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Vol. 34. Núm. 3.
Páginas 143-146 (Julio 2004)
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La legibilidad: un factor fundamental para comprender un texto
Legibility: a Fundamental Factor for Understanding a Text
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V.. Ferrando Belart
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Introducción

Este artículo es fruto de una percepción y un deseo; la percepción de que algunas veces el contenido de un texto no se entiende lo suficiente, y el deseo de mejorar este aspecto y, por tanto, de establecer una comunicación eficaz entre el autor y el lector de un artículo.

Intentaré exponer a lo largo de estas líneas que la legibilidad es un elemento clave para la comprensión de un texto, y en este artículo trataré su aplicación al texto científico.

La legibilidad es la facilidad con que se puede leer y comprender un texto. En un sentido más amplio es la aptitud de un texto de ser leído fácil y cómodamente, y esta aptitud hace referencia a elementos tipográficos, de presentación del escrito en la página, y también al estilo, a la claridad de la exposición, a la manera de escribir, al lenguaje.

La legibilidad depende, en buena parte, de si un texto está constituido por frases cortas, de si se utilizan estructuras que permitan al lector avanzar en el contenido del texto, de si se colocan adecuadamente las palabras clave en el lugar preciso, de si las frases conservan el orden lógico, entre otras cuestiones. Todos estos aspectos contribuirán en gran medida a alcanzar uno de los retos de quien escribe, que es transformar un pensamiento en lenguaje escrito.

Distinguimos entre legibilidad lingüística, que trata de aspectos verbales, y legibilidad tipográfica, que hace referencia a la percepción visual del texto (disposición del texto en la página, dimensión de la letra, uso de la cursiva, de la negrita, etc.).

Legibilidad lingüística

A fin de que un artículo sea más legible, debemos tener en cuenta una serie de aspectos: en primer lugar, que predomine la estructura más básica y comprensible de una frase, es decir, la de sujeto-verbo-complementos. Dicha estructura favorece la anticipación y el lector puede prever los elementos que vendrán a continuación. Observaremos esta cuestión en el párrafo siguiente: «El comité de ética asistencial de referencia para la atención sociosanitaria es un grupo consultivo, interdisciplinario, que integra ideologías morales diferentes. El objetivo de este comité es ayudar a los usuarios, a los profesionales de la salud y de la gestión en la red sociosanitaria en la toma de decisiones éticas».

Las frases que constituyen el párrafo responden a la estructura básica de la construcción de una oración. También podemos afirmar que intuimos que el autor del texto especificará cuál es el objetivo de este comité, porque previamente lo ha definido. Es decir, primero nos ofrece la definición y después el objetivo, y no al revés.

Es evidente que no es necesario que todas las frases sigan estrictamente el orden lógico de la estructura, ya que si no lo que conseguiremos es un ritmo monótono de lectura que puede aburrir al lector. Pero sí que es importante tener presente la ordenación más racional, porque facilita la comprensión del artículo. Por esta razón, la ordenación interna de la frase incide directamente en la legibilidad de un texto.

Llegados a este punto, es conveniente comentar que tenemos que ser precavidos con el uso de las frases subordinadas, impersonales, la voz pasiva y los incisos demasiado largos y numerosos. Las frases subordinadas hacen que el texto sea demasiado extenso, y que sea difícil recordar el contenido, como por ejemplo: «El esfuerzo personal y el interés de los profesionales que han participado en el estudio para mejorar día a día la atención a las personas que padecen dolor, junto con su capacidad de trabajo, han hecho posible la elaboración de este documento, que esperamos que pueda ser de utilidad para todos». El párrafo adquiere mayor legibilidad si se redacta de la manera siguiente: «El esfuerzo personal, el interés y la capacidad de trabajo de los profesionales que han participado en el estudio para mejorar día a día la atención a las personas con dolor han hecho posible la elaboración de este documento, con la intención de que sea de utilidad para todos».

El hecho de que se hayan suprimido dos relativos, junto con el cambio de orden del sintagma la capacidad de trabajo, proporciona una mayor legibilidad y agilidad al párrafo.

Las frases impersonales o en voz pasiva esconden el sujeto real de las oraciones e impiden distinguir claramente quién es el

responsable. Observemos el ejemplo siguiente: «Se realizó una encuesta epidemiológica por parte de técnicos de salud pública para determinar el número de personas afectadas en el brote de toxiinfección alimentaria (...). Desde las unidades de vigilancia epidemiológica se hizo un seguimiento diario de los pacientes».

