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Vol. 33. Núm. 1.
Páginas 58-65 (Enero 2015)
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Vol. 33. Núm. 1.
Páginas 58-65 (Enero 2015)
Formación médica continuada: Actualización en vacunas
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Conceptos generales. Calendarios de vacunación sistemática del niño y del adulto en España. Impacto de los programas de vacunación
Vaccination — General concepts. Systematic vaccination schedules for the child and adult in Spain. Impact of vaccination programs
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M. Pilar Arrazola Martínez
Autor para correspondencia
pilar.arrazola@salud.madrid.org

Autor para correspondencia.
, José Ramón de Juanes Pardo, Aurelia García de Codes Ilario
Servicio de Medicina Preventiva, Hospital Universitario 12 de Octubre, Madrid, España
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Tabla 1. Clasificación de vacunas: atenuadas, inactivadas
Tabla 2. Número máximo de casos de enfermedad y número en 2012, en España
Tabla 3. Coberturas de vacunación (porcentaje). Primovacunación (series básicas). España, 2000-2013
Tabla 4. Cobertura de vacunación (porcentaje). Dosis de refuerzo DTPa, poliomielitis y Hib (1 a 2 años), DTPa/DT/dTpa (4-6 años) y Td (14-16 años). España, 2000-2013
Tabla 5. Coberturas de vacunación (porcentajes). Triple vírica (primera y segunda dosis), hepatitis B (VHB) y papilomavirus (VPH) en adolescentes. España, 2003-2013
Tabla 6. Cobertura de vacunación antigripal (porcentaje). Población de 65 o más años. España, temporadas 2000-2001 a 2013-2014
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Resumen

Uno de los campos de mayor importancia en la promoción de la salud es la prevención de las enfermedades infecciosas mediante las vacunas.

Vacuna es cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Hay dos tipos básicos: vivas atenuadas e inactivadas; sus características son diferentes y condicionan su uso. Las propiedades principales de una vacuna son seguridad y eficacia protectora.

Las vacunas pueden administrarse en base a indicaciones individualizadas según distintos factores (personales, ambientales…) o de forma sistemática como parte de los calendarios vacunales.

En España, el primer calendario de vacunación infantil se implantó en 1975. Actualmente son las comunidades autónomas las responsables de establecer las recomendaciones vacunales.

La incidencia de las enfermedades frente a las que se vacuna y las coberturas de vacunación son los criterios de valoración esenciales de los programas vacunales. En España la incidencia de enfermedades inmunoprevenibles es baja. En cuanto a las coberturas vacunales, son altas en la infancia, pero en adolescentes, adultos y grupos de riesgo no siempre son adecuadas.

Palabras clave:
Vacunación
Enfermedad inmunoprevenible
Cobertura vacunal
Abstract

One area of major importance in promoting health is the prevention of infectious diseases through vaccination.

Vaccine is any preparation intended to generate immunity against a disease by stimulating the production of antibodies. There are two basic types: live attenuated and inactivated, with different characteristics that determine their use. The main properties of a vaccine are safety and protective efficacy.

The vaccines can be administered based on individualized directions depending on various factors (personal, environmental…), or systematically as part of the immunization schedules.

In Spain, the first childhood immunization schedule was implemented in 1975. The Autonomous Communities are currently responsible for establishing vaccine recommendations.

The incidence of vaccine-preventable diseases and vaccination coverage are essential criteria for the evaluation of vaccination programs. In Spain the incidence of vaccine-preventable diseases is low. Vaccination coverage is high in childhood, but in adolescents, adults and groups at risk it is not always appropriate.

Keywords:
Vaccination
Vaccine-preventable diseases
Vaccination coverage
Texto completo
Introducción

Uno de los campos de mayor importancia en la promoción de la salud es la prevención de las enfermedades infecciosas mediante las vacunas. Entre las enfermedades infecciosas de interés en salud pública hay algunas (p.ej., sarampión, poliomielitis) para las que no existe tratamiento específico, pero que pueden ser prevenidas eficazmente mediante la vacunación; en otras sí se dispone de terapia, pero su eficacia no es absoluta, lo que refuerza el papel de las vacunas.

