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Vol. 41. Núm. 2.
Páginas 105-107 (Febrero 2018)
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Páginas 105-107 (Febrero 2018)
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Diarrea crónica: el primer síntoma de un carcinoma medular de tiroides metastásico
Chronic diarrhea: The first symptom of a metastatic medullary thyroid carcinoma
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Ander Ernaga Loreaa,
Autor para correspondencia
andernaga@hotmail.es

Autor para correspondencia.
, Iranzu Migueliz Bermejob, Nerea Eguílaz Esparzaa, María Cecilia Hernández Morhaina, Javier Pineda Arribasa
a Complejo Hospitalario de Navarra, Pamplona, Navarra, España
b Centro de Salud de San Jorge, Pamplona, Navarra, España
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Tabla 1. Causas de diarrea crónica según mecanismo patogénico
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La diarrea crónica (aquella que dura más de 4-6 semanas) es un síndrome relativamente frecuente en la población general. Las principales causas en función del mecanismo patogénico quedan reflejadas en la tabla 1. Es fundamental la realización de una anamnesis y exploración física completas para un adecuado manejo de esta dolencia ya que permite seleccionar a aquellos pacientes que precisan estudios más exhaustivos.

Tabla 1.

Causas de diarrea crónica según mecanismo patogénico

Diarrea osmótica 
Laxantes osmóticos 
Malabsorción de hidratos de carbono 
Ingesta excesiva de hidratos de carbono poco absorbibles 
Lactulosa, sorbitol, manitol, fructosa, fibra 
 
Diarrea secretora 
Clorhidorrea congénita 
Enterotoxinas bacterianas 
Enfermedad inflamatoria intestinal 
Enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, colitis microscópica (colágena o linfocítica) 
Vasculitis 
Fármacos 
Laxantes no osmóticos, antibióticos 
Alergias alimentarias 
Envenenamiento por metales pesados 
Sobrecrecimiento bacteriano 
Neoplasias 
Carcinoma colorrectal, linfoma, adenoma velloso 
Causas endocrinológicas 
Tumores (carcinoide, gastrinoma, somatostatinoma, carcinoma medular de tiroides, VIPoma) 
Sistémicas (insuficiencia suprarrenal, hipertiroidismo) 
Malabsorción de ácidos biliares 
Resección ileal, poscolecistecomía, idiopática 
Infecciones no invasivas 
Giardiasis, criptosporidiosis 
Amiloidosis 
Diarrea secretora idiopática 
 
Esteatorrea 
Maldigestión 
Disminución de ácidos biliares (cirrosis, obstrucción biliar, resección ileal) 
Disfunción pancreática (pancreatitis crónica, fibrosis quística, obstrucción ductal) 
Malabsorción 
Enfermedad celiaca 
Giardiasis 
Enfermedad de Whipple 
Isquemia mesentérica crónica 
Síndrome de intestino corto 
Sobrecrecimiento bacteriano (diabetes, esclerodermia, antecedentes de cirugía intestinal) 
Obstrucción linfática 
 
Diarrea inflamatoria 
Enfermedad inflamatoria intestinal 
Enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, colitis microscópica, diverticulitis 
Neoplasias 
Carcinoma colorrectal, linfoma 
Colitis/enteritis por radiación 
Mastocitosis 
Infecciones bacterianas 
Clostridium difficile, Shigella, Salmonella, Campylobacter, Yersinia 
Infecciones víricas 
Citomegalovirus, virus herpes simple 
Parásitos 
Amebiasis, estrongiloides 
Colitis isquémica 
 
Diarrea por alteraciones en la motilidad 
Posquirúrgica (posvagotomía o postsimpatectomía) 
Esclerodermia 
Neuropatía autonómica diabética 
Hipertiroidismo 
Síndrome de intestino irritable 
Impactación fecal 
Incontinencia anal 

En este trabajo se presenta el caso de un varón de 36 años de edad sin antecedentes de interés que comenzó con diarrea de unas 3-4 deposiciones diarias, algunas de ellas nocturnas pero sin productos patológicos. No refería dolor abdominal, náuseas, vómitos ni fiebre. No relacionaba la clínica con las comidas y no mejoró a pesar de dieta sin lactosa. En la exploración física el abdomen era blando, no doloroso a la palpación y no se detectaron masas ni organomegalias.