Con este abuso de la pasiva refleja se dificulta la comprensión del texto y la identificación del sujeto real de la acción. En cambio transformándolo en activa, el sentido de las frases es más comprensible, porque se identifica claramente el sujeto. Fijémonos: «Técnicos de salud pública realizaron una encuesta epidemiológica para determinar el número de personas afectadas en el brote de toxiinfección alimentaria (...). Las unidades de vigilancia epidemiológica hicieron un seguimiento diario de los pacientes», donde se aprecia mucho mejor que técnicos de salud pública y las unidades de vigilancia epidemiológica son los sujetos de las acciones de los verbos en las frases respectivas.

Por inciso se entiende todas aquellas expresiones añadidas a la estructura de la frase, que podrían eliminarse sin que la oración perdiera autonomía sintáctica. Me estoy refiriendo a relativos, aposiciones, algunas subordinadas, circunstanciales, etc. Los incisos cortan el discurso natural de la frase. Por eso se tiene que hacer un uso moderado de ellos. Es decir, que no sean demasiado extensos y que estén colocados de manera que no dificulten la comprensión de la frase. Por ejemplo, no se tendría que separar con un inciso el sujeto y el verbo de una frase porque, si es demasiado largo, es posible que el lector haya olvidado el sujeto cuando lea el verbo, de manera que pierda el significado de la frase y tenga que releerla. Fijémonos en el párrafo siguiente: «Abordar el problema,

estableciendo un plan de actuación conjuntamente con el equipo y el paciente como uno de los aspectos del proceso de valoración clínica, nos ayudará a conseguir los objetivos». La redacción de este párrafo sería mejor de esta manera: «Abordar el problema nos ayudará a conseguir los objetivos, siempre y cuando se establezca un plan de actuación conjuntamente con el equipo y el paciente como uno de los aspectos del proceso de valoración clínica».

El hecho de que el inciso esté situado en la última posición de la oración permite al lector fijarse en la información que realmente es relevante.

Por tanto, un texto que presente frases breves, directas, en voz activa y sin complicaciones sintácticas tendrá más legibilidad que un texto que presente frases largas y llenas de incisos.

Por otra parte, hay que tener presente que el principio de una frase o el inicio de un párrafo es la posición más importante, porque es la que ve y lee primero el lector, y también es la que recuerda mejor después. Por este motivo, es básico que la información relevante esté situada en esta posición. Observemos el párrafo siguiente sobre el hábito tabáquico: «El hábito tabáquico continúa siendo el factor de riesgo individual más importante de pérdida de salud prematura y evitable en nuestro entorno, y uno de los principales problemas de salud pública susceptible de prevención. El tabaquismo es factor de riesgo de numerosas enfermedades entre las que destacan las cardiovasculares, las respiratorias crónicas y el cáncer».

Otros recursos lingüísticos que facilitan la legibilidad son los marcadores textuales, es decir, conjunciones, adverbios o locuciones conjuntivas, porque indican la estructura del texto, las conexiones entre las frases, la función de un fragmento, entre otros aspectos. Fijémonos en el párrafo siguiente:

«El análisis de la propuesta tiene que hacerse teniendo en cuenta factores distintos. En primer lugar, se tiene que prever la repercusión del programa en la población. También se tiene que pensar en el coste de su implantación. En último término, se tiene que valorar la posibilidad de que no se lleguen a conseguir los objetivos iniciales. Así pues, el programa, aunque parece interesante, se tiene que analizar con más detenimiento».

Los marcadores textuales de este párrafo son: en primer lugar, también, en último término, así pues, aunque. Como podemos observar, la utilización de estos recursos permite ordenar el texto y facilita una comprensión más rápida.

Por otro lado, hace ya algún tiempo que en escritos científicos, especialmente del ámbito de la medicina, aparece un uso excesivo de las siglas. Esto puede provocar que se pierda el hilo conductor del texto y, en consecuencia, que en muchas ocasiones el lector tenga que volver a leerlo. Observemos la oración siguiente: «Formación de todos los profesionales de la RAD y de la APS en técnicas motivacionales». La oración no es demasiado larga y, sin embargo, aparecen dos siglas. El significado se hubiera comprendido mejor si desde un comienzo la frase hubiese sido: «Formación de todos los profesionales de la red de atención a las drogodependencias (RAD) y de la atención primaria de salud (APS) en técnicas motivacionales».