Conceptos generales1

Inmunización es un término más amplio que el de vacunación; se refiere al proceso de inducción o provisión de inmunidad artificial a un individuo sano susceptible mediante la administración de un producto inmunobiológico. También se refiere al acto en sí de la administración o aplicación de este producto. La inmunización puede ser activa (vacunación) o pasiva (administración de inmunoglobulinas o sueros).

La inmunización activa es la estimulación del sistema inmune para producir inmunidad específica frente a un antígeno tanto de tipo humoral (anticuerpos) como celular; a diferencia de la inmunidad pasiva, que es temporal, la activa generalmente persiste durante años, e incluso toda la vida. Esta inmunidad activa puede adquirirse mediante el padecimiento de la infección o con la vacunación.

En general, una vez que la persona se recupera de la infección será inmune a ella para el resto de su vida; esta persistencia de la protección durante años es lo que se conoce como memoria inmunológica; en caso de reexposición al agente infeccioso, las células memoria se replicarían y producirían anticuerpos muy rápidamente para restablecer la protección. En caso de vacunación, las vacunas interactúan con el sistema inmune y a menudo producen una respuesta similar a la que genera la infección natural, sin que la persona tenga que padecer la enfermedad y sus posibles complicaciones; en muchos casos inducen memoria inmunológica similar a la adquirida tras la infección natural. Distintos factores pueden influir en la respuesta inmune producida por la vacunación: presencia de anticuerpos maternos, tipo de antígeno vacunal y dosis administradas, vía de administración y presencia de adyuvantes. Factores del huésped (nutricionales, genéticos, edad, patología basal) también pueden afectar la respuesta.

La inmunización pasiva supone la administración a un huésped susceptible de anticuerpos producidos en otro huésped (humano o animal) para proporcionarle una protección inmediata, pero temporal, frente a un antígeno determinado.

Vacunas: concepto y clasificación1-3

Se entiende por vacuna cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Se clasifican en base a las características de sus componentes. Hay 2 tipos básicos de vacunas: vivas atenuadas e inactivadas; sus características son diferentes y condicionan su uso (tabla 1).

Tabla 1.

Clasificación de vacunas: atenuadas, inactivadas

Vacunas atenuadas  Vacunas inactivadas 
Fiebre tifoidea Ty21a
Fiebre amarilla
Gripe (virus atenuados)
Polio-VPO (virus atenuados)
Triple vírica: sarampión-parotiditis-rubéola
Varicela
Tuberculosis -BCG 
Cólera
Encefalitis japonesa
Encefalitis por mordedura de garrapata
Fiebre tifoidea (Ag Vi)
Gripe (virus fraccionados, subunidades)
Haemophilus influenzae tipo b (conjugada)
Hepatitis A
Hepatitis B
Hepatitis A+B
Neumococo (polisacarídica, conjugada)
Meningococo (polisacarídica, conjugada)
Papilomavirus
Polio-VPI (virus inactivados)
Rabia
Tétanos-difteria-tos ferina (T, TD, TDPa, Td, Tdpa) 

Las vacunas vivas atenuadas derivan del virus o bacteria «salvaje», causante de la enfermedad, modificados en laboratorio (generalmente mediante pases repetidos en cultivo) para que pierdan la patogenicidad pero conserven su inmunogenicidad (mantienen la capacidad de replicación e inducen inmunidad). Cuanto más se parece el microorganismo vacunal al causante de la enfermedad natural, mejor es la respuesta inmune que induce.

Una de las principales ventajas de las vacunas atenuadas es su alta inmunogenicidad, por lo que generalmente no es necesario añadir adyuvantes, la administración de una única dosis suele ser suficiente e inducen una inmunidad muy duradera. En ocasiones se incluyen dosis de recuerdo en el calendario vacunal, pero para disminuir al máximo los riesgos de fallo tras la primera dosis.

Para producir una respuesta inmune, el microorganismo atenuado debe replicarse en la persona vacunada. Se administra una dosis relativamente pequeña de virus o bacteria, que se replica en el organismo en cantidad suficiente para estimular una respuesta inmune; generalmente no causan enfermedad, y cuando lo hacen, suele ser un cuadro mucho más leve que la enfermedad natural y se registra como una reacción adversa. Una replicación incontrolada del microorganismo vacunal puede ser grave, e incluso letal, pero no es frecuente excepto en personas inmunocomprometidas. El microorganismo atenuado podría, teóricamente, revertir a su estado patogénico habitual (causante de enfermedad); p.ej., se han descrito brotes por poliovirus vacunales tipo 2 y 3 que revirtieron a formas patógenas.

