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Vol. 29. Núm. 3.
Páginas 106-107 (Mayo 2010)
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Intervención en inercia clínica
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Ángel Sanz granda.a
a Consultor científico. angel.s.granda@terra.es
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TABLA 1. RECOMENDACIONES ACTUALES PARA EL MANEJO DEL PACIENTE HIPERTENSO
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En el manejo de enfermedades crónicas se observa con cierta frecuencia que, a pesar de que en ciertas ocasiones no se han alcanzado los objetivos clínicos, no se produce ninguna variación en el tratamiento del paciente1. Ello conduce a que la falta de control en este tipo de condiciones patológicas perdure en el tiempo. En esencia, este problema, denominado inicialmente como inercia clínica2, se traduce en una falta de adherencia a las recomendaciones clínicas existentes.

Entre otras varias, una posible causa de este hecho puede radicar en la poca familiarización de algunos médicos con las guías de práctica clínica, así como en el hecho de que no siempre éstos se centran en la consecución de objetivos. La muy reciente adaptación española de la Guía Europea de Prevención Cardiovascular en Práctica Clínica3 muestra los pasos a seguir en cada paciente en función del nivel de riesgo que presente (tabla 1).

INTRODUCCIÓN

Partiendo de esta idea, un grupo de farmacéuticos llevaron recientemente a cabo un estudio de colaboración con médicos de los centros de atención primaria, en pacientes con una patología crónica no controlada debido en muchas ocasiones a una inercia clínica4. El objetivo final del estudio consistió en evaluar si un modelo de colaboración entre médicos y farmacéuticos en centros de atención primaria podría mejorar el control de la presión arterial de los pacientes que se hallaban fuera del adecuado control, a través de una mejora en la adherencia a las recomendaciones existentes.

Después de dos sesiones iniciales de revisión del tema a los farmacéuticos, con el fin de asegurar una intervención consistente y homogénea en todos los participantes, éstos evaluaron el tratamiento farmacológico de los pacientes, así como su presión arterial, al inicio y al cabo de un mes; posteriormente contactaron de nuevo a los 3 meses vía telefónica, pudiendo repetirlo si lo estimaban conveniente. Posteriormente, los farmacéuticos efectuaron recomendaciones a los médicos, acordes con las guías de práctica clínica, consistentes en cambios o variaciones del tratamiento con el objetivo de alcanzar las metas propuestas en dichas guías. Por su parte, en el grupo control se efectuaron únicamente mediciones de la presión arterial al inicio y a los 3 y 6 meses.

ANÁLISIS DEL ESTUDIO

La colaboración entre equipos de trabajo siempre ofrece mejores resultados que la obtenida por la labor aislada e independiente de cada uno de sus integrantes. El presente estudio analiza un aspecto muy interesante: a pesar de la existencia de recomendaciones sobre el manejo de ciertas enfermedades (que están muy bien elaboradas además de ser actualizadas periódicamente), los resultados obtenidos en los pacientes que las presentan distan mucho de ser óptimos. Este estudio se centra en pacientes hipertensos, con o sin diabetes, pero la iniciativa podría generalizarse para un gran número de enfermedades, ya que el problema de base es común.

En España, a pesar de que se ha ido progresando con el tiempo en el control de la PA (36,1% en 2002 y 41,4% en 2006)5, aún queda mucho camino por recorrer. Además, a pesar de existir un Documento de consenso español para la automedida de la presión arterial6, el grado de adherencia a él por parte de las oficinas de farmacia no es elevado7.

Los resultados de esta colaboración interdisciplinaria apuntan hacia una tendencia a la mejora en los valores obtenidos. Sin embargo, la significación estadística del estudio no es muy potente, puesto que el tamaño de la muestra no es amplio: la unidad de aleatorización es la clínica médica y cada grupo, de intervención o control, cuenta con tan sólo 3 unidades. Ello hace que finalmente, a pesar de una diferencia aparentemente importante en el grado de adherencia a las guías clínicas (9,6%), no posea la adecuada significación estadística, al presentar su intervalo de confianza al 95 % (IC95) un valor mínimo inferior al O y uno máximo superior a dicha cifra, lo que implica que la diferencia respecto del grado de adherencia del grupo control podría ser tanto positiva como negativa, es decir, el valor medio estimado no puede garantizar que esta intervención consiga, sin lugar a dudas, una mejoría en la adherencia, reduciéndose por tanto la inercia médica existente.

Ahora bien, la proporción de pacientes que obtienen un adecuado control de su presión al cabo de los 6 meses de seguimiento sí aumenta, y de forma estadísticamente significativa, mediante la implementación de esta intervención.

CONCLUSIONES

Los autores concluyen que la intervención estudiada, realizada mediante la colaboración de médicos y farmacéuticos, obtiene una mejoría significativa en el control de la presión arterial en comparación con el grupo control. Una conclusión más importante es que los sistemas sanitarios que disponen de farmacéuticos clínicos deberían considerar una redistribución de servicios en aras de poder manejar más directamente al paciente y conseguir así una mejoría en el control de su PA.

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