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Vol. 19. Núm. 6.
Páginas 48-53 (Junio 2005)
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Repelentes de insectos
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SALVADOR GIMÉNEZ SERRANOa
a Médico de atención primaria
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Picaduras y enfermedades

En muchas regiones del mundo, los insectos que pican son causantes de la transmisión de numerosas enfermedades de gran morbilidad y mortalidad. En las áreas tropicales y subtropicales, diferentes especies de mosquitos transmiten enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla o distintos tipos de encefalitis. En los países occidentales, determinadas especies de mosquito transmiten varios tipos de encefalitis (encefalitis de St. Louis, encefalitis japonesa, encefalitis del virus del Nilo Oriental); en Europa y Estados Unidos algunas especies de mosca transmiten el carbunco, la tularemia o la leishmaniasis, y ciertas especies de garrapatas transmiten la borreliosis o la enfermedad de Lyme.

Sólo los mosquitos transmiten enfermedad a más de 700 millones de personas cada año. La malaria mata a 3 millones de personas cada año, y un niño cada 30 segundos.

En el mejor de los casos, sin riesgo de transmisión de enfermedad, los insectos que pican producen molestias derivadas de la picadura, reacciones con dolor, hinchazón y picor. En personas más sensibles, estas molestias son más graves y duraderas y en algunos casos pueden producir reacciones alérgicas graves que precisan de atención médica inmediata.

El empleo de un repelente de insectos proporciona varias ventajas a la hora de prevenir las picaduras, ya que estos productos suelen tener un amplio espectro de actividad y son eficaces frente a numerosos tipos de insectos que pican, previenen la transmisión de la enfermedad antes de que se desarrolle y pueden combinarse con el resto de medidas de prevención específicas, como la quimioprofilaxis contra la malaria o las vacunas, e inespecíficas, como el empleo de mosquiteras.

 

Los insectos pican

Los mosquitos pican a la víctima (en realidad, sólo las mosquitas) para conseguir unos pocos mililitros de su sangre, que contiene las proteínas indispensables para la producción de los huevos. Al picar, inyectan con su saliva una sustancia vasodilatadora (para mantener abierto el vaso sanguíneo subcutáneo) y anticoagulante (para mantener el flujo de sangre), que es irritante para los tejidos humanos y que es, en definitiva, la que nos hace advertir que nos acaba de picar un mosquito.

Las sustancias presentes en el cuerpo de los humanos que más atraen a los mosquitos son el CO2 (dióxido de carbono), algunos aminoácidos, el amoníaco, el ácido láctico, el ácido butírico y otras sustancias eliminadas por nuestra piel. Asimismo, pueden sentirse atraídos por determinadas condiciones de luz, humedad u hora del día (amanecer, atardecer, después de la lluvia), los colores claros y luminosos o determinadas formas.

Los insectos que pican

Insectos hematófagos (que se alimentan de sangre) hay muchos: moscas, pulgas, mosquitos, chinches, garrapatas, etc. Los repelentes de insectos están dirigidos contra los insectos del exterior, del aire libre, ya que los que se pueden encontrar en las casas pueden tratarse con insecticidas. Y de los insectos que pican que se encuentran al aire libre, los que más nos interesan son: mosquitos, moscas y garrapatas.

Las principales especies de mosquitos son: Anopheles spp., que transmite la malaria; Aedes spp., que transmite principalmente la fiebre amarilla, el dengue y la encefalitis japonesa, y Culex spp., que transmite la filariasis y encefalitis como la de St. Louis y la del Nilo Oriental.

Anopheles spp

 

Aedes spp

 

Culex spp

 

Entre las especies de moscas que pican se encuentra la mosca de establo o Stomoxys spp., que transmite la tularemia y el carbunco; la mosca negra o Simulium spp., que transmite la filariasis, y la mosca de la arena o Phlebotomus spp., que transmite la leishmaniasis.

Simulium spp

 

Phlebotomus spp

 

De las garrapatas nos interesa, en particular, la especie Ixodes spp., que transmite la borreliosis, la encefalitis veraniega y la enfermedad de Lyme.