Las vacunas vivas son muy lábiles y pueden ser inactivadas por calor o exposición a luz. Deben ser almacenadas y manejadas cuidadosamente. Cualquier factor que dañe al microorganismo vivo en el vial (p.ej., calor, luz) o interfiera su replicación (p.ej., anticuerpos circulantes) puede modificar la efectividad de la vacuna.

Las vacunas inactivadas pueden contener virus o bacterias enteros o fraccionados. Las vacunas fraccionadas contienen proteínas o polisacáridos. Las vacunas proteicas incluyen toxoides (toxina bacteriana inactivada) y productos de subunidades o subviriones. La mayoría de las vacunas polisacarídicas están formadas por polisacárido puro de la cápsula celular; en las vacunas polisacarídicas conjugadas el polisacárido se une a una proteína transportadora.

En general inducen inmunidad menos intensa y duradera que las vacunas atenuadas, necesitando con frecuencia añadir adyuvante. Es necesario administrar varias dosis de primovacunación; en general la primera dosis no produce inmunidad protectora pero prepara al sistema inmune, apareciendo la protección después de la segunda o tercera dosis. Los títulos de anticuerpos producidos decaen con el tiempo y, como consecuencia, pueden ser necesarias dosis periódicas de refuerzo. La respuesta inmune inducida es principalmente humoral, sin (o con escasa) inmunidad celular.

A diferencia de los antígenos vivos, los inactivados generalmente no son afectados por los anticuerpos circulantes.

La principal ventaja es su seguridad. No pueden replicarse en el organismo y, por tanto, causar enfermedad, ni siquiera en personas inmunocomprometidas; tampoco presentan riesgo de transmisión del microorganismo vacunal a convivientes.

Las vacunas polisacarídicas son un tipo de vacunas de subunidades formadas por cadenas de los polisacáridos que forman la pared capsular de ciertas bacterias. Este tipo de vacunas de polisacáridos puros están disponibles para neumococo (23 serotipos), meningococo (serogruposA, C, Y, W135) y fiebre tifoidea (polisacáridoVi). La respuesta inmune al polisacárido es típicamente independiente de las célulasT, lo que significa que estas vacunas estimulan las célulasB sin la mediación de las célulasT cooperadoras. Estos antígenos T-independientes no son consistentemente inmunogénicos en niños menores de 2años de edad, probablemente por la inmadurez del sistema inmune.

Dosis repetidas de la mayoría de las vacunas de proteínas inactivadas generan títulos de anticuerpos cada vez más elevados (respuesta de refuerzo, efecto booster). En el caso de antígenos polisacarídicos esta respuesta de refuerzo no existe. Además, los anticuerpos inducidos por vacunas polisacarídicas tienen menor actividad funcional que los anticuerpos inducidos por antígenos proteínicos, ya que son principalmente IgM con escasa producción de IgG.

A finales de los años ochenta del sigloxx se comprobó que estas limitaciones podían ser neutralizadas mediante un proceso de conjugación del polisacárido con una proteína transportadora, que cambia la respuesta inmune de T-independiente a T-dependiente, produciendo una mayor inmunogenicidad de estas vacunas en niños menores de 2años y una respuesta de refuerzo de anticuerpos con dosis repetidas de la vacuna. La primera vacuna polisacarídica conjugada que se utilizó en la vacunación sistemática fue la vacuna frente a Haemophilus influenzae tipob; posteriormente se han desarrollado otras frente a neumococo y meningococo.

La aplicación de técnicas de ingeniería genética a la producción de anticuerpos ha dado lugar a la aparición de vacunas recombinantes: vacuna frente a hepatitisB y vacuna frente al virus del papiloma humano (producidas por inserción de un segmento del genoma viral en un gen de la célula de la levadura común o de otro virus), vacuna viva frente a la fiebre tifoidea (Ty21a; es una Salmonella typhi modificada genéticamente para no causar la enfermedad) y vacuna de virus de gripe atenuados (cepa adaptada al frío modificada genéticamente para replicarse en la mucosa nasofaríngea pero no en los pulmones).