En todo caso, si posteriormente han de volver a aparecer las siglas en el texto, se recomienda desplegar previamente su significado; pero no hay que abusar de los procedimientos de abreviación.

Legibilidad tipográfica

Uno de los instrumentos para conseguir la legibilidad tipográfica son los distintos tipos de letra. Uno de ellos es la cursiva. Su función principal es poner de relieve una palabra o conjunto de palabras que interesa remarcar en el texto. A lo largo de este artículo hemos podido ir observando la utilización de este tipo de letra, cuya finalidad perseguía justamente esta función. También se utiliza para indicar subtítulos de artículos, de capítulos, etc. (en este caso se combinan con los títulos en negrita). También se emplea para indicar títulos de revistas y otras obras periódicas, así como los nombres o los títulos de obras de arte.

Otra de las herramientas que permiten hacer inteligible un texto son los signos de puntuación, que suplen en el lenguaje escrito las alteraciones del ritmo y entonación del lenguaje oral y, en consecuencia, ayudan al lector a comprender mejor el texto que está leyendo. Por este motivo es tan importante saber puntuar bien, ya que la utilización incorrecta de los signos de puntuación puede llevar al lector a entender una información de manera diferente de como el autor la concibió y, por consiguiente, la escribió.

Analizaré tres signos de puntuación muy frecuentes, que no siempre se utilizan de manera correcta. En primer lugar, el punto. El punto coincide con el final de una cláusula o, como mínimo, de una oración e indica una pausa importante en el discurso. Hay tres clases: el punto y seguido, el punto y aparte, y el punto final. Con un punto y seguido se separan oraciones que no tienen un nexo sintáctico patente, pero que mantienen entre sí una cierta relación temática. El punto y aparte, en cambio, separa generalmente párrafos que expresan ideas diferentes. El punto final marca el final de un texto determinado.

En segundo lugar, los dos puntos. Representan una pausa media. Con ellos se enlazan complementos y aposiciones estableciendo relaciones entre ellos. Se utilizan, por ejemplo, delante de la conclusión o de la explicación de las ideas de las cláusulas precedentes. Es el caso del título Una nueva etapa: la menopausia.

Delante de las conclusiones, a menudo son intercambiables por el punto y coma; depende del énfasis que persigamos. En este sentido, podemos afirmar que con los dos puntos queremos transmitir un mayor énfasis a la conclusión que seguirá.

En tercer lugar, el punto y coma, que representa una pausa más larga que la coma y más breve que el punto. Con este signo de puntuación se contribuye a precisar el grado de relación que existe entre las oraciones.

Conclusión

Para finalizar, quisiera remarcar algunos de los aspectos más importantes que he ido analizando a lo largo del artículo para conseguir una mayor legibilidad. Son los siguientes:

 

1. Las frases tienen que ser preferentemente breves y simples.

2. Tiene que prescindirse de las palabras y los incisos que no aporten información útil y centrarse en lo que es relevante.

3. Los incisos tienen que situarse en el lugar más oportuno. Por ejemplo, que no separen el sujeto y el verbo de una frase.

4. Se recomienda colocar los grupos de palabras de acuerdo con el orden neutro más habitual: sujeto, verbo y complementos.

5. Hay que colocar la información relevante en el lugar más importante de la frase: el comienzo.

6. Hay estructuras sintácticas que resultan poco claras, como las construcciones pasivas y las negaciones, y se tiene que procurar no abusar de ellas.

7. Se tienen que revisar y reelaborar los textos escritos, hasta que se consiga una redacción sencilla y clara.

 

Bibliografía general

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Caldeiro MA, Feliu E, Foz M, Gracia D, et al. Manual de estilo. Publicaciones biomédicas. Barcelona: Ediciones Doyma, 1993.

Cassany D. La cuina de l'escriptura. Barcelona: Empúries, 1993.

Coromina E. El llenguatge eficaç I i II. Escola Catalana, 292 i 294. Barcelona, 1992.

Mestres JM. Els signes de puntuació i altres signes gràfics I i II. COM, 21 i 22. Barcelona, 1990.

Miller G. Lenguaje y comunicación. Buenos Aires: Amorrortu, 1974.

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