Descripción del caso: Acude a consulta de atención primaria un hombre de 40 años con un cuadro de 4-5 días de prurito generalizado que se va intensificando en el último día hasta el punto de no dejarlo dormir, se pasa el día rascándose, ha cambiado de gel, y piensa que puede tener dermatitis atópica, por lo que se automedica con cetirizina cada 12 horas. Está desesperado y por mucha crema y gel de piles atópicas que utilice no encuentra mejoría. Entre los antecedentes personales, refiere no tener alergias medicamentosas, niega hábitos tóxicos, distimia, hipertensión y dislipemia. Tratamiento habitual: simvastatina 20 mg, enalapril 20 mg.

Exploración y pruebas complementarias: Múltiples lesiones de rascado en antebrazos, tórax y miembros inferiores. Tras examinar con guantes y luz de forma cuidadosa se observan múltiples huevos ovalados grises (liendres) en la base folicular de antebrazos, axilas y genitales.

Juicio clínico: Escabiosis, picaduras de insectos, dermatitis atópica, prurigo.

Diagnóstico diferencial: Pediculosis.

Comentario final: Ante este hallazgo se le informa al paciente de lo que sucede y de cómo debe realizar el tratamiento y lavado de toda la ropa para evitar el contagio familiar. Se trata de un varón joven sin pareja que vive con sus padres y que de forma ocasional frecuenta bares de alterne, por lo que se solicita serología de enfermedades de transmisión sexual. La ladilla es un insecto que camina del vello púbico de una persona al de otra durante el contacto sexual. Las personas también pueden contagiarse de ladilla de las prendas de vestir, de la ropa de cama o de toallas contaminadas. Una vez que se encuentran en el cuerpo de una persona, los insectos sobreviven alimentándose de la sangre del portador. Es importante mantener unas normas de higiene al explorar a los pacientes porque nos podemos llevar una sorpresa para casa.

Bibliografía

1. Ferrándiz C, et al. Dermatología Clínica, 2.ª ed. Madrid: Ediciones Harcourt, 2001.

Palabras clave: Parásitos. Alergia y dermatitis.