Ixodes spp

La malaria es una enfermedad producida por el Plasmodium spp., se encuentra presente en más de 100 países de áreas tropicales y subtropicales de todo el mundo. De esta enfermedad se registran entre 300 y 500 millones de casos anuales, de los que mueren unos 3 millones de personas, entre ellos alrededor de 1 millón de niños. En la actualidad existe un número creciente de Plasmodium multirresistentes a los quimioprofilácticos normalmente empleados para su prevención, como la cloroquina.

La fiebre amarilla es una enfermedad vírica, transmitida por el mosquito Aedes spp., que se desarrolla en forma de brotes epidémicos en las zonas endémicas tropicales de África y Sudamérica. Es una enfermedad de vacunación obligatoria en estos países.

El dengue es una fiebre hemorrágica producida por el virus del dengue, que produce 10 millones de casos anuales con una mortalidad de un 5%.

La leishmaniasis es una enfermedad producida por la Leishmania donovani. Está presente en 88 países, incluidos la mayoría de los mediterráneos. En su forma cutánea, también conocida como «botón de Oriente» es responsable de 1,5 millones de casos, y en forma visceral o «kala-azar» más grave, de medio millón de casos más.

La enfermedad de Lyme, producida por Borrelia burgdorferi, es responsable de alrededor de 1.600 casos anuales, sólo en Estados Unidos.

Borrelia burgdorferi

 

 

Historia de los repelentes

Los primeros usos de los repelentes se remontan a la antigüedad. Herodoto es el primero en describir el uso de sustancias de olor fuerte como repelentes entre los habitantes del antiguo Egipto. Plinio describe el empleo de diversos tipos de aceites esenciales, como alcanfor, clavo, bergamota, geranio, lavanda y canela, entre los romanos. En la Europa del siglo xvi se emplearon el cáñamo, el extracto de ajo, el aceite de oliva y de poleo y el jugo de tomate crudo como repelentes. En la zona del Caribe era famoso el aceite de coco. Uno de los mejor conocidos es el aceite esencial de limón (citronella), que aún se emplea en la actualidad. En España se comercializan algunos repelentes basados en extractos naturales y aceites esenciales (Mosiguard, Mustela Antimosquitos, Farmapic).

Repelentes químicos

La historia moderna de los repelentes químicos sintetizados en laboratorio comienza después de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, donde se sintetiza el DEET y se inicia su empleo a gran escala a partir de 1954. El DEET, de nombre químico N,N-dietil-m toluamida, tiene un amplio espectro de actividad y ha sido considerado el estándar en el grupo de los repelentes con el que deben compararse todos aquellos productos que quieren introducirse en este mercado.

La irrupción más reciente en el campo de los repelentes es Icaridin, un derivado de la piperidina cuya investigación y desarrollo tuvo lugar en la década de 1990. Los satisfactorios perfiles de eficacia, seguridad y tolerabilidad de Icaridin parecen augurar el advenimiento de una nueva generación de repelentes de insectos, basados en un amplio espectro de actividad, eficacia prolongada y excelentes propiedades cosméticas.

 

DEET. El DEET proporciona una eficacia repelente cuya duración depende de la concentración del principio activo. Así, cada incremento aproximado de un 5% en la concentración, aumenta en 1 hora la duración de la eficacia repelente. En España el DEET se comercializa a muy variadas concentraciones, que oscilan entre el 5 y el 40%. A concentraciones superiores al 40-45% no ofrece una protección más allá de las 8 horas, a pesar de incrementar la concentración.

Es un repelente de insectos eficaz contra mosquitos, moscas y garrapatas, ha sido ampliamente utilizado en todo el mundo y en los estudios clínicos ha demostrado su utilidad. Sin embargo, tiene varios inconvenientes en cuanto a la seguridad de su aplicación en humanos y, en particular, en niños. El DEET es un compuesto agresivo contra objetos plásticos, textiles, barnices, etc., de uso habitual, como la montura de las gafas, las correas de los relojes, cámaras de fotos, ropa, etc. Asimismo produce irritación de membranas mucosas si se aplica sobre ellas por error, deja una sensación desagradable, pegajosa, en contacto con la piel y su olor puede ser molesto para muchas personas. El DEET no se recomienda en niños menores de 6 años de edad y también se desaconseja su empleo a una concentración superior al 30% (proporciona unas 6 horas de protección). En niños entre 2 y 6 años de edad, la concentración máxima recomendada está en torno al 10% (alrededor de 2 horas de protección).