Características generales de las vacunas3

Las dos propiedades principales de una vacuna son la seguridad y la eficacia protectora; esta, a su vez, está íntimamente relacionada con la inmunogenicidad. Otras cualidades importantes son la estabilidad frente a los factores ambientales y un coste de producción bajo.

La seguridad de una vacuna valora la posibilidad de aparición de eventos adversos en relación con su administración. Las vacunas deben ser seguras en todo tipo de pacientes, pero el grado de seguridad exigido a una vacuna varía en función de la gravedad de la enfermedad que se previene con su administración y con la percepción que la población tiene del impacto causado por la enfermedad en términos de morbimortalidad.

La inmunogenicidad es la capacidad que tiene una vacuna de inducir inmunidad específica frente al agente infeccioso contra el que se dirige. La eficacia de una vacuna está en función de su inmunogenicidad. Una vacuna inmunógena y eficaz debe inducir el tipo apropiado de respuesta inmunitaria (humoral, celular o ambas), en el lugar apropiado (torrente sanguíneo, mucosas) y frente al antígeno adecuado; además, la inmunidad protectora inducida debería ser de larga duración.

Los resultados o beneficios en términos de salud de las vacunas pueden apreciarse en dos niveles:

  • -

    Los individuos que se benefician de la vacuna administrada en condiciones ideales: evaluación de la eficacia, que, a ser posible, debe ser experimental mediante ensayos clínicos aleatorizados.

  • -

    La población a la que esos individuos pertenecen (población objeto) cuando la vacuna es aplicada en las condiciones reales o rutinarias de la práctica diaria asistencial o en el desarrollo de los programas vacunales: evaluación de la efectividad, que solo debería realizarse mediante un ensayo comunitario (preferiblemente aleatorizado) cuando la vacuna haya demostrado previamente que es eficaz.

Una buena eficacia protectora no siempre implica una efectividad satisfactoria.

Estos resultados pueden relacionarse con los recursos necesarios para poner en marcha el programa de vacunaciones: evaluación de la eficiencia, que compara los beneficios de salud de la intervención aplicada sobre la población objeto en condiciones reales (efectividad) con los costes de los recursos utilizados para su implementación; pueden realizarse análisis coste-efectividad y análisis coste-beneficio. En ambos tipos de análisis los costes se expresan en términos monetarios; sin embargo, las consecuencias se expresan en términos reales o de salud en el análisis coste-efectividad, y también en términos monetarios en el análisis coste-beneficio.

Los factores que pueden afectar la estabilidad de las vacunas son el tiempo transcurrido desde su fabricación, la luz y la temperatura (elevada, congelación).

Calendarios de vacunación en España

Las vacunas pueden administrarse en base a indicaciones individualizadas según distintos factores (personales, ambientales…) o de forma sistemática como parte de los calendarios vacunales.

Un calendario vacunal es la secuencia cronológica en la que se establece la administración de las vacunas sistemáticas en un país o región, con el objetivo de garantizar una inmunización adecuada de su población frente a enfermedades para las que se dispone de una vacuna eficaz. Los calendarios mejor definidos y con mayor implantación se dirigen a población infantil, aunque también existen recomendaciones sistemáticas dirigidas a otros colectivos (adolescentes, adultos, trabajadores, pacientes según patologías…).

Las recomendaciones de vacunación se establecen en función de la disponibilidad y las características de los productos inmunobiológicos, el conocimiento científico sobre los principios activos y pasivos de la inmunización, la epidemiología de las enfermedades susceptibles de vacunación y, por supuesto, la opinión de los expertos y las autoridades sanitarias correspondientes.

En España, el inicio de la utilización de vacunas de forma generalizada se sitúa en 1906 con la vacunación obligatoria frente a la viruela. En 1943, y también de forma obligatoria, se empieza a vacunar frente a la difteria. Pero los programas de vacunación no se inician hasta 1963 con las campañas masivas de vacunación frente a la poliomielitis con la vacuna oral de virus atenuados (VPO) dirigidas a la población infantil entre 2meses y 7años. En 1965 se incorpora la vacuna frente a la difteria-tétanos-tos ferina (DTP) a las campañas de vacunación antipoliomielítica.

