvia (Salvia officinalis)

Las partes utilizadas de la planta son las hojas y las sumidades floridas. Contienen aceite esencial, triterpenos, diterpenos, flavonoides, ácidos fenólicos, taninos catéquicos y principios amargos.

El aceite esencial presenta una acción estrogénica, antiséptica, eupéptica y antisudoral. Los flavonoides y ácidos fenólicos refuerzan la acción antiséptica y le confieren una acción colerética y espasmolítica.

El uso de esta planta está indicado en caso de dispepsias, anorexia y sudoración asociada a la menopausia. También se utiliza por vía tópica para el tratamiento de dermatitis y en lesiones cutáneas como cicatrizante, antiséptico y antiinflamatorio.

Se usa la droga pulverizada, infusiones o decocciones, extracto fluido o seco, tinturas y el aceite esencial. Si se utiliza en forma de aceite esencial, no se recomienda su uso durante un período prolongado o a dosis mayores de las recomendadas debido a su posible neurotoxicidad.

La salvia está contraindicada durante el embarazo debido a la posibilidad de inducción de abortos espontáneos por su efecto estrogénico, y en la lactancia, ya que los compuestos estrogénicos pueden acceder a la leche materna y producir efectos adversos en el lactante. También está contraindicada en caso de tumores mamarios estrogenodependientes e hiperfoliculinemia y en pacientes que estén recibiendo tratamiento farmacológico con estrógenos.

No se le conocen interacciones con otras drogas y, a las dosis terapéuticas recomendadas, no se han descrito reacciones adversas.

Se recomienda seguir tratamientos discontinuos y, cuando se prescriba a pacientes con diabetes, el médico deberá controlar la glucemia para ajustar la dosis de insulina o de antidiabéticos orales.

Isoflavonas de la soja y del trébol rojo

Las isoflavonas son moléculas que aparecen, sobre todo, en especies de la familia de las Fabaceae, como son la soja (Glycine max) o el trébol rojo (Trifolium pratense). Las principales isoflavonas aisladas de estas especies vegetales son la genisteína, la daidzeína y la gliciteína y sus derivados glucosilados y metoxilados.

Estudios epidemiológicos realizados hasta la fecha, han demostrado cómo la suplementación de la dieta con soja (35 g de isoflavonas administrados en dos tomas) se muestra eficaz al disminuir la incidencia de la sintomatología climatérica y, en especial, de los sofocos. Además, se relaciona con un menor riesgo de presentar enfermedad cardiovascular y cánceres como el de mama, endometrio, colon y próstata. Algunos trabajos también muestran un efecto beneficioso de la soja sobre los huesos, incrementando la densidad mineral ósea, y muestran también una mejora en la maduración del epitelio vaginal. Esto es así porque estas isoflavonas forman parte del grupo de los fitoestrógenos, que son compuestos no esteroides que presentan actividad estrogénica gracias a su interacción con los receptores del 17-B-estradiol. Las isoflavonas en general y la genisteína en particular parecen tener más afinidad por el receptor para estrógenos beta que por el receptor para estrógenos alfa, por lo que, dada la diferente distribución de los receptores para estrógenos alfa y beta, hay una clara posibilidad de que las isoflavonas pudieran mostrar efectos tejido-específicos, es decir, cabe esperar que sus acciones sean más marcadas en aquellos órganos y tejidos diana en los que predominan los receptores beta, como son el SNC, hueso, pared vascular y tracto urogenital, de la misma forma que, al no tener casi acción sobre el receptor estrogénico alfa, se evitaría la proliferación del tejido mamario y endometrial.

La suplementación de la dieta con soja (35 g de isoflavonas administrados en dos tomas) se muestra eficaz al disminuir la incidencia de la sintomatología climatérica y, en especial, de los sofocos

Sin embargo, aunque las isoflavonas constituyen una buena opción alternativa a la terapia hormonal sustitutiva y, hasta el momento no se han descrito importantes efectos adversos o interacciones de relevancia clínica, es importante tener en cuenta que estos productos han sido poco estudiados, en especial, en ensayos clínicos controlados. De todos modos, a pesar de que se necesitan muchos más estudios, la experiencia de otras culturas avala su seguridad y tolerabilidad como terapia alternativa. Sus efectos beneficiosos están bien documentados y estarían indicados en aquellas mujeres que no desean (o en las que está contraindicado) el tratamiento hormonal. También lo estarían como continuación en mujeres que hayan realizado largos tratamientos con estrógenos.


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