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Vol. 8. Núm. 3.
Páginas 192-193 (Octubre 2012)
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Vol. 8. Núm. 3.
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Karl Gunnar Persson: An Economic History of Europe. Knowledge, Institutions and Growth, 600 to the Present. Cambridge, Cambridge University Press, 2010, 253 págs.
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Enrique Llopis Agelán
Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España
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Karl Gunnar Persson es Proffessor en el Instituto de Economía de Copenhague y especialista en crecimiento económico en el largo plazo, sobre todo en la Edad Moderna y en la temprana Edad Contemporánea, y en integración y funcionamiento de mercados en la historia. Su reciente y escueto manual de Historia Económica de Europa, que apenas ocupa 250 páginas, tiene una cobertura temporal amplísima: desde comienzos del siglo vii d.C. hasta la actualidad. Se trata de una obra peculiar de gran interés: el notable peso relativo que se otorga al mundo preindustrial, no menos del 40% del libro, y la fuerte concentración del foco de atención en los factores determinantes del crecimiento diferencian a este manual de la mayor parte de los publicados sobre Historia Económica mundial o europea en el último cuarto de siglo. En la obra, la descripción de los fenómenos históricos, tanto económicos como de otra índole, ha quedado relegada a la mínima expresión, de modo que temas como el de la crisis del siglo xvii o el de la depresión de la década de 1930 están ausentes o tienen una presencia testimonial en este libro.

El manual combina 2 ordenaciones: una cronológica de carácter implícito y otra temática que prima sobre la primera. Consta de una introducción sobre el objeto de la Historia Económica y de 12 capítulos, 2 de los cuales han sido escritos en colaboración con Paul Sharp. La obra está muy cuidada formalmente: todos los capítulos disponen de un breve resumen y de sugerencias bibliográficas, muchos de ellos cuentan con boxes y/o un apéndice en los que los lectores encuentran interesantes precisiones o ampliaciones, y el libro contiene un estupendo glosario de términos económicos, en cuya elaboración ha participado Marc P.B. Klemp, que constituye una herramienta útil para los no especialistas. Los capítulos abordan los siguientes temas: la construcción económica de Europa; la economía altomedieval; población, crecimiento económico y recursos; la naturaleza y la magnitud del crecimiento económico en la época preindustrial; las instituciones y el crecimiento; conocimiento, transferencias de tecnología y convergencia económica; moneda, crédito y banca; comercio, aranceles y crecimiento; los sistemas monetarios internacionales; las políticas económicas en el mundo contemporáneo; y la globalización y sus desafíos para Europa.

Persson propone que los historiadores económicos concentren su mirada en los modos a través de los cuales el desarrollo del capital humano, la tecnología y las instituciones han facilitado el acceso y el uso eficiente de los recursos a fin de incrementar la renta y el bienestar de las sociedades. Del examen del pasado económico europeo, el autor infiere que el tamaño del mercado, el buen gobierno y la apertura al comercio y a los flujos de factores e ideas constituyen las principales fuerzas dinamizadoras del crecimiento económico.

Las partes más brillantes del manual se hallan, a mi juicio, en los capítulos dedicados al crecimiento económico premoderno. El comercio es uno de los hilos conductores fundamentales en la obra, una actividad en la que se intercambian bienes y servicios, pero en la que también se transmiten lenguajes comunes, leyes comerciales, culturas, preferencias y tecnologías. De modo que el comercio tiende a uniformizar las economías.

En las economías preindustriales, en las que la acumulación de capital humano y físico desempeñaba un papel poco relevante, el crecimiento de la renta por habitante podía ser impulsado, según Persson, por la especialización, por el comercio basado en diferencias en la dotación de recursos y en el clima, y por el progreso tecnológico, aunque este fuese muy lento antes de la Revolución Industrial. El autor no niega que la presión de la población sobre los recursos haya originado descensos en la productividad agraria, pero considera que el modelo maltusiano subestima el progreso técnico, ignora las ganancias de productividad que las economías pueden lograr en el comercio internacional y carece de una teoría de la estrategia de fertilidad de las familias basada en la optimización del comportamiento forward-looking.