El primer calendario de vacunación infantil como tal se implantó en 1975 e incluía 3 dosis de VPO y DTP a los 3, 5 y 7meses, dosis de recuerdo a los 15meses de VPO y DT y a los 6 y 14años de VPO y tétanos; también incluía la vacuna frente a la viruela a los 20meses (se suspendió en 1980). Con los años se ha ido modificando este calendario, con la incorporación de nuevas vacunas: en 1978 la vacuna frente al sarampión a los 9meses y la vacuna de la rubéola a las niñas de 11años; en 1981 se introduce la vacunación triple vírica, sarampión-rubéola-parotiditis (SRP), a los 15meses de edad. En 1996 se sustituye la vacuna frente a la rubéola en las niñas de 11años por SRP en niños y niñas, se introduce la vacunación frente al virus de la hepatitisB en adolescentes, y en algunas comunidades autónomas se inicia también la administración de esta vacuna a los recién nacidos. En 1998 se incluye la vacuna frente a Haemophilus influenzae tipob (Hib) y en el año 2000 la vacuna frente al meningococo C (MenC). En el año 2004 se ha sustituido la vacuna atenuada de polio por vacuna inactivada (VPI), que se administra a los 2, 4 y 6meses con una cuarta dosis de refuerzo a los 18meses, y en 2007 se ha incluido la vacuna frente al virus de papiloma humano en niñas a los 11-14años4-5.

Los cambios en los calendarios vacunales, bien por introducción de una nueva vacuna bien por modificación de la pauta de administración de alguna ya incluida o el uso de vacunas combinadas, deberían hacerse después de un análisis minucioso que valore si la enfermedad frente a la que se dirige la vacuna afectada es un problema de salud pública (carga de la enfermedad), si la vacuna disponible es segura y efectiva, cómo puede repercutir el cambio propuesto en el conjunto del calendario actual y cuál será el coste-efectividad de la medida5-6.

Actualmente, y como consecuencia del proceso de transferencia de competencias sanitarias desde la Administración Central, son las comunidades autónomas las responsables de establecer las recomendaciones de vacunación, lo que ha permitido la existencia de 19 calendarios vacunales diferentes. No obstante, con el objetivo de alcanzar un calendario unificado para todos los niños españoles, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad consensúa periódicamente las recomendaciones para el calendario vacunal con las comunidades autónomas. En marzo de 2010 acordó adoptar una serie de medidas, a corto plazo, en materia de calidad, equidad y cohesión del Sistema Nacional de Salud, entre las que se encontraba la «Aprobación en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud de un calendario vacunal único para toda España» (tipo de vacunas, períodos de inicio, etc.), y el 21 de marzo de 2013 aprobó en el Pleno del Consejo Interterritorial un calendario común de vacunación infantil, cuya aplicación se recomienda a partir del 1 de enero de 2014 (fig. 1)7-9.

Figura 1.

Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Calendario común de vacunación infantil, 20149.

(0,48MB).

Sociedades científicas cuyo ámbito de actuación incluye la vacunología, como la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), también elaboran recomendaciones de vacunación (con periodicidad anual en el caso de la AEP) (figs. 2 y 3)10,11.

Figura 2.

Asociación Española de Pediatría. Calendario de vacunaciones recomendado, 201410.

(0,49MB).
Figura 3.

Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. Calendario de vacunaciones sistemáticas del adolescentes y adulto sanos, 201411.

(0,75MB).

Para obtener un buen resultado de un programa de vacunación es fundamental que las personas implicadas en su desarrollo conozcan los aspectos básicos de las sustancias biológicas que manejan y estén adecuadamente informadas sobre pautas, dosis, vías de administración, interacciones, contraindicaciones y efectos adversos.

Para mejorar el cumplimiento de los calendarios vacunales y las pautas de vacunación adecuadas, minimizando los errores por defecto o por exceso en el número de dosis administradas, es importante disponer de un registro de vacunación que permita dejar constancia de las actividades realizadas en relación con la administración de vacunas. Estos registros deben cumplir dos objetivos fundamentales. A nivel individual, proporcionar información sobre el estado vacunal de una persona y sus necesidades adicionales de vacunación, garantizando la continuidad del calendario vacunal, y a nivel de salud pública, facilitar información para evaluar los programas de vacunación y sus coberturas. Actualmente, casi todas las comunidades autónomas tienen su propio registro informatizado de vacunas, que permite el acceso a la información vacunal completa de una persona por parte de los profesionales sanitarios, independientemente del centro en el que se haya administrado la vacuna y el nivel asistencial del profesional que hace la consulta12.