Se solicitó analítica general y coprocultivo, todo ello dentro de la normalidad. Debido a la persistencia de la clínica durante 4 meses, y la presencia de deposiciones nocturnas, fue valorado por el servicio de digestivo. Se solicitó colonoscopia y gastroscopia, destacando únicamente la presencia de gastritis erosiva con Helicobacter pylori positivo. El paciente siguió tratamiento antibiótico erradicador pero la clínica persistió.

Se amplió el estudio con una ecografía abdominal, observándose numerosas imágenes nodulares hiperecogénicas hepáticas compatibles con metástasis, por lo que se solicitó una TC toracoabdominal. En la TC se describían los nódulos hepáticos ya conocidos, imágenes óseas osteoblásticas y un nódulo tiroideo, todo ello sugestivo de un tumor neuroendocrino (fig. 1).

Figura 1.

Corte coronal de TC abdominal donde se observa la presencia de metástasis hepáticas.

(0,13MB).

Se solicitó nueva analítica con marcadores tumorales, hallando cifras muy elevadas de calcitonina (38653ng/l, valor normal 0-18,2) y antígeno carcinoembrionario (1065ng/ml, valor normal 0-5,4). Para una mejor caracterización del nódulo tiroideo se realizó una ecografía cervical donde se observaba una lesión en el lóbulo tiroideo izquierdo de 37mm con características ecográficas de malignidad. Destacaba también la presencia de múltiples adenopatías en compartimento cervical central, ipsilateral y contralateral.

La punción de este nódulo y de una de las adenopatías fue compatible con carcinoma medular de tiroides (CMT) por lo que se solicitó estudio de mutación de protooncogén RET y catecolaminas y metanefrinas en orina por la posibilidad de asociación con feocromocitoma en contexto de un síndrome de neoplasia endocrina múltiple. El estudio genético reveló una heterocigosis de RET en pC618R. Las catecolaminas y metanefrinas en orina fueron normales por lo que se descartó la presencia concomitante de un feocromocitoma.

Con este resultado se decidió realizar tiroidectomía total y extirpación de adenopatías cervicales con el objetivo de evitar sintomatología local y facilitar futuros tratamientos. En el análisis histológico se informaba de un CMT multifocal, bilateral, con invasión venosa y linfática.

Valorado por el servicio de oncología se decidió completar tratamiento con inhibidores de tirosincinasa.

Doce meses después de la cirugía los marcadores tumorales se han mantenido estables y la enfermedad no ha progresado en los estudios de imagen.

En el manejo inicial de la diarrea crónica es esencial la búsqueda de signos o síntomas de alarma como la presencia de sangre en las heces, fiebre, pérdida de peso, antecedentes familiares de neoplasias, diarrea nocturna o que persiste con el ayuno o hepatoesplenomegalia1.

Los tumores neuroendocrinos suponen menos del 1% de las causas de diarrea crónica por lo que no se suelen considerar en el estudio inicial. Por ello, puede existir un retraso diagnóstico de varios años2. El CMT es un tumor neuroendocrino derivado de las células C o parafoliculares del tiroides y representa el 1-2% de todos los carcinomas tiroideos3. Aunque la diarrea es un síntoma relativamente común en el CMT, no suele ser la primera manifestación del tumor ya que la aparición de un bultoma cervical es la forma más frecuente de presentación. El mecanismo por el que se produce la diarrea es fundamentalmente la secreción hídrica y de electrólitos, inducida por diversos péptidos (calcitonina, serotonina, VIP)2,4 aunque también puede existir un aumento de la motilidad intestinal.

El estudio inicial de estos tumores se realiza con una ecografía cervical5. La prueba diagnóstica más sensible es el análisis citológico mediante punción aspiración con aguja fina que muestra inmunohistoquímica positiva para calcitonina, cromogranina A y antígeno carcinoembrionario6. Los valores plasmáticos de calcitonina y antígeno carcinoembrionario son útiles en el diagnóstico y seguimiento de este tipo de tumores7. La calcitonina, aunque no es un marcador específico, se correlaciona además con la extensión de la enfermedad8.

En un 75% de los casos, el CMT es esporádico y en un 25% hereditario, generalmente asociado a los síndromes de neoplasia endocrina múltiple y al CMT familiar debido a la mutación del protooncogén RET. Esta mutación debería ser estudiada en todos los pacientes diagnosticados de este tipo de tumor con un adecuado consejo genético9,10.

El interés de este caso se debe a que siendo la diarrea crónica el único síntoma que presentaba el paciente, se llegó al diagnóstico de un CMT metastásico. La realización de una buena anamnesis y exploración física completas es fundamental para decidir en qué pacientes es necesaria la realización de estudios complementarios.

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