Persson sostiene que, en las sociedades preindustriales, el crecimiento demográfico tiene efectos de signo contrario en la productividad: por un lado, si los recursos agrarios ya se hallaban casi o completamente utilizados, el resultado será un descenso de la producción por ocupado en el sector primario; por otro lado, los incrementos de población posibilitan una mayor división del trabajo y, por ende, ciertas ganancias de productividad de tipo smithiano; además, la velocidad a la que emergen las ideas y, por tanto, el progreso tecnológico están positivamente correlacionados con el tamaño de las poblaciones. El autor concluye indicando que el balance de la confrontación entre las fuerzas maltusianas y las smithianas fue diverso en las distintas fases y en las diversas regiones de la Europa moderna.

El autor no concibe que las familias mantengan unas pautas de comportamiento demográfico que conduzcan al descenso de la renta por habitante en el medio y largo plazo. Las caídas en esta variable fueron esencialmente fruto de los desórdenes sociales y de shocks epidémicos o climáticos.

En la Europa moderna, la renta por habitante estaba situada por encima del nivel de subsistencia y, además, tendió a crecer lentamente en algunas de las regiones más avanzadas de dicho continente.

En torno a la política comercial, Persson defiende un proteccionismo cauteloso. Cuando existen importantes economías de escala, unos derechos arancelarios moderados y bien seleccionados sectorialmente pueden ayudar al desarrollo industrial.

En cuanto a la gran divergencia, el autor considera que la fractura económica del mundo contemporáneo ha obedecido fundamentalmente al desigual acceso a la moderna tecnología. Para aprovechar las oportunidades que brinda esta última, los países han de disponer de un adecuado sistema educativo, de buenas instituciones y de unos derechos de propiedad claramente definidos.

La dimensión de la obra resulta muy adecuada para los cursos cuatrimestrales de Historia Económica que impartimos en las universidades españolas en el primer o en el segundo año de los grados de Economía y de Dirección o Administración de Empresas. Sin embargo, la inmensa mayoría de nuestros estudiantes no poseen los conocimientos suficientes de Historia, Historia Económica y Economía para poder sacar auténtico provecho de este manual; en cambio, recomiendo sin ningún género de dudas la lectura de esta obra a los profesores de Historia Económica y a todos los interesados en el crecimiento económico a largo plazo.

Se trata, en suma, de un manual de Historia Económica estilizado, elegante y formalmente impecable. Quizás, algunas de estas virtudes no son completamente ajenas a ciertos defectos de la obra. Por un lado, en el manual la perspectiva noroccidental y nórdica resulta excesivamente predominante; es significativo que no se citen referencias bibliográficas ni en alemán ni en francés ni en italiano ni en español. Por otro lado, aun dedicándose una parte importante del libro a la génesis del crecimiento económico moderno, las alusiones al mundo rural, a las actividades económicas no mercantiles y al feudalismo son demasiado parcas o inexistentes.

Ahora bien, mi principal disconformidad con este manual radica en que destila una Historia Económica con muy poca Historia. Por ejemplo, en la obra no se abordan las consecuencias a escala europea de la Revolución Francesa de 1789. Es cierto que escribir un manual sobre un continente, que, además, cubre un período temporal tan dilatado, obliga a importantes y numerosas renuncias y simplificaciones, pero considero que la minimización de los hechos históricos está yendo demasiado lejos. Corremos el riesgo de acabar confeccionando una Historia Económica más próxima a la anorexia que a la esbeltez.

La discrepancia, que en algunos casos llega a ser profunda, con aspectos de este manual no resulta óbice para que acabe recomendando de manera encarecida su lectura a todos los profesores de Historia Económica. Sinceramente, he aprendido mucho de él y he incorporado varias de sus enseñanzas a mis clases de primer curso de Historia Económica Mundial.

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