También debe entregarse al vacunado un documento en que consten las fechas de administración de las vacunas, las fechas de las próximas dosis (o la pauta vacunal para que sirva de recuerdo), el nombre comercial, el lote y el laboratorio fabricante de la vacuna, la firma del profesional que ha administrado la vacuna, así como las alergias conocidas y los efectos adversos detectados en relación con la administración de las vacunas. Este documento permite disponer a la persona de la información relacionada con su estado vacunal, favorece su responsabilización en el cuidado de su salud y, en ausencia de registro informatizado, permite el intercambio de información entre los profesionales sanitarios y los distintos niveles asistenciales12.

Impacto de los programas de vacunación

Aunque se reconoce a la vacunación como una de las principales medidas de salud pública y en las últimas décadas se ha avanzado considerablemente en el control de las enfermedades inmunoprevenibles en todo el mundo, todavía queda mucho por hacer. Las vacunas continúan estando infravaloradas y siendo infrautilizadas en muchos casos, y las enfermedades prevenibles por vacunación siguen siendo una amenaza de salud a nivel mundial. En los países en desarrollo es necesario facilitar el acceso de la población, sobre todo de los niños, a vacunas seguras y eficaces. Y en los países industrializados, mantener una vigilancia epidemiológica estrecha que permita detectar bolsas de susceptibles y contrarrestar, con la evidencia científica sobre los beneficios y la seguridad de la vacunación, la influencia, cada vez mayor, de las ideas negativas sobre las vacunas13.

Las vacunas son administradas a las personas para protegerlas de la enfermedad, pero también protegen las comunidades. Así como la inmunidad individual disminuye la probabilidad de que un individuo desarrolle una enfermedad determinada cuando se expone al agente infeccioso causal, la inmunidad colectiva supone la disminución de la probabilidad de que en un grupo o comunidad la introducción de un agente infeccioso cause una epidemia.

A efectos prácticos, una persona estará tan protegido con la inmunidad colectiva como con la individual. El grado de inmunidad colectiva necesario para prevenir una epidemia depende de cada enfermedad, pero cuando una comunidad alcanza una cobertura vacunal elevada no es necesario vacunar a cada uno de sus integrantes para evitar epidemias, ya que la inmunidad colectiva de la población protegerá a los no vacunados al disminuir su probabilidad de entrar en contacto con una persona infectada; es decir, proporciona una barrera inmunológica frente a la transmisión de una enfermedad en la población.

Las vacunaciones sistemáticas que se administran en la infancia mediante programas de tipo cohorte (administración de un conjunto de vacunas a cada cohorte anual de nacidos) persiguen fundamentalmente bloquear la transmisión de determinadas infecciones. Estos programas van dirigidos a conseguir el nivel deseado de inmunidad colectiva, además de conferir, lógicamente, una protección individual. En cambio, las vacunas administradas a los adultos están más orientadas a la protección individual que a la colectiva, y su fin principal no es cortar la transmisión.

En cualquier caso, la inmunidad colectiva es un concepto que en salud pública hay que tener en cuenta en el planteamiento de cualquier programa de vacunación. Ninguna vacuna es 100% efectiva, por lo que la erradicación, eliminación o potencial reducción de epidemias se apoya en la protección conseguida cuando una proporción suficientemente elevada de una población determinada es inmune. De esta forma, incluso aquellos en los que la vacuna no es efectiva (o es menos efectiva, como p.ej. ancianos o inmunocomprometidos) están protegidos por la baja probabilidad de que sean expuestos a la enfermedad; asimismo, también las personas no vacunadas (por razones médicas, edad o porque no desean vacunarse) estarán protegidas por la inmunidad colectiva.

Pero a mayor número de personas no inmunes, aumenta la posibilidad de que la protección proporcionada por la inmunidad colectiva se pierda. Por ello es importante considerar los potenciales efectos perjudiciales de los movimientos antivacunas y la ampliación de exenciones, contraindicaciones o aplicación indebida de falsas contraindicaciones a la vacunación infantil obligatoria, ya que aunque la cobertura vacunal necesaria para alcanzar inmunidad colectiva varía según la enfermedad, generalmente es superior al 80%14.