 

IR3535. El IR3535 es un éster etil N-acetil-N-butil del ácido aminopropiónico ((butil-acetil- aminopropionato de etilo), que ha demostrado tener unas propiedades cosméticas bastante satisfactorias, (es menos irritante de las mucosas y menos agresivo contra los plásticos). Ofrece una protección de duración similar o ligeramente inferior a la del DEET y su espectro de actividad es ligeramente más corto, ya que es muy poco eficaz contra garrapatas y su eficacia contra mosquitos de la especie Anopheles es dudosa. En España se comercializa principalmente como repelente de mosquitos para uso infantil, también a concentraciones muy variadas, que oscilan entre el 5 y el 25%.

 

Icaridin. La sustancia de más reciente aparición en el ámbito de los repelentes de insectos es Icaridin (1-piperidina ácido carboxílico, 2(2-hidroxietil)-,

1-metilpropiléster), comercializado en todo el mundo desde 1998. Este producto tiene un perfil de eficacia, seguridad y tolerabilidad muy favorables. Un informe reciente del Grupo de Trabajo de Pesticidas de la Organización Mundial de la Salud (WHOPES) lo describe como el repelente de uso en humanos de elección para la prevención de la malaria. La Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) ha aprobado su empleo después de que haya superado con éxito toda una batería de pruebas que confirman que no es nocivo para el entorno medioambiental humano. Asimismo, Icaridin cumple los requisitos de la Dirección de Cosméticos de la Unión Europea.

Icaridin tiene, además, buenas propiedades cosméticas, ya que es incoloro, inodoro y produce una sensación agradable sobre la piel; es compatible con otros materiales y no presenta efecto solvente sobre plásticos, recubrimientos y selladores. En los estudios clínicos realizados, Icaridin ha demostrado ser eficaz contra todos los insectos relevantes, manteniendo un 95% de eficacia repelente durante 8 horas a concentraciones del 20%. La concentración al 10% de Icaridin proporciona 4 horas de protección frente a las picaduras de los insectos. Puede utilizarse en niños a partir de 2 años de edad. En España, Icaridin se comercializa al 10 y al 20%.

 

Otros repelentes. En los estudios clínicos, solamente los repelentes químicos y de síntesis en el laboratorio han demostrado una eficacia significativa. Otros repelentes químicos comercializados en nuestro país son los basados en el ftalato y en las piretrinas.

Entre los repelentes basados en productos naturales, solamente los formulados con aceite de soja han demostrado cierta eficacia (una concentración al 2% proporciona eficacia durante, aproximadamente, 1,5 h). Los repelentes basados en citronela son poco eficaces (la duración de su efecto no excede una hora). Los repelentes comercializados en forma de muñequeras o pulseras impregnadas de DEET o citronela, a distintas concentraciones, no tienen eficacia alguna, contabilizándose picaduras de insecto a partir de los 4 centímetros de distancia desde la muñequera, casi de forma inmediata tras la exposición a los insectos.

Por vía oral, ni el DEET ni la vitamina B1 ni el complejo de vitaminas del grupo B, estudiados en humanos han demostrado ser eficaces para prevenir las picaduras de los insectos.

Tampoco han demostrado eficacia alguna los dispositivos de ultrasonidos de alta frecuencia que se comercializan con el argumento de que repelen a los mosquitos. Ni los estudios clásicos ni los más recientes avalan la eficacia de estos dispositivos. *

 

 

Bibliografía general

Fradin S, Day J. Comparative efficacy of insect repellents against mosquito bites. N Eng J Med. 2002;347;13-8.

Girgenti P, Suss L. Repellent activity against Aedes aegypti (L.) of formulas based on natural vegetable extracts or synthetic active agents. Ann Ig. 2002;14(3):205-10.

Holzer RB. Protection against biting mosquitoes. Ther Umsch. 2001;58:341-6.

Nentwig G. Use of repellents as prophylactic agents. Parasitol Res. 2003;90:S40-S48.

Scheinfeld N. Picaridin: a new insect repellent. J Drugs Dermatol. 2004;3:59-60

WHO 2001. Report of the fourth WHOPES working group meeting. Geneva: WHO HQ, 2000.

 

 

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