En España es indudable el impacto positivo de las vacunas, reflejado en el descenso de incidencia de enfermedades con altos porcentajes de secuelas y/o mortalidad (tabla 2), como consecuencia de la implantación de unos calendarios vacunales infantiles cada vez más completos y unas altas coberturas conseguidas para las vacunas incluidas en ellos15-16.

Tabla 2.

Número máximo de casos de enfermedad y número en 2012, en España

Enfermedad  Año máxima incidencia  Casos  Casos 2012  % cambio 
Tos ferina  1985  60.564  3.430  94,3 
Tétanos  1983  90  12  86,7 
Difteria  1940  27.517  100,0 
Poliomielitis  1959  2.132  100,0 
Sarampión  1983  301.319  1.219  99,6 
Rubéola  1983  161.772  67  99,9 
Parotiditis  1984  286.887  9.538  96,7 

Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Instituto de Salud Carlos III. Centro Nacional de Epidemiología. 2013.

Pero aunque la incidencia de las enfermedades frente a las que se vacuna es el criterio de valoración esencial de los programas de vacunación, constituye un indicador tardío de su solidez. Las coberturas de vacunación son un indicador mejor para detectar si hay algún problema; es importante conocer los niveles de cobertura vacunal, para poder estimar y detectar poblaciones susceptibles.

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad actualiza periódicamente los datos de cobertura vacunal para las series básicas de vacunación (DTPa, poliomielitis, Hib, meningitisC y hepatitisB en el primer año de vida) (tabla 3) y para las dosis de refuerzo (a los 1-2años, 4-6años y 14-16años) (tabla 4)17.

Tabla 3.

Coberturas de vacunación (porcentaje). Primovacunación (series básicas). España, 2000-2013

Vacunas  Años
  2000  2001  2002  2003  2004  2005  2006  2007  2008  2009  2010  2011  2012  2013 
Poliomielitis  95,0  96,2  98,2  98,5  96,9  96,2  97,6  96,4  96,7  95,9  96,6  97,1  96,3  95,6 
DTPa  95,0  96,3  98,0  98,2  96,6  96,2  97,6  96,4  96,7  95,9  96,6  97,1  96,3  95,6 
Hib  92,0  96,0  97,9  98,1  96,5  96,0  97,5  96,3  96,7  95,9  96,6  7,1  96,3  95,6 
Hepatitis B  −  −  −  97,6  96,9  96,1  96,6  96,3  96,5  95,5  96,5  96,6  95,8  95,2 
MenC  −  86,7  97,8  97,6  96,4  95,6  97,1  96,8  97,2  97,4  97,8  8,0  96,6  95,8 
Tabla 4.

Cobertura de vacunación (porcentaje). Dosis de refuerzo DTPa, poliomielitis y Hib (1 a 2 años), DTPa/DT/dTpa (4-6 años) y Td (14-16 años). España, 2000-2013

Vacunas  Años
  2000  2001  2002  2003  2004  2005  2006  2007  2008  2009  2010  2011  2012  2013 
Vacunación de refuerzo. Niños vacunados de 1 a 2 años
Poliomielitis  94.0  94,6  95,3  96,0  94,7  94,9  95,1  95,3  94,8  94,1  93,7  94,3  92,9  92,3 
DTPa  93.0  94,6  95,2  95,8  94,9  95,0  95,2  95,1  94,8  94,1  93,7  94,1  93,1  92,3 
Hib  −  −  −  94,9  94,0  94,4  95,1  95,0  94,8  94,1  93,7  94,1  92,9  92,3 
MenC  −  −  −  −  −  −  −  −  96,0  96,5  94,2  98,8  94,8  96,1 
Vacunación de refuerzo. Niños vacunados de 4 a 6 años
DTPa/DT/dTpa  −  −  −  −  −  90,8  93,8  90,8  92,3  88,3  88,9  81,1  87,7  89,0 
Vacunación de refuerzo. Adolescentes vacunados de 14 a 16 años
Td  −  −  −  −  −  80,8  77,2  79,3  82,7  74,1  80,0  72,5  74,6  77,1 

Las coberturas para las series básicas de DTPa, poliomielitis, Hib, meningitisC y hepatitisB superan el 95% en el año 2013 en todos los casos (tabla 3).

Las coberturas disminuyen ligeramente para las dosis de refuerzo de DTPa, poliomietitis, Hib y meningococoC en el segundo año de vida. La caída es mayor en la cobertura de las dosis de DTPa/DT a los 4-6años, y especialmente en la dosis de Td a los 14-16años (tabla 4).

También en el caso de la vacuna triple vírica (vacuna frente a sarampión, rubéola y parotiditis) se observa un descenso en la cobertura entre la primera y la segunda dosis (tabla 5).

Tabla 5.

Coberturas de vacunación (porcentajes). Triple vírica (primera y segunda dosis), hepatitis B (VHB) y papilomavirus (VPH) en adolescentes. España, 2003-2013

Vacunas  Años
  2003  2004  2005  2006  2007  2008  2009  2010  2011  2012  2013 
Triple vírica: sarampión, rubéola y parotiditis (SRP)
1.a dosis: niños 1 a 2 años  96,7  97,3  96,8  96,9  97,2  97,6  97,4  95,5  96,8  97,1  95,3 
2.a dosis: niños 3 a 6 años  91,2  92,7  91,6  94,1  95,0  94,4  90,4  92,3  91,3  90,3  90,7 
Hepatitis B en adolescentes
VHB: 3 dosis  81,1  77,8  80,5  77,9  83,1  83,4  82,7  79,1  79,4  76,7  74,5 
VPH en adolescentes
VPH: 3 dosis niñas 11-14 años  −  −  −  −  −  −  77,2  64,3  65,5  70,8  74,7 

La cobertura de vacunación antigripal en población de 65 o más años ha descendido del 70,1% en la temporada 2005-2006 al 56,4% de la temporada 2013-2014 (tabla 6).

Tabla 6.

Cobertura de vacunación antigripal (porcentaje). Población de 65 o más años. España, temporadas 2000-2001 a 2013-2014

Temporada  Cobertura 
2000-2001  61,5 
2001-2002  61,9 
2002-2003  67,2 
2003-2004  68,0 
2004-2005  68,6 
2005-2006  70,1 
2006-2007  67,5 
2007-2008  62,3 
2008-2009  65,4 
2009-2010  65,7 
2010-2011  56,9 
2011-2012  57,7 
2012-2013  57,0 
2013-2014  56,4 

Un componente importante de cualquier programa de vacunación es garantizar el acceso a las vacunas a todas las personas que las necesitan y, como puede observarse, en España aunque las coberturas vacunales en la infancia son muy altas, en adolescentes, adultos y grupos de riesgo no siempre son las adecuadas. Hay que tener en cuenta que disminuciones de las coberturas pueden suponer rebrotes y retrasos en conseguir los objetivos fijados para el control de las enfermedades inmunoprevenibles.

El hecho de que las personas no se vacunen se puede atribuir en gran medida a que las prácticas y los profesionales sanitarios no siempre desempeñan de forma óptima las actividades relacionadas con la administración de las vacunas y la puesta al día de las pautas de vacunación de la población.

Es necesaria una combinación de estrategias —dirigidas a los profesionales y a la población general— para aumentar y mantener unas tasas elevadas de vacunación. Es fundamental un trabajo en equipo, cuyos integrantes estén convencidos de los beneficios que se van a conseguir, proporcionen una información adecuada a la población en tema de vacunas, colaboren con las personas a vacunar para aclarar sus dudas y vencer las posibles reticencias, y realicen los seguimientos epidemiológicos necesarios.

La Semana Europea de Vacunación es una iniciativa de la Región Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para resaltar la importancia de la vacunación en la prevención de ciertas enfermedades infecciosas. En ese marco, las autoridades sanitarias recuerdan las razones por las que la población debe vacunarse siguiendo las recomendaciones establecidas en los calendarios oficiales de vacunación15:

  • -

    La vacunación salva vidas.

  • -

    Las vacunas son seguras y efectivas.

  • -

    La vacunación es un derecho básico.

  • -

    Los brotes infecciosos suponen una amenaza importante.

  • -

    Las enfermedades se pueden controlar y eliminar.

  • -

    La vacunación es una medida coste-efectiva.

Cualquiera de estos mensajes debería ser suficiente para que los profesionales sanitarios y la población general cumplieran su papel en el ámbito de la vacunación.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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